jueves, 7 de febrero de 2013

Documental explosivo y trascendente



THE GATEKEEPERS: UN DOCUMENTAL EXPLOSIVO
Seis ex jefes de los servicios secretos israelíes reclaman el cese de la violencia y la convivencia pacífica con los palestinos
Lic. Fermamdo Britos V.
The Gatekeepers (traducible como “Los guardianes de la puerta”) ganó el premio de la Sociedad Nacional de Críticos Cinematográficos de los Estados Unidos como mejor documental y compite por el Oscar en su categoría. Su director Dror Moreh consiguió reunir testimonios y análisis de los seis ex jefes del Shin Bet (el Servicio de Seguridad, la policía secreta de Israel).
Los seis entrevistados enviaron agentes, con riesgo de sus vidas, a territorio enemigo para secuestrar y asesinar. Los seis autorizaron torturas en interrogatorios brutales de presos llevados a cabo sistemáticamente por los servicios de seguridad. Ellos convencieron a otras personas para que traicionaran a su patria y ordenaron asesinatos selectivos. Los seis dirigieron el Servicio de Seguridad (en el periodo comprendido entre 1980 y 2011), el Shin Bet, encargado de la seguridad interna y del combate contra los terroristas palestinos y, en general, contra todo lo que consideran una amenaza contra su país. Todos tuvieron a su disposición un poder ilimitado y grandes medios técnicos. Todos  ejercieron ese poder bajo la consigna de proteger a la población israelí pero el precio humano y moral que este objetivo demandó fue abrumador.
Los seis se presentaron delante de una cámara y produjeron sorprendentes revelaciones y desgarradoras visiones internas del conflicto más prolongado y sangriento de la historia contemporánea. Se dice que es fascinante escuchar el análisis de la realidad, que hacen individuos involucrados en los aspectos más violentos y crueles del conflicto entre israelíes y palestinos”. Moreh no solamente consiguió obtener reconocimientos francos y directos y análisis efectuados por los ex jefes del Shin Bet. Estos también reconocieron errores que cometieron mientras estaban al mando y apuntaron críticas al más alto nivel dirigidas a los dirigentes políticos de los que ellos dependían.
“La paz no se crea por medios militares. Se debe construir la paz a través de relaciones de confianza, ya sea después de las campañas militares o sin hostilidades. Como alguien que conoce bien a los palestinos, digo que no debería haber problema para crear genuinas relaciones de confianza con ellos”. Esto es lo que dice – por ejemplo-  Avi Dichter que fue Jefe del Shin Bet entre 2000 y 2005.
“En el Estado de Israel no podemos darnos el lujo desmesurado de no hablar con nuestros enemigos” dice Avraham Shalom quien estuvo al mando del Shin Bet entre 1980 y 1986. “Debemos hablar con todos los que deseen hablar con nosotros – sostiene – incluyendo a Hamas, la Jihad islámica y el Presidente de Irán, Muhamad Ahmadinejad. Aunque su respuesta sea insolente estoy a favor de continuar dialogando. No hay alternativa”. “En la naturaleza de los profesionales de la inteligencia está el hablar con todo el mundo. Esta es la forma de captar el fondo de las cosas. Yo me doy cuenta que él no come vidrio y el ve que yo no bebo petróleo”.
La película incluye un texto del filósofo Yeshayahu Leibowitz, ya fallecido, que data de 1968, exactamente un año después de la Guerra de los Seis Días : “un país que controla una población hostil de un millón de extranjeros será necesariamente un Estado de los servicios de seguridad, con todo lo que esto requiere, con implicancias sobre la educación, la libertad de expresión y pensamiento y el gobierno democrático. La corrupción que caracteriza a todos los regímenes coloniales también infectará al Estado de Israel. La administración deberá, por un lado, manejarse con la supresión de los movimientos rebeldes de los árabes y , por otro, cultivar quislings, árabes traidores”. Yuval Diskin, que dirigió el Shin Bet entre 2005 y 2011, “estoy de acuerdo con cada una de esas palabras”.
En la película, Ami Ayalón – jefe del Shin Bet entre 1996 y 2000 – cuestionó la eficacia de los asesinatos selectivos de los líderes espirituales del enemigo y Canni Gillon, el inmediato predecesor de Ayalón, piensa que Israel podría sufrir otro asesinato político perpetrado por los fanáticos ultraortodoxos israelíes, que se agregaría al del Primer Ministro Yitzak Rabin en 1995, cuando llegue la hora de evacuar los asentamientos ilegales que se han montado en los territorios palestinos ocupados de la orilla occidental del Jordán.
Por su parte, Jacob Peri, que dirigió el Shin Bet de 1988 a 1994, reconoció que cualquiera que haya servido en el Shin Bet y recuerde los operativos nocturnos que incluían la violenta irrupción en los hogares de familias aterrorizadas “se vuelve un poco izquierdista”.
Los seis ex directores del Shin Bet también reconocen que la ocupación de los territorios palestinos inflige un grave daño al bando israelí. El futuro es negro – advierte Shalom en uno de los comentarios centrales del filme – acarrea un cambio en la naturaleza de la población porque está poniendo a la mayoría de nuestros jóvenes en el ejército y allí ellos ven las contradicciones. Por un lado se pretende que es un ejército del pueblo y por otro se actúa como un cruel ejército de ocupación, similar a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
La primera proyección pública de la película tuvo lugar a mediados del año pasado en Jerusalén. Entonces Moreh señaló que la idea para hacerla surgió en el 2008 cuando estaba trabajando en su película “Sharon” (relativa a la trayectoria del belicoso general y Primer Ministro Israelí que se encuentra en coma desde hace siete años por un accidente cerebrovascular). En una entrevista con Dov Weisglass, que fue Jefe de Gabinete de Sharon,  éste le contó que el hombre que fue el principal halcón de la política israelí, promotor de los asentamientos ilegales en territorios ocupados, de la represión violenta y de las provocaciones que llevaron al desencadenamiento de la primera intifada, había quedado muy impresionado en el año 2003 cuando cuatro ex jefes del Shin Bet declararon que Israel se encaminaba a un callejón sin salida si Sharon seguía conduciéndolo como lo hacía. Lo que conmovió a Sharon era que esas declaraciones provenían del corazón mismo de su sistema militar y de seguridad.
Moreh también fue influenciado por un filme de Errol Morris, “The Fog of War”, sobre los actos del Secretario de Defensa de los Estados Unidos Robert McNamara. Al inicio se puso en contacto con Ayalón y éste no solamente se avino a participar sino a convidar a otros cuatro colegas para hacerlo. El convite fue aceptado sin vacilaciones y Diskin, que por aquel entonces, era el Jefe del Shin Bet se sumó al proyecto después de su retiro.
The Gatekeepers es una co-producción Israelí, francesa y belga. Demandó tres años de trabajo y costó un millón y medio de euros (contó con el apoyo económico del Canal 1 y de la Fundación Yehoshua Rabinowitz). Se desarrolla cronológicamente desde 1967 a la fecha y explora algunos de los acontecimientos clave en el conflicto entre israelíes y palestinos. Los jefes del servicio secreto de Israel describen las dificultades, los desafíos, las discusiones y los dilemas morales suscitados por los arrestos masivos de palestinos, la primera intifadah, los atentados suicidas, las manifestaciones de los ultraderechistas contra los Acuerdos de Oslo, el asesinato de Rabin, la segunda intifada y el incidente del Ómnibus 300, en 1984.
En este último caso, unos palestinos secuestraron un ómnibus israelí. Entonces fueron reducidos y capturados con vida por el Shin Bet. Los periodistas los mostraron cuando eran retirados, maniatados, de la escena del secuestro pero fueron asesinados a sangre fría más tarde. Una investigación posterior demostró que la orden para asesinarlos fue dada por el entonces Jefe del Shin Bet, Avraham Shalom. El episodio hizo tambalear al gobierno israelí de entonces y motivó la renuncia de Shalom. Al principio de las entrevistas este se negó a referirse al caso pero después de varias horas de trabajo se avino a hacerlo lo cual le da a su testimonio un inmenso valor.
Nacido en Viena, Shalom fue golpeado por sus condiscípulos, en 1938, durante la Noche de los Cristales Rotos. En 1960, comandó sobre el terreno el secuestro del nazi Adolf Eichmann en Buenos Aires y lo condujo a Israel para ser juzgado y colgado. Es Shalom quien aduce en su testimonio que Israel está haciendo lo mismo que hizo el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial: “nos hemos vuelto crueles” dice al señalar que la ocupación de los territorios palestinos es un crimen equiparable a los cometidos por los nazis en la Europa ocupada.
Para la película no solamente se emplearon más de setenta horas de entrevistas a los seis capos de la seguridad israelí sino miles de horas de material de archivo y documentos. También se emplearon reconstrucciones animadas en 3D de algunos episodios, particularmente el secuestro del Ómnibus 300 y su desenlace.
Un monólogo de Yuval Diskin acerca del efecto que produce decidir quitarle la vida a un ser humano fue colocado al principio del filme. Diskin, junto con el entonces Jefe de Estado Mayor del ejército israelí Moshé Ya’alon actual miembro del gabinete de Netanyahu), son considerados los padres de los asesinatos selectivos.
El director de la película sostiene que lo que más le interesa son los aspectos psicológicos que motivan a una persona y sus dilemas morales. Los miembros del Shin Bet no son más que emisarios, ha dicho Moreh, enviados por el Estado de Israel para tratar el conflicto entre israelíes y palestinos por cuenta de su país, para hacer el trabajo más sucio, brutal y despiadado.
Cuando se le preguntó a Moreh acerca de la relación entre los jefes de seguridad y los gobernantes dijo que este era un asunto complicado, en primer lugar porque él supone que algunos de los que testimoniaron elaboraron su punto de vista actual sobre lo que les había tocado vivir después de haber pasado a retiro. Por otra parte, todos los jefes del Shin Bet son funcionarios públicos que dependen del más alto nivel del gobierno y cuando Moreh les preguntó sobre su relación con sus jefes políticos todos dijeron que habían planteado sus puntos de vista, muchas veces discrepantes, con claridad. Diskin recordó que a veces en entrevistas privadas con el Primer Ministro la discusión era tan fuerte y la gritería tan grande que desde afuera no se habría sabido quien era el jefe del Shin Bet y quien el titular del gobierno.
Moreh señala que no cree que los jefes de seguridad hayan expresado sus ideas políticas en la película, ya sean de izquierda o de derecha, sino que son hombres pragmáticos que alcanzaron una profunda comprensión acerca de lo que ha costado, está costando y costará el conflicto entre Israel y Palestina si se sigue manejando como se lo ha hecho hasta ahora. Ellos fueron los encargados de usar la fuerza, contando con un inmenso poder para eliminar a los enemigos señalados por el gobierno y lo hicieron implacablemente pero ahora se presentan y dicen basta ya, no es posible seguir por este camino, la fuerza brutal no ha dado resultados y no resultará en el futuro.
De las declaraciones de Moreh, de las entrevistas con los jefes de seguridad y de la película misma no es posible extraer la conclusión que exista algún tipo de “solidaridad entre guerreros”. Los jefes del Shin Bet no tienen simpatía alguna por sus colegas palestinos. Tampoco son pacifistas, vegetarianos o arrepentidos, siguen siendo “tipos duros”  pero  Moreh - que es un reconocido hombre de izquierda, partidario de la coexistencia pacífica y equitativa de dos Estados (Israel y Palestina) y de la devolución integral de los territorios ocupados, tenaz opositor a Netanyahu – no puede ser acusado de panfletario o manipulador a pesar de la gritería que ha desatado su filme en el gobierno de su país, entre los fanáticos ultranacionalistas y en general en la derecha y los medios conservadores a nivel mundial.
Los ex jefes del Shin Bet dicen que los dirigentes políticos y diplomáticos de Israel están llevando al país por un camino errado y que lo primero que deben hacer los israelíes es ocuparse de lo que ellos están haciendo, de los resultados inútiles y negativos de la represión y el terrorismo de Estado que ejercen en los territorios ocupados y contra los palestinos.
Moreh dice haberse vuelto más pesimista acerca de las perspectivas del conflicto después de hacer la película. Él cree que Israel ha llegado a un punto de no retorno y que será muy difícil evitar un desenlace catastrófico para su país porque (asesinado Rabin el 4 de noviembre de 1995) estima que no hay quien sea capaz de encaminarlo lealmente hacia una salida pacífica. En tanto asegura que los ex jefes del Shin Bet son, en general, fuertes críticos pero más optimistas que él, porque le dicen que surgirán dirigentes capaces de resolver el problema.
El filme de Dror Moreh (que dicho sea de paso compite por el Oscar a mejor documental con otros cuatro títulos, entre ellos otro israelí, “Cinco cámaras rotas”) ya ha alcanzado gran reconocimiento internacional y es un documental de éxito mundial independientemente de los premios que pueda recibir en estos días.
Moreh pretendía, y vaya si parece haberlo logrado, crear una película con testimonios de personas que nadie pudiera desmentir diciendo que no conocían bien el tema, un filme cuyo material sustancial proviene directamente del corazón de los servicios secretos de Israel, gente que lidió con el conflicto entre israelíes y palestinos durante toda su vida adulta, que empezaron su carrera desde abajo como espías y agentes clandestinos hasta llegar a dirigir, durante años, el Shin Bet (la seguridad interna mientras que el Mossad se ocupa de la “seguridad externa” jugando un papel internacional similar al de la CIA desde los Estados Unidos).
Todos los exjefes del Shin Bet dependían directamente del Primer Ministro de Israel y todos los que aún viven participaron activa y voluntariamente en la película. Aunque Moreh ha sido acusado de hacer propaganda anti israelí y de sacar de contexto las declaraciones de sus entrevistados, esas acusaciones no resisten el menor análisis. The Gatekeepers es indudablemente un filme político pero el director no ha tenido la más mínima intención de manipular a sus testigos o a los espectadores: se dice que el remordimiento y la incredulidad en los rostros de los exjefes del Shin Bet son muy expresivos y, por otra parte es claro que están decididos a hacerse oir, que no son personas como para ser inducidas o coaccionadas para decir algo que no desean decir o que desconozcan en profundidad cada detalle de los temas sobre los que están opinando.
Por eso la película resulta explosiva y su crítica a la política y las tácticas del gobierno israelí en el manejo del conflicto con los palestinos es sencillamente demoledora. Hace unos meses un ministro del gabinete de Nethanyahu acusó a Moreh, en una audición radial, de manipular a los exjefes del Shin Bet. Inmediatamente y en la misma emisora, Avi Ayalón (que dirigió el Shin Bet entre 1996 y el 2000) desmintió al ministro y aseguró que los seis testigos respaldaban el filme en un 100% (fueron los primeros en verlo rodeados con sus familiares en exhibiciones privadas). “Estamos ganando todas las batallas y perdiendo la guerra”, concluye el mismo Ayalón.
Todos los que dirigieron el servicio secreto llegaron a la convicción de que la única salida posible a uno de los más sangrientos y duraderos conflictos contemporáneos solamente puede resolverse mediante la convivencia pacífica de dos Estados: Israel y Palestina, en pie de igualdad, aunque las esperanzas de lograr este objetivo sean muy reducidas
En nuestro país, como en otros que han sufrido el terrorismo de Estado, The Gatekeepers tiene un inocultable interés. No es necesario ser un “arrepentido” o ceder al remordimiento o a las presiones de una consciencia torturada o de la condena social, para hacer una reflexión y tomar una acción decidida contra la violencia inútil y los crímenes del pasado que afectan, inexorablemente, el presente y el futuro. Solamente se necesita un mínimo de integridad, coraje y auténtica lealtad a los compromisos contraídos. Estos seis ex jefes israelíes los han tenido a cara descubierta pero la verdad también puede ser desvelada anónimamente si existe la voluntad de no pasar como cobardes y traidores.

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