LAS
TRAMPAS DEL PENSAMIENTO POSITIVO
De
la psicología positiva a la política
Lic.
Fernando Britos V.
La psicología positiva (en
adelante PsP), como pretendida ciencia de la felicidad o del bienestar, es un
membrete cientificista que oculta su carácter ideológico y el papel que juega en
el pensamiento tradicional del capitalismo consumista[1] y en el Uruguay se ha transformado en el
excluyente motivo de la propaganda política de los blancos con miras a las
próximas elecciones nacionales.
Creer a
fuerza de repetir: oooommm - El
lado negativo de este presunto camino de la felicidad se revela a través de “la
tiranía de la actitud positiva” que promueve una multitud de “especialistas en
felicidad” (los llamados “hapiólogos” = don’t
worry be happy) como lo han señalado Barbara Held y Barbara Ehrenreich
(expondremos los argumentos de ambas más adelante).
Tradicionalmente este combo se
conforma no solamente con los “psicólogos positivos” sino con animadores
motivacionales, asesores de imagen, coaches,
publicistas, empresarios de la autoayuda, analistas económicos, corredores de
seguros y otros que actúan como pastores que parecen impulsar un nuevo tipo de
religión (Lazarus 2003).
Ser positivo, pensar
positivamente son lugares comunes en las exposiciones acerca de cómo hay que
encarar la vida, la política, los deberes cívicos. Lo positivo aparece como un
mantra [2] relativo a una especie de
magia simpática (Pérez-Álvarez, 2012)[3] como la que refiere James
Frazer en La Rama Dorada que
consiste en creer que “lo semejante produce lo semejante” por arte de magia.
Esta es la base de los manejos de los adivinos. [4]
Los antropólogos consideran que
el pensamiento mágico era un precursor del pensamiento científico que expresaba
la preocupación de las civilizaciones primitivas por controlar la naturaleza al
tratar comprender las relaciones
causa-efecto.
Sin embargo, en la actualidad,
esas formas de pensar denotan una profunda ignorancia, la indiferencia hacia el
conocimiento comprobable o, lo que es peor y frecuente, el intento por embaucar
o manipular a otras personas para obtener determinados beneficios (adhesiones,
contribuciones, votos, etc.).
Para la profusa literatura de
autoayuda - un negocio que reporta a sus promotores miles de millones de
dólares en todo el mundo a través de la venta de libros y videos, cursos,
conferencias, redes piramidales y la difusión de modas, estilos o amuletos – y
para la PsP - corriente
originada en los Estados Unidos ya en el siglo XXI - lo positivo funciona como
atracción para fenómenos positivos a través de una simpatía o relación mágica y
misteriosa entre lo que es semejante. De este modo se manifestaría una presunta
ley de la naturaleza por la que existe una atracción que conduce a
transformarse en aquello que más se piensa y listo: el pensamiento positivo es
el secreto de la felicidad [5].
Un gurú oscuro – Martin Seligman es el padre de la PsP, gran campeón del
pensamiento positivo y fundador del Centro de Psicología Positiva de la Universidad de
Pennsylvania. Sin embargo su fama proviene de investigaciones acerca de “la
indefensión aprendida” un concepto desarrollado por él a través de brutales
experimentos torturando perros ya en 1975 [6]. Seligman determinó
mediante sus experimentos que cuando a un ser se le castiga de manera continúa
sin importar lo que haga, desarrolla “indefensión aprendida”, deja de
responder, resistir o intentar salir de esa situación y se entrega pasivamente.
Este
“descubrimiento” interesó inmediatamente a las fuerzas armadas estadounidenses.
Seligman – que después se disculpó por
la atrocidad de sus experimentos con perros [7] – dio, desde el 2001, conferencias
sobre “indefensión aprendida” a los psicólogos militares que prepararon el plan
de torturas sistemáticas que se aplican en la “guerra contra el terrorismo” y
se ha transformado en un asesor de “los interrogatorios mejorados” aunque no
haya participado directamente en la tortura.
A
pesar de sus desmentidos y evasivas, las denuncias de la Coalición por una
Psicología Ética son concluyentes, la última indica que en febrero del 2010,
Seligman obtuvo un contrato directo [8] (sin licitación) por 31
millones de dólares por parte del ejército de los EUA para entrenar soldados en
“resiliencia” [9].
Poco
antes de empezar su lucrativa colaboración en el entrenamiento de torturadores,
Seligman había lanzado un nuevo enfoque de la psicología para el estudio de las
experiencias subjetivas y rasgos individuales positivos, de las instituciones
positivas y, en general, de la felicidad y del bienestar.
Tuvo
una revelación múltiple como dice Pérez-Álvarez (2012) y sostuvo haber tenido
una epifanía[10]
poco relacionada con la investigación científica y en particular con sus
propias investigaciones sobre psicología animal. Según Seligman su hija pequeña
le hizo reproches por ser muy rezongón y eso le condujo a una triple
conclusión: por un lado cayó en la cuenta que criar niños implica identificar y
cultivar sus mejores cualidades; por otra parte reconoció que efectivamente era
un rezongón y finalmente, lo más importante, sintió que la psicología como
ciencia y profesión había llegado a ser aburrida y demasiado apuntada a la
patología.
Aún
antes de esta revelación había trabado contacto con un socio, el croata Mihály
Csíkszentmihályi, que era profesor de psicología en diversas universidades estadounidenses
y había tenido su propia epifanía en la Europa de posguerra.
En
1997 Seligman fue elegido como Presidente de la Asociación Psicológica
Americana (APA) y fue contactado por Atlantic Philantropies, una fundación
establecida por el billonario Charles Phiney quien apoyó el lanzamiento de la Psicología Positiva
con un cheque de un millón y medio de dólares.
Después
vino la publicación de libros y el éxito no se hizo esperar, especialmente en
los Estados Unidos y en España, tanto en el medio académico – con proliferación
de cursos, conferencias, investigaciones y posgrados – como en la psicología
popular mediante la divulgación en los medios de comunicación y su
incorporación en la siempre redituable industria de la autoayuda. La PsP ha conseguido penetrar con
sus lemas en la salud, la educación, la política, la organización laboral, las
fuerzas armadas, la economía.
Los
últimos desarrollos promovidos por los progenitores de la PsP se basan en “la
construcción del bienestar”. En su proclamación de la nueva teoría del
bienestar, Seligman sostiene que los elementos de esta son cinco: la emoción
positiva (vida placentera), la entrega al momento presente (el fluir), el
sentido (el significado de la propia vida), los logros (lo que se consigue
debido a su “valor intrínseco”) y las relaciones con los demás.
“Pensamiento Positivo” e
industria de la felicidad – El secreto del éxito
instantáneo de la PsP
se debe, según Pérez-Álvarez (2012; 185) al hecho que llueve sobre mojado. El
pensamiento positivo se desarrolla sobre la base de la cultura religiosa
tradicional estadounidense, secularizada en un individualismo emprendedor y en
la persecución del éxito a cualquier precio como valores cumbre de la ideología
capitalista, todo lo cual es propagado, entre otras, bajo la forma de literatura
de autoayuda [11].
El
impulso hacia la búsqueda desmesurada de las emociones positivas no solamente
conduce a la trivialización de estas sino que ha desembocado en una verdadera
tiranía de la actitud positiva [12]. Los estadounidenses, por
ejemplo, no solamente viven bajo una presión histórica, omnipresente y
multiforme, hacia el optimismo y la persecución del éxito (fama y fortuna en la
tierra de las oportunidades) sino bajo expectativas y demandas para el
mantenimiento de una “actitud positiva” y “ganadora” en todo momento y a
cualquier costo. Esto redunda en ciertas formas de infelicidad por las que
muchas personas se sienten defectuosas o culpables por no sentirse bien o por
no alcanzar las metas grandiosas del éxito. Dicha infelicidad se agudiza porque
llegan a creer que sentirse mal o deprimirse no solamente es patológico sino
socialmente inaceptable e insoportable [13].
La
denominación “Psicología Positiva” surgió a mediados del siglo XX en el ámbito
de la llamada psicología humanista que terminó diluyéndose en miles de
movimientos de autoayuda. Los actuales adalides de la PsP procuran desmarcarse de la
autoayuda aduciendo que no forman parte de una corriente filosófica, religiosa
o espiritual, que no pretenden promover el crecimiento espiritual o la mejora
humana a través de métodos carentes de
base empírica y que no fomentan la autoayuda como ejercicios mágicos para
alcanzar la felicidad.
Estos
intentos se dan de bruces con las afirmaciones del propio Seligman que sostiene
que la regla de oro para medir el bienestar es el crecimiento personal y que el
objetivo de la PsP
es incrementar dicho crecimiento.
Tampoco
habrá que sorprenderse de que la religión encuentre afinidades en la PsP y ciertos ejercicios de
esta (como el perdón y el escrutinio de los pensamientos negativos) dado que estos
provienen directamente de la “cura mental” de estirpe religiosa. Los
movimientos evangélicos post calvinistas (evangélicos, pentecostales, etc.)
combaten los “pensamientos pecaminosos” y la PsP combate los “pensamientos negativos”. Las
similitudes son inocultables y se extienden alcanzando un vasto espectro
político cosa que cualquiera puede comprobar remitiéndose a las declaraciones
de la candidata Marina Silva, en Brasil, o de Lacalle Pou en Uruguay.
Uno
de los primeros cuestionadores de la
PsP, fue Richard Lazarus (2003, 176) [14] al sostener que las
similitudes entre esta y las sectas religiosas va más allá de los contenidos
que promueven y alcanza a su reacción ante las críticas porque sus promotores
parecen estar defendiendo una religión debido a “una visión desde lo alto que
está falsamente revestida de una llamada a la ciencia que nunca se
materializa”.
Aunque
tratan de despegarse de la autoayuda los principales progenitores de la PsP se han dedicado a escribir
manuales para alcanzar la felicidad. Pérez-Álvarez (2012; 186) señala que si
los propios líderes están en el negocio, ni que decir en lo relativo a la
enorme cantidad de “literatura basura” que vive de la “industria de la
felicidad”, no importa que la escriban célebres psiquiatras, psicólogos,
filósofos o economistas.
La
estrategia narrativa de la PsP
es similar a la de las promesas terapéuticas que caracterizan a la literatura
de autoayuda. En esta se coloca al lector o al espectador si es del caso, como
protagonista (capaz de ayudarse a sí mismo) mediante un individualismo
“positivo”. Los contenidos desarrollados
por los exponentes de la PsP
están llenos de retórica pseudocientífica, de definiciones tautológicas [15] y de correlaciones
abusivas que pretenden establecer relaciones causales, por ejemplo cuando se
dice que el bienestar produce salud en lugar de que la salud redunda en
bienestar, u otras obviedades que se presentan como “hallazgos”, como por
ejemplo las fórmulas que apuntan a que estar bien es más satisfactorio que
estar mal.
En
general, las investigaciones y experimentos de la PsP carecen de un respaldo
teórico serio, no tienen rigor metodológico pues por lo general se apoyan en
informes auto-referidos e intentan demostrar las cosas obvias con la apariencia
de gran aparato metodológico pero con evidencia empírica inexistente, hipótesis
sin fundamento, ausencia de estudios correlacionales y de controles adecuados.
Autoras
como Lyubomirsky [16], que presume de ser
científica, manejan una engañosa “ecuación de la felicidad” mediante la cual
asegura que “se puede ser un 40% más feliz” dado que la felicidad (H por happiness que equivaldría al 100%)
depende de “la situación de partida” (S, genéticamente determinada, a la que se
asigna un valor del 50%), más “las circunstancias de la vida” (C = 10%), más
“nuestra actividad deliberada” (A = 40%). Naturalmente el peso de cada
componente lo determina el Gran Bonete, es totalmente caprichoso, y las
unidades de medida son incomprensibles. Tal ecuación es una chantada.
La
investigación psicológica seria demuestra que los llamados pensamientos
positivos pueden ser perjudiciales
mientras que los que se supone negativos pueden ser beneficiosos en
ciertas situaciones. En psicología todo depende del contexto concreto en el que
los fenómenos tienen lugar. La psicología no es positiva o negativa y es una
ciencia ajena al aparentemente ingenuo esencialismo de la PsP.
Culpabilización de la víctima y
la trampa del pensamiento positivo – Aludiremos
ahora a dos peligrosas trampas del pensamiento positivo en materia de salud.
Una de ellas es la apelación al “espíritu de lucha” para combatir el cáncer y
la otra la de la “psicoterapia positiva” para combatir la depresión y alcanzar
la felicidad.
Se
ha demostrado que el “espíritu de lucha”, el cultivo de estados psicológicos
para fortalecer el sistema inmunitario, el transformar la adversidad en
beneficios y finalmente “el crecimiento postraumático”, propuestas muy recurridas de la PsP, carecen de efectos reales
y benéficos para la salud. Sin perjuicio de que “el espíritu de lucha” puede
ser una actitud útil y beneficiosa para muchas personas, el postulado del
“pensamiento positivo” como hallazgo científico se transforma en una verdadera
trampa en manos de la PsP.
Barbara
Ehrenreich en una de sus obras imprescindibles [17] dedica el primer capítulo
(Sonríe o muere. El lado bueno del cáncer,
51/52) a describir su experiencia como paciente y su descubrimiento de la tiranía
del pensamiento positivo en el campo de la salud.
He
aquí alguna de sus conclusiones: “hay quien dentro de este negocio de la cura
del cáncer , ha empezado a alzar la voz contra lo que se ha denominado ‘la
tiranía del pensamiento positivo’ (…) (citando a Penélope Schofield) Deberíamos
preguntarnos hasta qué punto tiene algún
valor fomentar el optimismo si con eso el paciente ha de disimular su angustia
pensando equivocadamente que así vivirá más (…) Si un paciente se siente
generalizadamente pesimista (…) es importante reconocer que estos sentimientos son válidos y aceptables”.
Ehrenreich
continúa diciendo que ella no está segura de que, “como sostienen muchos
psicólogos, sea malo reprimir los sentimientos, pero sí lo estoy de que algo va
mal cuando el pensamiento positivo ‘fracasa’ y el cáncer se extiende o resiste
al tratamiento. Porque entonces la paciente solo se puede culpar a sí misma: no
está siendo lo bastante positiva, posiblemente sea esa actitud suya, tan
negativa, lo que de hecho atrajo el cáncer”.
“El
cáncer de mama – concluye Bárbara Ehrenreich – ahora puedo decirlo con
conocimiento de causa, no me hizo más bella ni más fuerte ni más femenina, ni
siquiera una persona más espiritual. Lo que me dio, si es que a esto le
queremos llamar ‘don’, fue la oportunidad de encontrarme cara a cara con una
fuerza ideológica y cultural de la que hasta entonces no había sido consciente;
una fuerza que nos anima a negar la realidad, a someternos con alegría a los
infortunios y a culparnos solo a nosotros mismos por lo que nos trae el destino”.
En
cuanto a la “psicoterapia positiva” es claro que sus virtudes son exactamente
las mismas que las de cualquier abordaje psicoterapéutico y aun el sentido
común, es decir: la conveniencia de una actitud abierta que facilite una mejor
comprensión de la situación y un aprovechamiento de los recursos que se tienen
a mano para superar eficazmente los problemas de la vida cotidiana. En todo
caso, los ejercicios de la psicoterapia positiva (entre ellos Las Tres Cosas
Buenas, el Uso de las Fortalezas, las Visualizaciones) no han demostrado ser
superiores a un placebo en el tratamiento de la depresión.
Pensamiento Positivo y campaña
electoral 2014 – La consigna escueta del “pensamiento
positivo” que pretende exhibir las bondades del ser humano y de la vida tiene
también un lado oscuro y peligroso más allá de las trampas que señalamos antes.
En
relación con la sociedad y por ende con todos los fenómenos vinculados a ella,
como la política, el “pensamiento positivo” establece una antinomia, una
división por la que todos los pensamientos que no se adscriben son
“pensamientos negativos”. La división pretende colocar de un lado a los
optimistas, cordiales y macanudos y del otro a los pesimistas, los realistas
que naturalmente no comulgan con su visión.
Esa
división no solamente procura galvanizar a sus seguidores, de modo que toda
duda o emoción incómoda sea considerada anatema, sino que se asemeja a concepciones
del fundamentalismo religioso que – como
dijimos antes - velan por las virtudes (naturalmente auto atribuidas)
enfrentando a los pecados. Sin embargo, los hechos son objetivos no son “positivos”
o “negativos”, con independencia del contexto social y político, sino
concretos: tienen una historia y se producen en un contexto social y cultural
específico.
Las
características banalizadoras del “pensamiento positivo”, individualista y
filosóficamente idealista y alucinado, no solamente sirven para
descontextualizar y por lo tanto para fundamentar un discurso político
totalmente hueco (el arte de no decir nada) basado en una serie de mantras (“Uruguay por la positiva”,
“somos aquí, somos ahora”) que ocultan la falta de sustancia y el ocultamiento
del pasado y del futuro en que se viene apoyando, en forma ejemplar, el formato
de la campaña del candidato presidencial del Partido Nacional ya desde las
elecciones internas de su colectividad.
Las
razones para esos rasgos de campaña están íntimamente relacionadas con el
“pensamiento positivo” y la “PsP” que toma a los individuos como unidades
(visión desde arriba) y que se concentra en el presente. En efecto, para esta
corriente de pensamiento lo importante es el presente, el pasado no cuenta y el
futuro será aquello que el individuo desee con suficiente fuerza. Si después se
fracasa no se buscarán responsabilidades o determinantes concretos en la
realidad sino en una presunta falta del “positivismo” necesario.
Este
estilo político tan típicamente estadounidense en su concepción ideológica y
operativa está diseñado especialmente para Luis Lacalle Pou al punto que podría
decirse que la estrategia de campaña escogió a su candidato y no a la inversa. Aun
así no es original y ha sido aplicado en otros países (un ejemplo es la campaña
de Mauricio Macri en Buenos Aires).
La
estrategia “por la positiva” es un traje de medida que difícilmente podría
haber investido el perdidoso de las elecciones internas de su partido, Jorge
Larrañaga. Es más, a la luz de lo que hemos dicho, cabe preguntarse si el el
Dr. Larrañaga hubiera podido ganar esas elecciones internas ante un candidato
totalmente inexperiente y frívolo pero vástago de una dinastía política ultra
conservadora, que contaba con el aparato e ingentes medios económicos y, sobre
todo, con una armazón propagandística montada sobre el “pensamiento positivo”.
Nuestra respuesta es que sin un autismo deliberado respecto al pasado y a las
políticas que representa, el triunfo interno de Lacalle Pou no hubiera sido
posible.
Por
otra parte, desde el punto de vista de la psicología (que en esto coincide con
las demás ciencias sociales y políticas), el “pensamiento positivo” y su aparente
panglossianismo (vivir en el mejor de los mundos posibles) evita mirar una
parte de la realidad y con ello conduce a la ausencia de compromiso con la
realidad social, a una pérdida de sensibilidad, de solidaridad, de consciencia
y consiguientemente a una disminución en el grado de responsabilidad y de
apertura hacia dicha realidad lo que, en política y en un legislador o
cualquier otro ocupante de un cargo de gobierno, puede tener perjudiciales
resultados para nuestra sociedad.
El
peligro de estas aplicaciones del “pensamiento positivo” radica en la sobre simplificación de la
experiencia humana y, en particular, de la política. En efecto, el lanzamiento
de promesas y de anuncios ambiguos puede ser una tónica típica de las campañas
electorales pero el problema no radica en lo que se dice sino en lo que no se
dice, en la preservación de las intenciones sobre todo cuando estas se auguran “negativas”
y por ende deben ser silenciadas. El
engaño y embelesamiento del “pensamiento positivo” se apoya en el ocultamiento
de lo “negativo” mediante un gran sofisma de distracción que permite eludir la
mención a las verdaderas intenciones.
Hasta
ahora el candidato blanco ha podido manejar el libreto del “pensamiento
positivo” con pocos contratiempos pero sucede que, en términos futbolísticos,
casi nadie ha rematado al arco que él defiende. El tema central muy repetido
dice “cuando seamos gobierno conservaremos todo lo bueno que ha hecho el Frente
Amplio pero corregiremos todo lo malo gestionando mejor”; “no descalificaré a
nadie porque lo nuestro es por la positiva”, “somos el cambio, gobernaremos con
los mejores del partido que sea” y una serie de variantes de estos mismos
versos. Esa estrategia tiene como propósito fundamental evitar definiciones y
compromisos con la realidad que pueden resultar negativos desde el punto de
vista electoral.
Obsérvese
que el Dr. Lacalle Pou, aunque aferrado al libreto y con medios por lo general
complacientes, ha dado sin embargo algunos rebotes riesgosos, saliéndose de la
conducta “positiva”. Ejemplo son los tropiezos reiterados y rebobinados de
apuro cuando ha topado con la realidad y se ha salido de la verborragia
preservativa de lo “positivo”: cancelación de la búsqueda de desaparecidos
durante la dictadura, liquidación de los Consejos de Salarios, derogación de la Ley de Responsabilidad Penal
Empresarial y de las ocho horas para los trabajadores rurales, etc.
Explicar
esas salidas del libreto “positivo” como descuidos del candidato blanco no
llega al fondo de la cuestión. El fondo radica precisamente en el esencialismo
abstracto y pertinaz del “pensamiento positivo” y en su desprecio por las
circunstancias concretas del contexto social, cultural, político. Positivo y
negativo no son valores abstractos sino concretos. De este modo y por ejemplo,
lo que es positivo y arranca aplausos en una audiencia de poderosos
empresarios, en el glamour de Punta
del Este (la derogación de la Ley
de Responsabilidad Penal Empresarial) , es altamente negativo en relación con
la vida misma de la enorme mayoría de la ciudadanía.
La
actitud prepotente que ha mostrado el “candidato positivo” cuando los
periodistas insisten en preguntarle sobre cuestiones que los diseñadores de la
campaña y él mismo consideran negativas y por ende evitables (recuérdese la
réplica amenazante que le lanzó, como jugando, a la periodista Sonia Breccia
para neutralizar sus preguntas) no es solamente un desplante coherente con su historia y antecedentes como pendenciero “niño bien” sino un mandato de la estrategia tutelada
por la PsP:
evitar a cualquier costo los temas peliagudos, refugiarse en las generalidades,
prometer sin comprometer (a fuerza de vaguedades).
Nadie
puede llamarse a engaño. Cuando el candidato Lacalle Pou promueve como futuros
ministros a técnicos sin filiación política o sin experiencia política alguna
está siguiendo rigurosamente el libreto del “pensamiento positivo”. La política
de su partido parece conducir, inexorablemente, a un retorno a las recetas económicas
de choque de los neoliberales que fueron desechadas por el Frente Amplio hace
diez años.
Este
retorno a las líneas de contracción, liquidación del gasto social y austeridad
(naturalmente que para los trabajadores) augura una reversión generalizada que
presupone un ajuste fiscal para hacer una distribución regresiva del ingreso en
favor de la clase alta y para anular conquistas sociales de los trabajadores y
de la población en general. Sin embargo, esto no puede ser reconocido, sería
demasiado “negativo”. Por ejemplo, nombrar ahora al Dr. Ignacio de Posadas, un
despiadado neoliberal y “gran ajustador”, como futuro ministro de economía
haría estallar la burbuja azul del “Uruguay positivo”.
[1]
Binkley, Samuel (2011) “Situating Psychological Well-Being: Exploring the
Cultural Roots of Its Theory and Research” En Subjectivity, 4 (4), 371-394.
Cabanas,
Edgar y Sánchez, José Carlos (2012) “Las raíces de la Psicología Positiva”
En: Papeles del Psicólogo, Vol.33(3)
pp.172-182 (se accede en www.papelesdelpsicologo.es).
[2] Este término proveniente
del sánscrito recuerda las palabras o canciones litúrgicas orientales y en
psicología se utiliza como figura
retórica para significar la repetición neurótica destinada a fijar y
reforzar un pensamiento circular.
[3] Pérez-Álvarez, Marino
(2012) “La
Psicología Positiva: magia simpática”. En: Papeles del Psicólogo, Vol.33(3)
pp.183-201. (se accede en www.papelesdelpsicologo.es).
[5] En la cuenta oficial de
Twitter de la lista 400 exhiben el siguiente lema: “Una persona convierte sus problemas en retos, nunca en obstáculos. Ser
feliz es gratis” o “El objetivo mejor
es ser mejor”.
[6] Seligman, M. E. P. (1975). Helplessness: On
Depression, Development, and Death. San
Francisco: W. H. Freeman.
[7] “Me costaba lo indecible
infligir sufrimiento a los animales” sostuvo púdicamente en su libro La vida
que florece (2011; 220).
human rights – ethics – social
justice. www.ethicalpsychology.org - Martin
Seligman, the American Psychological Association, and US Torture: Basic
Facts.
[9] La resiliencia es uno de los caballitos de
batalla de la PsP
y una fuente de negocios. Se trata de la presunta capacidad para
sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. La PsP dice ser capaz de enseñarla
de modo que quien alcanza una resiliencia adecuada puede sobreponerse a contratiempos o incluso
resultar fortalecido por éstos. Los españoles dicen que el barbarismo equivale,
en castellano, a “entereza”. El problema radica en la pretensión conductista de
que esa entereza es
independiente
del contexto y en que su aprendizaje es el resultado de una mera repetición de
consignas simplistas o de un entrenamiento brutal y despersonalizador como el
que se aplica en los cuerpos militares de elite.
[10] La epifanía (del griego
"manifestación") es un acontecimiento religioso, una revelación. Para
muchas culturas las epifanías corresponden a apariciones
en donde los profetas, chamanes, médicos, brujos u oráculos interpretaban
visiones más allá de este mundo.
[11] La autoayuda, término
que resulta del inglés self-help, se
refiere a la gestión del comportamiento y los afectos con argumentos típicos
del capitalismo contemporáneo.
Cfr.
Ampudia de Haro, Fernando (2006) “Administrar el yo: literatura de autoayuda y
gestión del comportamiento y los afectos. En: Revista Española de
Investigaciones Sociológicas REIS ; (Acceso dialnet.unirioja.es/servlet/extaut?codigo=1756267).
[12] Held, Barbara S. (2002) “The tyranny of the positive attitude in America:
observation and speculation”. En: Journal of
Clinical Psychology. 2002 Sep; 58(9):965-91.
Held, Barbara S. (2004) The Negative Side of Positive Psychology.
En: Journal of Humanistic
Psychology; 2004; 44; 9 (se accede a la versión on line en http://jhp.sagepub.com/cgi/content/abstract/44/1/9)
[13] Prieto-Ursúa, María
(2006) Psicología Positiva: una moda polémica. En: Clínica y Salud [online]. 2006, vol.17, n.3, pp.
319-338. ISSN 1130-5274. (se accedió en http://scielo.isciii.es/scielo.php).
[14]
Lazarus, Richard (2003) “The Lazarus manifesto for positive psychology and
psychology in general”. En: Psychological
Inquiry, 14, pp.173-189.
[15] Tautología (del griego
“decir lo mismo”) es una figura lógica y especialmente retórica que
no es más que una afirmación obvia, vacía o redundante. Las tautologías suelen
ser la repetición de un pensamiento expresado de otro modo, por ejemplo:
sostener que estar bien produce bienestar.
[16] Lyubomirsky, Sonja
(2008) La ciencia de la felicidad. Barcelona;
Uranos.
[17] Ehrenreich, Barbara
(2011) Sonríe o muere. La trampa del
pensamiento positivo. Madrid; Turner Noema.
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