martes, 31 de julio de 2012

Psicología y red

¿Quién a Twitter mata, a Facebook muere? Lic. Fernando Britos V.
“Ninguno gana. Solamente sucede que
algunos pierden más lentamente”
(Prez en The Wire, 4ta temporada, 2008)
Mujer desgraciada, Casandra, hija de Príamo y Hécuba, los reyes de Troya, hermana de Héctor y otros héroes de la ciudad asediada. Se dice que era tan hermosa como inteligente. Hasta el mismo Apolo se vio atraído por esta mortal doncella y para conseguir que se entregara a sus divinos apetitos le prometió dotarla de la capacidad de predecir el futuro. Casandra aceptó pero después que Apolo le enseñó los misterios de la predicción, la muchacha lo dejó plantado y ya se sabe que no hay nada más peligroso que un despechado. De modo que el dios con un escupitajo en la boca la privó de la parte decisiva del extraordinario don que le había conferido. A partir de ese momento Casandra seguía viendo puntualmente lo que iba a suceder pero ya nadie le creería.

Se transformó en un personaje de tremendo patetismo. Fue capaz de anticipar males y desastres que se cernían sobre Troya y sus seres queridos pero nadie la tomaba en serio. Se dio cuenta que Paris atraería la guerra vengativa sobre la ciudad al raptar a Helena. Previó el resultado de muertes y duelos e incluso fue quien advirtió que el famoso caballo gigante estaba hueco, lleno de soldados enemigos y debía ser quemado.

Cuando Troya fue arrasada por los griegos, Casandra fue entregada como presa a Agamenón, el comandante supremo que terminó perdidamente enamorado de la bella troyana y decidió darle el lugar de esposa principal, reemplazando a Clitemnestra, pero ésta se lo tomó a mal y mató a Agamenón y a Casandra a hachazos. Lo terrible es que Casandra sabía que eso sucedería.

La dramática leyenda homérica viene a cuento, no solamente porque en esta época de conexión universal por internet y proliferación de las llamadas redes sociales, existen predicciones desatendidas y credibilidades deterioradas sino porque la maldición de Casandra tiene su contrapartida. Casandra veía lo que iba a suceder pero no le creían. Ahora hay quienes no tienen idea de lo que va a pasar pero si de lo que quieren que suceda y lanzan falsas predicciones, denuncias y augurios catastróficos, pamento como dice el Pepe, esperando que se transformen en profecías autocumplidas. Podríamos llamarles Dracasán porque se dedican a promover pronósticos catastrofistas, con la esperanza no ingenua de que alguien les hará eco, o aprovechará los centros que ellos levantan.

Este es un fenómeno psicológico no exento de finalidad política. Lo de Casandra era una tragedia, una compulsión inevitable, estaba condenada a la incredulidad. Los Dracasán son el resultado de una elección propia, nadie los obliga a divulgar sus voces agoreras. Señalarlos no implica poner en cuestión la libertad de expresión. Ni más faltaba. Después de todo la libertad es un asunto de responsabilidad social.

Cualquiera puede jugar a Dracasán, favoreciéndose de la responsabilidad diluida del “me gusta”/”no me gusta”. Los charlatanes especulan con la volatilidad de lo electrónico y con la frágil memoria de los receptores. A veces quedan en evidencia en toda su estupidez como la rubia griega del triple salto que por sus chistes racistas terminó sin Juegos Olímpicos o el comisario admirador de los golpistas paraguayos y su “chau Pepe”. Otras veces se promueven como polémicos augures y caballeros defensores de la fe, la nación y la divisa. Esperan agazapados que los efectos de sus mensajes sean canjeables por prestigio, votitos o estrellas y que los costos de sus errores, mentiras o exageraciones se diluyan en el espacio electrónico, tan cambiante, tan movedizo y de giros tan agitados como volátiles.

Sería un error subestimarlos pero lo cierto es que el ping pong en esta mesa con la misma pelotita es de escaso resultado. Los enfrentamientos electrónicos a punta de golpes de efecto, frasecitas hechas y discursitos de noticiero tienen los defectos de sus virtudes. Decididamente no es cierto que “quien a Twitter mata a Facebook muere”. Entre estos polemistas se da lo que advertía Prez, el profesor de matemáticas en The Wire: “ninguno gana; solamente algunos pierden más lentamente”.

martes, 17 de julio de 2012

Determinismo biológico y discriminación

El cerebro de Broca y el trébol de Rovira Por el Lic. Fernando Britos V.
“Que caminéis juntos, que os comprendáis, que no digáis una palabra desagradable y que sepáis ir del brazo de quien no piensa como vosotros” Consejos de Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei, citado por el Dr. Santiago Pérez del Castillo todavía Rector de la Universidad de Montevideo.
El trébol de Rovira - Se sabe que la soberbia es lo que, a veces, induce a decir ante un micrófono lo que después habrá que lamentar. Ahora lo sabe la Dra. María de las Mercedes Rovira Reich von Häussler, cuya elevación al Rectorado de la Universidad del Opus Dei en Montevideo debía producirse en estos días. Era la primera vez que una mujer llegaría a ser Rectora en nuestro país y también la primera vez que tal responsabilidad sería asumida por una profesional cuyos títulos fueron obtenidos íntegramente en el extranjero, más precisamente en la casa central del Opus Dei, la Universidad de Navarra en Pamplona, España (Maestría en Artes Liberales, opción filosofía y ciencias de la educación, y Doctorado en Filosofía que obtuvo en el 2000 con una tesis titulada “Ortega y Gasset desde el humanismo clásico”).

El jueves 12, el semanario Búsqueda, publicó en contratapa la entrevista a la que, seguramente, es numeraria o supernumeraria (los laicos miembros plenos que antes se denominaban oblatos) de la Prelatura Opus Dei, bajo el título incendiario de “La homosexualidad es una “anomalía” y es “obvio que juega” al designar docentes dice la rectora de la Universidad de Montevideo”. Las perlas del reportaje están en el título pero no son las únicas.

Para defenderse de una lógica conclusión acerca del sectarismo y discriminación que encerraban sus respuestas, la Dra. Rovira (que además - socorro - es profesora de Antropología y Ética en su universidad) dijo “No se que porcentaje de estudiantes católicos tenemos, hay muchos estudiantes judíos, muchos protestantes y muchos que no son nada (sic)”. Sin embargo, lo más interesante es la exposición patente de una concepción básica de la ideología conservadora, oscurantista y anti científica de una pequeña pero poderosa universidad confesional: el determinismo biológico.

La Prof. Rovira lo expresó así: “El respeto a la persona no va reñido a que consideramos que la verdad es lo que propone la naturaleza humana. La naturaleza humana somos hombres y mujeres y la diferenciación de sexos es de la naturaleza, biológica y determinante. Que haya anomalías las hay. También hay tréboles de cuatro hojas”. (…) Estamos convencidos de que la naturaleza humana es la realidad, la verdad y hacia lo que vamos. Y que la ciencia debe ir en búsqueda de esa verdad que está en la propia naturaleza. Para algunos no estará tan claro por distintos motivos o vaya a saber porqué -y en eso uno no entra a juzgar- que el hombre y la mujer son complementarios, que entre los dos formamos la persona completa en la naturaleza humana” (todo sic).

Este determinismo fundamentalista está en la base de las posiciones reaccionarias que el Opus Dei impulsa en todos los terrenos. Téngase en cuenta que la Dra. Rovira se estaba refiriendo, precisamente a la libertad de cátedra y a la elección de sus docentes. En todos los campos de la vida, de la sociedad, la cultura, la política y de la salud, la educación, los derechos humanos, el Opus Dei promueve, en forma implacable, sistemática y con enormes recursos materiales, este determinismo biológico de carácter fanático y anti científico.

Contra el uso de anticonceptivos y contra la despenalización del aborto, a favor de la represión y el orden como forma de resolver los problemas sociales, encuadramiento estricto de la educación en torno a los valores “occidentales y cristianos”, subordinación en el trabajo y justificación de los trabajos serviles, sometimiento de la mujer y circunscripción de género trabajos femineizados (enfermería, cuidado de los niños y ancianos, etc.), promoción de dirigentes políticos conservadores y empresarialismo neoliberal, desviación sistemática de las reivindicaciones en materia de derechos humanos hacia una “defensa de la vida” en abstracto y, desde luego, cerrada oposición a reconocer derechos a los homosexuales y transexuales.

El determinismo biológico ha sido demolido por científicos de la gravitación de Carl Sagan, cuyo libro “El Cerebro de Broca” rebate en forma incisiva las pseudociencias, es decir el uso del lenguaje o los ropajes científicos para hacer pasar por verdaderos prejuicios, creencias y otros dogmas favorables al statu quo y a la perduración de las injusticias.

Stephen Jay Gould, en “La desmesura del hombre” diseca el caso de Paul Pierre Broca (1824-1880), el médico, anatomista y promotor de la antropología física que sostenía que la inteligencia estaba relacionada con el tamaño y la estructura del cerebro y había establecido una clasificación en tres tipos de cráneos que ubicaban a los blancos europeos como los de mayor inteligencia, seguidos de los asiáticos, en tanto que los negros aparecían como los menos dotados. Desde luego el cerebro de los hombres aparecía en este tipo de investigaciones como mayor y más potente que el de las mujeres.

Para sentar estas tesis se apoyaba en dos falacias: la tendencia a la reificación o cosificación por el cual entidades abstractas son transformadas en objetos cuantificables a los que pueden atribuirse propiedades (Gould advierte que esto es lo que pasa por ejemplo con la inteligencia que se cosifica como cociente intelectual) y la otra es el ordenamiento en escalas jerárquicas (santos y pecadores, amos y siervos, estamentos, clases, razas, sexos o categorías superiores e inferiores) que son inmutables porque las desigualdades se deben a diferencias que establece “la naturaleza”.

El bueno de Broca reunió cientos de cerebros en formol para respaldar sus tesituras y donó el suyo que ahora se conserva en el Museo del Hombre junto con los de sus sujetos. A pesar de que su inteligencia era superior su cerebro era menor que el promedio. Por eso “el cerebro de Broca” resulta ser una ironía muy poco cristiana como el “trébol de Rovira” que no respalda el determinismo fanático de los defensores de la fe y la desigualdad.

El problema del determinismo biológico es que la eugenesia (la mejora de la raza o de la especie humana mediante la reproducción de los más dotados y la eliminación cruenta o incruenta de los débiles), que es una de sus consecuencias teóricas, no se queda en el terreno de la lucha de ideas o de los actos fallidos sino que es capaz de llevar a las prácticas más crueles. Es el camino que según Stephan Chorover conduce del génesis al genocidio. En el sustrato de todos los crímenes contra la humanidad se encuentra, de un modo u otro, el determinismo biológico, la limpieza de sangre, la pureza basada en el ocultamiento de las injusticias y en la santificación de la opresión y la explotación de otros seres humanos. La estigmatización de las diferencias y la justificación de las desigualdades, conducen, tarde o temprano a la insensibilidad, a la banalización del mal y a la perpetración de crímenes.

Las declaraciones de Rovira, que llamaron la atención y que podrían ser sancionadas por ser un gesto flagrante discriminación, fueron reforzadas por un inmediato pedido de disculpas por parte de la Universidad de Montevideo. En efecto, “piden disculpas a quienes se hayan sentido agraviados” y con esta expresión sibilina violentan, nuevamente, la retórica del fundador en la cita que precede a estas líneas. Nuestra sociedad toda es agraviada por este tipo de ideas discriminatorias.

La futura Rectora no hizo más que desvelar la ideología que preside la práctica de su organización pero la disculpa muestra claramente que el episodio no fue un desliz retórico individual sino la expresión de una práctica institucional (“al que le caiga el sayo, que se lo ponga”). Promover la discriminación es, en este país, una actitud sancionable y extraña al espíritu de “caminar juntos” que predicaba Escrivá de Balaguer a sus seguidores, la retórica que deslumbró al Dr. Pérez del Castillo en su juventud.

A la santidad mediante el trabajo para el Opus -
El Opus Dei es una organización católica que algunos consideran una iglesia dentro de la iglesia y otros críticos califican como una secta fundada. Fue fundada en 1928, por un sacerdote español, Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975), canonizado por Juan Pablo II, aunque su existencia jurídica se consolidó durante la Guerra Fría. Esta Prelatura es “el garante moral de la formación espiritual” en la exclusivísima y elitista Universidad de Montevideo. En realidad, el Opus Dei no es una secta sino una prelatura personal (la diferencia es que las demás prelaturas son territoriales). Se trata de un aparato supranacional con jerarquías, estructura, normativa y finanzas propias que se superpone y se imbrica en de la Iglesia Católica con gran autonomía y que no depende de las jerarquías regulares sino de un Prelado que responde, en forma más o menos directa, al Vaticano. Su desarrollo a partir de España, Portugal e Italia es predominante en América y Europa.

No es una orden o una congregación (como los jesuitas, los dominicos o los franciscanos, por ejemplo) que están formadas por sacerdotes o monjas sino que la mayoría de sus integrantes son laicos sin perjuicio de que los cuadros directrices pertenecen exclusivamente al clero del Opus. La organización estrictamente jerarquizada, tiene importantes exigencias ascéticas, por ejemplo el compromiso de celibato que es muy promovido entre sus miembros, la vida en comunidades, la cesión de sus bienes al Opus Dei, en forma directa o testamentaria, y el trabajo obligatorio para la organización.

Muchos críticos - entre los que se destacan ex miembros - advierten acerca del secretismo, la adhesión a los poderes dictatoriales, la inclinación francamente derechista y anti democrática en materia política, los métodos agresivos de proselitismo que desarrollan, especialmente entre los jóvenes, el trabajo destajista que se promueve, la compulsión hacia el éxito, la disciplina autoritaria y el orden obsesivo, además del “apartamiento del mundo”, dejando familia y amistades, que genera la incorporación al Opus Dei.

La Prelatura tiene su propio “libro negro”, una especie de breviario con 999 parágrafos que resumen la doctrina del fundador santificado y además un cuerpo de retórica dogmática exclusivo en libros, folletos y publicaciones en distintos soportes, congresos, fundaciones y otras organizaciones de fachada
.
En realidad, el Opus Dei es una organización de lucha ideológica, un cuerpo de elite, son los Seals, los Rangers, los Talibanes, del catolicismo más fundamentalista aunque desarmados y ajenos a la violencia física directa. Se trata de una organización dedicada a generar y promover la visión más reaccionaria de la Iglesia Católica en forma sistemática y discreta dentro de la misma iglesia y en los medios políticos conservadores. Es una organización de perfil bajo y seguramente los cargos de secretismo son acertados pero la característica más marcada es su elitismo. El Opus Dei puede hacer obras caritativas pero en realidad su interés fundamental es captar y formar jóvenes de la alta burguesía o aquellos que sean capaces de identificarse completamente con estos valores.

El perfil típico de sus miembros es el de personas católicas practicantes, provenientes de familias adineradas, preferentemente con apellidos que figuren en el nomenclátor urbano, bien relacionadas en su medio, sin vicios, discapacidades o limitaciones y con buena capacidad intelectual, cultura general y, sobre todo, espíritu competitivo, vivacidad y disciplina. El Opus Dei no es para los holgazanes u holgazanas, para quienes aspiren a destacarse por atributos mundanos o para quienes tengan espíritu crítico o inquietudes artísticas.

La organización del Opus Dei es rígida en su estructura y completamente identificada con las doctrinas económicas y sociales del neoliberalismo, la política corporativa y el funcionamiento gerencialista. El CEO (Chief Executive Officer corporativo) es, en este caso un Prelado (hasta su muerte lo fue el fundador).

La organización está formada por presbíteros, diáconos y laicos. Una persona pertenece al Opus Dei cuando ha sido incorporada a una de tres categorías. La de sacerdotes que conforman el clero de la Prelatura (el 2% de los miembros que invariablemente ocupan los cargos de jefatura: Prelado, Vicarios Regionales y Vicarios Delegados) quienes se forman en seminarios de la organización, apartados de los seminarios regulares, y cuyo mantenimiento, alojamiento, vestimenta, viáticos, corren por cuenta de la misma.

Los laicos que desarrollan obras apostólicas son la inmensa mayoría de los miembros, más del 98%, que a su vez se dividen en Supernumerarios (son la tropa, el 70% de los miembros, pueden casarse y viven y trabajan donde lo consideran conveniente aunque deben ceñirse a un plan de vida espiritual, oraciones y prácticas piadosas y a la estricta disciplina de la organización), Numerarios y Agregados son los suboficiales (el 20% de los miembros) que mantienen compromiso de celibato, viven en una residencia de la organización y pueden trabajar en una profesión civil pero están a la orden de la Prelatura que les puede imponer otra ocupación dentro de la organización.

Los Numerarios son los responsables de la formación de los demás miembros del Opus y a tales efectos reciben formación teológica y filosófica equiparable a la que se les da a los sacerdotes regulares en los seminarios. Los Agregados (el 10% de los miembros, no ocupan cargos de jefatura) son como los Numerarios pero, a diferencia de ellos, viven en celibato pero con sus familias o donde deban hacerlo por razones profesionales.

Los Numerarios Auxiliares de sexo femenino forman una categoría especial equiparable al personal de servicios generales o servidumbre en otras organizaciones, lo cual es muy expresivo en relación con la jerarquía del trabajo y su visión de género (los Estatutos del Opus Dei dicen “en la sección de mujeres, las Numerarias Auxiliares, con la misma disponibilidad que las demás Numerarias, dedican su vida principalmente a los trabajos manuales u oficios domésticos, que acogen voluntariamente como trabajo profesional propio, en las sedes de los centros de la Obra”). Los sacerdotes de las diócesis territoriales y del clero de la Prelatura se integran en la Sociedad de la Santa Cruz que es la división del Opus para captarlos y que está estrechamente presidida por el jefe máximo.

Además de los miembros regulares, el Opus cuenta con Colaboradores que no son miembros de la organización pero aportan oraciones, limosnas y trabajo. Para ser Colaborador no es necesario ser católico ni siquiera cristiano de modo que protestantes, evangélicos y judíos son bienvenidos si dan una mano y pueden ser recipientes de las actividades educativas y de formación. Además la organización tiene una red enorme de Cooperadores, instituciones religiosas católicas o que se presentan como laicas, que actúan en los más diversos ámbitos y contribuyen con distintos aportes en forma especialmente discreta.

La “visión” y “misión” del Opus Dei, conjuga una retórica pastoral que puede parecer posconciliar con el más rancio espíritu ultramontano en la práctica. Por eso ha organizado una red de universidades, cuya base es la Universidad de Navarra que mantiene tres sedes en España y una en Italia y forma parte de la gigantesca trama de fundaciones que actúan como think tank (laboratorios de pensamiento como ellos gustan llamarlos) de la derecha política en todo el mundo y como reclutadores y formadores de cuadros para los gobiernos más reaccionarios.

El mismo San Josemaría fue un ejemplo viviente de este espíritu laborioso, tenaz y discreto al servicio del fascismo español. Los tecnócratas del gobierno franquista fueron, en su gran mayoría, del Opus Dei y en menor medida de la falange, los carlistas u otras sectores archireaccionarios que formaron el bando “nacional” en España apoyados por las tropas coloniales y las de los nazis y fascistas.

La posición de eminencias grises, técnica pero no ejecutiva, que juegan los miembros del Opus en relación con las dictaduras y gobiernos derechistas quedó muy patente durante la Segunda Guerra Mundial. En 1941 se formó en España la División Azul (la 250. Einheit spanischer Freiwilliger de la Wehrmacht) para ir a luchar contra la Unión Soviética. Esta cruzada contaba con el aliento del Obispo de Madrid-Alcalá, un hombre del Opus Dei y muchos jóvenes universitarios miembros de la misma se enrolaron como voluntarios. Sin embargo, intervino Escrivá y ordenó discretamente parar la mano. Los opusistas no fueron y así el santo salvó a sus oblatos de ser triturados en el frente germano-soviético. 46.000 mercenarios, falangistas y requetés participaron jurando fidelidad a Hitler. Casi la mitad no regresó o lo hizo con heridas y mutilaciones, Los cuadros del Opus quedaron como semilla para la conducción tecnocrática de la España franquista de posguerra.

Escrivá no era un ejemplo de indiferencia a los dones del poder. En 1968 pidió a Franco y obtuvo de inmediato la designación como Marqués de Peralta (título nobiliario y las consiguientes rentas feudales que no le correspondían por sus antepasados) y después lo cedió a su hermano. De este modo, Escrivá no llegó a ser el Santo Marqués pero dejó a su familia bien parada.

En todo caso hay una extensa literatura sobre esta polémica organización religiosa y numerosas biografías laudatorias sobre su fundador, así como estudios y análisis críticos e información proveniente de estudiosos católicos y de otras confesiones que nos eximen, por el momento, de extendernos en el tema.

Un tropezón no es caída - Nos atrevemos a conjeturar que “el trébol de Rovira” no será un impedimento duradero para la asunción de la escogida por el Opus Dei para relevar a una figura de gran prestigio académico como el Prof. Dr. Santiago Pérez del Castillo en el Rectorado de la Universidad de Montevideo.

Seguramente la Dra. Rovira podrá expiar su pecado venial de soberbia mediante oración y trabajo duro porque las condiciones objetivas para ocupar la principal responsabilidad no han perdido fuerza por su desliz declaratorio. No solamente ella sino su hermano Ricardo Rovira Reich von Häussler tienen una trayectoria ejemplar en el Opus Dei, típica e influyente, como para como para modificar los designios de su organización por un simple problema pasajero de exposición pública.

La Dra. Rovira es profesora titular de Antropología y Ética desde 1995. La U. de Montevideo nació precisamente el 11 de agosto de 1995, teniendo como embrión institutos privados de formación empresarial que el Opus suele emplear para reunir ‘masa crítica’ para sus proyectos más ambiciosos. Antes estaba vinculada a estos institutos. Entre 1996 y el 2007 se desempeñó como Secretaria Académica y como Decana de la Facultad de Humanidades de la U.M. Por ende es presumible que hace unos treinta años o más haya ingresado como Numeraria al Opus Dei (el proceso de incorporación demanda varios años) y durante su ascenso se debe de haber trasladado a Europa, posiblemente a Pamplona, para recibir formación y desarrollar sus estudios y recibir sus títulos en la Universidad de Navarra.

Tiene obra publicada, fundamentalmente su tesis de doctorado sobre Ortega y Gasset, reiterada en diversas ediciones por organizaciones cooperadoras del Opus Dei y una obra más reciente sobre temas de docencia universitaria (“más vale que a los futuros profesionales los formen quienes tienen no sólo suficiente conocimiento sino suficiente peso en la vida”; respecto al significado del peso vital de los docentes puede aplicarse la forma bíblica proverbial: por sus frutos lo conoceréis).

La Dra. Rovira es de escritura extensa y densa pero “de lectura fácil y amena” según los elogios del finado Juan Bautista Schroeder (abogado, político, ex Ministro de la dictadura en 1983 y 1984 y miembro del Opus Dei). Aparentemente no se ha dedicado exclusivamente a los temas de su organización y uno de los libros de su autoría se titula “Cumbres borrascosas” (que no se sabe si es un remake de la obra clásica de Emily Brönté o una crítica literaria de la misma pero que El Corte Inglés promociona como “en la tradición de la novela gótica de fines del S. XVIII, con apariciones sobrenaturales, noches sin luna y efectos de misterio y terror”).

El Dr. Ricardo Rovira Reich von Hässler, en cambio es un peso pesado del clero del Opus Dei. Es uruguayo y mantiene doble nacionalidad española (padre español, madre alemana) y tiene siete hermanos (entre ellos Mercedes). El Dr. Rovira se formó con los jesuitas en el Colegio del Sagrado Corazón y desarrolló una extraordinaria actividad deportiva en deportes muy paquetes, desde el básquet en el Club Atenas, pasando por el rugby en el que fue campeón con su Carrasco Polo Club, el atletismo en el cual se destacó internacionalmente (en 1968 obtuvo medallas en Sao Paulo, en 400 y 800 mts. llanos y después también fue campeón en esa especialidad en España). Además se dedicó con gran destaque a la navegación a vela y fue instructor de yachting en Uruguay y Argentina.

En nuestro país, el futuro dirigente del Opus Dei llegó a estudiar en la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República y posteriormente se trasladó a España donde completó su formación en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid. Vivió cinco años en Roma, donde además obtuvo un título de agrónomo. Se ordenó como sacerdote en Huesca, España, y se trasladó a Argentina. Antes fue Ayudante del político franquista Manuel Fraga Iribarne en sus clases de Teoría del Estado y Derecho Constitucional. Se doctoró en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid.

En Argentina estuvo radicado en Córdoba donde fue profesor de Bioética y Teoría Moral. En 1994 junto con un joven abogado y político derechista fundó Civilitas una organización cuya función es detectar vocaciones de jóvenes con posibilidades de ser dirigentes políticos para formarlos y proyectarlos a la acción. Los modelos de esta organización, que es considerada tentacular del Opus Dei, son Mauricio Macri, Domingo Cavallo, Ricardo López Murphy y otros popes del neoliberalismo y el aventurerismo financiero. Actualmente el Dr. Rovira es el máximo jerarca de Civilitas Europa que refuerza la vocación del Opus Dei para formar líderes tecnocráticos para salvar al capitalismo europeo.

El Dr. Rovira Reich es Doctor en Filosofía y Teología por la Universidad de Navarra. Ha sido y posiblemente siga siendo Capellán del Instituto de Estudios de la Empresa de esa universidad. Durante su actividad como sacerdote en la Argentina fue Secretario General de la Comisión Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal Argentina.

Como es habitual, el impresionante currículo de Rovira Reich von Häussler, es absolutamente discreto en relación a su papel en la jerarquía del Opus Dei pero el aura de su poder ha de extenderse a su hermana Mercedes. Con un padrino así que duda cabe de que, en el camino de la santificación del trabajo, un tropezón no es caída.

martes, 10 de julio de 2012

La revolución de la marihuana


Evitemos los lugares comunes y hablemos sobre una revolución en agricultura
LA REVOLUCIÓN GENÉTICA DE LA MARIHUANA
Lic. Fernando Britos V.
El tabaco es seguramente americano pero el cáñamo (Cannabis Sativa) es originario del Asia Central. Según parece fue por allí que  fue domesticada y los escitas descubrieron, hace unos 1.500 años, que esta hierba erecta, anual y aromática, además, podía fumarse. Todavía no era marihuana, marimba o porro, sino una planta dioica, es decir sexuada, muy conocida bajo el nombre de cáñamo.
Una antigua planta domesticada  - La planta masculina es un arbusto de buen tamaño (en condiciones naturales supera los 2 y puede alcanzar los 4 metros de altura). La planta con órganos femeninos es más pequeña. Las masculinas son grandes proveedoras de fibras, muy utilizadas con fines textiles, de construcción, cordelería y más recientemente como fuente de papel para todo uso. De las semillas de la femenina es posible extraer un aceite comestible y las hojas y sobre todo las flores pueden ser fumestibles.
Desde el punto de vista taxonómico, el cáñamo pertenece al orden de las urticales, unas herbáceas que se dividen en cuatro familias: las cannabáceas (que además de las Cannabis comprende al lúpulo, una enredadera cuyas flores sirven para darle sabor característico a las cervezas), las ulmáceas (cuyo exponente más conocido es un gran árbol: el olmo), las moráceas (cuyas representantes más conocidas también tienen importancia económica y connotaciones mitológicas: la morera y la higuera) y finalmente, la urticáceas (la familia modesta pero bien defendida que integran las ortigas). El orden se caracteriza por flores poco notorias y la única que sobresale, aunque no por su belleza u aroma, es la flor de la C. sativa, la famosa marihuana.
Los avances tecnológicos, por ejemplo en polímeros y plásticos, no han podido desplazar al cáñamo como fibra barata, resistente, rendidora y ecológicamente amistosa. Algunos plomeros prefieren todavía usar cáñamo en lugar de la moderna cinta de teflón para reforzar la estanqueidad de las roscas pero las cannabis son plantas productivas que no en vano figuran entre las primeras cultivadas por la humanidad. Aparecen en una primera revolución, entre siete y ocho mil años atrás, cuando la agricultura sedentarizó a los Homo sapiens que, hasta entonces, habían sido cazadores-recolectores en permanente movimiento.
Sin las cuerdas de cáñamo y la tela resistente de las velas, la navegación de altura habría sido imposible y la expansión europea hacia América y Asia se habría diferido por mucho tiempo. Los humanos domesticamos plantas y animales, les manipulamos genéticamente pero, en cierto sentido, también hemos sido conformados y cambiados por nuestros nuevos compañeros del sorprendente camino evolutivo.
Psicoactiva y recreativa - Ahora vamos a centrarnos en los aspectos contemporáneos de las propiedades psicoactivas de la cannabis. Fumar o ingerir hojas, frutos, hongos por la capacidad de modificar la percepción y otros aspectos cognitivos de la mente humana ha sido práctica corriente, desde hace milenios, entre chamanes, curanderos, brujos y sacerdotes para inducir visiones o alucinaciones o llevar a cabo diversos rituales. A las Américas, parece haber llegado la marihuana junto con el tráfico de esclavos. A África había llegado desde Asia como fibra útil y también por su uso psicoactivo.
Sin embargo, la propagación de la marihuana como “droga recreativa” es un fenómeno que data de fines del siglo XIX y comienzos del pasado. Siempre ha existido cierta experimentación médica y suministro de agentes psicotrópicos con propósitos varios entre los que se destacan las propiedades analgésicas de algunos de ellos. La difusión de la marihuana como droga blanda (no se conoce caso alguno de muerte por sobredosis) es precisamente un fenómeno propio de la década de 1960 y sus hippies. Tampoco es casual que el principio activo, el THC (delta9-tetrahidrocannabinol) haya sido sintetizado recién a mediados de esa década (1964 por Yechiel Gaoni y Raphael Mechoulam, en Israel) y su acción neurofisiológica estudiada desde entonces.
Durante la década de los setenta del siglo XX, Estados Unidos era el principal mercado para la marihuana y se dice que el gobierno de Jimmy Carter estuvo a punto de legalizarla como droga social. La cannabis llegaba desecada y prensada desde México (aproximadamente el 70%) y de Colombia y países centroamericanos el resto. Cuando los carteles de la droga colombianos empezaban a desarrollarse la marihuana primaba sobre la cocaína o dicho de otro modo la marimba no solamente era, en proporción, la que representaba la mayor cantidad de toneladas sino también la fuente de los mayores ingresos.
Tres frutos de la represión - Por esos años y marcadamente a partir del acceso de Ronald Reagan a la presidencia de los EUA, a principios de los ochenta, se desarrolló la política de “tolerancia cero” que significaba un gigantesco esfuerzo represivo, la fumigación de cultivos con paraquat (un herbicida altamente tóxico desarrollado para arrasar la selva y la agricultura vietnamita), el incremento de los controles fronterizos por tierra, mar y aire, la extensión de las operaciones de la DEA y el endurecimiento de las penas para los traficantes.
Esta represión favoreció dos grandes fenómenos: por un lado el cultivo de cannabis para producir de marihuana se desplazó hacia los Estados Unidos, principalmente en el oeste, en zonas aledañas a la costa del Pacífico, y los narcotraficantes mexicanos y colombianos hicieron una gradual y rápida conversión hacia la cocaína y la heroína aprovechando los grandes espacios de cultivos tradicionales, ocupando nuevas zonas y aumentando la mayor rentabilidad por kilo transportado de las drogas duras.
Los Estados Unidos tenían ahora un problema en tres frentes. La mayoría de la producción de marihuana había dejado de ser importada y ahora era de producción nacional o se complementaba con drogas de síntesis. La represión generalizada asimiló a la marihuana con las drogas más peligrosas, adictivas, destructivas, rentables y violentas (cocaína, heroína, morfina, drogas de síntesis como el éxtasis, etc.). Por otra parte, las políticas destinadas a reprimir a los productores de cocaína y heroína en los países de origen presentaba muchos contratiempos.
Una de las batallas que se libró hace treinta o cuarenta años fue la lucha contra los llamados “intermediarios químicos”. La obtención de clorhidrato de cocaína requiere una serie de diluciones de la pasta de la hoja de coca mediante solventes, seguida de una evaporación/cristalización. Esta refinación se hacía mediante solventes potentes convencionales, por ejemplo cloroformo y acetona, y la utilización de basificantes para neutralizar la acidez y favorecer la cristalización (por ejemplo bicarbonato de sodio y de potasio). Quienes regularmente utilizaban estos químicos eran los laboratorios farmacéuticos y las fábricas de pintura.
El plan era sencillo, se trataba de controlar estrictamente la producción e importación de estos productos así como la justificación de su uso legítimo por parte de las empresas, gramo por gramo y litro por litro. De esta forma se pensaba yugular la producción de cocaína pero en cuestión de semanas o los narcotraficantes habían resuelto el problema con intermediarios de uso masivo cuyo control resultaba virtualmente imposible: empezaron la nafta como solvente y el portland como basificante.
La segunda revolución de la cannabis - Aviones, helicópteros y satélites escudriñaban el territorio desde los cielos en busca de cultivos de marihuana en los Estados Unidos. Las leyes se endurecieron en los estados donde la producción y el consumo era mayor. Al principio hubo prisión para el autocultivo pero pronto las penas escalaron de modo que la policía podía confiscar los predios, casas y vehículos de quienes se atrevieran a cultivar la Cannabis sativa. En este contexto en pocos años a partir de 1986 o 1987 se produjo la revolución genética de la marihuana, desarrollada por aficionados en California y en Holanda.
La domesticación es un proceso de manipulación genética por los humanos. De este modo los perros son lobos modificados mediante la paciente y sostenida selección de ciertos rasgos desde hace poco más de diez mil años. La Cannabis sativa fue domesticada para la producción de fibra durante los primeros tiempos de la revolución agrícola. Originalmente se privilegió a las plantas con órganos masculinos, el cáñamo. Como en todas las domesticaciones agrícolas, la manipulación de fines del siglo XX, se produjo mediante la selección e intercambio de semillas durante esta revolución genética y tecnológica.
En primera instancia, la marihuana pasó a ser una planta de interiores dado que cultivar al aire libre equivalía a detección y castigo rápidos. Los agricultores procuraron, al principio, la producción en invernaderos basados en mantener una dosis importante de luz natural, esencial para la fotosíntesis que es el proceso bioquímico más importante del planeta: la capacidad esencial de los vegetales de producir carbohidratos a partir del anhídrido carbónico y el agua mediante la luz solar. Sin embargo los invernaderos eran costosos, voluminosos y fácilmente detectables.
Para aumentar el rendimiento había que reducir el espacio necesario, mediante una selección de plantas de poca altura y predominancia de la floración. Esto significaba meterle mano a las relaciones sexuales normales de las cannabis. Se esperaba que las plantas mostraran sus características sexuales y se suprimía a las masculinas más voluminosas y carentes de flores para conservar solamente las femeninas. Además había que aumentar la concentración de la sustancia química psicoactiva, el THC, en cada planta. La selección de semillas y variedades se dirigió a aumentar la cantidad de flores (la materia prima del porro) y la potencia de las mismas.
La Cannabis sativa, de los cultivos experimentales para la producción de cáñamo, en el Uruguay, tiene una concentración de 2 a 3% de THC en las flores y mucho menos en las hojas. Esto las hace inviables como productoras de marihuana. Californianos y holandeses se manejaban con variedades cuya potencia alcanzaba, en condiciones ideales, a un 7% del principio activo. En un proceso bastante acelerado de selección alcanzaron el 10%.
En ese momento se llegó a una meseta que parecía difícil de superar pero, sin embargo, la revolución genética seguía adelante. Al principio los cultivadores de marihuana se habían preocupado por reproducir en recintos cerrados las condiciones que imperaban en la naturaleza. Las cannabis son relativamente vulnerables a la helada, necesitan calor y humedad moderadas, un suelo no demasiado rico y buena insolación. La experimentación les había permitido llegar a obtener plantas con una relación hojas, tallos y flores muy ventajosa: muchas flores verdes, granulosas, poco atractivas y de aroma dulzón; tallos reducidos a menos de 30 centímetros de altura y hojas en escaso número y poco desarrollo.
La iluminación más adecuada parecía ser una batería de focos de mercurio  pero pronto descubrieron variantes que forzaban a las plantas para producir una floración no solamente más copiosa sino más rápida. Las plantas anuales fueron inducidas a “acelerarse” mediante un proceso alternado de iluminación intensa y oscuridad total (“días” y “noches” de pocas horas de duración). Además se manipuló el espectro de radiaciones luminosas: al principio lámparas de mercurio (luz blanca) y después lámparas de sodio (luz amarilla).  Así se produjeron flores más tupidas y grandes en periodos más cortos.
En lugar de una floración anual, la misma se producía en tres meses y aún menos con una concentración mayor de THC (posiblemente lindante en el 20% y aún más). Finalmente el proceso culminó con la clonación de plantas. De este modo se reprodujo genéticamente plantas femeninas, es decir semillas (miles de semillas por planta) como copias idénticas que se replantan cada tres meses.
El jardín de la marihuana – Ni la belleza de un jardín ni la pulcritud de un laboratorio, las fábricas de marihuana modernas en los países desarrollados son establecimientos clandestinos de dimensiones reducidas. Generalmente una habitación o un sótano de unos veinte metros cuadrados, interior, preferentemente sin aberturas o en todo caso estrictamente sellada para que no entre la luz diurna. Allí, sobre una mesa de unos dos o tres metros de lado se ubica un centenar de recipientes con plantas enanas clonadas (todas copias idénticas), de modo que sus numerosas y grandes flores queden al alcance de la mano.
En el techo se ubican baterías de luminarias de mercurio y de sodio con una instalación adecuada para soportar un consumo de tres o cuatros kilovatios hora que alternan doce horas de iluminación deslumbrante y otras tantas de oscuridad total. El encendido y apagado está controlado por timers electromecánicos y/o electrónicos.
Las plantas están conectadas con tuberías de plástico que les aportan los nutrientes (abono líquido) y el agua, cuidadosamente dosificados para sobrealimentarlas al máximo. Además se debe contar con un tanque de anhídrido carbónico para suministrar el ingrediente básico de la fotosíntesis en ese compartimiento estanco y antinatural y sistemas de circulación forzada del aire para crear una atmósfera uniformemente cargada.
Estos “laboratorios” se ubican en zonas industriales o residenciales degradadas, preferentemente cerca de fábricas que generan efluvios malolientes, porque este proceso forzado produce una atmósfera opresiva y olores fuertes y poco agradables que en una zona residencial normal llamarían la atención de los vecinos. Estas condiciones desarrollan la capacidad de producir entre uno y dos kilos de flores desecadas y prensadas, por mes, que le reportan al “jardinero” entre diez mil y veinte mil dólares.
No se trata de un cultivo exento de riesgos. El ambiente de esa cámara claustrofóbica no es precisamente sano para los “jardineros” y cualquier modificación en la regularidad de las condiciones creadas puede representar la pérdida de la cosecha o una baja sensible en la potencia del producto. De modo que, como en las prisiones, presos y carceleros, humanos y vegetales, tienen muchos rasgos comunes.