sábado, 9 de julio de 2011

De la Coalition for an Ethical Psychology (2008)

A pesar del tiempo transcurrido, hemos traducido el texto que sigue para facilitar su difusión debido a que mantiene palpitante actualidad y, naturalmente, es de interés más allá de los Estados Unidos. FBV.


Tortura e indefensión estratégica de la Asociación Psicológica Americana (A.P.A.)

TORTURA DESPUÉS DE LA OSCURIDAD

por 
Stephen Soldz, Brad Olson, Steve Reisner,
Jean Maria Arrigo y Bryant Welch

22 de julio de 2008

El nuevo libro de Jane Mayer, El lado oscuro, ha vuelto a enfocar la atención en la participación de los psicólogos en las torturas y abuso de los detenidos durante la administración Bush. En uno de los capítulos Mayer suministra detalles que no habían sido desvelados previamente acerca del papel de los psicólogos James Mitchell y Bruce Jenssen en las brutales técnicas de “interrogatorio mejorado” de la CIA. Estas técnicas aparentemente se han basado  grandemente en la teoría de la “indefensión adquirida” desarrollada por el ex presidente de la APA, Martin Seligman,  (los trabajos de Seligman implicaron atormentar perros con choques eléctricos hasta que se volvieron totalmente incapaces o perdieran la voluntad de escapar por si mismos de esa dolorosa situación. De ahí el término “indefensión adquirida”).

Mayer informa y Seligman ha confirmado, que en el 2002 éste dio una conferencia de tres horas en la Escuela SERE de la Armada, en San Diego. SERE es un programa militar  de Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape, que intenta inocular contra la tortura, a los pilotos, a las fuerzas especiales y a otros individuos que  potencialmente puedan resultar  prisioneros altamente valiosos, en el caso que pudieran ser capturados por una potencia que no respete las Convenciones de Ginebra. Por razones que no están claras, se informó que Seligman no fue invitado para esta presentación por la Agencia Conjunta de Recuperación) de Personal (JPRA) que administra el programa sino directamente por la misma Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Al responder a los informes sobre su conferencia a los psicólogos del SERE, el Dr. Seligman confirmó la presencia de Mitchell y de Jenssen en la misma. Aparentemente también habría preguntado a quienes le invitaron si su conferencia sería utilizada para diseñar técnicas de interrogatorio. Seligman informó que se negaron a contestar su pregunta aduciendo motivos de seguridad militar. A pesar de semejante respuesta, Seligman concluyó que su presentación solamente estaría dedicada a ayudar a los psicólogos del SERE  a proteger a las tropas estadounidenses. También estableció inequívocamente que él personalmente se opone a la tortura.

La Asociación Psicológica Americana (APA) , la organización de la que Seligman fue presidente en 1999, se hizo eco de las declaraciones de él en un comunicado de prensa. El comunicado negaba lo que se había alegado, en el sentido que el Dr. Seligman, a sabiendas, había contribuido al desarrollo de técnicas de tortura. En sus recientes comunicados, la APA ni negaba ni admitía otros informes que sugerían que el trabajo de los psicólogos – incluyendo los de Seligman, Jenssen y Mitchell – había sido usado para torturar detenidos. El único comentario que hizo la APA sobre Jenssen y Mitchell fue que, debido a que no eran miembros de la Asociación, no estaban comprendidos en las previsiones del Comité de Ética de la misma.

Lo que ahora sabemos, a partir de un informe emitido por la Oficina del Inspector General (OIG) del Departamento de Defensa y de documentos dados a conocer durante las recientes audiencias del Comité de Servicios Armados del Senado (SASC), es que estas técnicas del SERE, destinadas  a enfrentar los efectos de la tortura, fueron “manipuladas para revertirlas” y transformadas de herramientas para asegurar la seguridad de nuestros propios soldados, en la orquestación del abuso de los prisioneros en Guantánamo, Afganistán e Irak. Estos documentos desvelan, además, que ciertos psicólogos del SERE permutaron su papel  de supervisores de programas de protección de esa organización por la supervisión de los interrogatorios abusivos inspirados en el mismo SERE. Varios periodistas han nombrado a Mitchell y Jenssen (anteriormente contratados por el SERE como psicólogos)  como responsables de dicha “manipulación revertida” que fue usada en los secretos “sitios negros”  de la CIA (“infiernos” o “chupaderos” en la jerga del Cóndor).

El Comité de Servicios Armados del Senado informó que otros psicólogos jugaron un papel en la “reversión” de las técnicas del SERE para el Departamento de Defensa en Guantánamo y en Irak. El senador Carl Levin, en sus comentarios introductorios durante la audiencia, señaló: “ un… abogado senior de la CIA, Jonathan Fredman, que era consejero en jefe del Centro de Contraterrorismo de la CIA, fue a (Guantánamo) para asistir  a una reunión del comando del GTMO y discutió un memorando que proponía el uso de técnicas agresivas de interrogatorio. Ese memo había sido desarrollado  por un psicólogo y psiquiatra de (Guantánamo) que, un par de semanas antes, había asistido al entrenamiento desarrollado en Fort Bragg por instructores de la escuela JPRA SERE… En tanto el memo sigue estando reservado (classified), las minutas de la reunión en la que se lo discutió no lo están. Esas minutas… muestran claramente que la discusión se enfocó en las técnicas agresivas a ser empleadas contra los detenidos”.

El psicólogo aludido en los comentarios introductorios de Levin era el miembro de la APA, Mayor John Leso, cuyas recomendaciones en esa reunión incluyeron ·privación del sueño, retaceo de alimentación, aislamiento, sustracción de horarios…(para) cultivar la dependencia y el asentimiento”. También se informó en la audiencia que el psicólogo Coronel Morgan Banks había proporcionado entrenamiento en técnicas abusivas del SERE a los interrogadores de Guantánamo. Aunque el Coronel Banks no es un miembro de la APA, fue designado  para un grupo de trabajo de dicha Asociación sobre interrogatorios denominado Ética Psicológica y Seguridad Nacional (PENS). La APA todavía debe un comentario acerca de las sorprendentes revelaciones sobre la complicidad de psicólogos que surgieron en esas audiencias del Comité Senatorial.

Según Mayer en El Lado Oscuro y otros periodistas a lo largo de los últimos tres años, en las semanas que siguieron a la conferencia de Seligman, Mitchell hizo libre uso del paradigma de la “indefensión adquirida” en las duras tácticas que desarrolló para el interrogatorio de los prisioneros retenidos por la CIA. Un preso fue repetidamente encerrado en posición fetal, en una caja demasiado pequeña para que pudiera hacer otra cosa que permanecer inmóvil en una posición fetal. La caja había sido obviamente diseñada no solamente para constreñir el movimiento sino también para hacer dificultosa la respiración. En los lapsos que el preso estaba fuera de la caja, el mecanismo de tortura se mantenía siempre a la vista de modo que el detenido estuviera    permanentemente pendiente de su retorno al dispositivo.

                Otro detenido fue colgado, en puntas de pie, con sus muñecas esposadas sobre su cabeza. Este detenido tenía una prótesis que los agentes le quitaron de modo que o bien se balanceaba en un solo pie durante horas o colgaba suspendido de sus muñecas.
           
La mayoría de los detenidos fueron sometidos a largos periodos de aislamiento, a menudo en total oscuridad y desnudos. El contacto humano en estos periodos fue mínimo. En uno de los casos, el único contacto humano del detenido tenía lugar a través de una única visita diaria cuando un enmascarado aparecía y le decía “ya sabes lo que quiero” para desaparecer enseguida.

Con base en estos informes periodísticos y en los documentos del gobierno, parece posible que el trabajo del Dr. Seligman sobre “indefensión adquirida” haya sido utilizado para desarrollar estas técnicas de tortura después de su presentación en la escuela SERE.

La respuesta de la APA en relación con Seligman causa perplejidad. Si el informe del Dr. Seligman es correcto, en el sentido que no se le permitió conocer como usaría la CIA su material en razón de que él no tenía autorización de seguridad, entonces resulta que evidentemente fue engañado. Como mínimo, se podría esperar que la APA estuviese  suficientemente preocupada por este engaño como para desatar una alarma preventiva contra el compromiso ingenuo de los psicólogos con programas gubernamentales que, potencialmente, entrañan interrogatorios abusivos.

En lugar de esto la APA ha hecho un esfuerzo extraordinario para mantener y expandir las oportunidades para que los psicólogos presten servicios a las instituciones de inteligencia y seguridad de los Estados Unidos. Tal como el boletín de la APA, Science Policy Insider News  (SPIN) (Noticias Internas de Política Científica), anunciara en enero del 2005, “ desde el 9/11 los psicólogos han buscado oportunidades para contribuir con la agenda nacional de contraterrorismo y seguridad de la patria”.

Estos esfuerzos incluyeron el copatrocinio de una conferencia con la CIA para investigar la eficacia de las “técnicas mejoradas de interrogatorio”, incluyendo el uso de drogas y el ‘bombardeo sensorial’. Entre los organizadores de esa conferencia estuvo el miembro de la APA Kirk Hubbard, Jefe de la Rama de Investigación y Análisis, de la División de Asesoramiento Operativo de la CIA. Hubbard fue quien reclutó los “expertos operativos” para esa conferencia. Entre los asistentes a ese acontecimiento “de acceso solamente por invitación”  estaban Mitchell y Jenssen. (Hubbard también ayudó a organizar el acontecimiento en el cual habló Seligman y al cual fueron invitados Mitchell y Jenssen).

Además, la APA copatrocinó una conferencia con el FBI durante la cual se sugirió que los terapeutas informaran a los policías la información obtenida durante las sesiones de terapia en relación con “riesgos de seguridad nacional”. Este pasado mes de junio, los esfuerzos de la APA incluyeron el cabildeo a favor de que se mantuvieran  invaluables programas de ciencias de la conducta en el seno del Departamento de Defensa, en Actividad de Campo de Contra Inteligencia (CIFA)[1] en tanto se reorganice y pierda personal”. Para quienes no están familiarizados con este asunto, el programa CIFA fue cerrado a causa de numerosos escándalos, incluyendo: mal uso de cartas de seguridad nacional para obtener acceso a información financiera privada de ciudadanos sin garantías, la renuncia de un congresista acusado de aceptar coimas a cambio de contratos de CIFA y, de acuerdo con The New York Times, la recolección de amplio alcance de bases de datos domésticas “que incluían información acerca de protestas antibélicas planeadas en iglesias, escuelas y salas de reunión de cuáqueros”. El directorio de psicología de CIFA, aunque se trataba de una operación de máximo secreto, era conocido por su evaluación de riesgos de los detenidos en Guantánamo, incluyendo el suministro de preguntas a los interrogadores.

Los asuntos relativos al involucramiento de los psicólogos en los esfuerzos de “seguridad nacional” son complejos. Aunque pudiera haber formas apropiadas y éticamente aceptables para que los psicólogos participen en tales actividades, aún un conocimiento histórico superficial indica que tal participación es, a menudo, éticamente problemática. Para bien o para mal, la CIA tiene una larga historia de empleo de científicos y académicos como consultantes e investigadores, a sabiendas o no,  y de darles protección mediante el ocultamiento y el secreto en torno a sus verdaderas actividades. Por ejemplo, , la investigación por parte del Senado, en 1977, acerca del Proyecto de Modificación de la Conducta de la CIA (llamado MKULTRA), mostró que la agencia había contratado investigadores en unas 80 universidades, hospitales y otras instituciones dedicadas a la investigación, a través de una organización de fachada para su financiamiento. En la audiencia senatorial, el Director de la CIA dijo: “creo que todos tenemos una obligación moral hacia estos investigadores e instituciones para protegerlos de cualquier situación embarazosa o del daño a su reputación que les pudiera acarrear que sus identidades fuesen conocidas”. Pero estas no son solamente  tramas del pasado. Recientemente, la Dra. Belinda Canton, quien desde hace mucho se desempeña como administradora en asuntos de inteligencia de la CIA y como miembro de la Comisión Presidencial del 2005 sobre Capacidades de Inteligencia de los Estados Unidos en Relación con Armas de Destrucción Masiva, recomendó el uso oportunista de científicos como una forma de encarar el manejo de la incertidumbre: “Identificar a los académicos y científicos que pudieran tener percepciones” y tomar nota cuando “existan posibilidades de explotar estos cuadros científicos”.

Esta historia, junto con las corrientes y bien documentadas autorizaciones para el abuso de los detenidos, deberían haber brindado suficientes advertencias a los dirigentes de APA y a los psicólogos individualmente acerca de los riesgos morales que conlleva el ayudar al aparato de la seguridad nacional, sobre todo bajo la actual administración estadounidense. Sin embargo, la APA no ha tomado la iniciativa para ayudar a los psicólogos para enfrentarse con estas peligrosas situaciones éticas. Por el contrario, la APA se ha mostrado insensible ante el uso de técnicas psicológicas en la tortura y ante el papel de los psicólogos como ayudantes en esas torturas. Precisamente esta insensibilidad ha conmovido a muchos psicólogos, aquí y en el exterior.

En el 2006, la revista Time dio a conocer el registro de interrogatorios del detenido 063 de Guantánamo, Mohammed al-Qahtani.  Este registro demostró que al-Qahtani había sido sistemáticamente torturado durante seis semanas entre fines de 2002 y 2003. El registro también señalaba que el psicólogo y miembro de la APA, Mayor John Leso estuvo presente, por lo menos varias veces, durante estos episodios. La APA no dijo nada acerca de la participación señalada de uno de sus miembros en torturas documentadas. Hace por lo menos 23 meses que las reclamaciones éticas contra el Dr. Leso se plantearon y la APA se ha mantenido en silencio.

En mayo de 2007, el Departamento de Defensa levantó la reserva que pesaba sobre el informe de la Oficina del Inspector General, el cual documenta el papel de los psicólogos del SERE en el entrenamiento de militares y personal de la CIA en técnicas de abuso que “violan las Convenciones de Ginebra”. La APA respondió con silencio. Cuando preguntamos acerca de la reacción de la APA, se nos contestó que la organización necesitaba tiempo para “estudiar cuidadosamente” el informe. Han transcurrido 14 meses y, hasta la fecha, ningún dirigente de la APA ha hecho comentarios sobre el Informe.

La dirigencia de la APA le ha fallado a los psicólogos y le ha fallado a la profesión de la psicología. También le ha fallado al país. Cuando se requirió una orientación ética, la APA depositó su autoridad ética en manos de quienes estaban involucrados en éstas prácticas cuestionables que necesitaban ser investigadas. Cuando la evidencia acerca de que los psicólogos habían ayudado a desarrollar, implantar y estandarizar un régimen de torturas de los Estados Unidos, la APA permaneció en silencio. Cuando se informó que el uso de paradigmas psicológicos, tales como “la indefensión adquirida”, había guiado la manipulación por los psicólogos de las condiciones de detención, la APA continuó ignorando o desconociendo estos informes. En su lugar afirmaron que la presencia de los psicólogos en los “sitios negros” de la CIA y en los campos de detención “aseguraba la seguridad”. Cuando quedó claro que la APA debía levantar su voz fuertemente y promover una clara política que prohibiera la participación de los psicólogos en operaciones que violan sistemáticamente las convenciones de Ginebra y la ley internacional, la dirigencia de la APA manifestó su preocupación acerca de que se podría iniciar contra ellos un juicio por “restricción comercial” (o “restricción de la práctica profesional”). Desde luego, estos argumentos no pasan la prueba de la cara colorada en ningún foro pensante de la opinión mundial.

Estos no son nuestros valores. La dirigencia de la APA nos ha avergonzado a nosotros y a nuestra profesión con su indefensión estratégica. Es hora de que la APA clarifique que los psicólogos no pueden apoyar éticamente, en modo alguno, las tácticas de interrogatorio abusivas o coercitivas, en cualquier circunstancia. También es tiempo de identificar y de hacer públicamente responsables a los psicólogos que han creado la institución en que la APA se ha convertido ahora. Es momento de hacer responsables a esos psicólogos por el desarrollo y la difusión de fallas morales sistemáticas en la infraestructura actual de la organización. De hecho, si nosotros no hacemos esto, entonces también seremos cómplices de la tortura.

Los autores son miembros de la Coalición por una Psicología Ética. Pueden ser contactados en: ssoldz@bgsp.edu

Referencias

U.S. Senate, Select Committee on Intelligence and Subcommittee on Health and Scientific Research of the Committee on Human Resources. (1977) Project  MKULTRA: the  CIA’s program of research in behavioral modification. U.S. Government Printing Office, Washington, D.C. Pp.7,12-13 y 148-149.

Canton, Belinda. (2008). The active management of uncertainty. International Journal of Intelligence and Counterintelligence, 21(3); 487-518.                           



[1] La CIFA es una agencia secreta del Departamento de Defensa de los EUA que se creó en febrero del 2002 y que se dijo que sería cerrada en el 2008.

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