EL CASO DEL DR.HUXTABLE
Y MR. COSBY
Lic.
Fernando Britos V.
El comediante modélico de la familia
burguesa afroestadounidense es un violador serial y un pervertido. De héroe
social del conservadurismo y del pensamiento positivo al abismo de la
depravación.
A
mediados de los ochenta, el Show de Bill
Cosby era la serie estrella de Saeta TV, el Canal 10 de Montevideo. Entre
1984 y 1992 fue un éxito resonante de la cadena NBC en los Estados Unidos,
especialmente en su primer quinquenio. Se trataba de una comedia familiera, con
técnica teatral, ambientada en un barrio residencial de la clase alta
neoyorquina, en la que se ventilaban semanalmente las divertidas incidencias de
una familia de la burguesía negra ascendente, cuyo papel protagónico lo
desempeñaba el actor Bill Cosby que personificaba a un destacado y bonachón
ginecólogo, el Doctor Cliff Huxtable y su esposa una abogada igualmente
distinguida, la Dra. Claire.
La construcción de un héroe social en
los ochenta - El guión de la serie que él produjo se basó en una especie de
autobiografía que Cosby había hecho pública poco antes. Originalmente quería
que los padres de su familia televisiva fueran afroaestadounidenses de clase
media (él un chofer dueño de su propio remise y ella una electricista) pero los
libretistas expertos de la cadena los posicionaron en la clase alta, ambos
profesionales muy reconocidos, para hacer más poderoso su mensaje. Por otra
parte, como en la vida real, el Dr. Huxtable tenía cinco hijos (cuatro mujeres
y un varón).
Cosby
cumplió 78 años el pasado 12 de julio (nació en 1937), hijo de una mucama y un
cocinero de la Marina, fue deportista distinguido, estudiante de educación
física, comediante, músico y actor desde su época de universitario.
Cuando
protagonizó el Bill Cosby Show ya era
un actor y comediante consagrado que a los 47 años había conducido varios programas
de radio y televisión, actuado en películas y obras de teatro, protagonizado discos
de humor y de jazz (cantó y tocó la batería y el contrabajo a la vera de consagrados
como Charlie Mingus o Quincy Jones).
Cosby
hizo dinero muy pronto. A los 32 años ya había rechazado un jugoso contrato por
cinco años, a razón de 3 millones y medio de dólares al año, para grabar en su
propio sello discográfico y tenía una compañía que producía películas para el
cine y la televisión. En la década de los setenta, el comediante que promovía
un humor tranquilo sin malas palabras ni situaciones escabrosas, se dedicó a la
educación de niños y jóvenes y a su propia trayectoria académica. En 1976 se
doctoró en educación por la Universidad de Massachusetts.
También
en esa década junto con otros actores negros, entre ellos Sidney Poitier,
produjo una serie de comedias cinematográficas y películas dirigidas al público
infantil destinadas a contraponerse a filmes con actuaciones violentas
protagonizados por afroamericanos.
La receta positiva de la paz racial y
del olvido – El Show de Bill Cosby presentaba a un Dr. Huxtable de entrecasa,
informal y elegantemente ataviado con vistosos sweaters y pantalones de pana
que resolvía con paciencia y buen humor todas las situaciones que planteaban
sus hijos adolescentes, los novios, amigos y amigas y aún los conflictos
absolutamente livianos que enfrentaban a la madre Claire con sus hijos.
La
línea argumental era absolutamente convencional, patriarcal, conservadora y
aséptica. El Dr. Huxtable era un patriarca bonachón, paciente y siempre
bienhumorado, que utilizaba la palabra para resolver cualquier diferencia. El
humor de Cosby era un ingrediente fundamental. En el universo de esa familia
los conflictos raciales, la pobreza, las drogas y el alcohol, la violencia
doméstica, el delito, los ingresos familiares y la seguridad social, los
problemas habitacionales, el transporte y cualquiera factor capaz de perturbar
la idílica convivencia era cuidadosamente evitado.
El
de los Huxtable era el mejor de los mundos posibles, el mundo de una burguesía
negra ascendente que había escapado de los ghettos y disfrutaba de un elevado
nivel de vida. Los aspectos étnicos solamente se percibían por la identidad de
la enorme mayoría de los actores principales y secundarios. La aparición
ocasional de amigos y vecinos blancos no alteraba la asepsia racial de los
libretistas cuidaban sobre todas las cosas.
La
gran experiencia de Cosby y su oficio de humorista contribuyeron al éxito de la
serie. Por ejemplo, el protagonista se opuso y consiguió que no se incluyera la
infame pista de risas grabadas que solía (y suele) acompañar las comedias
estadounidenses porque consideraba que el público era lo suficientemente
inteligente para percibir cuando debía reírse.
Ya
en la década de los noventa, la serie había perdido su filo ideológico, en gran
medida porque fue incapaz de enmascarar en forma duradera el contexto social de
los Estados Unidos donde el racismo venía cobrando renovada fuerza y dejaba en
evidencia la fragilidad de la psicología positiva y su presentación edulcorada.
El Dr. Huxtable y los suyos habían dejado de ser los más funcionales al
sistema. Esta especie de bonachón Tio Tom del siglo XX no resistió las
tensiones de los nuevos escenarios que reflejarían mucho mejor otras series y
comedias.
En
los Estados Unidos, la serie modélica había pretendido mostrar que la burguesía
negra era posible en la medida en que se asimilaran totalmente a los usos y
costumbres de la burguesía blanca. El mensaje era que si adoptaban los
“valores” de las clases más favorecidas, los afroestadounidenses serían
aceptados, asimilados y su color se volvería invisible porque las tesis racistas
hacían del color un estigma inocultable. La propuesta consistía en que era
posible crear una sociedad “colour blind” (ciega al color) donde la adopción de
los valores, las modas y la educación de la clase alta permitiría dejar atrás
el estigma.
A
su manera, en el Uruguay el éxito de Bill Cosby, tuvo un fundamento similar
aunque aquí el mensaje no estaba dirigido primordialmente a los afrouruguayos
sino a todos los miembros de la clase media y baja. Con humor, paciencia y
buenos modales, era posible abrir el camino del ascenso social y esto era
doblemente importante al salir de la dictadura (1973-1985).
En
efecto, los postergados, reprimidos y olvidados, como resultado de las
políticas que desarrolló la dictadura cívico-militar, que eran la enorme
mayoría de la población uruguaya podían mejorar y ascender socialmente si
“almorzaban con Mirta Legrand”, es decir si adoptaban los modales, la educación
y “el buen tono” de la burguesía. Si dejaban atrás cualquier reivindicación,
cualquier cuestionamiento de las estructuras sociales, cualquier memoria
perturbadora proveniente de los sufrimientos del pasado reciente podrían
disfrutar del mundo fashion de la
clase alta.
Auge y caída: la cara perversa del
modelo
– Después que la exitosa serial fue descontinuada, en 1992, Cosby desarrolló
una gran actividad en todos los ámbitos (presentador, conductor, productor
etc.) y tuvo varios programas de televisión, escribió libros y ambientó
festivales. Se transformó en un predicador laico, aunque se reconocía
protestante, que promovía el enfoque políticamente correcto del conservadurismo
negro.
Su
fama de comediante y el mensaje que trasmitía hicieron que se multiplicaran las
distinciones. Las universidades le conferían títulos y le incorporaban como
asesor en temas de educación. Como maestro de ceremonias encabezó todo tipo de
galas benéficas. Fustigó a los republicanos más conservadores pero fue una
figura acunada por los jefes políticos de los principales partidos políticos estadounidenses.
Su
prédica dirigida a la comunidad afroestadounidense desarrollaba los temas de la
psicología positiva. De este modo criticaba a los afroamericanos que
concentraban sus esfuerzos en el deporte, la moda, el rap y el hip hop y
sustentaban “aspiraciones improductivas”, en lugar de aplicarse en educación,
auto respeto y emprendimientos comerciales y/o artísticos.
Reclamaba
que los padres debían inculcar en sus hijos los valores de la decencia, el
trabajo duro y la humildad. Naturalmente él se presentaba, entre bromas y
sonrisas, como el modelo del éxito que proponía. Era un predicador laico aunque
se reconocía protestante y muchas de sus conferencias se dictaban en iglesias.
No
todo eran alabanzas. Sus críticos le acusaban de ignorar deliberadamente los
factores sociales que alimentan la pobreza, el crimen y el racismo en la
sociedad estadounidense (deterioro de las escuelas y el sistema educativo,
crisis económicas, trabajos de mala calidad y desempleo, salarios deteriorados,
fuga de capitales, achiques, fuga de capitales, burbuja hipotecaria, deficiencias
del sistema de salud pública, proliferación del consumo de drogas, etc.). Los
comentarios de Cosby eran considerados como elitistas y clasistas por muchos
observadores.
Entre
1986 y el 2011, Cosby publicó 12 libros de su autoría que sirven para comprender,
a vuelo de pájaro, las temáticas sobre las que desarrolló su papel de ideólogo
pop y su propia jactancia. A continuación la traducción de los títulos de su
profusa producción bibliográfica: (1986) Paternidad; (1987) El tiempo vuela;
(1989) Amor y matrimonio; (1991) Infancia; (1998) Los niños dicen las cosas más
malditas; (1999) ¡Felicitaciones! ¿Y ahora qué? Un libro para graduados; (2000)
en coautoría con D.W.Allen – Escuelas americanas. El desafío de los 100 billones;
(2001) en coautoría con G. Booth – Cosbiología: Ensayos y observaciones del Doctor
de la Comedia; (2003) Soy lo que comí… y estoy atemorizado!!!: y otras
digresiones del Doctor de la Comedia; (2003) en coautoría con su hija Erika –
Amigos de una pluma: una de las pequeñas fábulas de la vida; (2007) en
couatoría con A.F. Poussaint – Vengan gentes: en el camino de víctimas a victoriosos;
(2011) Yo no pedí nacer (pero estoy contento de haber nacido).
En
el 2013 empezó a programar su retorno a los primeros planos porque ninguno de
los productos de los veinte años anteriores llegó a marcar puntos altos y
fueron rápidamente olvidados.
En
verdad, la historia personal de Bill Cosby realmente importa poco. Su campo
modélico lo ocuparon otros productos, por ejemplo The Modern Family, pero la
declinación del actor, productor y empresario mostraría una faceta sórdida que,
en cierto sentido, es la cara perversa del modelo familiar y edulcorado. Se
trata de las acciones que practicó durante más de medio siglo mientras
propugnaba modelos ideales en la pantalla y daba consejos a los padres de la
comunidad afroestadounidense, a los jóvenes, a los niños, acerca de la
educación que debían recibir y los valores que debían practicar.
Como en “el extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, como en el de los cardenales, obispos, sacerdotes y pastores pedófilos y violadores, el Dr. Cosby/Huxtable era un predicador pervertido, un ejemplo podrido y traicionero. Su personaje dulzón y reidero, paciente y bonachón, era un disfraz coherente pero disfraz al fin, que ocultaba no solamente su verdadera naturaleza sino la complicidad de la sociedad que lo había creado, remunerado su éxito y encubierto sus andanzas.
El principio del
fin - En el año 2000, una actriz de 20 años que había tenido
un papel secundario en uno de sus programas, denunció que Cosby la había
manoseado pero la oficina del Fiscal del Distrito consideró que no se había
cometido delito. En el 2004, una funcionaria universitaria, Andrea Constand, le
denunció por haberla drogado y manoseado. Nuevamente un Fiscal desechó los
cargos porque “no había evidencias suficientes y creibles”. Sin embargo,
Constand volvió a la carga en marzo del 2005 con una demanda civil y presentó a
otras 13 mujeres como testigos que habían sido agredidas sexualmente por Cosby.
Para evitar que el asunto fuera a juicio, Cosby hizo un
arreglo extrajuicio y pagó una abultada suma, cuyo monto nunca se conoció, en
noviembre de 2006. Al enterarse que los cargos no serían sometidos a juicio,
una abogada de California que era la única de las 13 testigos cuyo nombre se
había hecho público, retomó el caso y expuso que en la década de 1970 Cosby la
había drogado y violado. El abogado del actor dijo que él no conocía a la
denunciante y negó los cargos pero otra de las víctimas tomó la posta y declaró
que, en 1984, Cosby la había drogado con un café y que cuando se despertó
estaba semi desnuda.
En octubre del año pasado, el comediante Hannibal Buress,
en un escenario sostuvo que Cosby les decía a los jóvenes negros como debían
vestirse y comportarse pero él violaba mujeres. En tanto Cosby negaba
rotundamente las acusaciones, se refería a la maledicencia de los medios de
comunicación y a la envidia y la maldad que según él motivaban los cargos.
Al mes siguiente una periodista, una modelo, una actriz,
una enfermera, una conejita de Playboy, una presentadora de TV, y ocho mujeres
más acusaron públicamente a Cosby de haberlas agredido sexualmente entre 1965 y
2004. Entonces aparecieron muchas otras denunciantes. Los abogados de Cosby se
negaban a comentar las acusaciones y alegaban que los presuntos delitos, en
todo caso habían prescrito porque en la mayoría de los estados ese lapso es de
diez años.
A pesar de la avalancha de denuncias, hubo medios de
comunicación que aludían a la “falta de consistencia de las pruebas” y aún como
algún caso se habría registrado en un estado donde la prescripción de la
violación no existe, se alegó que la agresión se había producido en otro lugar.
Finalmente, hace pocos días, una agencia de noticias
obtuvo las actas con la confesión que Cosby había formulado en el 2005 para
lograr el acuerdo extrajuicio con Andrea Constand. The New York Times publicó
un extracto de la confesión. Inmediatamente los abogados demandaron a Constand
por violar el acuerdo de confidencialidad que Cosby había celebrado con ella
para ocultar todo y, especialmente, para que su esposa no se enterara de sus
actos, pero el descalabro del violador ya era inevitable.
Desde fines del año pasado y todavía a la chita callando,
las universidades que tenían a Cosby en su cuerpo académico y las instituciones
honoríficas empezaron a borrarlo. La NBC canceló el proyecto de su retorno y su
publicidad fue suprimida. Figuras del espectáculo, como la popular actriz
Whoopi Goldberg que en años anteriores había defendido a Cosby, manifestaron
que lo creían culpable y el 15 de julio pasado el Presidente Barack Obama lo
remató al sostener que no le despojaría de la Medalla de la Libertad, que le
había concedido su antecesor George W. Bush, pero que si alguien daba drogas
inadvertidamente a una mujer o un hombre y después mantenía relaciones sexuales
sin su consentimiento, eso era violación y que con ese delito no había
tolerancia.
Cosby renunció a distintos cargos honoríficos antes de
que la presión pública obligara a echarlo pero el golpe de gracia lo dio la
divulgación de su modus operandi. El 27 de julio, la revista New York publicó
una carátula explosiva. En la misma aparecen 35 mujeres cuyas edades actuales
van de los 24 a los 80 años y que relatan la forma en que Cosby las drogó y
violó en un lapso de más de 50 años. Varias eran menores de edad cuando el pervertido
las agredió. La revista señaló que otras once mujeres que admitieron haber sido
violadas por Bill Cosby no quisieron posar para la portada ni contar sus
historias.
El modus operandi era prácticamente idéntico: el
comediante le ofrecía a la víctima un café o una bebida alcohólica en la que
había disuelto metacualona y cuando la droga hacía su efecto y la mujer se
encontraba paralizada o inconsciente la desnudaba, la manoseaba y la penetraba
por distintas vías. En algunos casos los ataques parecen haberse repetido y por
lo general, cuando la mujer recuperaba sus facultades, horas después, el
violador se hacía el desentendido. Cosby no solamente es un violador serial
sino que se trata de un caso extremo y ominoso de ultraje y sometimiento de
víctimas indefensas, equiparable, en cierto sentido a la necrofilia.
Signos ominosos
de la perversión - La perversión de Cosby se había
manifestado en sus sesiones de chistes, discursos, declaraciones públicas y
libros pero pasaron desapercibidas en su momento. Fueron consideradas como
bromas con cierto tinte sexual de un cómico bonachón que no usaba el chiste
escatológico, un desliz disculpable que hoy se ha vuelto en lo que
verdaderamente era, la evidencia de una perversión imperdonable.
En una grabación humorística de 1969 (el LP It’s True,
it’s True) Cosby se refirió a su obsesión con “la mosca española” que es la
denominación anglosajona del coleóptero afrodisíaco que nosotros conocemos como
cantárida. Entonces Cosby decía que deslizaría inadvertidamente la cantárida en
los tragos de mujeres. En 1991, en una entrevista el violador, que en los
hechos empleaba metacualona, dijo que fantaseaba con dejar caer la cantaridina
en la bebida de las mujeres para que después desearan tener sexo con él. En
1992, en uno de sus libros titulado “Infancia” (Childhood), Cosby dedicó un
capítulo entero a la cantárida y se extendió acerca de la forma de
administrarla a la mujeres (“hay que introducirla cuando ella piensa que está bebiendo
otra cosa” y para saber que ya se le ha dado mucha “basta con esperar que se
saque la ropa, entonces ya es suficiente”).
En enero de este año, cuando el escándalo ya lo estaba
acorralando, Cosby le dijo a una mujer que se encontraba en la primera fila en
una de sus actuaciones, “tienes que tener cuidado cuando bebes cerca mío” y
después se ofreció para alcanzarle un trago. Algunos periodistas presentes
interpretaron la broma como una referencia a las acusaciones que se habían
lanzado contra él por haber drogado y violado a tantas mujeres. Sin embargo,
muchos integrantes del público aplaudieron y alentaron al comediante por su
chiste.
La metacualona es una droga que fue sintetizada en la India
en 1951. Sus efectos son similares a un barbitúrico y a partir de la década de
los sesenta del siglo pasado se la usó ampliamente como hipnótico para tratar el
insomnio. Quien la ingiere experimenta síntomas similares a una borrachera y
finalmente pierde el conocimiento. Su administración puede tener efectos
secundarios muy peligrosos, incluso mortales por sobredosis.
Cosby conseguía la metacualona en comprimidos que le
recetaba un ginecólogo de California, supuestamente para dolores de espalda,
pero se demostró que el médico sabía que el comediante no le pedía los
comprimidos para ingerirlos él y se presume que no ignoraba que empleaba la
droga para atacar a sus víctimas. En todo caso el médico suministrador perdió
su licencia para ejercer la medicina en California y en Nueva York.
Las confesiones que el comediante hizo en el 2005 y que
pretendió mantener en secreto muestran a un Cosby altanero y para nada
arrepentido que explica en detalle sus actos crapulosos.
Es probable que la caída del ídolo culmine próximamente
pero lo que difícilmente resulte desbaratado es el sistema que le transformó en
su profeta, que le aduló, le pagó y le protegió durante décadas ocultando sus
crímenes. De todos modos la prédica conformista, conservadora y por la positiva
de William Henry Cosby Jr. ya dejó de ser funcional a ese sistema: es
presumible que el acto final será poco espectacular.
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