AHORA LA REALIDAD: LAS PLAZAS DE DEPORTES DEL SIGLO XXI
Lic.
Fernando Britos V.
Otorgar
mayor autonomía, mayor capacidad de decisión a las Plazas de
Deportes, parece absolutamente necesario y como intención figura en
las declaraciones y propósitos de los organismos rectores del
deporte comunitario en el Uruguay. La descentralización puede
efectivamente conducir a una gestión más eficiente y a una mejor
adecuación a las necesidades de los habitantes pero hay que tener en
cuenta que, más allá de la retórica, puede abarcar diferentes
aspectos y un puesta en práctica realmente
participativa
y bien planificada.
Gobernanza,
descentralización y asimetrías
-
Tratar
de avanzar en la concreción de cambios institucionales de profunda
significación social, como los mencionados
antes
en
“Las Plazas de Deportes y las trampas de la gobernanza” (en
La Onda Digital N.º 832) requiere meter el escalpelo un poco más en
la
subpolítica,
con la aclaración debida que la invocación de la gobernanza
por actores públicos
puede provenir de cierta ingenuidad lejana de cualquier intención
verdaderamente tramposa.
La
sociedad civil ha venido asumiendo diferentes tipos de iniciativas al
margen de los sistemas políticos tradicionales. La sociedad civil y
los individuos encuentran en la acción política y el ejercicio del
poder para la toma de decisiones, un espacio de gestión que muchas
veces – como por ejemplo en el caso de las Plazas de Deportes –
surge como un intento de transferencia por parte de un ente estatal.
Estas
iniciativas implican cambios en la institucionalidad estatal porque
entrañan modificaciones en el ejercicio del poder que recaen fuera
de las instituciones clásicas representativas del sistema político.
Por otra parte, los cambios se apoyan en niveles de organización de
los actores sociales que conducen a formas de participación y
cogestión que despiertan interés en la sociedad (por ejemplo las
Comisiones de Apoyo de la Plazas de Deportes). Sin embargo, en el
campo de la articulación entre actores públicos y actores sociales,
especialmente en el ámbito del deporte y la recreación
comunitarios, no existe demasiado conocimiento sistematizado porque
las experiencias previas parecen no haber sido suficientemente
consideradas, sin perjuicio de los importantes aportes históricos y
contextualizadores que han realizado el Prof. Arnaldo Gomensoro y
otros destacados docentes de educación física.
Ahora
estamos enfrentando un desafío en que la gobernanza, un concepto
ambigüo (generalmente intencionalmente ambigüo), ha tendido a
confundirse con la gobernabilidad. Algunos autores consideran a la
gobernanza como un modo de regulación social; otros, como Boaventura
de Sousa Santos1,
señalan que “desde mediados de los años noventa, la gobernanza se
ha convertido en la matriz política de la globalización neoliberal”
(de Sousa Santos, 2007: 33).
Los
promotores europeos de la gobernanza la presentan como procedimiento
para las interacciones y la participación ciudadana plena en las
decisiones políticas y sociales que permiten una mejor calidad de
vida y el rescate de la dignidad humana. Teóricamente estas
interacciones implican acciones cooperativas de redes públicas y
privadas y se concretarían en acuerdos entre una variedad de actores
políticos, económicos y sociales para “solucionar problemas” y
construir la institucionalidad necesaria para forjar los cambios.
En
la retórica de la gobernanza esta suele aparecer en relación con
diferentes principios inobjetables, como participación,
transparencia, eficacia y rendición de cuentas. En particular, la
participación política parece referirse al ejercicio de la
ciudadanía en los asuntos públicos y a los mecanismos que buscan
democratizar las instituciones públicas con la finalidad de
incrementar la participación de los ciudadanos y sus organizaciones
en las decisiones que les afectan.
Las
oportunidades de participación de la ciudadanía han sido abordadas
por autores, como Jürgen Habermas con su propuesta de democracia
deliberativa, Chantal Mouffe con el pluralismo democrático y David
Held con la democracia asociativa, entre otros, que desarrollan
discusiones sobre la redefinición de las representaciones, la
política democrática, la ciudadanía, la sociedad y la
participación 2.
Pero es de Sousa Santos quien ha apuntado certeramente su crítica a
la gobernanza al sostener que las interacciones entre agentes
públicos y privados no pueden ser tratadas como si fuesen simples
relaciones de colaboración totalmente despolitizadas. Lo que sucede
- dice el sociólogo portugués – es que a “consecuencia
de su concepción del poder y de su énfasis en la solución de
problemas, el enfoque de la gobernanza tiende a ignorar las profundas
asimetrías de poder entre actores” (de Sousa Santos, 2007:
33).
Las
relaciones de poder implican posiciones de subordinación, en donde
las asimetrías son muchas veces invisibilizadas y naturalizadas de
modo que se vuelven fuentes de desigualdades. El diseño político de
las organizaciones públicas suele permitir la participación
ciudadana bajo esquemas jerárquicos que dejan espacios muy acotados
para poder controlar la intromisión de agentes extraños en las
decisiones del Estado. Distintos autores han estudiado los fenómenos
de la participación ciudadana en América Latina y han llegado a la
conclusión que los espacios de participación están delimitados en
programas ya definidos centralmente y la convocatoria suele reducirse
a congregar personas en apoyo a intereses institucionales pre
establecidos por el poder central 3.
La
gobernanza siempre encuentra motivación en los procesos jerárquicos
impuestos desde arriba y los actores sociales terminan incorporándose
cuando el diseño institucional se ha completado totalmente, o
simplemente no se incorporan, como afirma de Sousa Santos, pues
aquella privilegia más el discurso que la realidad social aunque
para lograr eficiencia política sea imprescindible el conocimiento
local. Para de Sousa Santos, las instituciones creadas por el Estado
para contribuir a descentralizar y democratizar, de alguna forma se
constituyen en factores de asignación de poder puesto que devuelven
la autoridad de decisión al nivel local.
Señala
el portugués – citado por Daniel Rueda 4
- que las asimetrías de poder
entre actores sociales desconocen las desventajas de los desposeídos
en las negociaciones, puesto que “los resultados de la deliberación
no se encuentran predeterminados por las diferencias entre los
recursos de los participantes”, y por la misma razón, al negarse a
discutir la redistribución de recursos entre los participantes, el
enfoque descarta las condiciones necesarias para la participación
real de los actores en condición asimétrica. Es
dicha participación real
la
que permitiría contrarrestar las asimetrías entre interesados.
Descentralización,
autonomía y cogestión
- En
las Plazas de Deportes, los agentes locales (los directores, el
personal y sobre todo los usuarios, padres de usuarios y vecinos)
suelen
tener mejor información sobre las necesidades y capacidades que
tiene un centro deportivo, recreativo y cultural que las mismas
autoridades de la Secretaría Nacional del Deporte o de las
Direcciones Departamentales de Deportes.
Suele
decirse que no hay nada más inequitativo que tratar de la misma
forma a lo que es diferente y por lo tanto es la praxis, el
mundo de lo concreto, lo que debería guiar los intentos para
promover las formas de funcionamiento que hacen a la vida misma de
las Plazas de Deportes, ya adentrados en este siglo XXI. Es
precisamente en este mundo de lo concreto en que se vuelve
imprescindible prototipar las acciones, efectuar ensayos acotados,
ensayar, dado que la descentralización no puede aplicarse en todos
los ámbitos al mismo tiempo ni con la misma profundidad so pena que
junto con el aparato se nos queme el manual de instrucciones.
En
términos generales, sin un incremento bien establecido en los grados
de autonomía no hay descentralización. Establecer los aspectos y
grados concretos de la autonomía es fundamental para conseguir los
mayores niveles de inclusión social, el desarrollo de las
potencialidades de los usuarios, el intercambio y complementación
con otras Plazas de Deportes y la gestión de proyectos integradores.
Va de
suyo que la autonomía conjuga el otorgamiento de mayor
responsabilidad y autoridad efectivamente delegada en los actores
locales pero suele suceder que muchas veces quienes deben delegar
pueden mantener temores anacrónicos, algo así como los de la física
del aristotélica “que le tenía horror al vacío” (horror
vacui). Temor o reticencias, por ejemplo, ante el descontrol, el
uso indebido de la autonomía (“el libertinaje” o “el
conflicto”), que ni siquiera los mejores manuales de negociación
de la Escuela de Negocios de Harvard serían capaces de sofocar.
Hay
terreno ignoto por el que se deberá transitar para hacer efectiva la
descentralización de algo tan dinámico como el deporte comunitario.
En general la estructura de las Plazas de Deportes es vetusta, en
muchos casos. En otros se ha efectuado un gran esfuerzo, con logros
espectaculares. Sin embargo, el desafío de la descentralización de
autoridad y responsabilidad - sin que esto suponga apartamiento
alguno de la legalidad - exige un grado de participación de los
actores locales al que, en general, no estamos acostumbrados en el
terreno del deporte o de la recreación. Basta pensar la distancia
sideral que existe entre el poder de decisión de quienes dirigen los
clubes deportivos, entre dirigentes y “la masa social” (y mucho
más allá los hinchas o simples aficionados). El elitismo de muchas
dirigencias que le tienen un miedo visceral a las muchedumbres, a “la
tiranía de las mayorías” y otros tropos que, en su mayoría, son
contemplados por la gobernanza.
Para
descentralizar seriamente el tema de la participación democrática
de los actores locales es decisivo. Así habrá que abordar el tema
de los ámbitos de descentralización o ámbitos en los que la
liberación de la potencialidad de las Plazas de Deportes
requiere una mayor autonomía, una
verdadera cogestión entre los actores públicos centrales y sobre
todo locales (las Direcciones) y los actores comunitarios (las
Comisiones de Apoyo).
Mencionaremos
algunos de estos ámbitos sin
que el ordenamiento dado signifique prelación o jerarquía:
-
La autonomía en materia de gestión de recursos materiales (elaboración de presupuestos, planificación de ingresos y egresos, inversión en equipamiento, mejoras edilicias y de infraestructura, mantenimiento, fondos destinados a proyectos y actividades de la Plaza, etc.).
-
La autonomía en la gestión del personal contratado por las Comisiones de Apoyo y Fomento (CAF) (contrataciones, selección y designación, capacitación, ascensos, formación continua, supervisión y control, despidos, etc.) y en general sobre la supervisión y para colaborar en la dirección de todos los funcionarios de la Plaza, sin perjuicio del debido procedimiento y la vinculación jerárquica de los funcionarios públicos o municipales que revistan en la misma.
-
La autonomía en la planificación y ejecución de actividades y servicios - sin perjuicio de los planes y lineamientos generales establecidos por la SND o las Intendencias Municipales – es esencial para que la mejora y diversificación pueda concretarse.
-
La autonomía en la promoción de nuevos usuarios (individuales e institucionales, por ejemplo escolares), determinación de los criterios de admisión, inclusión y preparación para el mejor disfrute de los servicios, etc.
De
todos modos, otorgar mayor autonomía a las Plazas de Deportes no es
una solución mágica porque la retórica debe ir acompañada de una
cuidadosa puesta en práctica de ciertas condiciones esenciales, por
ejemplo y primordialmente, mediante la participación de los usuarios
a través de las Comisiones de Apoyo y Fomento. La mera
descentralización de las decisiones puede llegar a ser
contraproducente si solamente se trata de dar mayor autoridad y
responsabilidad a los Directores de las Plazas u otros funcionarios
intermedios del aparato público (SND, Intendencias Departamentales)
porque acentuaría la asimetría del poder y vaciaría de contenido
la participación.
Además,
una descentralización concentradora puede acentuar las disparidades
que existen entre las distintas Plazas, cuyas capacidades son muy
distintas y cuyas Comisiones de Apoyo y/o Fomento, necesariamente
honorarias, pueden encontrarse en una fase incipiente (aún si
personería jurídica reconocida por el MEC) y por ende en
inferioridad de condiciones para ejercer una cogestión eficiente o
para asumir en forma colectiva y sostenida la autoridad y la
responsabilidad incrementadas que trae aparejada la autonomía.
Cogestión,
rendición de cuentas e
información - La autonomía es factor y condición, al mismo
tiempo, para que las decisiones que se adopten en acuerdo entre los
Directores de las Plazas y la respectiva Comisión de Apoyo y/o
Fomento en el marco de la cogestión, estén orientadas a mejorar el
servicio, a desarrollar las prestaciones deportivas, recreativas y
culturales de las Plazas como centro de esparcimiento, convivencia,
bienestar y salud de la comunidad.
Por
otra parte, si la cogestión Dirección/CAF no funciona o si
cualquiera de sus términos resulta débil o ineficaz, la autoridad y
responsabilidad incrementadas pueden conducir a una agudización de
las desigualdades. Por este motivo, el éxito de las reformas que
aumentan la autonomía de los centros educativos depende en gran
medida de que se vean acompañadas por la generación de mecanismos
de control público y de rendición de cuentas.
Cuando
se habla de rendición de cuentas se siente, muchas veces, el
trotecito de uno
de los caballitos de batalla del New Public Management, la llamada
“explosión de la auditoría”. Pues bien, la rendición de
cuentas a la que nos referimos no tiene nada que ver con la matraca
neoliberal del utilitarismo y el beneficio económico a cualquier
costo. No es un problema exclusivamente contable, auditable, sino
esencialmente de control por parte de la comunidad que puede y debe
efectuarse, en condiciones de transparencia, mediante la obtención y
difusión de información pertinente, oportuna y completa acerca de
lo que nos interesa.
En
este caso se trata de la capacidad y posibilidades de cada Plaza de
Deportes, de las necesidades y requerimientos de la población
usuaria (de todas las categorías etarias, socioeconómicas
y culturales), de las actividades y
servicios que se prestan y que se podrían prestar, de su
articulación con otras instituciones y organismos, de la situación
objetiva, de los planes estratégicos, etc.
Tanto
las Direcciones de las Plazas como las Comisiones de Apoyo, actuando
conjuntamente con una destacada responsabilidad compartida, deberían
generar y divulgar información sobre los servicios que se prestan,
la participación de los usuarios en cada una de las actividades, los
desempeños del cuerpo docente y de los funcionarios que hacen
posible el funcionamiento de la Plaza, las actividades formativas,
las nuevas propuestas, los hábitos saludables y, desde luego, el
destino de los fondos, el resultado de las campañas y competencias
deportivas, etc. Esta información y estadísticas debe circular
entre los usuarios en la forma más amplia y ser puesta de manifiesto
por todos los medios posibles (impresos y electrónicos desde luego)
como sustancia indispensable que hay que agregar a la que
habitualmente se difunde sobre las actividades deportivas y
recreativas.
La
verdadera potencia de la información se percibe cuando la
misma aumenta el poder de decisión de los
usuarios. En los espacios de actuación de los actores locales - en
lo fundamental a través de la interacción
entre la Dirección de la Plaza y
los órganos democráticos de las Comisiones de Apoyo y/o Fomento,
sus asambleas - se propende a una mejora de la gestión, a
la incorporación de sugerencias e
iniciativas valiosas y al aporte en
trabajo benévolo de cientos o miles de voluntarios. Todo esto mejora
la inclusión social, combate las distintas formas de discriminación
e impulsa la igualdad de género.
1Cfr.
de Sousa Santos,
Boaventura (2007)
Más allá de la
gobernanza neoliberal: el Foro Social Mundial como legalidad y
política cosmopolitas subalternas.
En: “El derecho y la globalización desde abajo. Hacia una
legalidad cosmopolita”. Editores: Boaventura de Sousa Santos y
César Rodríguez; México D.F.: Universidad Autónoma
Metropolitana. Libros de la Revista Anthropos.
2
Habermas,
Jürgen (1998), “Sobre el papel de la sociedad civil y de la
opinión pública política”, En Facticidad y validez, Madrid:
Trotta, pp. 407-468.
Held,
David (1997), “Ciudadanía y autonomía”. En: La Política.
Revista de estudios sobre el Estado y la sociedad. Bar-
celona:
Paidós, Octubre, pp. 41-67.
Mouffe, Chantal (1999) El retorno de lo
Político, Paidós, Barcelona.
3
Pressacco, Carlos (2000) “Descentralización,
municipio y participación ciudadana: Chile, Colombia y Guatemala”.
Eds.: Carlos Pressaco et
al. Santiago, Chile:
Centro Editorial Javeriano. Pontificia Universidad Javeriana.
4
Rueda Araya, Daniel (2013) Gobernanza
y subpolítica en la teoría política crítica de Boaventura de
Sousa Santos.
En:
Perspectivas
Rurales. Nueva época, Año 11, N° 21, ISSN: 1409-325; San
José de Costa Rica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario