miércoles, 15 de mayo de 2013

Centralidad del trabajo según C. Dejours



LA CENTRALIDAD DEL TRABAJO[1]
Christophe Dejours
Conservatoire National des Arts et Métiers, París Francia (dejours@cnam.fr).

Jean-Philippe Deranty
Macquairie University, NSW, Australia (jp.deranty@mq.edu.au).

Resumen: este artículo presenta brevemente algunas de las características de la noción de “centralidad del trabajo” en el marco del enfoque “psicodinámico” del trabajo desarrollado por Christophe Dejours. El artículo argumenta que deberíamos distinguir entre por lo menos cuatro modos separados pero relacionados en los cuales puede decirse que el trabajo es central: psicológicamente, en términos de las relaciones de género, socio-políticamente y epistémicamente.
Palabras clave: trabajo, subjetividad, psicodinámica, política, género.

Este artículo defiende la tesis, ahora fuera de moda, de la centralidad del trabajo. Lo hace desde la perspectiva de la psicodinámica del trabajo, un enfoque del trabajo que ha sido desarrollado en el Centro Nacional de Artes y Oficios en las últimas cuatro décadas. El artículo esbozará los principales conceptos y argumentos que forman el corazón del modelo de trabajo psicodinámico actual, que ha sido presentado extensamente en dos libros recientes.[2]
La psicodinámica del trabajo es un abordaje clínico basado en una teoría del trabajo que se enfoca particularmente sobre la relación entre subjetividad, trabajo y acción. Esta teoría del trabajo nació de un encuentro interdisciplinario del psicoanálisis y la ergonomía en la década de 1970 a consecuencia de la obra pionera de Louis le Guillant (en la parte psicológica) [3] y de Alain Wisner (en la ergonomía)[4].
La ergonomía, que era una disciplina relativamente nueva en esa época, estaba ocupada en el análisis de los espacios de trabajo y los procedimientos de trabajo, con miras a la mejora de las condiciones laborales. En el caso de Francia, donde Alain Wisner en el CNAM jugó el mayor papel, la preocupación principal era mejorar la salud de los trabajadores. La lección clave que la psicodinámica del trabajo recibió de la ergonomía es el hecho que, en todos los tipos de trabajo, hay una distancia inevitable e irreductible entre el trabajo asignado o prescripto – la tarea - y los resultados de su puesta en práctica – la actividad-.  Esta discrepancia entre los aspectos prescriptos del trabajo y los resultados efectivos de su implantación resulta del hecho de que en las situaciones reales de trabajo siempre hay un número de incidentes, anomalías, quebrantos que obstruyen y erosionan la organización del trabajo tal como la han previsto los ingenieros y los gerentes. Este irreductible elemento contingente en todas las situaciones de trabajo real ha sido desde entonces definida como “lo real” del trabajo: eso que se da a conocer al trabajador por su resistencia al control científico y técnico.
El recurso teórico ofrecido por el psicoanálisis en su diálogo con la ergonomía, fue una teoría del sujeto (clásicamente freudiana) en la cual este último es visto como teniendo que luchar constantemente contra el riesgo de la enfermedad mental o aún, contra el riesgo de alienación, en el sentido psiquiátrico del término, para poder continuar manteniendo su equilibrio psíquico. Esto hizo de la “normalidad” - el funcionamiento suficientemente bueno de un individuo en el contexto de trabajo - un enigma que debía ser explicado. Conhujo a una visión de la “normalidad” como la solución de compromiso en un conflicto entre el sufrimiento y las defensas y por lo tanto derivó las investigaciones hacia las formas de defensa, individuales y colectivas, contra el sufrimiento específico causado por la resistencia de lo real en situaciones de trabajo prescripto.
Esta confrontación entre la ergonomía y el psicoanálisis condujo a significativos virajes teóricos en ambas disciplinas. Para la ergonomía significó el abandono de modelo estándar de sujeto, designado como un “operador”. Obligó a la disciplina a tomar en cuenta el impacto que las estrategias de defensa contra el sufrimiento (contra el miedo, por ejemplo) tienen sobre la conducta humana (el clásico “factor humano”) ante los riesgos (por ejemplo en la construcción y en las plantas nucleares); y la influencia de estas estrategias de defensa sobre la prevención de accidentes y la seguridad de las instalaciones.[5]
Para el psicoanálisis, la confrontación con la ergonomía sugirió dos cursos de investigación: primero, enfocarse en el impacto de las restricciones del trabajo y no solamente en los conflictos interiores heredados de la infancia, al tratar el funcionamiento psíquico y la salud mental; y segundo, estudiar la forma de inteligencia y sensibilidad que los individuos deben desarrollar para adquirir las habilidades necesarias para dominar el proceso laboral.[6]
La teoría de la centralidad del trabajo
Mientras que la teoría de la centralidad del trabajo ha sido discutida en muchas áreas de las ciencias sociales desde una diversidad de perspectivas teóricas; en el contexto intelectual desde el que ha surgido la psicodinámica del trabajo, esta noción se volvió particularmente aguda a fines de la década de 1980, siguiendo los significativos argumentos puestos de presente por Danièle Kergoat y Helena Hirata en sus investigaciones sociológicas sobre la división social y sexual del trabajo.[7] La introducción del tema de la centralidad del trabajo en el enfoque psicodinámico del mismo condujo a distinguir entre cuatro formas fundamentales, que aunque superpuestas están separadas, por las cuales puede decirse que el trabajo es central en la formación de la subjetividad. Estas son: la centralidad del trabajo en relación con la salud del sujeto; la centralidad del trabajo en la estructura de relaciones entre los hombres y las mujeres; la centralidad del trabajo en relación con la comunidad; y finalmente, la centralidad del trabajo en relación con la teoría del conocimiento. Por lo tanto, nosotros hablamos de la centralidad del trabajo psicológica, relativa al género, socio-política y epistémica.
La centralidad del trabajo en relación con la salud subjetiva
Originalmente la psicodinámica del trabajo estaba esencialmente preocupada por la enfermedad mental causada por la confrontación entre los agentes con las limitaciones organizativas del trabajo. Esta parte de la clínica laboral puede ser denominada “psicopatología del trabajo”. Desde luego hay buena evidencia, proveniente de los datos clínicos, de que el trabajo puede actuar en detrimento de la salud mental. De hecho en la pasada década aproximadamente, los clínicos observando las transformaciones del trabajo notaron un aumento en la prevalencia y severidad de las psicopatologías causadas por el trabajo, que culminaban en un fenómeno nunca antes visto con tal extensión en las décadas previas: la aparición de suicidios en el lugar de trabajo.[8]
Pero el trabajo no solamente genera sufrimiento y patología. También puede traer aparejado lo mejor, proporcionar placer y volverse y volverse parte de la economía psíquica como mediador irremplazable en la construcción del propio sentido de salud y satisfacción.
Por lo tanto, el problema clínico y teórico más crucial consiste en desvelar las condiciones específicas que transforman la relación de trabajo en una de tristeza o alegría, suerte o desgracia. La influencia estructurante del trabajo sobre la salud mental de los individuos se caracteriza por dos procesos principales, uno que se juega en un nivel estrictamente individual y solipsista y el otro que se desarrolla a un nivel social.
a)     Nivel individual
Trabajar es, en primer lugar, experimentar lo real, es decir, experimentar la quiebra del conocimiento tecnológico aún en los casos en que la tecnología haya sido dominada y se la esté usando  en forma correcta o cuando se hayan seguido las reglas y procedimientos apropiados. Una forma específica de inteligencia práctica debe ser desarrollada para superar la resistencia que opone lo real del trabajo. Esta inteligencia práctica comprende encontrar una solución hasta ahora desconocida para el agente que trabaja. A pesar de la difusión amplia de representaciones acerca de muchas áreas del trabajo contemporáneo, la labor actual casi siempre demanda, en menor o mayor medida, una forma de inteligencia práctica que es inherentemente inventiva y creativa.
Las soluciones que el sujeto debe inventar se apoyan en la experiencia íntima del fracaso. Para encontrar la solución apropiada al enredijo planteado por la realización de la tarea, la experiencia de fracaso debe ser previamente abrazada y apropiada. El fracaso debe ser encarado frontalmente y experimentado íntimamente. El sujeto debe aceptar hacerlo suyo, es decir que es propio de él o de ella. Esta apropiación subjetiva de la experiencia del fracaso, la llamamos “subjetivación de lo real del trabajo”.[9] Cuando esta “subjetivación de lo real del trabajo” se produce, sin embargo, también se produce una familiarización con la realidad del trabajo, por la vía de una obstinada confrontación corporal con la materialidad obstructiva que define la realidad de la tarea que se tiene entre manos: con las herramientas, los objetos técnicos y las reglas pero también con las condiciones interpersonales que enmarcan la tarea (con los clientes, con los otros colegas, la jerarquía). Como resultado, la determinación de encontrar un camino, de fallar y aún así empezar todo de vuelta, que es la condición necesaria para la realización de una tarea, es también un modo de tocar el mundo, en un sentido físico directo tanto como en un sentido metafórico de conocerlo mejor y por lo tanto de apropiarse de él.
Esta confrontación con la realidad obstructiva del mundo perdura hasta que nacen las ideas que capacitan al agente para vencer la resistencia de lo real. Lo que la perspectiva ergonómica también desvela, sin embargo, es que inventar este camino a menudo implica torcer el curso de las cosas o infringir las reglas. La inteligencia en el lugar de trabajo requiere del engaño, el trastocamiento, los trucos. Todos estos trucos (el metis de los griegos)[10] es parte y parcela de cualquier trabajo viviente y no existe organización del trabajo que pueda funcionar sin ellos. Si las reglas y los procedimientos se siguieran al pie de la letra, la producción se entorpecería hasta detenerse. De hecho, la celosa observación de todas las reglas y regulaciones es una de las más efectivas formas de acción huelguística (trabajo a reglamento).
Sin embargo, al experimentar la resistencia del mundo, también siento un nuevo tipo de sentimientos que se desarrolla en mi, que no existía antes del trabajo. El trabajo le revela nuevos poderes al cuerpo. A través de la experiencia de la resistencia del mundo y los esfuerzos prácticos para superarla, las capacidades del cuerpo se expanden de modo que este siente su propia vitalidad más intensamente y más completamente. Podemos decir que esa confrontación con lo real del trabajo corporizada le permite al sujeto no solamente apropiarse del mundo sino también de su propio cuerpo y de si mismo. La fenomenología de Michel Henry de “corps-propiation” (apropiación corporal, apropiación de si mismo a través del cuerpo), esto es, la auto-appropiación del sujeto vía el incrementado sentido de la vida proveniente de la participación corporal en el mundo, es la mejor exposición filosófica de lo que descubre el enfoque psicodinámico a través de la observación de la actividad laboral.
Es por este camino , que conduce a una creciente subjetividad, que el trabajo puede generar placer. Sin embargo, analizar la influencia positiva del trabajo sobre la construcción subjetiva desde esta perspectiva conduce a un gran enredo teórico. Por un lado parecería que la metapsicología de Freud se mantiene como un instrumento indispensable par establecer una descripción sistemática de los diferentes pasos y funciones involucrados en la constitución de la economía psíquica y de los impactos de las diferentes limitaciones del trabajo sobre esa economía. Por otro lado, sin embargo, no existe de hecho actualmente,una metapsicología del cuerpo  en Freud. Los impulso provenientes del cuerpo siempre son tratados por él a través de “representaciones” en el aparato psíquico, pero no por si mismos.[11] Una solución para salir de este entrevero teórico puede encontrarse en los recursos ofrecidos por la fenomenología del cuerpo, en particular en los escritos de Merleau-Ponty[12] y Michel Henry[13], quienes, al vincular fuertemente la constitución de la subjetividad con la vida del cuerpo, nos ayudan a tener en cuenta las influencias negativas y positivas del trabajo en los constructos subjetivos.
b)    Nivel social
El trabajo también puede extraer lo mejor en los sujetos a través de las relaciones específicas de reconocimiento que se desarrollan en el contexto laboral. Tal como en Trabajo y desgaste mental se ha argumentado,[14] junto con el reconocimiento del estatus social vinculado con la profesión, el trabajo también puede proporcionar una forma de reconocimiento  basada en el hacer, no en el ser, del trabajador. Esto es, un reconocimiento basado en la calidad de la relación que el trabajador ha mantenido con lo “real”. Este reconocimiento está sometido a juicios acerca de la calidad y utilidad del trabjo cumplido. Es el reconocimiento de la contribución inteligente y activa, una forma “técnica” de reconocimiento que como tal solamente sus pares pueden dar desde el momento en que se requiere una familiaridad con lo real de ese trabajo. Esta forma de reconocimiento, en tanto proporciona una recompensa simbólica al encuentro con lo real, constituye un vínculo esencial  para la sublimación de los desafíos del trabajo que se produce bajo la forma de placer y fortalecimiento de la autoestima. Como tal también juega un papel esencial en el desarrollo de la identidad.
Estos dos proceso combinados conllevan (potencialmente) un fortalecimiento de la subjetividad, de tal modo que al final trabajar sobre el mundo también implica un trabajo creativo del sujeto sobre si mismo (sobre él, sobre ella). En otras palabras, trabajar no solo implica producir también implica trabajar sobre uno mismo. La maldición del desempleo radica precisamente en que priva al sujeto del derecho a contribuir (a la vida de un colectivo de trabajo, a la compañía, a la sociedad) y por ende de la oportunidad de beneficiarse con la preciosa recompensa que es el reconocimiento.
La centralidad del trabajo en las relaciones de género
Los sociólogos que estudian la división sexual del trabajo han hecho énfasis en las fuertes interrelaciones entre dominación de género en y a través del trabajo y dominación de género en general. La dominación de los hombres sobre las mujeres en el lugar de trabajo está directamente vinculada con la división del trabajo en la esfera privada. Estos sociólogos también han argumentado que, en general, la dominación de género no puede ser adecuadamente comprendida sin tomar en cuenta el papel central que juega el trabajo, como uno de los factores clave en estas relaciones de dominación.
Mucho depende de la naturaleza del trabajo doméstico y de la forma en que está distribuido en la familia. Danièle Kergoat una socióloga pionera en esta área escribe en “Le rapport social de sexe”:[15]
El trabajo es lo que está en juego en las relaciones de género. Por trabajo solamente entendemos el trabajo remunerado o el trabajo como porfesión, sino el trabjo como “producción de vida”… Este concepto de trabajo incluye no solamente el trabajo profesional (ya sea pagado o no, de mercado o fuera de este, formal o informal) sino el trabajo doméstico. Este último extiende las tareas domésticas mucho más allá e incluye el cuidado corporal y afectivo de los niños, supervisar su escolaridad y aún la producción física de los niños. Este tipo de trabajo no se caracteriza por una adición de tareas pero puede ser definido ya sea como un “modo de producción doméstica” (Delphy) o como una “relación de servicio”… La permanente disponibilidad del tiempo de las mujeres para el servicio de la familia y más ampliamente para la paternidad define un tipo de relación que es característica del proceso del trabjo doméstico (Fougeyrollas.Schwebel)[16].
En el mundo social del trabajo, la dominación de género resulta en que los hombres son capaces de reservarse par si mismos las tareas que requieren mayor habilidad y las que mantienen el estatus más alto en la jerarquía de poder. El trabajo en este ejemplo es claramente el factor de dominación y el medio por el cual la dominación está arraigada y justificada. Esta pauta se compone de la dominación en el medio hogareño y de la división del trabajo en la economía del hogar. Cualquier actividad concerniente a los cvuidados tiende a ser asignada  las mujeres, imponiéndoles por ende un doble trabajo, situación que, en la competencia por las tareas y sitios en el mundo social del trabajo las coloca en sustancial desventaja.[17] Más aún, las complejas tareas que comprenden los cuidados generalmente son minimizadas por la tendencia a “naturalizar” las competencias femeninas. Como resultado, el reconocimiento de las actividades que se desarrollan en la realización de los cuidados es descartado porque estos últimos se atribuyen únicamente a los instintos y virtudes femeninas.[18]
Esta tendencia a volver invisible el trabajo de las mujeres se confirma en la división de tareas profesionales en la medida en que las actividades encargadas a las mujeres a menudo se caracterizan por su invisibilidad. Muchas de las cualidades profesionales requeridas en el ejercicio de actividades clásicamente encomendadas a las mujeres, como el tacto, la disponibilidad, la consideración, la compasión, se caracterizan por el hecho de que solamente son eficientes cuando son empleadas con discreción, cuando se hacen a si mismas invisibles.[19] Solamente se repara en la limpieza cuando esta no ha sido efectuada. Todos estos elementos conspiran para crear una real “generificación” o “sexualización” del reconocimiento, que se vuelve mucho más difícil de obtener para las mujeres que para los hombres.
También puede mostrarse que cuando un hombre es exitoso en su vida profesional, ello se refleja en su estatus y en su sentido de identidad masculina. A menudo esto no sucede en las mujeres donde el éxito profesional y las mejores calificaciones, por el contrario, pueden amenazar la identida de género y desestabilizar el equilibrio de poder en la pareja.[20] La perspectiva psicoanalítica deja en claro que las actitudes hacia el trabajo tienen consecuencias mayores, no sólo sobre las relaciones en el lugar de trabajo y en el medio hogareño, sino también en los aspectos más privados de la vida subjetiva, tales como la sexualidad y el lado erótico de las relaciones de género. Desde esa perspectiva, también puede argüirse que las actividades que constituyen “los cuidados” no sólo están en el centro de las luchas de poder entre los compañeros de género, sino que también están en el corazón de los juegos de seducción, de tal modo que están en juego en las relaciones de dominación/servidumbre o aún control(Bemächtigung)/sumisión, en la economía del amor.[21] Sin embargo, como en el caso del cuerpo, referirse al trabajo como un factor central en el conjunto de las dimensiones sexuales y eróticas de las relaciones de género también conduciría a un re exámen y expansión de la teoría del amor, desde que esta última no está completamente desarrollada en la metapsicología freudiana.[22]
La centralidad política del trabajo
El trabajo no involucra solamente la inteligencia práctica de un individuo sino sobre todo la inteligencia de un colectivo. El análisis de la inteligencia que interviene en el trabajo se hace casi siempre en forma plural. Podríamos decir que no hay trabajo sin cooperación. Esto apunta a la importancia de la forma deóntica[23] de actividad como una condición del trabajo. Por actividad deóntica se entiende la actividad de hacer reglas para trabajar de modo que el trabajo funcione. La misma brecha entre tarea y actividad, que la ergonomía puso en evidencia en el caso del trabajo individual, existe también en el caso de la coordinación, es decir, en relación a las órdenes e instrucciones que organizan el trabajo colectivo. La coordinación externa del trabajo no puede ser completamente respetada por los trabajadores si es que las tareas realmente han de ser cumplidas. Si los trabajadores no hacen otra cosa que obedecer, se crearía un “enlentecimiento” de la producción y el sistema se quebrantaría. La cooperación se refiere, precisamente, al reordenamiento de la coordinación a través de la actividad deóntica, esto es, a través de la elaboración de reglas concretas mediante la cooperación por y entre trabajadores, para llevar a cabo las tareas para las que se estableció, en primer lugar, la coordinación del trabajo. Estas reglas que hacen posible la colaboración también generan una competencia colectiva que se transforma en una lucha para subvertir las órdenes e instrucciones de coordinación, de modo de hacerlas compatibles con la realidad actual de la situación de trabajo. Las reglas del colectivo de trabajo son pues reglas técnicas, pero tienen una irreductible dimensión social, especialmente en la medida en que desafían la coordinación prescripta.
Además, desde la perspectivas interna del colectivo de trabajo, esta dimensión social de la actividad deóntica tiene aún otro aspecto. Para producir reglas de trabajo efectivas y reglas del empleo, la cooperación requiere un mínimo de consideración por los otros y de amistad. La cooperación está basada sobre una mínima forma de vida comunitaria. Para ponerlo en una frase “el trabajo no es sólo producción; también es aprender a vivir juntos”.
Esta condición ética del trabajo representa el propósito real aunque su significado político no sea percibido por los colectivos de trabajo. Cuando funcionan bien las deliberaciones de trabajo, la labor puede darle a los individuos la oportunidad de aprender las virtudes cívicas esenciales que son condición de la práctica democrática: cooperación, vida colectiva, solidaridad. Por otra parte, cuando los cimientos comunitarios de la cooperación han sido destruidos, el trabajo puede conducir a lo peor: la manipulación instrumental de los demás, hasta el punto de la esclavitud, y aún la tortura. Podemos decir que tanto las mejores como las peores formas de política requiere la movilización de energías individuales, las cuales se galvanizan más eficientemente en colectivos de trabajo. Los lugares de trabajo que funcionan bien educan a los individuos en la formación de opiniones consensuadas al tomar en cuenta los diferentes puntos de vista, capacidades y necesidades de todos. Los lugares de trabajo disfuncionales pueden ser el sitio donde nazca un desprecio radical del punto de vista y las vulnerabilidades de los demás.
Del análisis de la importancia central de la cooperación en el trabajo, surgen dos conjuntos de conclusiones:
1.     Cualquier nivel de actividad laboral implica dos niveles de subversión que son las condiciones pre requeridas para la calidad del trabajo:[24]
-         “Trampear” para manejar la brecha entre ‘tarea’ y ‘actividad’;
-         “Deóntica”, actividad para superar la brecha entre coordinación y cooperación.
El énfasis sobre la importancia de la actividad deóntica en la realización actual de tareas es un fuerte argumento contra el funcionalismo o los análisis sistémicos de la organización del trabajo.
Por el lado negativo, sin embargo, el fenómeno también destaca el potencial para influir sobre los individuos por parte del colectivo de trabajo y esto proporciona una nueva perspectiva para discutir problemas bien conocidos acerca de la movilización de la voluntad, el consentimiento y la servidumbre voluntaria en las formas negativas de la política.[25]
2.     No hay fronteras nítidas entre la esfera del trabajo y la más amplia esfera social. La trasmisión de valores sociales no es solamente de la sociedad al lugar de trabajo. También se da en la otra dirección. Una forma de educación colectiva adquirida a través de relaciones sociales relativas al trabajo tiene un impacto mayor sobre la evolución de la sociedad en si misma. Bajo la influencia de nuevas formas de organización del trabajo, en particular la evaluación individualizada de los desempeños (que tiene un poderoso efecto sobre el quebrantamiento de los colectivos de trabajo, la vida en comunidad y la solidaridad), cada trabajador se ve prácticamente forzado a retroceder hacia un frenético individualismo defensivo. Si los trabajadores aprenden a ser cautelosos y estar prevenidos respecto a todo el mundo en el trabajo, incluyendo a sus propios colegas, difícilmente mostrarán generosidad o consideración hacia los demás tanto en la esfera privada como en la sociedad.
El diagnóstico crítico elaborado en Souffrance en France[26] ha tratado de mostrar que el quebrantamiento de la cortesía, la civilización y los buenos modales en la sociedad contemporánea, en gran medida se deben a la compañía, que en la sociedad neoliberal se ha vuelto el paradigma de colectividad, que arrastra a los hombres y a las mujeres a pensar “cada uno para si mismo” y les enseña a despreciar cualquier cosa que no se relaciones con el realismo, la eficiencia y el criterio básico de la racionalidad instrumental.
No existe fatalidad en la evolución reciente de las relaciones sociales en el trabajo y sus efectos sobre la ciudad. Al abandonar la organización del trabajo como un todo a la autoridad de los todopoderosos empleadores y gerentes, permitimos que la sociedad en su conjunto dilapide y destruya el capital de solidaridad que se construyó en los lugares de trabajo después de la Segunda Guerra Mundial. Las leyes laborales y la prevención de riesgos ocupacionales son insuficientes en vista de los problemas que plantea la centralidad política del trabajo. Si se acepta la teoría de la centralidad del trabajo en relación con la evolución de la sociedad, uno se ve obligado a reconocer que la organización del trabajo es, en si misma, un problema político. Una “política del trabajo” en el fuerte sentido del término, que no sea reducida a políticas de empleo, debería ser conceptualizada y desarrollada como un decisivo objetivo político poara contrarrestar los efectos deletéreos del régimen neoliberal. Estas nuevas políticas laborales deberían estar basadas en la necesidad de asegurar la posibilidad de reconocimiento y la protección de las actividades deónticas.[27] Por ende deberíamos recuperar lo que Axel Honneth una vez llamó una “concepción crítica del trabajo”,[28] y podríamos desarrollar, desde el trabajo, una nueva idea de emancipación.[29]

La centralidad epistémica del trabajo
Finalmente, el énfasis sobre la centralidad del trabajo para la vida subjetiva y social tiene sorprendentes y significativas implicancias para la epistemología. Tres de estas implicancias significativas deben ser mencionadas en particular.
En primer lugar, la centralidad del trabajo nos anima a cuestionar los modelos generalmente aceptados de separación y priorización entre ciencias fundamentales y aplicadas. La preeminencia de las ciencias de campo sobre las ciencias básicas se debe al hecho que es siempre a través de una forma de trabajo que se accede a lo real.
En segundo lugar, como Dewey lo argumentara desde hace mucho tiempo, lo real se da a conocer en la forma más eminente a través de su resistencia a la maestría y el conocimiento técnico. La “verdad” por lo tanto radica más en el fracaso del conocimiento que en el conocimiento declaratorio. Solamente cuando la realidad ya ha sido revelada debido a una falla del trabajo, es que se vuelve posible y aún entonces  sólo a posteriori, recuperar las características de la situación de modo de someterlas a un protocolo regulado de análisis experimental.
En tercer lugar, las fuertes dimensiones afectivas y emocionales de la experiencia que el sujeto hace cuando se encuentra con la resistencia que el mundo opone a su voluntad, significa que también es necesario formular correctamente la relación entre subjetividad y objetividad. El conocimiento subjetivo no es una forma menor de conocimiento sino que es la precondición y la base sin la cual no podría ser desarrollado nuevo conocimiento objetivo alguno.
Esto, en síntesis, es como la teoría sobre la centralidad del trabajo se presenta ante el enfoque psicodinámico del trabajo. Comparado con la teoría crítica contemporánea,[30] esta tesis hace énfasis sobre el papel que el trabajo juega en la formación de las relaciones humanas, y más allá de esto, en la construcción de la subjetividad y en la evolución de la sociedad.
Básicamente, esta teoría derriba dos fundamentales conceptos clásicos:
1.     Que es el conocimiento de las forma en que opera la psiquis lo que nos permitirá comprender la naturaleza del trabajo (el clásico concepto de Freud en sus escritos teórico-sociales).
2.     Que es el conocimiento de la sociedad el que nos permitirá comprender los procesos que estructuran las relaciones sociales en el trabajo.
La psicodinámica del trabajo, por contraposición, está basada en dos conceptos exactamente opuestos. Sus premisas son la idea que deberíamos revisar la teoría psicoanalítica sobre la base de un análisis del trabajo como “trabajo viviente”, esto es como la experiencia prominente a través de la cual puede desarrollarse y mejorarse la vida subjetiva. Se propone reconstruir la teoría social y política sobre la base de las relaciones sociales construidas en el trabajo. Los datos clínicos demuestran que el trabajo ayuda a generar comprensión y también puede ser visto como un concepto crítico, vital para la comprensión de la evolución de la subjetividad individual, la evolución de las relaciones en la ciudad y, finalmente, como un vínculo entre la subjetividad individual y el campo social.
Christophe Dejours es psiquiatra y psicoanalista, catedrático (psicoanálisis, salud, trabajo) en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París, fundador de la psicodinámica del trabajo. Autor de numerosos libros sobre psicoanálisis, psicosomática, patologías del trabajo moderno e impacto social de las patologías laborales. En el 2009 publicó Travail vivant, una monografía en dos volúmenes, que sintetiza los aspectos básicos de la disciplina y que ha sido traducido al español y acaba de ser publicado en Buenos Aires por la editorial Topía (mayo de 2013).
Jean-Philippe Deranty ha publicado extensamente sobre filosofía francesa y alemana contemporáneas. Sus últimas obras incluyen Beyond Communication. A Critical Study of Axel Honneth’s Social Philosophy (Leiden, Brill, 2009). Sus investigaciones actuales están dedicadas al trabajo y su lugar en la vida individual y social.
Nota bene: el artículo original incluye referencias bibliográficas que reproducen las que figuran en las notas al pie de página. Hemos agregado la bibliografía en español y/o portugués cuando corresponde.


[1] Se trata de un artículo basado en una presentación de Christophe Dejours en el Institut für Sozialforschung (en Frankfurt am Main) el 12 de febrero de 2009. Esta versión se publicó en inglés en Critical Horizons: A Journal of Philosophy & Social Theory (revista australiana de filosofía y teoría social (CRIT 11.2 (2010) 167-180. El copyright pertenece a Equinox Publ. Ltd. de Londres y a esta versión se puede acceder en www.criticalhorizons.com.au. La traducción del inglés fue realizada por Fernando Britos V. en mayo del 2013.

[2] Christophe Dejours, Traavali Vivant (2 volúmenes: Sexualité et Travail y Travail et Emancipation, París, Payot, 2009. Estas obras fueron editadas en español por la editorial Topía de Buenos Aires y Dejours en persona las presentó en la Feria del Libro que tuvo lugar en Buenos Aires en los primeros días de mayo de 2013.
[3] Louis le Guillant, Quelle psychiatrie pour notre temps? (Toulouse, Editions ERES, 1985). En portugués es possible accede a un importante artículo sobre este autor escrito por Paulo César Zambroni y Milton Athayde (A contribuçao da abordagem clínica de Louis le Guillant para o desenvolvimento da Psicología do Trabalho. En: Estudos e pesquisas en psicología, UERJ, Río de Janeiro, Año 6. Nº1, primer semestre de 2006).
[4] Alain Wisner, Psychopathologie du travail (París, EME,1985), 102-104 y A.Wisner “Diagnosis in Ergonomics or the Choice of Operating Models in Fields Research”, Ergonomics 15 (6) (1972); 601-20. En el caso de Wisner (fallecido en el 2004) existe traducción y varias ediciones de su obra más conocida : “Ergonomía y trabajo” y numerosos artículos del mismo, en español y en portugués, así como estudios críticos en esos idiomas.
[5]  Alain Wisner, François Daniellou y Christophe Dejours, “Uncertainity and Anxiety in Continuous Preocess Industries”, Comunicación para el 5to UOEH International Symposium on Automation and Robotics, en K.Noro (edit.), Occupational Health in Automation and Robotics (londres/nueva York, Taylor & Francis, 1987), 39-51.

[6] Christophe Dejours, “Subjectivity, Work and Action”, Critical Horizons 7 (2006); 45-62.

[7] Los autores incluyen una bibliografía de estas sociólogas (Hirata y Kergoat) aunque en francés. Recomendamos el siguiente libro en español: La división sexual del trabajo: permanencia y cambio :: Helena HIRATA, Danièle Kergoat, con la colaboración de Marie-Hélène Zylberberg-Hocquard. Traducción de Noemí Habicht y Alicia Rozas. Buenos Aires, Trabajo y Sociedad - Centro de Estudios de la Mujer de Chile - PIETTE/CONICET, 1997, 274 pags.

[8] Christophe Dejours y Florence Bègue, Suicide et travail: que faire? (París, Presses Universitaires de France, 2009).
[9] Ver el estudio clásico llevado a cabo por dos psicólogos del trabajo en el Instituto de Investigación Sociel (Munich), Fritz Böhle y Brigitte Milkau, Vom Handrad zum Bildschirm: eine Untersuchung zur sinnlichen Erfahrung im Arbeitprozess (Frankfurt/Nueva York; Campus Verlag, 1998).
[10] Marcel Detienne y Jean-Pierre Vernant, Cunning Intelligence in Greek Culture and Society. Janet Lloyd (trans.)(Chicago, Univ. of Chicago Press, 1991). Este libro (La astucia de la inteligencia) ha sido traducido a varios idiomas aunque no al español.
[11] Sigmund Freud, “Triebe und Triebschicksale” (1915) in Gesammelte Werke, vol.10 (Frankfurt;Fischer Verlag). Ver Dejours, Sexualité et travail, PP.75-98.
[12] Maurice Merleau-Ponty, Phenomenology of Perception, C.White (trans.)(London: Routledge,2001), en particular el capítulo 5, “The Body as Sexual Being”. Hace más de medio siglo que este clásico está publicado en español (Maurice Merleau-Ponty. Fenomenología de la percepción. México, FCE, 1957. Primera edición en francés, 1945 Traducción de Emilio Uranga) y es posible obtener por internet el capítulo 5to..
[13] Michel Henry, Philosophie et phenomenologie du corps (París, P.U.F.,1997). Traducido al español: Michel Henry, Filosofía y fenomenología del cuerpo; ensayo sobre la ontología de Maine de Biran. Edit. Sígueme, Salamanca, 2007. Puede descargarse gratuitamente la obra completa por internet.
[14] Hay ediciones en español de esta obra realizadas en España y en Argentina. Recomendamos Trabajo y desgaste mental. Una contribución a la psicopatología del trabajo. Ed. Humanitas, Buenos Aires.
[15] D.Kergoat, “Le rapport social de sexe. De la reproduction des rapports sociaux à leur subversion”, Actuel Marx 30 (2001): 85-100. Disponible en español: De la relación social de sexo al sujeto sexuado de D KERGOAT - 2003 - Biblioteca Virtual ...www.biblioteca.org.ar/libros/92280.pdf

[16] Véase C.Delphy, “Travail ménager ou travail domestique?”, en L’ennemi principal, vol.1 (París, Ed. Syllepse, 1998),57-74; Dominique Fougeyrollas-Schwebel, “Travail domestique”, en Hirata et al., Dictionnaire du feminisme, 2n.1.
[17] Véase C.Delphy, “Travail ménager ou travail domestique?”
[18] H.Hirata y D. Kergoat, “Rapports sociaux de sexe et psychopathologie du travail”. En Christophe Dejours (ed.), Plaisir et souffrance dans le travail, vol.2 (París, Ed. CNAM) 131-76.

[19] Pascale Molinier,”Care as Work: Interdependent Vulnerabilities and Discret Knowledge”. En Smith y Deranty, New Philosophies of Labour. En español: Arango Gaviria, Luz Gabriela; Pascale Molinier (Comps).El trabajo y la ética del cuidado. Colección La Carreta Social. La Carreta Editores; Escuela Estudios de Género, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, 2011.


[20] Christophe Dejours, “Centralité du travail et théorie de la sexualité”, Adolescence 14 (1996):9-29.
[21] H.Hirata, “Travail et affect. Les resorts de la servitude domestique. Note de recherche”. Travailler 8 (2002): 11-26.
[22] Ver la referencia clásica: S.Freud, “Über die allgemeinste Erniedrigung des Liebenlebens”, así como Jean Laplanche, “Le fourvoiement biologisant de la sexualité chez Freud” (París, Les empécheurs de penser en rond, 1993), 70-71.
[23] Deóntica: relativa a los deberes y la ética.
[24] Bertrand Ogilvie, “Travail et ontologie de la résistance”, Théoriques 1 (2008), 25-46.
[25] Ver Dejours, Travail et émancipation (París, Payot 2000). Sobre el vínculo entre “buena gente” y “trabajo sucio” para lo que implícitamente piden a los demás que hagan, notablemente en relación con los contextos políticos, ver la clásica reflexión de E.Hughes, “Good People and Dirty Work”, Social Problems 10 (1962): 3-11.
[26] Existen dos traducciones al español bajo el título Trabajo y sufrimiento.
[27] Ver, Dejours, Travail et émancipation (la edición original es del 2009 pero acaba de publicarse, en español ,por Topía en Buenos Aires).
[28] Axel Honneth, “Work and Instrumental Action. On the Normative Basis of Critical Theory”, en A. Honneth, The Fragmented World of the Social (Albans, NJ, State University of New York Press, 1991), 46-49. Ver también Nicholas Smith, “Work and the Struggle for Recognition”, European Journal of Political Theory 8(2009), 46-60.
[29] Emmanuel Renault, “Reconnaisance et travail”, Travailler 18 (2007); 119-35, y E.Renault “Psychanalyse et conception critique du travail, trois aproches francfortoises (Marcuse, Habermas y Honneth)” Travailler 20 (2008): 61-75. Ver también Jean-Philippe Deranty, “Work and the Precarisation of Existence”, European Journal of Social Theory 11 (4)(2008); 443-65; y Deranty “What is Work? Key Insights from the Psychodinamics of Work”, Thesis Eleven 98 (2009); 69-87.
[30] Ver Jean-Philippe Deranty, “Repressed Materiality: Retrieving the Materialism in Axel Honneth’s Theory of Recognition”, en J.P. Deranty et al. Recognition, Work, Politics: New Directions in French Critical Theory (Leiden-Boston, Brill, 2007), 137-64.

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