miércoles, 29 de julio de 2015

El caso del Dr. Huxtable y Mr.Cosby




EL CASO DEL DR.HUXTABLE Y MR. COSBY
Lic. Fernando Britos V.
El comediante modélico de la familia burguesa afroestadounidense es un violador serial y un pervertido. De héroe social del conservadurismo y del pensamiento positivo al abismo de la depravación.
A mediados de los ochenta, el Show de Bill Cosby era la serie estrella de Saeta TV, el Canal 10 de Montevideo. Entre 1984 y 1992 fue un éxito resonante de la cadena NBC en los Estados Unidos, especialmente en su primer quinquenio. Se trataba de una comedia familiera, con técnica teatral, ambientada en un barrio residencial de la clase alta neoyorquina, en la que se ventilaban semanalmente las divertidas incidencias de una familia de la burguesía negra ascendente, cuyo papel protagónico lo desempeñaba el actor Bill Cosby que personificaba a un destacado y bonachón ginecólogo, el Doctor Cliff Huxtable y su esposa una abogada igualmente distinguida, la Dra. Claire.
La construcción de un héroe social en los ochenta - El guión de la serie que él produjo se basó en una especie de autobiografía que Cosby había hecho pública poco antes. Originalmente quería que los padres de su familia televisiva fueran afroaestadounidenses de clase media (él un chofer dueño de su propio remise y ella una electricista) pero los libretistas expertos de la cadena los posicionaron en la clase alta, ambos profesionales muy reconocidos, para hacer más poderoso su mensaje. Por otra parte, como en la vida real, el Dr. Huxtable tenía cinco hijos (cuatro mujeres y un varón).
Cosby cumplió 78 años el pasado 12 de julio (nació en 1937), hijo de una mucama y un cocinero de la Marina, fue deportista distinguido, estudiante de educación física, comediante, músico y actor desde su época de universitario.
Cuando protagonizó el Bill Cosby Show ya era un actor y comediante consagrado que a los 47 años había conducido varios programas de radio y televisión, actuado en películas y obras de teatro, protagonizado discos de humor y de jazz (cantó y tocó la batería y el contrabajo a la vera de consagrados como Charlie Mingus o Quincy Jones).
Cosby hizo dinero muy pronto. A los 32 años ya había rechazado un jugoso contrato por cinco años, a razón de 3 millones y medio de dólares al año, para grabar en su propio sello discográfico y tenía una compañía que producía películas para el cine y la televisión. En la década de los setenta, el comediante que promovía un humor tranquilo sin malas palabras ni situaciones escabrosas, se dedicó a la educación de niños y jóvenes y a su propia trayectoria académica. En 1976 se doctoró en educación por la Universidad de Massachusetts.
También en esa década junto con otros actores negros, entre ellos Sidney Poitier, produjo una serie de comedias cinematográficas y películas dirigidas al público infantil destinadas a contraponerse a filmes con actuaciones violentas protagonizados por afroamericanos.
La receta positiva de la paz racial y del olvido – El Show de Bill Cosby presentaba a un Dr. Huxtable de entrecasa, informal y elegantemente ataviado con vistosos sweaters y pantalones de pana que resolvía con paciencia y buen humor todas las situaciones que planteaban sus hijos adolescentes, los novios, amigos y amigas y aún los conflictos absolutamente livianos que enfrentaban a la madre Claire con sus hijos.
La línea argumental era absolutamente convencional, patriarcal, conservadora y aséptica. El Dr. Huxtable era un patriarca bonachón, paciente y siempre bienhumorado, que utilizaba la palabra para resolver cualquier diferencia. El humor de Cosby era un ingrediente fundamental. En el universo de esa familia los conflictos raciales, la pobreza, las drogas y el alcohol, la violencia doméstica, el delito, los ingresos familiares y la seguridad social, los problemas habitacionales, el transporte y cualquiera factor capaz de perturbar la idílica convivencia era cuidadosamente evitado.
El de los Huxtable era el mejor de los mundos posibles, el mundo de una burguesía negra ascendente que había escapado de los ghettos y disfrutaba de un elevado nivel de vida. Los aspectos étnicos solamente se percibían por la identidad de la enorme mayoría de los actores principales y secundarios. La aparición ocasional de amigos y vecinos blancos no alteraba la asepsia racial de los libretistas cuidaban sobre todas las cosas.
La gran experiencia de Cosby y su oficio de humorista contribuyeron al éxito de la serie. Por ejemplo, el protagonista se opuso y consiguió que no se incluyera la infame pista de risas grabadas que solía (y suele) acompañar las comedias estadounidenses porque consideraba que el público era lo suficientemente inteligente para percibir cuando debía reírse.
Ya en la década de los noventa, la serie había perdido su filo ideológico, en gran medida porque fue incapaz de enmascarar en forma duradera el contexto social de los Estados Unidos donde el racismo venía cobrando renovada fuerza y dejaba en evidencia la fragilidad de la psicología positiva y su presentación edulcorada. El Dr. Huxtable y los suyos habían dejado de ser los más funcionales al sistema. Esta especie de bonachón Tio Tom del siglo XX no resistió las tensiones de los nuevos escenarios que reflejarían mucho mejor otras series y comedias.
En los Estados Unidos, la serie modélica había pretendido mostrar que la burguesía negra era posible en la medida en que se asimilaran totalmente a los usos y costumbres de la burguesía blanca. El mensaje era que si adoptaban los “valores” de las clases más favorecidas, los afroestadounidenses serían aceptados, asimilados y su color se volvería invisible porque las tesis racistas hacían del color un estigma inocultable. La propuesta consistía en que era posible crear una sociedad “colour blind” (ciega al color) donde la adopción de los valores, las modas y la educación de la clase alta permitiría dejar atrás el estigma.
A su manera, en el Uruguay el éxito de Bill Cosby, tuvo un fundamento similar aunque aquí el mensaje no estaba dirigido primordialmente a los afrouruguayos sino a todos los miembros de la clase media y baja. Con humor, paciencia y buenos modales, era posible abrir el camino del ascenso social y esto era doblemente importante al salir de la dictadura (1973-1985).
En efecto, los postergados, reprimidos y olvidados, como resultado de las políticas que desarrolló la dictadura cívico-militar, que eran la enorme mayoría de la población uruguaya podían mejorar y ascender socialmente si “almorzaban con Mirta Legrand”, es decir si adoptaban los modales, la educación y “el buen tono” de la burguesía. Si dejaban atrás cualquier reivindicación, cualquier cuestionamiento de las estructuras sociales, cualquier memoria perturbadora proveniente de los sufrimientos del pasado reciente podrían disfrutar del mundo fashion de la clase alta.
Auge y caída: la cara perversa del modelo – Después que la exitosa serial fue descontinuada, en 1992, Cosby desarrolló una gran actividad en todos los ámbitos (presentador, conductor, productor etc.) y tuvo varios programas de televisión, escribió libros y ambientó festivales. Se transformó en un predicador laico, aunque se reconocía protestante, que promovía el enfoque políticamente correcto del conservadurismo negro.
Su fama de comediante y el mensaje que trasmitía hicieron que se multiplicaran las distinciones. Las universidades le conferían títulos y le incorporaban como asesor en temas de educación. Como maestro de ceremonias encabezó todo tipo de galas benéficas. Fustigó a los republicanos más conservadores pero fue una figura acunada por los jefes políticos de los principales partidos políticos estadounidenses.
Su prédica dirigida a la comunidad afroestadounidense desarrollaba los temas de la psicología positiva. De este modo criticaba a los afroamericanos que concentraban sus esfuerzos en el deporte, la moda, el rap y el hip hop y sustentaban “aspiraciones improductivas”, en lugar de aplicarse en educación, auto respeto y emprendimientos comerciales y/o artísticos.
Reclamaba que los padres debían inculcar en sus hijos los valores de la decencia, el trabajo duro y la humildad. Naturalmente él se presentaba, entre bromas y sonrisas, como el modelo del éxito que proponía. Era un predicador laico aunque se reconocía protestante y muchas de sus conferencias se dictaban en iglesias.
No todo eran alabanzas. Sus críticos le acusaban de ignorar deliberadamente los factores sociales que alimentan la pobreza, el crimen y el racismo en la sociedad estadounidense (deterioro de las escuelas y el sistema educativo, crisis económicas, trabajos de mala calidad y desempleo, salarios deteriorados, fuga de capitales, achiques, fuga de capitales, burbuja hipotecaria, deficiencias del sistema de salud pública, proliferación del consumo de drogas, etc.). Los comentarios de Cosby eran considerados como elitistas y clasistas por muchos observadores.
Entre 1986 y el 2011, Cosby publicó 12 libros de su autoría que sirven para comprender, a vuelo de pájaro, las temáticas sobre las que desarrolló su papel de ideólogo pop y su propia jactancia. A continuación la traducción de los títulos de su profusa producción bibliográfica: (1986) Paternidad; (1987) El tiempo vuela; (1989) Amor y matrimonio; (1991) Infancia; (1998) Los niños dicen las cosas más malditas; (1999) ¡Felicitaciones! ¿Y ahora qué? Un libro para graduados; (2000) en coautoría con D.W.Allen – Escuelas americanas. El desafío de los 100 billones; (2001) en coautoría con G. Booth – Cosbiología: Ensayos y observaciones del Doctor de la Comedia; (2003) Soy lo que comí… y estoy atemorizado!!!: y otras digresiones del Doctor de la Comedia; (2003) en coautoría con su hija Erika – Amigos de una pluma: una de las pequeñas fábulas de la vida; (2007) en couatoría con A.F. Poussaint – Vengan gentes: en el camino de víctimas a victoriosos; (2011) Yo no pedí nacer (pero estoy contento de haber nacido).  
En el 2013 empezó a programar su retorno a los primeros planos porque ninguno de los productos de los veinte años anteriores llegó a marcar puntos altos y fueron rápidamente olvidados.
En verdad, la historia personal de Bill Cosby realmente importa poco. Su campo modélico lo ocuparon otros productos, por ejemplo The Modern Family, pero la declinación del actor, productor y empresario mostraría una faceta sórdida que, en cierto sentido, es la cara perversa del modelo familiar y edulcorado. Se trata de las acciones que practicó durante más de medio siglo mientras propugnaba modelos ideales en la pantalla y daba consejos a los padres de la comunidad afroestadounidense, a los jóvenes, a los niños, acerca de la educación que debían recibir y los valores que debían practicar.

Como en “el extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, como en el de los cardenales, obispos, sacerdotes y pastores pedófilos y violadores, el Dr. Cosby/Huxtable era un predicador pervertido, un ejemplo podrido y traicionero. Su personaje dulzón y reidero, paciente y bonachón, era un disfraz coherente pero disfraz al fin, que ocultaba no solamente su verdadera naturaleza sino la complicidad de la sociedad que lo había creado, remunerado su éxito y encubierto sus andanzas.

El principio del fin - En el año 2000, una actriz de 20 años que había tenido un papel secundario en uno de sus programas, denunció que Cosby la había manoseado pero la oficina del Fiscal del Distrito consideró que no se había cometido delito. En el 2004, una funcionaria universitaria, Andrea Constand, le denunció por haberla drogado y manoseado. Nuevamente un Fiscal desechó los cargos porque “no había evidencias suficientes y creibles”. Sin embargo, Constand volvió a la carga en marzo del 2005 con una demanda civil y presentó a otras 13 mujeres como testigos que habían sido agredidas sexualmente por Cosby.
Para evitar que el asunto fuera a juicio, Cosby hizo un arreglo extrajuicio y pagó una abultada suma, cuyo monto nunca se conoció, en noviembre de 2006. Al enterarse que los cargos no serían sometidos a juicio, una abogada de California que era la única de las 13 testigos cuyo nombre se había hecho público, retomó el caso y expuso que en la década de 1970 Cosby la había drogado y violado. El abogado del actor dijo que él no conocía a la denunciante y negó los cargos pero otra de las víctimas tomó la posta y declaró que, en 1984, Cosby la había drogado con un café y que cuando se despertó estaba semi desnuda.
En octubre del año pasado, el comediante Hannibal Buress, en un escenario sostuvo que Cosby les decía a los jóvenes negros como debían vestirse y comportarse pero él violaba mujeres. En tanto Cosby negaba rotundamente las acusaciones, se refería a la maledicencia de los medios de comunicación y a la envidia y la maldad que según él motivaban los cargos.
Al mes siguiente una periodista, una modelo, una actriz, una enfermera, una conejita de Playboy, una presentadora de TV, y ocho mujeres más acusaron públicamente a Cosby de haberlas agredido sexualmente entre 1965 y 2004. Entonces aparecieron muchas otras denunciantes. Los abogados de Cosby se negaban a comentar las acusaciones y alegaban que los presuntos delitos, en todo caso habían prescrito porque en la mayoría de los estados ese lapso es de diez años.
A pesar de la avalancha de denuncias, hubo medios de comunicación que aludían a la “falta de consistencia de las pruebas” y aún como algún caso se habría registrado en un estado donde la prescripción de la violación no existe, se alegó que la agresión se había producido en otro lugar.
Finalmente, hace pocos días, una agencia de noticias obtuvo las actas con la confesión que Cosby había formulado en el 2005 para lograr el acuerdo extrajuicio con Andrea Constand. The New York Times publicó un extracto de la confesión. Inmediatamente los abogados demandaron a Constand por violar el acuerdo de confidencialidad que Cosby había celebrado con ella para ocultar todo y, especialmente, para que su esposa no se enterara de sus actos, pero el descalabro del violador ya era inevitable.
Desde fines del año pasado y todavía a la chita callando, las universidades que tenían a Cosby en su cuerpo académico y las instituciones honoríficas empezaron a borrarlo. La NBC canceló el proyecto de su retorno y su publicidad fue suprimida. Figuras del espectáculo, como la popular actriz Whoopi Goldberg que en años anteriores había defendido a Cosby, manifestaron que lo creían culpable y el 15 de julio pasado el Presidente Barack Obama lo remató al sostener que no le despojaría de la Medalla de la Libertad, que le había concedido su antecesor George W. Bush, pero que si alguien daba drogas inadvertidamente a una mujer o un hombre y después mantenía relaciones sexuales sin su consentimiento, eso era violación y que con ese delito no había tolerancia.
Cosby renunció a distintos cargos honoríficos antes de que la presión pública obligara a echarlo pero el golpe de gracia lo dio la divulgación de su modus operandi. El 27 de julio, la revista New York publicó una carátula explosiva. En la misma aparecen 35 mujeres cuyas edades actuales van de los 24 a los 80 años y que relatan la forma en que Cosby las drogó y violó en un lapso de más de 50 años. Varias eran menores de edad cuando el pervertido las agredió. La revista señaló que otras once mujeres que admitieron haber sido violadas por Bill Cosby no quisieron posar para la portada ni contar sus historias.
El modus operandi era prácticamente idéntico: el comediante le ofrecía a la víctima un café o una bebida alcohólica en la que había disuelto metacualona y cuando la droga hacía su efecto y la mujer se encontraba paralizada o inconsciente la desnudaba, la manoseaba y la penetraba por distintas vías. En algunos casos los ataques parecen haberse repetido y por lo general, cuando la mujer recuperaba sus facultades, horas después, el violador se hacía el desentendido. Cosby no solamente es un violador serial sino que se trata de un caso extremo y ominoso de ultraje y sometimiento de víctimas indefensas, equiparable, en cierto sentido a la necrofilia.
Signos ominosos de la perversión - La perversión de Cosby se había manifestado en sus sesiones de chistes, discursos, declaraciones públicas y libros pero pasaron desapercibidas en su momento. Fueron consideradas como bromas con cierto tinte sexual de un cómico bonachón que no usaba el chiste escatológico, un desliz disculpable que hoy se ha vuelto en lo que verdaderamente era, la evidencia de una perversión imperdonable.
En una grabación humorística de 1969 (el LP It’s True, it’s True) Cosby se refirió a su obsesión con “la mosca española” que es la denominación anglosajona del coleóptero afrodisíaco que nosotros conocemos como cantárida. Entonces Cosby decía que deslizaría inadvertidamente la cantárida en los tragos de mujeres. En 1991, en una entrevista el violador, que en los hechos empleaba metacualona, dijo que fantaseaba con dejar caer la cantaridina en la bebida de las mujeres para que después desearan tener sexo con él. En 1992, en uno de sus libros titulado “Infancia” (Childhood), Cosby dedicó un capítulo entero a la cantárida y se extendió acerca de la forma de administrarla a la mujeres (“hay que introducirla cuando ella piensa que está bebiendo otra cosa” y para saber que ya se le ha dado mucha “basta con esperar que se saque la ropa, entonces ya es suficiente”).
En enero de este año, cuando el escándalo ya lo estaba acorralando, Cosby le dijo a una mujer que se encontraba en la primera fila en una de sus actuaciones, “tienes que tener cuidado cuando bebes cerca mío” y después se ofreció para alcanzarle un trago. Algunos periodistas presentes interpretaron la broma como una referencia a las acusaciones que se habían lanzado contra él por haber drogado y violado a tantas mujeres. Sin embargo, muchos integrantes del público aplaudieron y alentaron al comediante por su chiste.
La metacualona es una droga que fue sintetizada en la India en 1951. Sus efectos son similares a un barbitúrico y a partir de la década de los sesenta del siglo pasado se la usó ampliamente como hipnótico para tratar el insomnio. Quien la ingiere experimenta síntomas similares a una borrachera y finalmente pierde el conocimiento. Su administración puede tener efectos secundarios muy peligrosos, incluso mortales por sobredosis.
Cosby conseguía la metacualona en comprimidos que le recetaba un ginecólogo de California, supuestamente para dolores de espalda, pero se demostró que el médico sabía que el comediante no le pedía los comprimidos para ingerirlos él y se presume que no ignoraba que empleaba la droga para atacar a sus víctimas. En todo caso el médico suministrador perdió su licencia para ejercer la medicina en California y en Nueva York.
Las confesiones que el comediante hizo en el 2005 y que pretendió mantener en secreto muestran a un Cosby altanero y para nada arrepentido que explica en detalle sus actos crapulosos.
Es probable que la caída del ídolo culmine próximamente pero lo que difícilmente resulte desbaratado es el sistema que le transformó en su profeta, que le aduló, le pagó y le protegió durante décadas ocultando sus crímenes. De todos modos la prédica conformista, conservadora y por la positiva de William Henry Cosby Jr. ya dejó de ser funcional a ese sistema: es presumible que el acto final será poco espectacular.

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