sábado, 6 de septiembre de 2014

Psicología Positiva y Política en las elecciones 2014 en Uruguay



LAS TRAMPAS DEL PENSAMIENTO POSITIVO
De la psicología positiva a la política
Lic. Fernando Britos V.
La psicología positiva (en adelante PsP), como pretendida ciencia de la felicidad o del bienestar, es un membrete cientificista que oculta su carácter ideológico y el papel que juega en el pensamiento tradicional del capitalismo consumista[1]  y en el Uruguay se ha transformado en el excluyente motivo de la propaganda política de los blancos con miras a las próximas elecciones nacionales.
Creer a fuerza de repetir: oooommm - El lado negativo de este presunto camino de la felicidad se revela a través de “la tiranía de la actitud positiva” que promueve una multitud de “especialistas en felicidad” (los llamados “hapiólogos” = don’t worry be happy) como lo han señalado Barbara Held y Barbara Ehrenreich (expondremos los argumentos de ambas más adelante).
Tradicionalmente este combo se conforma no solamente con los “psicólogos positivos” sino con animadores motivacionales, asesores de imagen, coaches, publicistas, empresarios de la autoayuda, analistas económicos, corredores de seguros y otros que actúan como pastores que parecen impulsar un nuevo tipo de religión (Lazarus 2003).
Ser positivo, pensar positivamente son lugares comunes en las exposiciones acerca de cómo hay que encarar la vida, la política, los deberes cívicos. Lo positivo aparece como un mantra [2] relativo a una especie de magia simpática (Pérez-Álvarez, 2012)[3] como la que refiere James Frazer en La Rama Dorada que consiste en creer que “lo semejante produce lo semejante” por arte de magia. Esta es la base de los manejos de los adivinos. [4] 
Los antropólogos consideran que el pensamiento mágico era un precursor del pensamiento científico que expresaba la preocupación de las civilizaciones primitivas por controlar la naturaleza al tratar comprender  las relaciones causa-efecto.
Sin embargo, en la actualidad, esas formas de pensar denotan una profunda ignorancia, la indiferencia hacia el conocimiento comprobable o, lo que es peor y frecuente, el intento por embaucar o manipular a otras personas para obtener determinados beneficios (adhesiones, contribuciones, votos, etc.).
Para la profusa literatura de autoayuda - un negocio que reporta a sus promotores miles de millones de dólares en todo el mundo a través de la venta de libros y videos, cursos, conferencias, redes piramidales y la difusión de modas, estilos o amuletos – y para la PsP - corriente originada en los Estados Unidos ya en el siglo XXI - lo positivo funciona como atracción para fenómenos positivos a través de una simpatía o relación mágica y misteriosa entre lo que es semejante. De este modo se manifestaría una presunta ley de la naturaleza por la que existe una atracción que conduce a transformarse en aquello que más se piensa y listo: el pensamiento positivo es el secreto de la felicidad [5].
Un gurú oscuro  – Martin Seligman es el padre de la PsP, gran campeón del pensamiento positivo y fundador del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de Pennsylvania. Sin embargo su fama proviene de investigaciones acerca de “la indefensión aprendida” un concepto desarrollado por él a través de brutales experimentos torturando perros ya en 1975 [6]. Seligman determinó mediante sus experimentos que cuando a un ser se le castiga de manera continúa sin importar lo que haga, desarrolla “indefensión aprendida”, deja de responder, resistir o intentar salir de esa situación y se entrega pasivamente.

Este “descubrimiento” interesó inmediatamente a las fuerzas armadas estadounidenses.  Seligman – que después se disculpó por la atrocidad de sus experimentos con perros [7] – dio, desde el 2001, conferencias sobre “indefensión aprendida” a los psicólogos militares que prepararon el plan de torturas sistemáticas que se aplican en la “guerra contra el terrorismo” y se ha transformado en un asesor de “los interrogatorios mejorados” aunque no haya participado directamente en la tortura.

A pesar de sus desmentidos y evasivas, las denuncias de la Coalición por una Psicología Ética son concluyentes, la última indica que en febrero del 2010, Seligman obtuvo un contrato directo [8] (sin licitación) por 31 millones de dólares por parte del ejército de los EUA para entrenar soldados en “resiliencia” [9].

Poco antes de empezar su lucrativa colaboración en el entrenamiento de torturadores, Seligman había lanzado un nuevo enfoque de la psicología para el estudio de las experiencias subjetivas y rasgos individuales positivos, de las instituciones positivas y, en general, de la felicidad y del bienestar.

Tuvo una revelación múltiple como dice Pérez-Álvarez (2012) y sostuvo haber tenido una epifanía[10] poco relacionada con la investigación científica y en particular con sus propias investigaciones sobre psicología animal. Según Seligman su hija pequeña le hizo reproches por ser muy rezongón y eso le condujo a una triple conclusión: por un lado cayó en la cuenta que criar niños implica identificar y cultivar sus mejores cualidades; por otra parte reconoció que efectivamente era un rezongón y finalmente, lo más importante, sintió que la psicología como ciencia y profesión había llegado a ser aburrida y demasiado apuntada a la patología.

Aún antes de esta revelación había trabado contacto con un socio, el croata Mihály Csíkszentmihályi, que era profesor de psicología en diversas universidades estadounidenses y había tenido su propia epifanía en la Europa de posguerra.

En 1997 Seligman fue elegido como Presidente de la Asociación Psicológica Americana (APA) y fue contactado por Atlantic Philantropies, una fundación establecida por el billonario Charles Phiney quien apoyó el lanzamiento de la Psicología Positiva con un cheque de un millón y medio de dólares.

Después vino la publicación de libros y el éxito no se hizo esperar, especialmente en los Estados Unidos y en España, tanto en el medio académico – con proliferación de cursos, conferencias, investigaciones y posgrados – como en la psicología popular mediante la divulgación en los medios de comunicación y su incorporación en la siempre redituable industria de la autoayuda. La PsP ha conseguido penetrar con sus lemas en la salud, la educación, la política, la organización laboral, las fuerzas armadas, la economía.

Los últimos desarrollos promovidos por los progenitores de la PsP se basan en “la construcción del bienestar”. En su proclamación de la nueva teoría del bienestar, Seligman sostiene que los elementos de esta son cinco: la emoción positiva (vida placentera), la entrega al momento presente (el fluir), el sentido (el significado de la propia vida), los logros (lo que se consigue debido a su “valor intrínseco”) y las relaciones con los demás.

“Pensamiento Positivo” e industria de la felicidad – El secreto del éxito instantáneo de la PsP se debe, según Pérez-Álvarez (2012; 185) al hecho que llueve sobre mojado. El pensamiento positivo se desarrolla sobre la base de la cultura religiosa tradicional estadounidense, secularizada en un individualismo emprendedor y en la persecución del éxito a cualquier precio como valores cumbre de la ideología capitalista, todo lo cual es propagado, entre otras, bajo la forma de literatura de autoayuda [11].

El impulso hacia la búsqueda desmesurada de las emociones positivas no solamente conduce a la trivialización de estas sino que ha desembocado en una verdadera tiranía de la actitud positiva [12]. Los estadounidenses, por ejemplo, no solamente viven bajo una presión histórica, omnipresente y multiforme, hacia el optimismo y la persecución del éxito (fama y fortuna en la tierra de las oportunidades) sino bajo expectativas y demandas para el mantenimiento de una “actitud positiva” y “ganadora” en todo momento y a cualquier costo. Esto redunda en ciertas formas de infelicidad por las que muchas personas se sienten defectuosas o culpables por no sentirse bien o por no alcanzar las metas grandiosas del éxito. Dicha infelicidad se agudiza porque llegan a creer que sentirse mal o deprimirse no solamente es patológico sino socialmente inaceptable e insoportable [13].

La denominación “Psicología Positiva” surgió a mediados del siglo XX en el ámbito de la llamada psicología humanista que terminó diluyéndose en miles de movimientos de autoayuda. Los actuales adalides de la PsP procuran desmarcarse de la autoayuda aduciendo que no forman parte de una corriente filosófica, religiosa o espiritual, que no pretenden promover el crecimiento espiritual o la mejora humana a través de  métodos carentes de base empírica y que no fomentan la autoayuda como ejercicios mágicos para alcanzar la felicidad.

Estos intentos se dan de bruces con las afirmaciones del propio Seligman que sostiene que la regla de oro para medir el bienestar es el crecimiento personal y que el objetivo de la PsP es incrementar dicho crecimiento.

Tampoco habrá que sorprenderse de que la religión encuentre afinidades en la PsP y ciertos ejercicios de esta (como el perdón y el escrutinio de los pensamientos negativos) dado que estos provienen directamente de la “cura mental” de estirpe religiosa. Los movimientos evangélicos post calvinistas (evangélicos, pentecostales, etc.) combaten los “pensamientos pecaminosos” y la PsP combate los “pensamientos negativos”. Las similitudes son inocultables y se extienden alcanzando un vasto espectro político cosa que cualquiera puede comprobar remitiéndose a las declaraciones de la candidata Marina Silva, en Brasil, o de Lacalle Pou en Uruguay.

Uno de los primeros cuestionadores de la PsP, fue Richard Lazarus (2003, 176) [14] al sostener que las similitudes entre esta y las sectas religiosas va más allá de los contenidos que promueven y alcanza a su reacción ante las críticas porque sus promotores parecen estar defendiendo una religión debido a “una visión desde lo alto que está falsamente revestida de una llamada a la ciencia que nunca se materializa”.

Aunque tratan de despegarse de la autoayuda los principales progenitores de la PsP se han dedicado a escribir manuales para alcanzar la felicidad. Pérez-Álvarez (2012; 186) señala que si los propios líderes están en el negocio, ni que decir en lo relativo a la enorme cantidad de “literatura basura” que vive de la “industria de la felicidad”, no importa que la escriban célebres psiquiatras, psicólogos, filósofos o economistas.

La estrategia narrativa de la PsP es similar a la de las promesas terapéuticas que caracterizan a la literatura de autoayuda. En esta se coloca al lector o al espectador si es del caso, como protagonista (capaz de ayudarse a sí mismo) mediante un individualismo “positivo”.  Los contenidos desarrollados por los exponentes de la PsP están llenos de retórica pseudocientífica, de definiciones tautológicas [15] y de correlaciones abusivas que pretenden establecer relaciones causales, por ejemplo cuando se dice que el bienestar produce salud en lugar de que la salud redunda en bienestar, u otras obviedades que se presentan como “hallazgos”, como por ejemplo las fórmulas que apuntan a que estar bien es más satisfactorio que estar mal.

En general, las investigaciones y experimentos de la PsP carecen de un respaldo teórico serio, no tienen rigor metodológico pues por lo general se apoyan en informes auto-referidos e intentan demostrar las cosas obvias con la apariencia de gran aparato metodológico pero con evidencia empírica inexistente, hipótesis sin fundamento, ausencia de estudios correlacionales  y de controles adecuados.

Autoras como Lyubomirsky [16], que presume de ser científica, manejan una engañosa “ecuación de la felicidad” mediante la cual asegura que “se puede ser un 40% más feliz” dado que la felicidad (H por happiness que equivaldría al 100%) depende de “la situación de partida” (S, genéticamente determinada, a la que se asigna un valor del 50%), más “las circunstancias de la vida” (C = 10%), más “nuestra actividad deliberada” (A = 40%). Naturalmente el peso de cada componente lo determina el Gran Bonete, es totalmente caprichoso, y las unidades de medida son incomprensibles.  Tal ecuación es una chantada.

La investigación psicológica seria demuestra que los llamados pensamientos positivos pueden ser perjudiciales  mientras que los que se supone negativos pueden ser beneficiosos en ciertas situaciones. En psicología todo depende del contexto concreto en el que los fenómenos tienen lugar. La psicología no es positiva o negativa y es una ciencia ajena al aparentemente ingenuo esencialismo de la PsP.

Culpabilización de la víctima y  la trampa del pensamiento positivo – Aludiremos ahora a dos peligrosas trampas del pensamiento positivo en materia de salud. Una de ellas es la apelación al “espíritu de lucha” para combatir el cáncer y la otra la de la “psicoterapia positiva” para combatir la depresión y alcanzar la felicidad.

Se ha demostrado que el “espíritu de lucha”, el cultivo de estados psicológicos para fortalecer el sistema inmunitario, el transformar la adversidad en beneficios y finalmente “el crecimiento postraumático”, propuestas  muy recurridas de la PsP, carecen de efectos reales y benéficos para la salud. Sin perjuicio de que “el espíritu de lucha” puede ser una actitud útil y beneficiosa para muchas personas, el postulado del “pensamiento positivo” como hallazgo científico se transforma en una verdadera trampa en manos de la PsP.

Barbara Ehrenreich en una de sus obras imprescindibles [17] dedica el primer capítulo (Sonríe o muere. El lado bueno del cáncer, 51/52) a describir su experiencia como paciente y su descubrimiento de la tiranía del pensamiento positivo en el campo de la salud.

He aquí alguna de sus conclusiones: “hay quien dentro de este negocio de la cura del cáncer , ha empezado a alzar la voz contra lo que se ha denominado ‘la tiranía del pensamiento positivo’ (…) (citando a Penélope Schofield) Deberíamos preguntarnos  hasta qué punto tiene algún valor fomentar el optimismo si con eso el paciente ha de disimular su angustia pensando equivocadamente que así vivirá más (…) Si un paciente se siente generalizadamente pesimista (…) es importante reconocer que estos sentimientos  son válidos y aceptables”.

Ehrenreich continúa diciendo que ella no está segura de que, “como sostienen muchos psicólogos, sea malo reprimir los sentimientos, pero sí lo estoy de que algo va mal cuando el pensamiento positivo ‘fracasa’ y el cáncer se extiende o resiste al tratamiento. Porque entonces la paciente solo se puede culpar a sí misma: no está siendo lo bastante positiva, posiblemente sea esa actitud suya, tan negativa, lo que de hecho atrajo el cáncer”.

“El cáncer de mama – concluye Bárbara Ehrenreich – ahora puedo decirlo con conocimiento de causa, no me hizo más bella ni más fuerte ni más femenina, ni siquiera una persona más espiritual. Lo que me dio, si es que a esto le queremos llamar ‘don’, fue la oportunidad de encontrarme cara a cara con una fuerza ideológica y cultural de la que hasta entonces no había sido consciente; una fuerza que nos anima a negar la realidad, a someternos con alegría a los infortunios y a culparnos solo a nosotros mismos por lo que nos trae el destino”.

En cuanto a la “psicoterapia positiva” es claro que sus virtudes son exactamente las mismas que las de cualquier abordaje psicoterapéutico y aun el sentido común, es decir: la conveniencia de una actitud abierta que facilite una mejor comprensión de la situación y un aprovechamiento de los recursos que se tienen a mano para superar eficazmente los problemas de la vida cotidiana. En todo caso, los ejercicios de la psicoterapia positiva (entre ellos Las Tres Cosas Buenas, el Uso de las Fortalezas, las Visualizaciones) no han demostrado ser superiores a un placebo en el tratamiento de la depresión.

Pensamiento Positivo y campaña electoral 2014 – La consigna escueta del “pensamiento positivo” que pretende exhibir las bondades del ser humano y de la vida tiene también un lado oscuro y peligroso más allá de las trampas que señalamos antes.

En relación con la sociedad y por ende con todos los fenómenos vinculados a ella, como la política, el “pensamiento positivo” establece una antinomia, una división por la que todos los pensamientos que no se adscriben son “pensamientos negativos”. La división pretende colocar de un lado a los optimistas, cordiales y macanudos y del otro a los pesimistas, los realistas que naturalmente no comulgan con su visión.

Esa división no solamente procura galvanizar a sus seguidores, de modo que toda duda o emoción incómoda sea considerada anatema, sino que se asemeja a concepciones  del fundamentalismo religioso que – como dijimos antes - velan por las virtudes (naturalmente auto atribuidas) enfrentando a los pecados. Sin embargo, los hechos son objetivos no son “positivos” o “negativos”, con independencia del contexto social y político, sino concretos: tienen una historia y se producen en un contexto social y cultural específico.

Las características banalizadoras del “pensamiento positivo”, individualista y filosóficamente idealista y alucinado, no solamente sirven para descontextualizar y por lo tanto para fundamentar un discurso político totalmente hueco (el arte de no decir nada) basado en una serie de mantras (“Uruguay por la positiva”, “somos aquí, somos ahora”) que ocultan la falta de sustancia y el ocultamiento del pasado y del futuro en que se viene apoyando, en forma ejemplar, el formato de la campaña del candidato presidencial del Partido Nacional ya desde las elecciones internas de su colectividad.

Las razones para esos rasgos de campaña están íntimamente relacionadas con el “pensamiento positivo” y la “PsP” que toma a los individuos como unidades (visión desde arriba) y que se concentra en el presente. En efecto, para esta corriente de pensamiento lo importante es el presente, el pasado no cuenta y el futuro será aquello que el individuo desee con suficiente fuerza. Si después se fracasa no se buscarán responsabilidades o determinantes concretos en la realidad sino en una presunta falta del “positivismo” necesario.

Este estilo político tan típicamente estadounidense en su concepción ideológica y operativa está diseñado especialmente para Luis Lacalle Pou al punto que podría decirse que la estrategia de campaña escogió a su candidato y no a la inversa. Aun así no es original y ha sido aplicado en otros países (un ejemplo es la campaña de Mauricio Macri en Buenos Aires).

La estrategia “por la positiva” es un traje de medida que difícilmente podría haber investido el perdidoso de las elecciones internas de su partido, Jorge Larrañaga. Es más, a la luz de lo que hemos dicho, cabe preguntarse si el el Dr. Larrañaga hubiera podido ganar esas elecciones internas ante un candidato totalmente inexperiente y frívolo pero vástago de una dinastía política ultra conservadora, que contaba con el aparato e ingentes medios económicos y, sobre todo, con una armazón propagandística montada sobre el “pensamiento positivo”. Nuestra respuesta es que sin un autismo deliberado respecto al pasado y a las políticas que representa, el triunfo interno de Lacalle Pou no hubiera sido posible.

Por otra parte, desde el punto de vista de la psicología (que en esto coincide con las demás ciencias sociales y políticas), el “pensamiento positivo” y su aparente panglossianismo (vivir en el mejor de los mundos posibles) evita mirar una parte de la realidad y con ello conduce a la ausencia de compromiso con la realidad social, a una pérdida de sensibilidad, de solidaridad, de consciencia y consiguientemente a una disminución en el grado de responsabilidad y de apertura hacia dicha realidad lo que, en política y en un legislador o cualquier otro ocupante de un cargo de gobierno, puede tener perjudiciales resultados para nuestra sociedad.

El peligro de estas aplicaciones del “pensamiento positivo”  radica en la sobre simplificación de la experiencia humana y, en particular, de la política. En efecto, el lanzamiento de promesas y de anuncios ambiguos puede ser una tónica típica de las campañas electorales pero el problema no radica en lo que se dice sino en lo que no se dice, en la preservación de las intenciones sobre todo cuando estas se auguran “negativas”  y por ende deben ser silenciadas. El engaño y embelesamiento del “pensamiento positivo” se apoya en el ocultamiento de lo “negativo” mediante un gran sofisma de distracción que permite eludir la mención a las verdaderas intenciones.

Hasta ahora el candidato blanco ha podido manejar el libreto del “pensamiento positivo” con pocos contratiempos pero sucede que, en términos futbolísticos, casi nadie ha rematado al arco que él defiende. El tema central muy repetido dice “cuando seamos gobierno conservaremos todo lo bueno que ha hecho el Frente Amplio pero corregiremos todo lo malo gestionando mejor”; “no descalificaré a nadie porque lo nuestro es por la positiva”, “somos el cambio, gobernaremos con los mejores del partido que sea” y una serie de variantes de estos mismos versos. Esa estrategia tiene como propósito fundamental evitar definiciones y compromisos con la realidad que pueden resultar negativos desde el punto de vista electoral.

Obsérvese que el Dr. Lacalle Pou, aunque aferrado al libreto y con medios por lo general complacientes, ha dado sin embargo algunos rebotes riesgosos, saliéndose de la conducta “positiva”. Ejemplo son los tropiezos reiterados y rebobinados de apuro cuando ha topado con la realidad y se ha salido de la verborragia preservativa de lo “positivo”: cancelación de la búsqueda de desaparecidos durante la dictadura, liquidación de los Consejos de Salarios, derogación de la Ley de Responsabilidad Penal Empresarial y de las ocho horas para los trabajadores rurales, etc.

Explicar esas salidas del libreto “positivo” como descuidos del candidato blanco no llega al fondo de la cuestión. El fondo radica precisamente en el esencialismo abstracto y pertinaz del “pensamiento positivo” y en su desprecio por las circunstancias concretas del contexto social, cultural, político. Positivo y negativo no son valores abstractos sino concretos. De este modo y por ejemplo, lo que es positivo y arranca aplausos en una audiencia de poderosos empresarios, en el glamour de Punta del Este (la derogación de la Ley de Responsabilidad Penal Empresarial) , es altamente negativo en relación con la vida misma de la enorme mayoría de la ciudadanía.

La actitud prepotente que ha mostrado el “candidato positivo” cuando los periodistas insisten en preguntarle sobre cuestiones que los diseñadores de la campaña y él mismo consideran negativas y por ende evitables (recuérdese la réplica amenazante que le lanzó, como jugando, a la periodista Sonia Breccia para neutralizar sus preguntas) no es solamente un desplante  coherente con su historia y antecedentes  como pendenciero  “niño bien” sino un mandato de la estrategia tutelada por la PsP: evitar a cualquier costo los temas peliagudos, refugiarse en las generalidades, prometer sin comprometer (a fuerza de vaguedades).

Nadie puede llamarse a engaño. Cuando el candidato Lacalle Pou promueve como futuros ministros a técnicos sin filiación política o sin experiencia política alguna está siguiendo rigurosamente el libreto del “pensamiento positivo”. La política de su partido parece conducir, inexorablemente, a un retorno a las recetas económicas de choque de los neoliberales que fueron desechadas por el Frente Amplio hace diez años.

Este retorno a las líneas de contracción, liquidación del gasto social y austeridad (naturalmente que para los trabajadores) augura una reversión generalizada que presupone un ajuste fiscal para hacer una distribución regresiva del ingreso en favor de la clase alta y para anular conquistas sociales de los trabajadores y de la población en general. Sin embargo, esto no puede ser reconocido, sería demasiado “negativo”. Por ejemplo, nombrar ahora al Dr. Ignacio de Posadas, un despiadado neoliberal y “gran ajustador”, como futuro ministro de economía haría estallar la burbuja azul del “Uruguay positivo”.


[1] Binkley, Samuel (2011) “Situating Psychological Well-Being: Exploring the Cultural Roots of Its Theory and Research” En Subjectivity, 4 (4), 371-394. 
Cabanas, Edgar y Sánchez, José Carlos (2012) “Las raíces de la Psicología Positiva” En: Papeles del Psicólogo, Vol.33(3) pp.172-182 (se accede en www.papelesdelpsicologo.es).
[2] Este término proveniente del sánscrito recuerda las palabras o canciones litúrgicas orientales y en psicología se utiliza como figura retórica para significar la repetición neurótica destinada a fijar y reforzar un pensamiento circular.
[3] Pérez-Álvarez, Marino (2012) “La Psicología Positiva: magia simpática”. En: Papeles del Psicólogo, Vol.33(3) pp.183-201. (se accede en www.papelesdelpsicologo.es).
[5] En la cuenta oficial de Twitter de la lista 400 exhiben el siguiente lema: “Una persona convierte sus problemas en retos, nunca en obstáculos. Ser feliz es gratis” o “El objetivo mejor es ser mejor”.
[6] Seligman, M. E. P. (1975). Helplessness: On Depression, Development, and Death. San Francisco: W. H. Freeman.
[7] “Me costaba lo indecible infligir sufrimiento a los animales” sostuvo púdicamente en su libro La vida que florece (2011; 220).
[8] La denuncia se encuentra documentada en Coalition for an Ethical Psychology
human rights – ethics – social justice. www.ethicalpsychology.org - Martin Seligman, the American Psychological Association, and US Torture: Basic Facts. 
[9] La resiliencia es uno de los caballitos de batalla de la PsP y una fuente de negocios. Se trata de la presunta capacidad para sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. La PsP dice ser capaz de enseñarla de modo que quien alcanza una resiliencia adecuada puede sobreponerse a contratiempos o incluso resultar fortalecido por éstos. Los españoles dicen que el barbarismo equivale, en castellano, a “entereza”. El problema radica en la pretensión conductista de que esa entereza es independiente del contexto y en que su aprendizaje es el resultado de una mera repetición de consignas simplistas o de un entrenamiento brutal y despersonalizador como el que se aplica en los cuerpos militares de elite.
[10] La epifanía (del griego "manifestación") es un acontecimiento religioso, una revelación. Para muchas culturas las epifanías corresponden a apariciones en donde los profetas, chamanes, médicos, brujos u oráculos interpretaban visiones más allá de este mundo.
[11] La autoayuda, término que resulta del inglés self-help, se refiere a la gestión del comportamiento y los afectos con argumentos típicos del capitalismo contemporáneo.
Cfr. Ampudia de Haro, Fernando (2006) “Administrar el yo: literatura de autoayuda y gestión del comportamiento y los afectos. En: Revista Española de Investigaciones Sociológicas REIS ; (Acceso dialnet.unirioja.es/servlet/extaut?codigo=1756267).

[12] Held, Barbara S. (2002) The tyranny of the positive attitude in America: observation and speculation”. En: Journal of Clinical Psychology. 2002 Sep; 58(9):965-91.
Held,  Barbara S. (2004) The Negative Side of Positive Psychology. En: Journal of Humanistic Psychology; 2004; 44; 9 (se accede a la versión on line en http://jhp.sagepub.com/cgi/content/abstract/44/1/9)

[13] Prieto-Ursúa, María (2006) Psicología Positiva: una moda polémica. En: Clínica y Salud [online]. 2006, vol.17, n.3, pp. 319-338. ISSN 1130-5274. (se accedió en http://scielo.isciii.es/scielo.php).
[14] Lazarus, Richard (2003) “The Lazarus manifesto for positive psychology and psychology in general”. En: Psychological Inquiry, 14, pp.173-189.
[15] Tautología (del griego “decir lo mismo”) es una figura lógica y especialmente retórica que no es más que una afirmación obvia, vacía o redundante. Las tautologías suelen ser la repetición de un pensamiento expresado de otro modo, por ejemplo: sostener que estar bien produce bienestar.
[16] Lyubomirsky, Sonja (2008) La ciencia de la felicidad. Barcelona; Uranos.
[17] Ehrenreich, Barbara (2011) Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo. Madrid; Turner Noema.