domingo, 25 de marzo de 2018

Aparte de mi este cáliz


APARTA DE MI ESTE CÁLIZ

¡Entrelazándose hablarán los mudos, los tullidos andarán!
¡Verán, ya de regreso, los ciegos
y palpitando escucharán los sordos!
¡Sabrán los ignorantes, ignorarán los sabios!
¡Serán dados los besos que no pudisteis dar!
¡Sólo la muerte morirá!

(César Vallejo, 1938)

Lic. Fernando Britos V.

PSICÓLOGOS Y MANIPULADORES - Aleksandr Kogan, el joven psicólogo británico de origen moldavo, que produjo la aplicación “thisisyourdigitallife” para la discreta empresa manipuladora londinense Cambridge Analytical, fue un peón de los que lamentablemente, en nuestra profesión, hay cientos de miles por todo el mundo. La determinación de los perfiles psicológicos y las colecciones de rasgos tienen antecedentes basados, en lo fundamental, en la desesperación clasificatoria y represiva del conductismo y en las elucubraciones pseudocientíficas de Carl Jung.
Cambridge Analytical no es la única impresa de este tipo, hay cientos. De esta se sabe que sus socios son la corrupta realeza británica, los megamillonarios y las fuerzas armadas. Vamos a entendernos: esta gente no solamente vende información para manipular elecciones, está probado que ofrece otros servicios como el montaje de escándalos sexuales, campañas de enchastre y posiblemente actúen como intermediarios para delitos de sangre, atentados y asesinatos selectivos. Es posible que siguiendo las huellas de estas organizaciones se pueda llegar a los autores del atentado contra el ex- espía ruso o a la reciente y misteriosa muerte de Adrián Lamo, el hacker colombo-estadounidense que denunció a la soldado Manning y compartió con ella secretos que no han sido desvelados.
Muchas veces hemos denunciado el engaño que suponen los tests de personalidad, mal concebidos (carentes de validez y confiabilidad) y mal aplicados (en la medida en que cualquier se cree habilitado para “descubrir la personalidad profunda” mediante cuestionarios, manchas de tinta, figuras ambigüas, etc. Hay miles de charlatanes promoviendo tests de personalidad y herramientas para hacer autoanálisis, selección de personal y otros engaños. El negocio de la llamada autoayuda como los horóscopos se desplazó hace tiempo de la revistas de variedades y de la farándula, al campo inmenso de la informática y más específicamente al de las llamadas redes sociales. Facebook y las empresas de su propiedad: Instagram, WhatsApp, Oculus VR y PrivateCore, además de Twitter y otras menores, tienen más de 1.500 millones de usuarios en todo el mundo.
El poder de estas redes es impresionante. Su capacidad de recopilación y correlación de la información mediante algoritmos supera lo creíble desde los domicilios y lugares de trabajo, los viajes que se hacen, las cosas que se compran, lo que se piensa, lo que se critica, lo que se vota, las horas a las que se duerme, las lecturas que se hacen, los programas que se ven, la música que gusta, sirven para diseñar esos “perfiles”.
Facebook conoce perfectamente la imagen de sus usuarios o mejor dicho, todas sus imágenes, porque los ha estado observando desde que abrieron sus cuentas. El sistema de reconocimiento facial perfeccionado por Facebook es capaz de identificar a una persona con un 98% de precisión y puede distinguirla entre 800 millones de fotografías en menos de cinco segundos.
Una vez que el usuario abrió su cuenta en Facebook ya no puede escapar aunque la cierre. Muchas personas no se han dado cuenta que al ingresar han aceptado una forma contractual, un permiso, que bajo el título "Licencia y términos de uso" resulta inevitable: "Usted le otorga a Facebook el derecho irrevocable, perpetuo, no exclusivo, transferible y mundial (con la autorización de acordar una licencia secundaria) de utilizar, copiar, publicar, difundir, almacenar, ejecutar, transmitir, escanear, modificar, editar, traducir, adaptar, redistribuir cualquier contenido depositado en el portal". Esto si que es entregarse atado de pies y manos a cualquier tipo de manipulación, espionaje y otros usos indebidos.
Mark Zuckerberg y otros padrinos de las redes se han enriquecido enormemente traicionando a sus clientes. Siempre han vendido los datos de sus usuarios con fines comerciales o lo que es peor para que los Estados y poderosas organizaciones internacionales manipulen el “consumo” de ideas, candidatos y las mentes de los ciudadanos. Estas megaempresas son simples intermediarios dedicados a recopilar información de todo tipo para venderla. No prestan un servicio público son abusadores de la fe pública, simples alcahuetes del gran capital y los servicios de inteligencia.
Quien crea que estos fenómenos son exagerados puede hacer la prueba con cualquier aplicación de negocios, por ejemplo “Mercado Libre” o “Woow”. Si cualquiera ingresa en esos sitios buscando, digamos carpas o mochilas, seguirá recibiendo en su dirección electrónica cientos de ofertas y promociones que los operadores de esos sistemas consideran que forman parte del interés permanente del potencial cliente: artículos de camping, prendas de ropa, calzado, canoas, botes de caucho, cuchillos, armas de caza, avíos de pesca, etc. y seguirán haciéndolo durante meses y años.
Las empresas de manipulación de la “opinión pública” no se limitan a clasificar intereses y apropiarse de direcciones electrónicas sino que van por todo. Cualquier información, cualquier imagen, números, letras, códigos, preferencias, paseos, fantasías, las personalidades alternativas que muchos usuarios crean para alternar con otras personas, todo será utilizado para enriquecer la base de datos multidimensional.
Las rifas que las grandes superficies organizan, ahora ofreciendo como premio viajes para presenciar el mundial de fútbol en Rusia, o autos 0 kilómetros, etc. son una forma baratísima y muy elemental de conseguir una masa de información sustancial. Obtendrán nombres y apellidos, documentos de identidad, domicilios, teléfonos de linea y celulares, direcciones electrónicas. Después del sorteo en que invertirán unos pocos miles de dólares tendrán una información precisa sobre los clientes que ingenuamente se ilusionaron con los premios prometidos. Lógicamente después de haber dado esa información la persona pierde totalmente el control de la misma. Pueden venderla, prestarla o aplicarla con cualquier propósito, legal o ilegal.
SECRETISMO Y SUS CÓMPLICES - Muchos de los escribanos, agentes inmobiliarios y otros intermediarios que se mueven en el terreno de abultadas transacciones protesten contra la Ley de Inclusión Financiera. La mayoría de ellos han hecho del secreto su negocio y por ende, por acción o por omisión, suelen ser cómplices de las evasiones impositivas y los delitos tributarios como precedentes del lavado de activos. Hasta aquí el secretismo herido por la norma pero lo que llama la atención es que muchos de estos personajes que protestan contra las leyes que dan transparencia y seguridad a las transacciones se encuentren ingenuamente presentes, a título personal, en las llamadas redes sociales.
Nada de esto es novedoso, mucho antes del desarrollo de Internet había esquemas piramidales de estafa, las cadenas que podían aparecer como inocentes y desprovistas de fines dinerarios, por ejemplo las llamadas “cadenas de oraciones”, que sin embargo servían y sirven para detectar personas sensibles a la apelación que manejan los promotores del mecanismo.
Para no caer en manos de los traficantes de información personal, lo mejor es abstenerse de participar en las redes. El primer principio si se desea mantener una página de esas es ser absolutamente selectivo con las “amistades”, limitarse a las personas que se conozca personalmente, sospechar de las personalidades fraguadas y no darles entrada. Por otra parte, todas las aplicaciones entrañan peligros y se debe estar atento. Como es sabido, los crímenes más repugnantes, los atentados pedofílicos y el asesinato de niñas, niños y jóvenes, invariablemente tienen una vinculación con una relación virtual a través de las redes.
Los especialistas recomiendan que los usuarios de Facebook accedan a la opción Configuración ubicada en la parte superior derecha, para ingresar después al menú lateral izquierdo y elegir la opción Aplicaciones. Dentro de Aplicaciones se podrá ver todos los desarrollos que utilizan la cuenta de Facebook para ingresar a los respectivos servicios. Cada uno de estos permisos se debe remover si se trata de un servicio no reconocible o sospechoso y cabe decir que la enorme mayoría lo son, porque se trata de anzuelos para rastrillar información personal.
Quienes no desean utilizar la cuenta de Facebook en ningún otro servicio deberán elegir la opción "Aplicaciones, sitios web y plugins" y desactivar la plataforma que permite utilizar el perfil de la red social para acceder a otros sitio web o aplicaciones. También se puede editar la información suele chupar el creador de una aplicación, un juego o un sitio Web (fecha de nacimiento, datos biográficos y muchas otras categorías de información) pero estas medidas son simples paliativos que no resuelven el problema.
Si se limita al máximo el acceso a todos estos datos algunas aplicaciones o sitios Web pueden dejar de funcionar y no hay que lamentarlo porque es la prueba de que un objetivo central de tal aplicación es el “rastrillaje” de datos personales. Aunque Facebook asegura que, desde 2015, no permite que se hagan recopilaciones de datos como las que realizó Kogan es claro que esas afirmaciones no merecen el menor crédito. El esquema de negocios de Facebook es la venta de información de sus usuarios y si dejara de hacerlo desaparecería. Resistirán, se reciclarán, pagarán multas y perderán algunos miles de millones de dólares pero sobrevivirán.
Su poder de investigación y manipulación no tiene límites éticos, es oscuro y de vez en cuando trasciende, estalla un escándalo como el de ahora, pero pronto vuelven a las andadas. Esta perversión de la psicología consiste en seleccionar a las personas según parámetros sociales, políticos, religiosos, étnicos, confesionales y profesionales, para incidir sobre todos los campos de la actividad humana. Detrás de los aspectos meramente comerciales se dibuja un sueño nazi, ominoso, de manipulación genética y de selección racial, para el desarrollo de superhombres y supermujeres. Es a los usuarios a quienes nos corresponde apartar de nosotros este cáliz envenenado. Como decía Vallejo sólo la muerte debe morir.

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