viernes, 22 de mayo de 2015

Religiones y pseudoreligiones pretenden penetrar la enseñanza pública en Uruguay




IDEOLOGÍA MORMONA Y NEW AGE PRETENDE PENETRAR LA ENSEÑANZA PÚBLICA EN URUGUAY
Lic. Fernando Britos V.
Una operación de marketing, auspiciada por “las cámaras empresariales”, pretende ampliar su penetración en Uruguay ofreciendo presuntas soluciones para “la crisis educativa” según un típico y destacado infoaviso publicado en El País del pasado martes 19.1
Los infoavisos son publicidad engañosa, disfrazada de información, que promueve determinados productos o servicios encubriendo los verdaderos propósitos que, en este caso son comerciales e ideológicos.
En estos días tendría lugar una presentación de un plan llamado “El líder en mi” (The Leader in Me) que pretende que maestros y profesores inculquen a sus alumnos “lo que antes se aprendía en la casa y en la iglesia y que hoy no se adquiere en ningún lado”. Según los vendedores se trata de hacer que los niños y jóvenes sean “los líderes de su propia vida”. Como se imaginará el lector esto no tiene nada que ver con el liderazgo sino con la promoción de consignas y orientaciones religiosas o pseudoreligiosas que veremos más adelante.
El infoaviso de “El País” está adobado con la carcaterística desinformación publicitaria. Anuncia un acontecimiento que tendría lugar la semana que viene, con el auspicio de “las cámaras empresariales” (sin decir exactamente cuales son las patrocinantes); afirma que el Ministerio de Educación y Cultura “está de acuerdo con estudiar la propuesta”; dice que “el plan llega de la mano de la empresa Franklin Covey” y se deshace en anécdotas y elogios sobre el modelo educativo (clases de liderazgo) “basado en principios de liderazgo” (que no son tales sino obviedades y consignas de los mormones y de la prédica New Age). Afirman al voleo que se aplica en más de 2.000 instituciones públicas y privadas, desde las favelas del Brasil hasta dos colegios privados en Uruguay: el Saint George (Buceo) y el Impulso (Casavalle).
Todavía no se informa donde se llevará a cabo el acontecimiento, pomposamente denominado “Innovación en Educación”, pero con típica audacia marquetinera se asegura que la Ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, “ya se comprometió a cerrar el encuentro” y se dice que “cinco expertos del MEC participarán desde el público para luego estudiar si el plan puede ser aplicado en la educación pública de Uruguay”.
Entre los expositores se anuncia como peso pesado una funcionaria de Franklin Covey (la educacionista Lynne Fox) y para darle aún más un aspecto de presunto apoyo oficial a su promoción, aseguran que “dará sus consideraciones sobre la propuesta el decano de la Facultad de Ciencias de la Udelar, Juan Cristina”.
Visto lo anterior es imprescindible investigar de que trata esta promoción tan adobada y responder a los interrogantes cuidadosamente eludidos por los organizadores, entre otros: ¿qué tipo de empresa es Franklin Covey?, ¿quién es su representante en el país?, ¿qué es realmente el “Lider en mi” (LEM)?, ¿quién era el gurú mormón Stephen R. Covey? ¿Cómo son los Siete Hábitos, la serie de libros de autoayuda que constituyen la base teológica de estos negocios?
Una empresa que vende servicios gerenciales - Franklin Covey Co. Es una empresa de servicios corporativos (entrenamiento, motivación, planificación, educación gerencial, productividad) aunque últimamente también se dedica a la venta de bolígrafos y lapiceras de la prestigiosa marca Cross. Fue fundada en 1997 y su sede está en West Valley City, en la patria mormona de Utah, en los Estados Unidos.
La compañía es el resultado de una fusión. Franklin Quest (FQ), una empresa dedicada a vender cursos sobre el aprovechamiento del tiempo para ejecutivos y personal corporativo, enfrentaba a fines del siglo pasado una crisis producida por la difusión de agendas electrónicas y programas de computación para organizar las actividades que les quitaban mercado. Entonces FQ decidió comprar el Leadership Center 2 de Stephen R. Covey (1932 – 2012) - alto dignatario y predicador de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días o Iglesia Mormona - para potenciar sus negocios y así nació Franklin Covey Co.
Covey, fue un autor prolífico de libros religiosos que había dado su más lucrativo batacazo, en 1989, al producir una obra de autoayuda que se dice vendió 20 millones de ejemplares y lo consagró como gurú de la administración de empresas y del entrenamiento empresarial que llevaba a cabo con su Centro.
Sin embargo, poco después de la fusión, el valor de las acciones de la nueva empresa se derrumbó. A fines de la década de los 90 se cotizaban a 20 dólares cada una y a principios del 2003 cayeron por debajo de un dólar. Después vino una tímida recuperación y entre fines del 2009 y mediados del 2010, las acciones oscilaron entre los 5,50 y los 8 dólares.
La compañía sigue vendiendo los sistemas de planificación de Franklin Quest (control de inventarios, manejo de la oficina, etc.) así como libros, DVDs y cursos de Covey y otros consultores, entre ellos “The Leader in Me” (LEM) que se basa en una versión póstuma del libro de autoayuda “ Los Siete Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” que uno de los hijos de Covey transformó en los “Siete Hábitos para los Niños Felices” que, a su vez, es la base del paquete de cursos “El líder en mi” (LEM).
Los “Siete Hábitos” que todo lo resuelven - Los Siete Hábitos son manidas consignas para imponer determinados comportamientos que, según Covey garantizan el éxito en los negocios, la felicidad personal e incluso el bienestar físico. Estas consignas se caracterizan por su obviedad, se basan en los preceptos que la Iglesia Mormona impone a sus fieles pero utilizando un lenguaje que difiere elaboradamente del que emplean en su prédica religiosa.
Es el lenguaje de la autoayuda: las recetas de los curalotodo que se venden para resolver todos los problemas. Es una especie de “pare de sufrir” pero de apariencia gerencial y cuidadosamente exento de peroratas bíblicas en portuñol o de citas explícitas del Libro de Mormón, de la Biblia rectificada por el profeta Joseph Smith, o de las rígidas normas de encuadramiento de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.
En 1989, Covey escribió su best seller sobre los “Siete Hábitos” para las personas exitosas pero ese texto se basa en otro libro de su autoría que lo precedió: “El Centro Divino” (The Divine Center, 1982) que era una obra de propaganda religiosa destinada al trabajo misionero de la Iglesia Mormona.
El mensaje de Covey era de estilo tan anticuado y convencional que pareció novedoso en la época de su aparición. Se había inspirado en el austríaco, Peter F. Drucker (1909-2005), un abogado que emigró a los EUA y con su educación propia del Círculo de Viena deslumbró a los estadounidenses transformándose en “filósofo de la administración de empresas”. Covey, adoptó el lenguaje y muchas ideas y recetas empresariales de Drucker para vestir sus propias concepciones religiosas y encubrirlas para hacerlas más potables a un público más amplio.
Las propuestas de “El Centro Divino” y de “Los Siete Hábitos” son idénticas pero en este último se evita que aparezca abiertamente el espíritu conservador, prescriptivo, rígido, autoritario e intolerante que suelen transpirar los textos mormones.
El gurú también abrevó en esa literatura de autoayuda o literatura del éxito particularmente abundante en los Estados Unidos y la salpimentó con concepciones New Age y otras charlatanerías que ensalzan la divinidad del individualismo y la mística de la perfección. Descubrió que en el siglo XIX y hasta la segunda guerra mundial, la literatura de autoayuda estadounidense hacía especial hincapié en el cultivo del caracter individual. Recién en la segunda mitad del siglo XX estos textos se habían volcado a otros aspectos más superficiales, como la apariencia y el estilo personal.
Otros autores mormones sostienen que los “Siete Hábitos” son esencialmente una destilación secularizada de las enseñanzas de Mormón pero escritas para cualquiera, independientemente del tipo de Dios en que se crea y aún si no se cree en ninguno. Por esa razón el libro de Covey infinitamente más exitoso entre los lectores corporativos que otros como “The Purpose-Driven Life” (en español: “Una vida con propósito”) del pastor evangelista Rick Warren (n.1954) que es mucho más explícito en cuanto a su orientación de proselitismo cristiano.
No hay que olvidar que la Iglesia Mormona es la más rica y poderosa de las iglesias (su última declaración de activos es de 30.000 millones de dólares) pero tiene una historia turbulenta, ha desarrollado acciones y sustenta dogmas incompatibles con cualquier otra creencia religiosa - al punto que considera que todas las demás iglesias son abominaciones a los ojos de su Dios y formas corruptas – que no la hacen precisamente simpática y mantiene conflictos con católicos, protestantes, judíos, musulmanes y otras denominaciones.
Sintetizando he aquí los Siete Hábitos o mandatos de Covey: 1) “Sea proactivo” 3, 2) “Comience teniendo en mente el final”, 3) “Coloque primero lo primero” 4, 4) “Piense en ganar/ganar”, 5) “Primero procure entender y después ser entendido”, 6) “Sinergice”5 y 7) “Afile la herramienta” (que significa mantenerse física, mental y espiritualmente en buenas condiciones mediante el ejercicio, la lectura, la oración y las buenas obras. Tiempo después el gurú agregó un octavo mandato: “encuentre su voz e inspire a los demás para encontrar la suya”.
Esas consignas obvias y simplistas eran para Covey (y lo son para sus agentes) principios o leyes naturales e inmutables. Como siempre este tipo de recetas tiende a hacer una abstracción voluntarista e imperativa de las condiciones concretas, de los factores sociales, culturales, económicos, políticos, que forman el contexto en que se mueven las personas y las organizaciones. El libro original era una obra de autoayuda para adultos.
Es posible que algunos de sus clientes le haya sido de utilidad, efímera o duradera. Es posible que a otros lectores o participantes en los seminarios de Franklin Covey, los famosos Siete Hábitos, no les hayan servido para nada o les hayan resultado una cháchara densa y costosa. En todo caso, se supone que los adultos están en condiciones de adoptar su propio criterio.
Además de las raices mormonas, los métodos de Covey incluyen técnicas del New Age puesto que el gurú fue un asociado y promotor de las mismas en el ambiente de la autoayuda.6 Las prácticas esotéricas que Covey consideraba correctas incluyen las visualizaciones, la programación subliminal, la programación neurolinguística, la meditación y la autohipnosis y otras formas de estafar crédulos.
No pensar con cabeza propia como resultado de la receta dogmática - Stephen Covey explotó hábilmente su éxito inicial y produjo otro libro sobre los Siete Hábitos pero, esta vez, dedicado a las familias con el enfoque que los mormones consideran fundamental. Sean Covey, uno de los nueve hijos del gurú y funcionario de la Franklin Covey, adaptó el mamotreto original para crear “Los Siete Hábitos para Niños Felices”.
Después la empresa decidió crear un programa para escuelas primarias, bajo la forma de relatos para niños, libros de texto para cada grado y nivel, afiches y guías para los maestros. En los EUA, la Franklin Covey vende el paquete, que comprende además un programa de entrenamiento de maestros y la participación de conferencistas estadounidenses, por más de 50.000 dólares, algo así como un millón y medio de pesos al cambio del día.
El nombre del programa infantil y juvenil es precisamente “El líder en mi” y en Internet es posible encontrar cientos de páginas y testimonios en blogs que hacen alabanza de sus maravillosos resultados. Sin embargo, no es posible encontrar ni un solo estudio bien hecho que respalde la eficacia del mismo. Por otra parte, las anécdotas de éxito que difunde la empresa vendedora despiertan muchas más sospechas porque no ofrecen evidencia de sus afirmaciones. La promoción es como la que aquí hace el representante de la Franklin Covey: “se aplica en las favelas de Río”. ¿En cuáles? ¿cuándo? Y sobre todo, ¿dónde están los estudios que prueban que se ha mejorado el aprendizaje, la eficiencia de la enseñanza?
No hay evidencia científica de la utilidad del programa y en cambio hay críticas muy serias que no han sido controvertidas por los vendedores de la Franklin Covey. La principal es que el programa no ha sido creado por expertos en educación o psicólogos. Sean Covey tiene estudios de grado en idioma inglés y poco más y la empresa no tiene antecedentes ni solvencia en educación de niños y jóvenes.
Otra de las objeciones que padres y maestros hacen al programa “Líder en mi” es su caracter fuertemente prescriptivo. Lo que más abundan son las categorizaciones como “correcto” e “incorrecto”, “se debe” y “no se debe” porque la idea original es que los Siete Hábitos marcan el camino, el único camino posible, el de la iglesia que no osa decir su nombre, para la perfección divina, la eficiencia gerencial, la felicidad personal y en el caso concreto la niñez perfecta.
El esquema prescriptivo, fuertemente patriarcal, busca imponer conductas y actitudes a los niños y por ende cancelar cualquier posibilidad del desarrollo de un pensamiento autónomo y diverso. Existe una sola forma buena de hacer las cosas y esa es la que prescriben los “Siete Hábitos”.
Mientras que los adultos o por lo menos muchos de los adultos, pueden oponer su propia experiencia y su propio criterio para confrontar los mandatos de la receta Covey de la perfección y la verdadera vida si es del caso, los niños tienen menos elementos para hacerlo y más aún si los maestros y eventualmente los padres les imponen las recetas del programa.
Hay que tener en cuenta que el enfoque del programa cuestionado es global, total, se espera que los maestros enseñen que los hábitos correctos son los “Siete Hábitos” de Covey, que toda la escuela, cada año, cada nivel, los practique; que en cada materia y en cada actividad se ejerciten, que los afiches los recuerden desde la pared del salón de clase y desde los corredores, que se impongan en el recreo, que se canten en las clases de música, que hagan manualidades inspiradas en los Siete Hábitos y que los repitan durante toda la jornada escolar.
Ese enfoque tiene un nombre, se trata de adoctrinamiento, de la imposición dogmática y autoritaria, indiscutible e ineludible, de “las ideas correctas” sobre los niños y jóvenes. Se trata de no dejar resquicio alguno por el que se puedan colar cuestionamientos, dudas, ideas diferentes, deseos propios, incertidumbres, experiencias y la vivencia de la realidad concreta, todo lo que constituye los elementos imprescindibles para el desarrollo de la personalidad, la inteligencia y la felicidad de los niños y jóvenes.
Incluso el nombre del programa es engañoso porque no se enseña liderazgo en el sentido convencional sino que se intenta que los niños sean “los líderes de su propia vida” o como lo dice el representante de la Franklin Covey en Uruguay “explicamos que uno es el resultado de sus decisiones y no de una proyección de su historia (...) uno es lo que uno crea”. Lo que sucede es que se les impone a los niños lo que deben creer, se les baja linea, se les marca un camino del que no pueden, no deben y finalmente, si el adoctrinamiento funciona, no quieren apartarse.
El representante – El representante de la Franklin Covey en el Uruguay es Antonio Julio Lacarte, hijo del distinguido ex- diplomático y lobbysta empresarial colorado Julio Lacarte Muró y de la Sra. Ivy O'Hara. No se sabe que formación, experiencia o grados académicos en educación, psicología o ramas afines tiene el Sr. Lacarte O'Hara pero no parecen ser relevantes por lo que es coherente con lo que sucede en los Estados Unidos donde la Franklin Covey acredita experiencia en servicios gerenciales pero no en educación pública o pedagogía.
Sin embargo, Lacarte O'Hara figuró como asesor en temas de ciencia y tecnología cuando el senador Pedro Bordaberry presentó el programa de gobierno del Partido Colorado para el periodo 2015-2020. En el 2013, Lacarte figuró junto a una parienta, Carolina Blitzer, como coautor de una guía de viaje en inglés, titulada “Visiting Uruguay” que se anuncia como útil para turistas y para hombres de negocios que piensen hacerlos en este país. Mucho antes y siempre vinculado con el Partido Colorado, Lacarte fue el compilador de “Cartas al Presidente” un libro que, en 1995, presentó la correspondencia que los niños dirigieron al primer mandatario, Dr. Julio María Sanguinetti.
Es posible que esta lejana experiencia editorial haya sido la más cercana a los problemas de educación infantil que pueda exhibir el representante aunque las lecciones de marketing empresarial de la Franklin Covey las tiene bien aprendidas.
1 Proponen cursos de “liderazgo” para frenar la crisis educativa; El País, 19/5/2015, secc.A, p.10.
2 Esta empresa se jactaba de contar entre sus clientes a las tres cuartas partes de la lista de 500 mayores corporaciones de la revista Fortune.
3 La proactividad es muy recurrida en la literatura de autoayuda y de desarrollo empresarial; se trata de una actitud ideal en la que el sujeto u organización asume el pleno control de su conducta de modo activo, lo que implica la iniciativa en el desarrollo de acciones creativas para generar mejoras, haciendo prevalecer la libertad de elección sobre las circunstancias del contexto. La proactividad significa asumir la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan; decidir en cada momento lo que se quiere hacer y cómo se va a hacer. El término fue acuñado por el psiquiatra austriaco Viktor Frankl, que sobrevivió a los campos de concentración nazis. Años después lo popularizó Covey en sus textos.
4 Covey no respeta su propia premisa y la coloca en tercer lugar.
5 Este término original de la fisiología, que significa el concurso activo de varios órganos para cumplir una función, es adoptado como el mandato de aprender a trabajar con otros para beneficio de todas las partes.
6 En los libros de Covey son frecuentes las citas y referencias a los máximos charlatanes de la New Age. Por ejemplo Marilyn Ferguson y “La conspiración de Acuario”, el psiquiatra Morgan Scott Peck, John Gray y sus chantadas de la psicología pop, los embustes de Jack Canfield y Mark Victor Hansen (Sopa de pollo para el alma) y varios más.

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