IDEOLOGÍA
MORMONA Y NEW AGE PRETENDE PENETRAR LA ENSEÑANZA PÚBLICA EN URUGUAY
Lic.
Fernando Britos V.
Una
operación de marketing, auspiciada por “las cámaras
empresariales”, pretende ampliar su penetración en Uruguay
ofreciendo presuntas soluciones para “la crisis educativa” según
un típico y destacado infoaviso publicado en El País del pasado
martes 19.1
Los
infoavisos son publicidad engañosa, disfrazada de información, que
promueve determinados productos o servicios encubriendo los
verdaderos propósitos que, en este caso son comerciales e
ideológicos.
En
estos días tendría lugar una presentación de un plan llamado “El
líder en mi” (The Leader in Me) que pretende que maestros y
profesores inculquen a sus alumnos “lo que antes se aprendía en la
casa y en la iglesia y que hoy no se adquiere en ningún lado”.
Según los vendedores se trata de hacer que los niños y jóvenes
sean “los líderes de su propia vida”. Como se imaginará el
lector esto no tiene nada que ver con el liderazgo sino con la
promoción de consignas y orientaciones religiosas o pseudoreligiosas
que veremos más adelante.
El
infoaviso de “El País” está adobado con la carcaterística
desinformación publicitaria. Anuncia un acontecimiento que tendría
lugar la semana que viene, con el auspicio de “las cámaras
empresariales” (sin decir exactamente cuales son las
patrocinantes); afirma que el Ministerio de Educación y Cultura
“está de acuerdo con estudiar la propuesta”; dice que “el plan
llega de la mano de la empresa Franklin Covey” y se deshace en
anécdotas y elogios sobre el modelo educativo (clases de liderazgo)
“basado en principios de liderazgo” (que no son tales sino
obviedades y consignas de los mormones y de la prédica New Age).
Afirman al voleo que se aplica en más de 2.000 instituciones
públicas y privadas, desde las favelas del Brasil hasta dos colegios
privados en Uruguay: el Saint George (Buceo) y el Impulso
(Casavalle).
Todavía
no se informa donde se llevará a cabo el acontecimiento,
pomposamente denominado “Innovación en Educación”, pero con
típica audacia marquetinera se asegura que la Ministra de Educación
y Cultura, María Julia Muñoz, “ya se comprometió a cerrar el
encuentro” y se dice que “cinco expertos del MEC participarán
desde el público para luego estudiar si el plan puede ser aplicado
en la educación pública de Uruguay”.
Entre
los expositores se anuncia como peso pesado una funcionaria de
Franklin Covey (la educacionista Lynne Fox) y para darle aún más un
aspecto de presunto apoyo oficial a su promoción, aseguran que “dará
sus consideraciones sobre la propuesta el decano de la Facultad de
Ciencias de la Udelar, Juan Cristina”.
Visto
lo anterior es imprescindible investigar de que trata esta promoción
tan adobada y responder a los interrogantes cuidadosamente eludidos
por los organizadores, entre otros: ¿qué tipo de empresa es
Franklin Covey?, ¿quién es su representante en el país?, ¿qué es
realmente el “Lider en mi” (LEM)?, ¿quién era el gurú mormón
Stephen R. Covey? ¿Cómo son los Siete Hábitos, la serie de libros
de autoayuda que constituyen la base teológica de estos negocios?
Una
empresa que vende servicios gerenciales
- Franklin Covey Co. Es una empresa de servicios corporativos
(entrenamiento, motivación, planificación, educación gerencial,
productividad) aunque últimamente también se dedica a la venta de
bolígrafos y lapiceras de la prestigiosa marca Cross. Fue fundada en
1997 y su sede está en West Valley City, en la patria mormona de
Utah, en los Estados Unidos.
La
compañía es el resultado de una fusión. Franklin Quest (FQ), una
empresa dedicada a vender cursos sobre el aprovechamiento del tiempo
para ejecutivos y personal corporativo, enfrentaba a fines del siglo
pasado una crisis producida por la difusión de agendas electrónicas
y programas de computación para organizar las actividades que les
quitaban mercado. Entonces FQ decidió comprar el Leadership Center 2
de Stephen R. Covey (1932 – 2012) - alto dignatario y predicador de
la Iglesia de los Santos de los Últimos Días o Iglesia Mormona -
para potenciar sus negocios y así nació Franklin Covey Co.
Covey,
fue un autor prolífico de libros religiosos que había dado su más
lucrativo batacazo, en 1989, al producir una obra de autoayuda que se
dice vendió 20 millones de ejemplares y lo consagró como gurú de
la administración de empresas y del entrenamiento empresarial que
llevaba a cabo con su Centro.
Sin
embargo, poco después de la fusión, el valor de las acciones de la
nueva empresa se derrumbó. A fines de la década de los 90 se
cotizaban a 20 dólares cada una y a principios del 2003 cayeron por
debajo de un dólar. Después vino una tímida recuperación y entre
fines del 2009 y mediados del 2010, las acciones oscilaron entre los
5,50 y los 8 dólares.
La
compañía sigue vendiendo los sistemas de planificación de Franklin
Quest (control de inventarios, manejo de la oficina, etc.) así como
libros, DVDs y cursos de Covey y otros consultores, entre ellos “The
Leader in Me” (LEM) que se basa en una versión póstuma del libro
de autoayuda “ Los Siete Hábitos de la Gente Altamente Efectiva”
que uno de los hijos de Covey transformó en los “Siete Hábitos
para los Niños Felices” que, a su vez, es la base del paquete de
cursos “El líder en mi” (LEM).
Los
“Siete Hábitos” que todo lo resuelven
-
Los Siete Hábitos son manidas consignas para imponer determinados
comportamientos que, según Covey garantizan el éxito en los
negocios, la felicidad personal e incluso el bienestar físico. Estas
consignas se caracterizan por su obviedad, se basan en los preceptos
que la Iglesia Mormona impone a sus fieles pero utilizando un
lenguaje que difiere elaboradamente del que emplean en su prédica
religiosa.
Es
el lenguaje de la autoayuda: las recetas de los curalotodo que se
venden para resolver todos los problemas. Es una especie de “pare
de sufrir” pero de apariencia gerencial y cuidadosamente exento de
peroratas bíblicas en portuñol o de citas explícitas del Libro de
Mormón, de la Biblia rectificada por el profeta Joseph Smith, o de
las rígidas normas de encuadramiento de la Iglesia de los Santos de
los Últimos Días.
En
1989, Covey escribió su best seller sobre los “Siete Hábitos”
para las personas exitosas pero ese texto se basa en otro libro de su
autoría que lo precedió: “El Centro Divino” (The Divine Center,
1982) que era una obra de propaganda religiosa destinada al trabajo
misionero de la Iglesia Mormona.
El
mensaje de Covey era de estilo tan anticuado y convencional que
pareció novedoso en la época de su aparición. Se había inspirado
en el austríaco, Peter F. Drucker (1909-2005), un abogado que emigró
a los EUA y con su educación propia del Círculo de Viena deslumbró
a los estadounidenses transformándose en “filósofo de la
administración de empresas”. Covey, adoptó el lenguaje y muchas
ideas y recetas empresariales de Drucker para vestir sus propias
concepciones religiosas y encubrirlas para hacerlas más potables a
un público más amplio.
Las
propuestas de “El Centro Divino” y de “Los Siete Hábitos”
son idénticas pero en este último se evita que aparezca
abiertamente el espíritu conservador, prescriptivo, rígido,
autoritario e intolerante que suelen transpirar los textos mormones.
El
gurú también abrevó en esa literatura de autoayuda o literatura
del éxito particularmente abundante en los Estados Unidos y la
salpimentó con concepciones New Age y otras charlatanerías que
ensalzan la divinidad del individualismo y la mística de la
perfección. Descubrió que en el siglo XIX y hasta la segunda guerra
mundial, la literatura de autoayuda estadounidense hacía especial
hincapié en el cultivo del caracter individual. Recién en la
segunda mitad del siglo XX estos textos se habían volcado a otros
aspectos más superficiales, como la apariencia y el estilo personal.
Otros
autores mormones sostienen que los “Siete Hábitos” son
esencialmente una destilación secularizada de las enseñanzas de
Mormón pero escritas para cualquiera, independientemente del tipo
de Dios en que se crea y aún si no se cree en ninguno. Por esa razón
el libro de Covey infinitamente más exitoso entre los lectores
corporativos que otros como “The Purpose-Driven Life” (en
español: “Una vida con propósito”) del pastor evangelista Rick
Warren (n.1954) que es mucho más explícito en cuanto a su
orientación de proselitismo cristiano.
No
hay que olvidar que la Iglesia Mormona es la más rica y poderosa de
las iglesias (su última declaración de activos es de 30.000
millones de dólares) pero tiene una historia turbulenta, ha
desarrollado acciones y sustenta dogmas incompatibles con cualquier
otra creencia religiosa - al punto que considera que todas las demás
iglesias son abominaciones a los ojos de su Dios y formas corruptas –
que no la hacen precisamente simpática y mantiene conflictos con
católicos, protestantes, judíos, musulmanes y otras denominaciones.
Sintetizando
he aquí los Siete Hábitos o mandatos de Covey: 1) “Sea proactivo”
3,
2) “Comience teniendo en mente el final”, 3) “Coloque primero
lo primero” 4,
4) “Piense en ganar/ganar”, 5) “Primero procure entender y
después ser entendido”, 6) “Sinergice”5
y 7) “Afile la herramienta” (que significa mantenerse física,
mental y espiritualmente en buenas condiciones mediante el ejercicio,
la lectura, la oración y las buenas obras. Tiempo después el gurú
agregó un octavo mandato: “encuentre su voz e inspire a los demás
para encontrar la suya”.
Esas
consignas obvias y simplistas eran para Covey (y lo son para sus
agentes) principios o leyes naturales e inmutables. Como siempre este
tipo de recetas tiende a hacer una abstracción voluntarista e
imperativa de las condiciones concretas, de los factores sociales,
culturales, económicos, políticos, que forman el contexto en que se
mueven las personas y las organizaciones. El libro original era una
obra de autoayuda para adultos.
Es
posible que algunos de sus clientes le haya sido de utilidad, efímera
o duradera. Es posible que a otros lectores o participantes en los
seminarios de Franklin Covey, los famosos Siete Hábitos, no les
hayan servido para nada o les hayan resultado una cháchara densa y
costosa. En todo caso, se supone que los adultos están en
condiciones de adoptar su propio criterio.
Además
de las raices mormonas, los métodos de Covey incluyen técnicas del
New Age puesto que el gurú fue un asociado y promotor de las mismas
en el ambiente de la autoayuda.6
Las prácticas esotéricas que Covey consideraba correctas incluyen
las visualizaciones, la programación subliminal, la programación
neurolinguística, la meditación y la autohipnosis y otras formas de
estafar crédulos.
No
pensar con cabeza propia como resultado de la receta dogmática
- Stephen Covey explotó hábilmente su éxito inicial y produjo otro
libro sobre los Siete Hábitos pero, esta vez, dedicado a las
familias con el enfoque que los mormones consideran fundamental. Sean
Covey, uno de los nueve hijos del gurú y funcionario de la Franklin
Covey, adaptó el mamotreto original para crear “Los Siete Hábitos
para Niños Felices”.
Después
la empresa decidió crear un programa para escuelas primarias, bajo
la forma de relatos para niños, libros de texto para cada grado y
nivel, afiches y guías para los maestros. En los EUA, la Franklin
Covey vende el paquete, que comprende además un programa de
entrenamiento de maestros y la participación de conferencistas
estadounidenses, por más de 50.000 dólares, algo así como un
millón y medio de pesos al cambio del día.
El
nombre del programa infantil y juvenil es precisamente “El líder
en mi” y en Internet es posible encontrar cientos de páginas y
testimonios en blogs que hacen alabanza de sus maravillosos
resultados. Sin embargo, no es posible encontrar ni un solo estudio
bien hecho que respalde la eficacia del mismo. Por otra parte, las
anécdotas de éxito que difunde la empresa vendedora despiertan
muchas más sospechas porque no ofrecen evidencia de sus
afirmaciones. La promoción es como la que aquí hace el
representante de la Franklin Covey: “se aplica en las favelas de
Río”. ¿En cuáles? ¿cuándo? Y sobre todo, ¿dónde están los
estudios que prueban que se ha mejorado el aprendizaje, la eficiencia
de la enseñanza?
No
hay evidencia científica de la utilidad del programa y en cambio hay
críticas muy serias que no han sido controvertidas por los
vendedores de la Franklin Covey. La principal es que el programa no
ha sido creado por expertos en educación o psicólogos. Sean Covey
tiene estudios de grado en idioma inglés y poco más y la empresa no
tiene antecedentes ni solvencia en educación de niños y jóvenes.
Otra
de las objeciones que padres y maestros hacen al programa “Líder
en mi” es su caracter fuertemente prescriptivo. Lo que más abundan
son las categorizaciones como “correcto” e “incorrecto”, “se
debe” y “no se debe” porque la idea original es que los Siete
Hábitos marcan el camino, el único camino posible, el de la iglesia
que no osa decir su nombre, para la perfección divina, la eficiencia
gerencial, la felicidad personal y en el caso concreto la niñez
perfecta.
El
esquema prescriptivo, fuertemente patriarcal, busca imponer conductas
y actitudes a los niños y por ende cancelar cualquier posibilidad
del desarrollo de un pensamiento autónomo y diverso. Existe una sola
forma buena de hacer las cosas y esa es la que prescriben los “Siete
Hábitos”.
Mientras
que los adultos o por lo menos muchos de los adultos, pueden oponer
su propia experiencia y su propio criterio para confrontar los
mandatos de la receta Covey de la perfección y la verdadera vida si
es del caso, los niños tienen menos elementos para hacerlo y más
aún si los maestros y eventualmente los padres les imponen las
recetas del programa.
Hay
que tener en cuenta que el enfoque del programa cuestionado es
global, total, se espera que los maestros enseñen que los hábitos
correctos son los “Siete Hábitos” de Covey, que toda la escuela,
cada año, cada nivel, los practique; que en cada materia y en cada
actividad se ejerciten, que los afiches los recuerden desde la pared
del salón de clase y desde los corredores, que se impongan en el
recreo, que se canten en las clases de música, que hagan
manualidades inspiradas en los Siete Hábitos y que los repitan
durante toda la jornada escolar.
Ese
enfoque tiene un nombre, se trata de adoctrinamiento, de la
imposición dogmática y autoritaria, indiscutible e ineludible, de
“las ideas correctas” sobre los niños y jóvenes. Se trata de no
dejar resquicio alguno por el que se puedan colar cuestionamientos,
dudas, ideas diferentes, deseos propios, incertidumbres, experiencias
y la vivencia de la realidad concreta, todo lo que constituye los
elementos imprescindibles para el desarrollo de la personalidad, la
inteligencia y la felicidad de los niños y jóvenes.
Incluso
el nombre del programa es engañoso porque no se enseña liderazgo en
el sentido convencional sino que se intenta que los niños sean “los
líderes de su propia vida” o como lo dice el representante de la
Franklin Covey en Uruguay “explicamos que uno es el resultado de
sus decisiones y no de una proyección de su historia (...) uno es lo
que uno crea”. Lo que sucede es que se les impone a los niños lo
que deben creer, se les baja linea, se les marca un camino del que no
pueden, no deben y finalmente, si el adoctrinamiento funciona, no
quieren apartarse.
El
representante
– El representante de la Franklin Covey en el Uruguay es Antonio
Julio Lacarte, hijo del distinguido ex- diplomático y lobbysta
empresarial colorado Julio Lacarte Muró y de la Sra. Ivy O'Hara. No
se sabe que formación, experiencia o grados académicos en
educación, psicología o ramas afines tiene el Sr. Lacarte O'Hara
pero no parecen ser relevantes por lo que es coherente con lo que
sucede en los Estados Unidos donde la Franklin Covey acredita
experiencia en servicios gerenciales pero no en educación pública o
pedagogía.
Sin
embargo, Lacarte O'Hara figuró como asesor en temas de ciencia y
tecnología cuando el senador Pedro Bordaberry presentó el programa
de gobierno del Partido Colorado para el periodo 2015-2020. En el
2013, Lacarte figuró junto a una parienta, Carolina Blitzer, como
coautor de una guía de viaje en inglés, titulada “Visiting
Uruguay” que se anuncia como útil para turistas y para hombres de
negocios que piensen hacerlos en este país. Mucho antes y siempre
vinculado con el Partido Colorado, Lacarte fue el compilador de
“Cartas al Presidente” un libro que, en 1995, presentó la
correspondencia que los niños dirigieron al primer mandatario, Dr.
Julio María Sanguinetti.
Es
posible que esta lejana experiencia editorial haya sido la más
cercana a los problemas de educación infantil que pueda exhibir el
representante aunque las lecciones de marketing empresarial de la
Franklin Covey las tiene bien aprendidas.
1
Proponen cursos de “liderazgo” para frenar la crisis educativa;
El País, 19/5/2015, secc.A, p.10.
2
Esta empresa se jactaba de contar entre sus clientes a las tres
cuartas partes de la lista de 500 mayores corporaciones de la
revista Fortune.
3
La proactividad es muy
recurrida en la literatura de autoayuda y de desarrollo empresarial;
se trata de una actitud ideal en la que el sujeto u organización
asume el pleno control de su conducta de modo activo, lo que implica
la iniciativa en el desarrollo de acciones creativas para generar
mejoras, haciendo prevalecer la libertad de elección sobre las
circunstancias del contexto. La proactividad significa asumir la
responsabilidad de hacer que las cosas sucedan; decidir en cada
momento lo que se quiere hacer y cómo se va a hacer. El término
fue acuñado por el psiquiatra austriaco Viktor Frankl, que
sobrevivió
a los campos de concentración nazis. Años después lo popularizó
Covey en sus textos.
4
Covey no respeta su propia premisa y la coloca en tercer lugar.
5
Este término original de la fisiología, que significa el concurso
activo de varios órganos para cumplir una función, es adoptado
como el mandato de aprender a trabajar con otros para beneficio de
todas las partes.
6
En los libros de Covey son frecuentes las citas y referencias a los
máximos charlatanes de la New Age. Por ejemplo Marilyn Ferguson y
“La conspiración de Acuario”, el psiquiatra Morgan Scott Peck,
John Gray y sus chantadas de la psicología pop, los embustes de
Jack Canfield y Mark Victor Hansen (Sopa de pollo para el alma) y
varios más.
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