miércoles, 29 de julio de 2015

El caso del Dr. Huxtable y Mr.Cosby




EL CASO DEL DR.HUXTABLE Y MR. COSBY
Lic. Fernando Britos V.
El comediante modélico de la familia burguesa afroestadounidense es un violador serial y un pervertido. De héroe social del conservadurismo y del pensamiento positivo al abismo de la depravación.
A mediados de los ochenta, el Show de Bill Cosby era la serie estrella de Saeta TV, el Canal 10 de Montevideo. Entre 1984 y 1992 fue un éxito resonante de la cadena NBC en los Estados Unidos, especialmente en su primer quinquenio. Se trataba de una comedia familiera, con técnica teatral, ambientada en un barrio residencial de la clase alta neoyorquina, en la que se ventilaban semanalmente las divertidas incidencias de una familia de la burguesía negra ascendente, cuyo papel protagónico lo desempeñaba el actor Bill Cosby que personificaba a un destacado y bonachón ginecólogo, el Doctor Cliff Huxtable y su esposa una abogada igualmente distinguida, la Dra. Claire.
La construcción de un héroe social en los ochenta - El guión de la serie que él produjo se basó en una especie de autobiografía que Cosby había hecho pública poco antes. Originalmente quería que los padres de su familia televisiva fueran afroaestadounidenses de clase media (él un chofer dueño de su propio remise y ella una electricista) pero los libretistas expertos de la cadena los posicionaron en la clase alta, ambos profesionales muy reconocidos, para hacer más poderoso su mensaje. Por otra parte, como en la vida real, el Dr. Huxtable tenía cinco hijos (cuatro mujeres y un varón).
Cosby cumplió 78 años el pasado 12 de julio (nació en 1937), hijo de una mucama y un cocinero de la Marina, fue deportista distinguido, estudiante de educación física, comediante, músico y actor desde su época de universitario.
Cuando protagonizó el Bill Cosby Show ya era un actor y comediante consagrado que a los 47 años había conducido varios programas de radio y televisión, actuado en películas y obras de teatro, protagonizado discos de humor y de jazz (cantó y tocó la batería y el contrabajo a la vera de consagrados como Charlie Mingus o Quincy Jones).
Cosby hizo dinero muy pronto. A los 32 años ya había rechazado un jugoso contrato por cinco años, a razón de 3 millones y medio de dólares al año, para grabar en su propio sello discográfico y tenía una compañía que producía películas para el cine y la televisión. En la década de los setenta, el comediante que promovía un humor tranquilo sin malas palabras ni situaciones escabrosas, se dedicó a la educación de niños y jóvenes y a su propia trayectoria académica. En 1976 se doctoró en educación por la Universidad de Massachusetts.
También en esa década junto con otros actores negros, entre ellos Sidney Poitier, produjo una serie de comedias cinematográficas y películas dirigidas al público infantil destinadas a contraponerse a filmes con actuaciones violentas protagonizados por afroamericanos.
La receta positiva de la paz racial y del olvido – El Show de Bill Cosby presentaba a un Dr. Huxtable de entrecasa, informal y elegantemente ataviado con vistosos sweaters y pantalones de pana que resolvía con paciencia y buen humor todas las situaciones que planteaban sus hijos adolescentes, los novios, amigos y amigas y aún los conflictos absolutamente livianos que enfrentaban a la madre Claire con sus hijos.
La línea argumental era absolutamente convencional, patriarcal, conservadora y aséptica. El Dr. Huxtable era un patriarca bonachón, paciente y siempre bienhumorado, que utilizaba la palabra para resolver cualquier diferencia. El humor de Cosby era un ingrediente fundamental. En el universo de esa familia los conflictos raciales, la pobreza, las drogas y el alcohol, la violencia doméstica, el delito, los ingresos familiares y la seguridad social, los problemas habitacionales, el transporte y cualquiera factor capaz de perturbar la idílica convivencia era cuidadosamente evitado.
El de los Huxtable era el mejor de los mundos posibles, el mundo de una burguesía negra ascendente que había escapado de los ghettos y disfrutaba de un elevado nivel de vida. Los aspectos étnicos solamente se percibían por la identidad de la enorme mayoría de los actores principales y secundarios. La aparición ocasional de amigos y vecinos blancos no alteraba la asepsia racial de los libretistas cuidaban sobre todas las cosas.
La gran experiencia de Cosby y su oficio de humorista contribuyeron al éxito de la serie. Por ejemplo, el protagonista se opuso y consiguió que no se incluyera la infame pista de risas grabadas que solía (y suele) acompañar las comedias estadounidenses porque consideraba que el público era lo suficientemente inteligente para percibir cuando debía reírse.
Ya en la década de los noventa, la serie había perdido su filo ideológico, en gran medida porque fue incapaz de enmascarar en forma duradera el contexto social de los Estados Unidos donde el racismo venía cobrando renovada fuerza y dejaba en evidencia la fragilidad de la psicología positiva y su presentación edulcorada. El Dr. Huxtable y los suyos habían dejado de ser los más funcionales al sistema. Esta especie de bonachón Tio Tom del siglo XX no resistió las tensiones de los nuevos escenarios que reflejarían mucho mejor otras series y comedias.
En los Estados Unidos, la serie modélica había pretendido mostrar que la burguesía negra era posible en la medida en que se asimilaran totalmente a los usos y costumbres de la burguesía blanca. El mensaje era que si adoptaban los “valores” de las clases más favorecidas, los afroestadounidenses serían aceptados, asimilados y su color se volvería invisible porque las tesis racistas hacían del color un estigma inocultable. La propuesta consistía en que era posible crear una sociedad “colour blind” (ciega al color) donde la adopción de los valores, las modas y la educación de la clase alta permitiría dejar atrás el estigma.
A su manera, en el Uruguay el éxito de Bill Cosby, tuvo un fundamento similar aunque aquí el mensaje no estaba dirigido primordialmente a los afrouruguayos sino a todos los miembros de la clase media y baja. Con humor, paciencia y buenos modales, era posible abrir el camino del ascenso social y esto era doblemente importante al salir de la dictadura (1973-1985).
En efecto, los postergados, reprimidos y olvidados, como resultado de las políticas que desarrolló la dictadura cívico-militar, que eran la enorme mayoría de la población uruguaya podían mejorar y ascender socialmente si “almorzaban con Mirta Legrand”, es decir si adoptaban los modales, la educación y “el buen tono” de la burguesía. Si dejaban atrás cualquier reivindicación, cualquier cuestionamiento de las estructuras sociales, cualquier memoria perturbadora proveniente de los sufrimientos del pasado reciente podrían disfrutar del mundo fashion de la clase alta.
Auge y caída: la cara perversa del modelo – Después que la exitosa serial fue descontinuada, en 1992, Cosby desarrolló una gran actividad en todos los ámbitos (presentador, conductor, productor etc.) y tuvo varios programas de televisión, escribió libros y ambientó festivales. Se transformó en un predicador laico, aunque se reconocía protestante, que promovía el enfoque políticamente correcto del conservadurismo negro.
Su fama de comediante y el mensaje que trasmitía hicieron que se multiplicaran las distinciones. Las universidades le conferían títulos y le incorporaban como asesor en temas de educación. Como maestro de ceremonias encabezó todo tipo de galas benéficas. Fustigó a los republicanos más conservadores pero fue una figura acunada por los jefes políticos de los principales partidos políticos estadounidenses.
Su prédica dirigida a la comunidad afroestadounidense desarrollaba los temas de la psicología positiva. De este modo criticaba a los afroamericanos que concentraban sus esfuerzos en el deporte, la moda, el rap y el hip hop y sustentaban “aspiraciones improductivas”, en lugar de aplicarse en educación, auto respeto y emprendimientos comerciales y/o artísticos.
Reclamaba que los padres debían inculcar en sus hijos los valores de la decencia, el trabajo duro y la humildad. Naturalmente él se presentaba, entre bromas y sonrisas, como el modelo del éxito que proponía. Era un predicador laico aunque se reconocía protestante y muchas de sus conferencias se dictaban en iglesias.
No todo eran alabanzas. Sus críticos le acusaban de ignorar deliberadamente los factores sociales que alimentan la pobreza, el crimen y el racismo en la sociedad estadounidense (deterioro de las escuelas y el sistema educativo, crisis económicas, trabajos de mala calidad y desempleo, salarios deteriorados, fuga de capitales, achiques, fuga de capitales, burbuja hipotecaria, deficiencias del sistema de salud pública, proliferación del consumo de drogas, etc.). Los comentarios de Cosby eran considerados como elitistas y clasistas por muchos observadores.
Entre 1986 y el 2011, Cosby publicó 12 libros de su autoría que sirven para comprender, a vuelo de pájaro, las temáticas sobre las que desarrolló su papel de ideólogo pop y su propia jactancia. A continuación la traducción de los títulos de su profusa producción bibliográfica: (1986) Paternidad; (1987) El tiempo vuela; (1989) Amor y matrimonio; (1991) Infancia; (1998) Los niños dicen las cosas más malditas; (1999) ¡Felicitaciones! ¿Y ahora qué? Un libro para graduados; (2000) en coautoría con D.W.Allen – Escuelas americanas. El desafío de los 100 billones; (2001) en coautoría con G. Booth – Cosbiología: Ensayos y observaciones del Doctor de la Comedia; (2003) Soy lo que comí… y estoy atemorizado!!!: y otras digresiones del Doctor de la Comedia; (2003) en coautoría con su hija Erika – Amigos de una pluma: una de las pequeñas fábulas de la vida; (2007) en couatoría con A.F. Poussaint – Vengan gentes: en el camino de víctimas a victoriosos; (2011) Yo no pedí nacer (pero estoy contento de haber nacido).  
En el 2013 empezó a programar su retorno a los primeros planos porque ninguno de los productos de los veinte años anteriores llegó a marcar puntos altos y fueron rápidamente olvidados.
En verdad, la historia personal de Bill Cosby realmente importa poco. Su campo modélico lo ocuparon otros productos, por ejemplo The Modern Family, pero la declinación del actor, productor y empresario mostraría una faceta sórdida que, en cierto sentido, es la cara perversa del modelo familiar y edulcorado. Se trata de las acciones que practicó durante más de medio siglo mientras propugnaba modelos ideales en la pantalla y daba consejos a los padres de la comunidad afroestadounidense, a los jóvenes, a los niños, acerca de la educación que debían recibir y los valores que debían practicar.

Como en “el extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, como en el de los cardenales, obispos, sacerdotes y pastores pedófilos y violadores, el Dr. Cosby/Huxtable era un predicador pervertido, un ejemplo podrido y traicionero. Su personaje dulzón y reidero, paciente y bonachón, era un disfraz coherente pero disfraz al fin, que ocultaba no solamente su verdadera naturaleza sino la complicidad de la sociedad que lo había creado, remunerado su éxito y encubierto sus andanzas.

El principio del fin - En el año 2000, una actriz de 20 años que había tenido un papel secundario en uno de sus programas, denunció que Cosby la había manoseado pero la oficina del Fiscal del Distrito consideró que no se había cometido delito. En el 2004, una funcionaria universitaria, Andrea Constand, le denunció por haberla drogado y manoseado. Nuevamente un Fiscal desechó los cargos porque “no había evidencias suficientes y creibles”. Sin embargo, Constand volvió a la carga en marzo del 2005 con una demanda civil y presentó a otras 13 mujeres como testigos que habían sido agredidas sexualmente por Cosby.
Para evitar que el asunto fuera a juicio, Cosby hizo un arreglo extrajuicio y pagó una abultada suma, cuyo monto nunca se conoció, en noviembre de 2006. Al enterarse que los cargos no serían sometidos a juicio, una abogada de California que era la única de las 13 testigos cuyo nombre se había hecho público, retomó el caso y expuso que en la década de 1970 Cosby la había drogado y violado. El abogado del actor dijo que él no conocía a la denunciante y negó los cargos pero otra de las víctimas tomó la posta y declaró que, en 1984, Cosby la había drogado con un café y que cuando se despertó estaba semi desnuda.
En octubre del año pasado, el comediante Hannibal Buress, en un escenario sostuvo que Cosby les decía a los jóvenes negros como debían vestirse y comportarse pero él violaba mujeres. En tanto Cosby negaba rotundamente las acusaciones, se refería a la maledicencia de los medios de comunicación y a la envidia y la maldad que según él motivaban los cargos.
Al mes siguiente una periodista, una modelo, una actriz, una enfermera, una conejita de Playboy, una presentadora de TV, y ocho mujeres más acusaron públicamente a Cosby de haberlas agredido sexualmente entre 1965 y 2004. Entonces aparecieron muchas otras denunciantes. Los abogados de Cosby se negaban a comentar las acusaciones y alegaban que los presuntos delitos, en todo caso habían prescrito porque en la mayoría de los estados ese lapso es de diez años.
A pesar de la avalancha de denuncias, hubo medios de comunicación que aludían a la “falta de consistencia de las pruebas” y aún como algún caso se habría registrado en un estado donde la prescripción de la violación no existe, se alegó que la agresión se había producido en otro lugar.
Finalmente, hace pocos días, una agencia de noticias obtuvo las actas con la confesión que Cosby había formulado en el 2005 para lograr el acuerdo extrajuicio con Andrea Constand. The New York Times publicó un extracto de la confesión. Inmediatamente los abogados demandaron a Constand por violar el acuerdo de confidencialidad que Cosby había celebrado con ella para ocultar todo y, especialmente, para que su esposa no se enterara de sus actos, pero el descalabro del violador ya era inevitable.
Desde fines del año pasado y todavía a la chita callando, las universidades que tenían a Cosby en su cuerpo académico y las instituciones honoríficas empezaron a borrarlo. La NBC canceló el proyecto de su retorno y su publicidad fue suprimida. Figuras del espectáculo, como la popular actriz Whoopi Goldberg que en años anteriores había defendido a Cosby, manifestaron que lo creían culpable y el 15 de julio pasado el Presidente Barack Obama lo remató al sostener que no le despojaría de la Medalla de la Libertad, que le había concedido su antecesor George W. Bush, pero que si alguien daba drogas inadvertidamente a una mujer o un hombre y después mantenía relaciones sexuales sin su consentimiento, eso era violación y que con ese delito no había tolerancia.
Cosby renunció a distintos cargos honoríficos antes de que la presión pública obligara a echarlo pero el golpe de gracia lo dio la divulgación de su modus operandi. El 27 de julio, la revista New York publicó una carátula explosiva. En la misma aparecen 35 mujeres cuyas edades actuales van de los 24 a los 80 años y que relatan la forma en que Cosby las drogó y violó en un lapso de más de 50 años. Varias eran menores de edad cuando el pervertido las agredió. La revista señaló que otras once mujeres que admitieron haber sido violadas por Bill Cosby no quisieron posar para la portada ni contar sus historias.
El modus operandi era prácticamente idéntico: el comediante le ofrecía a la víctima un café o una bebida alcohólica en la que había disuelto metacualona y cuando la droga hacía su efecto y la mujer se encontraba paralizada o inconsciente la desnudaba, la manoseaba y la penetraba por distintas vías. En algunos casos los ataques parecen haberse repetido y por lo general, cuando la mujer recuperaba sus facultades, horas después, el violador se hacía el desentendido. Cosby no solamente es un violador serial sino que se trata de un caso extremo y ominoso de ultraje y sometimiento de víctimas indefensas, equiparable, en cierto sentido a la necrofilia.
Signos ominosos de la perversión - La perversión de Cosby se había manifestado en sus sesiones de chistes, discursos, declaraciones públicas y libros pero pasaron desapercibidas en su momento. Fueron consideradas como bromas con cierto tinte sexual de un cómico bonachón que no usaba el chiste escatológico, un desliz disculpable que hoy se ha vuelto en lo que verdaderamente era, la evidencia de una perversión imperdonable.
En una grabación humorística de 1969 (el LP It’s True, it’s True) Cosby se refirió a su obsesión con “la mosca española” que es la denominación anglosajona del coleóptero afrodisíaco que nosotros conocemos como cantárida. Entonces Cosby decía que deslizaría inadvertidamente la cantárida en los tragos de mujeres. En 1991, en una entrevista el violador, que en los hechos empleaba metacualona, dijo que fantaseaba con dejar caer la cantaridina en la bebida de las mujeres para que después desearan tener sexo con él. En 1992, en uno de sus libros titulado “Infancia” (Childhood), Cosby dedicó un capítulo entero a la cantárida y se extendió acerca de la forma de administrarla a la mujeres (“hay que introducirla cuando ella piensa que está bebiendo otra cosa” y para saber que ya se le ha dado mucha “basta con esperar que se saque la ropa, entonces ya es suficiente”).
En enero de este año, cuando el escándalo ya lo estaba acorralando, Cosby le dijo a una mujer que se encontraba en la primera fila en una de sus actuaciones, “tienes que tener cuidado cuando bebes cerca mío” y después se ofreció para alcanzarle un trago. Algunos periodistas presentes interpretaron la broma como una referencia a las acusaciones que se habían lanzado contra él por haber drogado y violado a tantas mujeres. Sin embargo, muchos integrantes del público aplaudieron y alentaron al comediante por su chiste.
La metacualona es una droga que fue sintetizada en la India en 1951. Sus efectos son similares a un barbitúrico y a partir de la década de los sesenta del siglo pasado se la usó ampliamente como hipnótico para tratar el insomnio. Quien la ingiere experimenta síntomas similares a una borrachera y finalmente pierde el conocimiento. Su administración puede tener efectos secundarios muy peligrosos, incluso mortales por sobredosis.
Cosby conseguía la metacualona en comprimidos que le recetaba un ginecólogo de California, supuestamente para dolores de espalda, pero se demostró que el médico sabía que el comediante no le pedía los comprimidos para ingerirlos él y se presume que no ignoraba que empleaba la droga para atacar a sus víctimas. En todo caso el médico suministrador perdió su licencia para ejercer la medicina en California y en Nueva York.
Las confesiones que el comediante hizo en el 2005 y que pretendió mantener en secreto muestran a un Cosby altanero y para nada arrepentido que explica en detalle sus actos crapulosos.
Es probable que la caída del ídolo culmine próximamente pero lo que difícilmente resulte desbaratado es el sistema que le transformó en su profeta, que le aduló, le pagó y le protegió durante décadas ocultando sus crímenes. De todos modos la prédica conformista, conservadora y por la positiva de William Henry Cosby Jr. ya dejó de ser funcional a ese sistema: es presumible que el acto final será poco espectacular.

martes, 14 de julio de 2015

La receta de Aso y el antídoto uruguayo

Taro Aso y el antídoto uruguayo

La solución final – Taro Aso es un político japonés que hace un par de años expuso sin ambages la brutal receta neoliberal para enfrentar las crisis económicas. Hace dos años y medio, esta especie de Domingo Cavallo japonés, en su papel de vice primer ministro y ministro de finanzas del gobierno derechista, habló en una sesión del Consejo Nacional sobre Reforma de la Seguridad Social.

Aso, que entonces ya tenía 72 años, es uno de los políticos más adinerados de su país y enfundado en un exclusivo traje, de esos que valen miles de dólares, dirigiéndose a los ancianos de su país les dijo que debían apresurarse a morir para que el Estado no tuviera que pagar por su atención médica.
Según Aso, el problema de la escasez de fondos para los cuidados de la tercera edad y el presunto déficit de los sistemas previsionales son causa principalísima de la recesión. Una causa tan o más importante que los daños y las muertes provocadas por el catastrófico tsunami del 2011. “El problema no se va a resolver si ustedes no se dan prisa en morir” les espetó.

Que en el Japón virtualmente la cuarta parte de la población sea mayor de 60 años, más de 30 millones de seres, le importa un rábano a los políticos neoliberales. “Dios no quiera que ustedes se vean obligados a vivir cuando quieran morir. Yo me despertaría sintiéndome mal cada día, sabiendo que todo el tratamiento es pagado por el gobierno” declaró el ministro-empresario y multimillonario.

Como siempre, la receta Aso apunta a los más desvalidos, los más débiles de toda la sociedad nipona que son los ancianos y sobre todo los que dependen de cuidados permanentes al ser víctimas de enfermedades. Por eso calificó a los ancianos que no pueden alimentarse por sí mismos como “gente tubo” o “gente caño”, limitada a comer y cagar. Aso aseguró que su colega del gabinete, el ministro de salud pública es consciente de que la atención de cada paciente en las etapas finales de su vida “le cuesta varias decenas de millones de yenes por mes” a su gobierno.

Los extranjeros creíamos que Japón dispensa un especial respeto y cariño por sus ancianos pero Aso y sus secuaces son la antítesis gobernante de esa actitud tradicional. Conste que se estima que, a mediados de este siglo, poco menos de la mitad de la población nipona tendrá más de 60 años y mientras tanto, ahora mismo, casi 680.000 hogares reciben asistencia social para atender por lo menos a uno de sus integrantes con más de 65 años de edad.

Taro Aso apunta a desmantelar el sistema de cuidados del Japón en tanto todos los indicadores reclaman prestarle mayor atención. Hace cinco años más de 4 millones y medio de japoneses de la tercera edad vivían solos. El número de las personas que murieron en su casa y en absoluta soledad aumentó más del 60% entre el año 2003 y el 2010, según datos oficiales.

Nadie piense que esta receta se le ocurrió recientemente al ministro japonés. Hace siete años, cuando se desempeñaba interinamente como Primer Ministro, dijo que los jubilados chocheaban y que debían cuidar mejor su salud para ahorrarle dinero al Estado. “Veo gente de 67 o 68 años (más o menos la edad que él tenía entonces) que va constantemente al médico. ¿Por qué tengo que pagar por personas que sólo comen y beben y no hacen esfuerzo alguno?. Yo camino todos los días y hago otras cosas pero no voy a pagar más impuestos”.
Definitivamente esa total falta de compasión la receta se ubica muy cerca de los hornos crematorios y de las inyecciones letales que los nazis aplicaron masivamente en los asilos y clínicas de Alemania para eliminar a decenas de miles de minusválidos y enfermos mentales, antes de la Segunda Guerra Mundial, mediante el programa llamado Aktion T-4.

El parecido entre la receta de Taro Aso y sus distintas aplicaciones, por una parte, y los programas de asesinato masivo de enfermos y discapacitados, bajo el nazismo, debería recordar que en el Juicio de Nuremberg a los médicos nazis, varios de los responsables del Aktion T-4 fueron ahorcados por esos crímenes.

En Grecia y en todo el mundo – Los burócratas despiadados de la Troika (Fondo Monetario Internacional, Comunidad Económica Europea y Banco Central Europeo), políticos obscenos como la rígida Angela Merkel (que ha vetado al ministro Yanis Varufakis después que los griegos la enfrentaron con la victoria del no) o su monigote español Mariano Rajoy, para no citar sino algunos, hace tiempo que tienen en lugar privilegiado de su vademecum económico la receta de Taro Aso.

La senadora Constanza Moreira se refirió a esos planes restrictivos que se pretende aplicar como “condiciones de avasallamiento impuestas por la Troika”. Las medidas imponen brutales ajustes, aumentan las desigualdades y diseminan miseria. “No a la obscenidad con la que se elige cortar pensiones, salarios y gasto social” dijo Constanza.

El hecho es que la receta se ha venido aplicando desde hace mucho. El esquema es siempre el mismo. Todo empieza con una campaña de terror económico y demográfico (crisis y recesión inevitables, todo se derrumba, hay que recortar, achicar, eliminar el gasto social, los viejos inútiles cada vez son más, el déficit de la seguridad social es abrumador e insoportable, los activos son cada vez menos, hay que poner topes, etc., etc.).

Después de intensas campañas de este tipo, en toda América Latina, consiguieron hace veinte años desbaratar el sistema de solidaridad intergeneracional e implantar la zanahoria  de las “cuentas personales” (en Uruguay las infames AFAP) para apoderarse de los fondos previsionales de la sociedad. Ahora, en Grecia, el intento de aterrorizar a los jubilados para que votaran el “si” a las propuestas estranguladoras de la Troika fracasó rotundamente.

El segundo paso para el desbaratamiento de las políticas sociales consiste en esgrimir el hacha austera de Taro Aso (y para los uruguayos la recordada motosierra de Lacalle Herrera) y aprovechar la crisis y las recesiones para eliminar el gasto social, en especial el debido a los más desvalidos.
Invariablemente se plantea aumentar la edad de jubilación para diferir pagos, reducir y topear jubilaciones y pensiones, recortar todo tipo de beneficios y en suma, aplicar la solución final, una solución biológica instaurando el descuido para abandonar a su suerte a los ancianos, los niños, los pobres, los enfermos carentes de recursos, esperando que la muerte haga su obra y así desaparezca el problema.

Desde la óptica de clase de los adinerados políticos y de sus burócratas ahitos, desde ese mundo corrupto donde impera el “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, se impone una concepción clasista y discriminatoria, psicobiológica, eugenésica y brutal (en el sentido de mejora de la raza mediante la eliminación de los débiles), por lo cual también es porfiadamente racista, xenófoba y negacionista.

No hay que raspar mucho en el discurso de la Merkel, de Cameron, de Draghi, de Lagarde, de Rajoy, para ver las patas sucias de tantos adefesios. Tiene redoblada razón Constanza Moreira, son literalmente obscenos, es decir impúdicos, torpes, ofensivos promotores del olvido, del desprecio, del odio. Parafrasean siempre, a veces en forma vergonzante, al gran ideólogo del neoliberalismo, el austríaco Friedrich Von Hayek (1899 – 1992) que ya en 1944 señalaba que el defecto más grave de la sociedad moderna era la solidaridad por lo que había que atacarla y eliminarla.

El antídoto en Uruguay – En nuestro país se está gestando un antídoto para las crueles recetas del neoliberalismo, más que un antídoto una verdadera solución capaz de llevar la solidaridad a un plano superior de eficacia y eficiencia para fortalecer el entramado social y contribuir al bien común, la felicidad y el bienestar con medidas de corto, mediano y largo plazo.
Cuando Tabaré Vázquez anunció hace más de un año, al inicio de la campaña que le llevaría nuevamente a la Presidencia de la República, lo que hoy se conoce como el Plan Ibirapitá, algunos ciudadanos no avizoraron su importancia y potencialidad. Dar a cada jubilado de bajos recursos una tableta y asegurarle su conexión electrónica gratuita y permanente, les parecía baladí.
No es raro que la enorme mayoría de los jubilados y sus nietos hayan sido quienes rápidamente captaron la importancia de la iniciativa. Los niños, sensibilizados por la formidable herramienta del Plan Ceibal acogieron la idea con entusiasmo. Entre hijos e hijas el escepticismo fue mayor (¿para qué necesita una tableta mi madre que se pasa mirando TV?; no la van a saber manejar, no entienden esas cosas; mejor harían en darle el dinero en la mano; etc. etc.)

Esas objeciones se disiparon inmediatamente cuando los primeros miles de jubilados recibieron sus tabletas y emprendieron los cursos para emplearlas en todo su potencial. Ub mundo maravilloso se ha abierto para cada uno de ellos y no solamente la posibilidad de recibir información, comunicación, entretenimiento, expresión de sentimientos por parte de los suyos, sino la posibilidad de dar, de aportar a la comunidad su experiencia, sus opiniones, su humor, sus conocimientos.

Si alguien pensó que esto era una especie de beneficencia (darle algo a los viejitos para tenerlos contentos) ya ha tenido tiempo para desechar la idea al advertir la capacidad heurística y revitalizadora presente en un importante sector de la sociedad. Los efectos simbólicos son inmediatos y su traducción concreta se irá derramando continuamente, desde ya y a lo largo del tiempo. Desde el punto de vista de los jubilados, la incorporación al Plan Ibirapitá (el árbol de Artigas) tendrá un efecto benéfico palpable en la calidad de vida y por ende en su salud y bienestar.

El otro gran ingrediente del antídoto ya se ha puesto en marcha.  Se trata del Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC) que el Poder Ejecutivo envió al Parlamento. El SNIC promueve políticas públicas destinadas a atender las necesidades de las personas en situación de dependencia: adultas mayores de 65 años, niños de 0 a 3 años y personas con discapacidad severa.
Fue concebido para mejorar la vida de las personas dependientes a través de prestaciones de cuidados integrales, dado que es responsabilidad de toda la sociedad el cuidado de las personas que no tienen autonomía, conciliar la vida laboral con la reproducción familiar, regular los servicios públicos y privados existentes, descentralizar los servicios adaptados a las necesidades de cada lugar mediante acuerdos con las intendencias y los municipios y valorizar y capacitar a los cuidadores, tanto a los que perciben una remuneración por su tarea como los que no.

En la medida en que el Uruguay se encuentra avanzado en la tercera gran transición demográfica mundial aumenta la cantidad de personas dependientes. Al mismo tiempo hay una menor cantidad de personas con tiempo disponible para realizar la tarea del cuidado. Por eso, en el marco de una concepción completamente opuesta al neoliberalismo feroz, surge la necesidad de crear este mecanismo. No será fácil pero en pocos años se percibirá un cambio positivo y fenomenal en la calidad de vida y el bienestar de toda la población, justamente el antídoto para la receta de Taro Aso.

Plan Ibirapitá y SNIC pretenden completar un esfuerzo que empezó antes del primer gobierno del Frente Amplio en el 2005. Efectivamente, las organizaciones de jubilados consiguieron promover una reforma de la Constitución, masivamente apoyada por la ciudadanía, de modo que el incremento de las pasividades, antes caprichosamente fijado por las gobiernos, quedara atado el Índice Medio de Salarios.
Además desde hace diez años el monto de las pasividades ha crecido sistemáticamente por encima del costo de vida debido a una clara política del gobierno frenteamplista. Asimismo las jubilaciones mínimas se han incrementado notoriamente aunque todavía distan de los niveles de dignidad que se pretenden.

Sin embargo, como veremos enseguida, quedan puntos oscuros en el campo de la seguridad social. Puntos oscuros y ciegos dados que en el conjunto de la legislación nacional, la única norma espuria que subsiste de las introducidas por la dictadura cívico militar (1973-1985), opera precisamente con grave detrimento sobre las jubilaciones de muchos miles de trabajadores.

No todo es celeste: postergados y depredadores – La dictadura arremetió contra el sistema previsional del país, liquidó el Banco de Previsión Social (BPS) y estableció, en 1979, un tope a las jubilaciones de buena parte de los trabajadores. A través de la llamada Acta Institucional Nº9 se fijó un tope que, de hecho, sustituía las ya reducidas tasas de reemplazo, es decir lo que cobraban quienes se jubilaban.

Los aportes a la seguridad social se mantenían, de modo que los trabajadores tributan un porcentaje de su salario como si fueran a cobrar una tasa de reemplazo que como máximo sería del 70% pero en el momento de jubilarse se les arrebata lo aportado al reducir su pensión a un 40, un 30 o un 25% de lo que percibían en actividad.

El argumento es que los asalariados que perciben sueldos elevados deben prepararse mientras están en actividad para afrontar las penurias de la jubilación. Estas “cigarras” deberían ahorrar para las épocas de “vacas flacas”. Este razonamiento también es obsceno y cae de su peso cuando se percibe que los topes fueron fijados para esquilmar a los trabajadores en la medida en que a quienes perciben salarios verdaderamente elevados se les han ofrecido triquiñuelas para eludir los topes.

Es muy grave que en 1985, con el fin de la dictadura, cuando se restableció el Banco de Previsión Social y la normativa anterior una sola norma se haya mantenido incambiada: los topes jubilatorios impuestos por el Acta Institucional Nº9. Casi toda la maraña de normas y decretos dictatoriales fue declarada írrita y nula pero los infames topes jubilatorios sobrevivieron y fueron convalidados en forma totalmente arbitraria por gobernantes electos democráticamente. De hecho ninguno de los partidos políticos que han ocupado el gobierno desde 1985, colorados, blancos y frenteamplistas, ha demostrado el menor interés por revisar o derogar esta flagrante injusticia.

Como los gobernantes y los expertos eluden atender los reclamos de los eternos postergados no es posible saber, exactamente, cual es el número de jubilados que han sido expropiados por los topes jubilatorios. Se estima que entre 50 y 60.000 jubilados de la actividad pública y privada se encuentran en esta situación y el número crece en la medida de que se trata de una estafa permanentemente reiterada.

Algunos servidores públicos se las arreglaron para eludir los topes previsionales y se han transformado en depredadores de la seguridad social del país. Es muy notorio el caso de los retirados y pensionistas de las Fuerzas Armadas que cuentan con su propia organización, su Caja de Retiros, que genera un monstruoso déficit que paga toda la ciudadanía y que como no está incluida en el BPS les permite jugosos privilegios.

En efecto, los oficiales superiores de las tres armas no solamente no se ven constreñidos por tope alguno sino que al pasar a retiro ascienden automáticamente al grado superior (coroneles a generales, generales a tenientes generales y así) y su tasa de reemplazo es del 100% de ese nuevo sueldo, es decir perciben como jubilación bastante más que lo que obtenían en actividad. Mantienen además innumerables beneficios y toda la fiesta la enjuga Rentas Generales.

Otro punto oscuro se ubica nada menos que en las filas del Poder Judicial. Los jueces de la República, que como se sabe no pueden ejercer su profesión de abogados mientras ocupan cargos en el foro, se las han arreglado, entre gallos y medianoches para que se les habilite a jubilarse como abogados aunque nunca hayan aportado ni un centésimo a la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios (CJPPU).

Naturalmente la CJPPU que soporta presuntas crisis cada poco tiempo no ha dicho ni pío por tener que servir abultadas prestaciones a quienes nunca aportaron y son por lo tanto depredadores de su fondo social.
En el ámbito de los jubilados topeados impera la idea que a ellos se les ha aplicado y se les sigue aplicando la receta de Taro Aso, por la que deberán apurarse a morir.

Por el Lic. Fernando Britos V.

miércoles, 1 de julio de 2015

Alexander Shulgin y las drogas psicoactivas

 
NI HÉROE NI CANALLA:
ESFORZADO INVESTIGADOR



Alexander Shulgin
y las drogas psicoactivas
 


 Lic. Fernando Britos V.

Hace un año falleció A. Shulgin, un químico farmacéutico controvertido, un investigador concienzudo y audaz, un gran promotor de las polémicas “drogas recreativas”, un científico ingenuo, un experimentador renacentista, el progenitor químico de la “contracultura” californiana. Todo esto fue, pero sobre todo un hombre honesto: murió pobre.
A él nunca le gustó que muchos le llamaran “el padrino del éxtasis”, y en realidad no comprendía por qué se le aplicaba ese mote que consideraba profundamente injusto ya que sus descubrimientos, sus trabajos científicos sobre los estados mentales alterados, se basaron en la experimentación sobre su propio organismo, no pretendieron el mal o el jolgorio y no tuvieron un fin de lucro o la búsqueda de la fama, directa o indirecta.
A diferencia del personaje Walter White, de la serie Breaking Bad, Shulgin no se “volvió malo” y por cierto hizo sus opciones, pero sería aventurado endilgarle propósitos malignos o finalidades mezquinas en el correr de su larga vida. Sin embargo, cuando empiezan a aparecer advertencias sobre la irrupción de nuevas drogas sintéticas –como sucede ahora con la Flakka, o MDVP, o Metilen dioxi pirrolidina ketona (3,4-metilendioxifenil-2-pirrolilidinilpentano-1)– el nombre de Sasha Shulgin vuelve al ruedo para bien o para mal.
La Flakka no es una droga precisamente nueva, pues anda en la vuelta desde hace una década en los Estados Unidos[1]. Se trata de un potente estimulante del grupo de las catinonas[2], familia de las feniletilaminas a la cual también pertenece la conocida como Éxtasis (o MDMA).
Shulgin fue el descubridor de cientos de moléculas psicoactivas, cuyos efectos experimentó en su propio organismo, en el de su esposa Ann y en los de algunos amigos, pero no tuvo nada que ver con la MDVP. En cuanto al Éxtasis (MDMA), se trata de una molécula desarrollada hace más de un siglo (en 1912) por el laboratorio Merck como coagulante y anti hemorrágico, pero que nunca fue explotada como tal.
En 1976 Shulgin empezó a experimentar con la MDMA y descubrió un nuevo camino químico, más sencillo, para sintetizarla. Trabajó junto con Leo Zeff, un psicólogo amigo suyo, y éste fue quien realizó ensayos con muchos pacientes y popularizó su uso clínico. Ni Shulgin ni Zeff tuvieron la intención de desarrollar una droga global aunque defendían el derecho a emplearla como sustancia recreativa si se la consumía en dosis adecuadas.[3]
A fines de la década de los setenta, el Éxtasis (ya con ese nombre) apareció en los clubes nocturnos de Dallas (Texas) y en los boliches de Ibiza (en las Baleares), y se transformó en el combustible de las desenfrenadas noches psicodélicas de espuma y música tecno.
Aunque ese tipo de consumo desaprensivo y masivo no había sido la intención de Shulgin, contribuyó a hacerlo famoso entre el gran público hippioso y una especie de genio maligno entre los prohibicionistas y ante los medios de comunicación que buscaban explicaciones fáciles para el auge de las pastillas coloreadas que coparon las fiestas en todo el mundo.
Alexander Shulgin había nacido el 17 de junio de 1925, en Berkeley, California. Era hijo de un emigrante ruso y una estadounidense. En su juventud estudió química orgánica. Después se alistó como marinero durante la Segunda Guerra y mientras estaba embarcado abordó el desafío de memorizar una enciclopedia de química.
Al darse de baja aprovechó las facilidades que daban a los ex combatientes para hacer estudios universitarios y en 1955 se doctoró en bioquímica en la Universidad de su ciudad natal. Después hizo estudios posdoctorales de psiquiatría y farmacología y trabajó en laboratorios. Entre éstos el gigante Dow Chemical, donde creó el famoso Zectran, que fue el primer pesticida biodegradable.
El Dow hizo tanta plata con la patente del Zectran que le dio vía libre a su joven genio para utilizar su laboratorio en lo que él quisiera, y Shulgin empezó a interesarse por las sustancias psicotrópicas. A mediados del siglo pasado muchos científicos (antropólogos, psicólogos, psiquiatras) habían sido atraídos por los efectos de ciertas sustancias alucinógenas naturales, presentes en hongos, cactus y otros vegetales, que algunas culturas indígenas empleaban en cultos chamánicos.
El caso prototípico era el de la mescalina que Shulgin probó entonces. Refiriéndose a esa experiencia dijo después que accedió a recuerdos y sentimientos sorprendentes que no había sentido desde su más tierna infancia. Todo lo que había experimentado provenía de lo más profundo de su memoria y de su psiquis y aunque el desencadenante había sido poco menos de un gramo de una sustancia blanca compendió que todo ese universo estaba contenido “en la mente y el espíritu”.
Podemos optar por no acceder a ese mundo –sostenía Shulgin–, podemos negar su existencia pero, sin embargo, esta allí, en nuestro interior, y hay sustancias químicas que pueden actuar como catalizadores para el acceso.
A partir de esta concepción, que reunía, en dosis más o menos equiparables, misticismo, romanticismo, ingenuidad y agudo espíritu científico, el brillante químico –que también supo trabajar para la DEA[4]– hizo de la manipulación de moléculas, para desarrollar nuevas drogas, la obra de su vida.
Desde que abandonó la Dow Chemical en 1965, montó un completo laboratorio para trabajar en psicofarmacología, en unas piezas ubicadas en el jardín, al fondo de su vivienda. Mientras escuchaba a sus preferidos, Rachmaninoff, Shostakovich y Prokofieff y fumaba su pipa de brezo, entre retortas, serpentines y probetas, Shulgin sintetizaba nuevos compuestos y comprobaba sus efectos, ingiriendo o aspirando sus descubrimientos a partir de dosis mínimas y aumentando por miligramos la dosificación hasta lo que consideraba el máximo admisible, tanto para mantener dentro de ciertos límites los efectos psicotrópicos como para hacer soportable la resaca que inevitablemente conllevaban los nuevos compuestos.
El sabio excéntrico e independiente era tolerado porque la policía y la DEA sabían que su actividad era desinteresada y que no comercializaba productos ni vendía fórmulas o procedimientos a los traficantes. De hecho asesoraba a la DEA identificando nuevas drogas y tenía licencia para producir algunos compuestos. Hasta que en 1994 la tolerancia se acabó de golpe. Las agencias federales allanaron el laboratorio y aduciendo la presencia de muestras de sustancias prohibidas multaron a Shulgin (por 25.000 dólares) y le quitaron la licencia.
Shulgin, en coautoría con su segunda esposa Ann, una psicóloga con quien se casó en 1981, escribió sus dos libros más conocidos: PiHKAL, una historia de amor químico, en 1991, y TiHKAL, la continuación, en 1997. Ambos son considerados clásicos en materia de química orgánica y síntesis de drogas ilícitas (la DEA los consideraba “libros de cocina” de los laboratorios clandestinos). Su bibliografía es extensa con más libros y cientos de artículos científicos de su especialidad.
Los fabricantes de drogas prohibidas y los narcotraficantes ganaron decenas de miles de millones de dólares pero Shulgin, que invariablemente repudió la codicia de los criminales y se mostró conmovido y perturbado por las muertes por sobredosis que produjeron algunos de sus descubrimientos, vivió modestamente y en sus últimos años se vio apremiado por la falta de recursos para atender su salud. En el año 2010 sufrió un accidente cerebro vascular y su recuperación fue posible merced a la ayuda de su esposa y a una campaña solidaria de sus amigos, colegas y admiradores.
Shulgin falleció unos días antes de cumplir 89 años, también en junio pero del año pasado. La importancia de su obra y las polémicas que se siguen suscitando sobre la misma tiene que ver con los problemas contemporáneos del combate al narcotráfico.
Las drogas de síntesis siguen teniendo mayor presencia en Estados Unidos y en Europa que en nuestro medio, pero para el prohibicionismo, que estigmatizó a Shulgin, “el calor sigue estando en las frazadas” de modo que la droga como sustancia es por contacto, proximidad o presencia, la explicación única de todos los males que provoca.
En otras palabras, las circunstancias sociales, el contexto cultural del consumo, las políticas públicas para la cura, la rehabilitación y la limitación del consumo aparecen en un distante segundo plano aunque la mera represión haya fracasado.
Alexander Shulgin, su curiosidad y su candor, merecen un reconocimiento pues no fue ni un héroe ni un canalla sino un explorador que abrió el camino para una comprensión más profunda, mediante la síntesis química, acerca de los efectos neurológicos de las drogas sobre el cerebro humano.
 
 


[1] La MDVP fue sintetizada por el laboratorio alemán de Boehringer Ingelheim, en 1969, según parece para emplearla como fármaco anti depresivo o fines similares, pero nunca se llegó a comercializar. Como la inmensa mayoría de los compuestos químicos de síntesis poseía fuertes efectos psicoactivos. Últimamente los narcotraficantes la promovieron como “droga caníbal” porque aducían que producía una euforia tal que promovía el canibalismo. Aunque sus efectos deletéreos son importantes y eventualmente mortales, la promoción del canibalismo está descartada y se la considera parte de la propaganda perversa para potenciar sus “atractivos”. 

[2] Las catinonas son alcaloides que, en la naturaleza, están presentes en las hojas del arbusto khat, cuyas hojas son masticables con efecto psicotrópico que, como la coca, se mascan en zonas del Medio Oriente (especialmente en el Yemen). 

[3] Shulgin es autor de la escala que lleva su nombre y a la cual sometió a cientos de moléculas para determinar las dosificaciones que pretenden evitar los efectos secundarios no deseados, los peligros y las complicaciones. 

[4] Drug Enforcement Administration: el organismo antinarcóticos de los Estados Unidos.