EL
FUNDAMENTALISMO COMÚN Y LA EDUCACIÓN SEXUAL
Lic.
Fernando Britos V.
En
estos días Hoenir Sarthou1
y Esteban Valenti2,
dos destacados y mediáticos operadores políticos, han puesto en
evidencia la aparición de una veta ideológica en la llamada
“Propuesta didáctica para el abordaje de la educación sexual
en Educación Inicial y Primaria” (2017), una guía o manual de
educación sexual destinado al colectivo docente, elaborado en la
Asociación Civil “Gurises Unidos” (por la magister en
psicología y educación Gabriela Bentancor, el profesor de educación
física Enrique Cal y la maestra Patricia Tito) y patrocinado por el
CEIP y el Fondo de Población de las Naciones Unidas.
Se
trata de un trabajo ambicioso, bien pensado y presentado con profusas
ilustraciones, es decir que no es una propuesta en borrador para
trabajar, reflexionar o discutir sino una guía acabada y bien armada
con todo tipo de actividades prácticas completamente estructuradas
para organizar el trabajo de los maestros, no solamente con los
escolares sino con las familias.
Las
97 páginas del opúsculo tienen dos partes: la de “los aportes
conceptuales y orientaciones para la integración de la educación
sexual en el aula” y la parte sustantiva que son las diecinueve
“propuestas prácticas” para dicha integración. La necesidad de
la educación sexual, en el sentido más amplio del término, así
como los propósitos loables del trabajo, no son objeto de polémica.
Los
autores esperaban la polémica, por lo menos eso han declarado en
programas televisivos, y no sería aventurado decir que desean
promoverla. Sin embargo, escuchando al profesor Cal se tiene la
impresión que están preparados para la crítica pacata desde la
moralina burguesa, para la que se podría hacer desde el modernismo
liberal3,
desde el ámbito eclesial obsesionado por el control de los cuerpos o
desde la sociobiología paternalista y racista 4.
Los
cuestionamientos parecen más sencillos, más profundos y más
exigentes. Apunta bien Valenti cuando dice “quiero
saber que piensan de este nuevo manual sobre el SEXO UNICO las
autoridades del gobierno, a los diversos niveles y no solo el CEIP,
que seguro se va escudar detrás de un muro de tecnicismos como si
los ciudadanos fuéramos estúpidos que deben ser iluminados”.
Ahí está el primer
problema.
Tal
vez sea un reflejo de las dificultades que tiene el trabajo docente
con los niños y sus familias pero el enfoque de esta “propuesta
didáctica” adolece de un defecto común en muchos especialistas:
el tratar a los padres o a los ciudadanos en general como si fuéramos
niños o peor aún como si fuéramos imbéciles, incapaces de
entender la imperiosa “deconstrucción posmoderna” de los “roles
y estereotipos” a la que solamente los iluminados pueden acceder.
Apunta
bien Sarthou cuando dice “Todos
tenemos en torno a nuestro cuerpo un espacio que consideramos propio,
privado, en el que solo admitimos el ingreso de personas a las que
queremos o por las que sentimos atracción. Cualquier transgresión
indeseada de ese espacio es vivida como una agresión, como una
violación de nuestra intimidad. ¿Con qué legitimidad podría un
docente imponerles a los niños acercamientos y contactos físicos
que los mismos niños no elijan espontáneamente? ¿Cómo nos
sentiríamos nosotros, adultos, si se nos impusiera ser
cosquilleados, acariciados, abrazados y masajeados capilarmente por
una persona a la que no elegimos, que nos fue impuesta por una
tercera persona dotada de autoridad?”.
Este
es un asunto delicado que tiene que ver con la autoridad, el poder
sobre el otro, el sometimiento y en casos extremos, muy extremos, con
la violación, la tortura, la
destrucción de seres humanos.
¿Quién no sabe que la violación sistemática de hombres y mujeres
nada tiene que ver con la sexualidad? De
la misma manera que se ha buscado anormalidad o rasgos psíquicos
determinantes en los grandes genocidas, en los curas pedófilos, en
los abusadores y asesinos, sin encontrarlas, la indiscutible
gravitación de la sexualidad en la vida no puede ser despachada en
forma sencilla o anestésica.
Ciertamente
la polémica decimonónica sobre natura
y nurtura
no puede ser revivida ni a punta de terapias electroconvulsivantes
porque es tan reaccionario y oscurantista negar el papel de los
rasgos heredados como ocultar la conformación social de la vida
humana, desde cada individuo hasta sus relaciones y la sociedad toda.
Pese a esto para los autores de la “propuesta didáctica” el sexo
parece un constructo social, la orientación sexual una elección
hiper individualista, voluntarista, escogida o impuesta. En todo caso
producto del azar e independiente de los vínculos humanos.
¿Por
qué estas concepciones se transforman en lo que Valenti llama la
ideología del sexo único? El mecanismo es más o menos complejo
pero el gambito es sencillo. Todo el mundo sabe que la vida entraña
diferencias y desigualdades pero muchas veces ambos términos se
confunden. En materia de género, de sexualidad, en la ya obsoleta
jerga filosófica posmoderna, suelen confundirse deliberadamente para
ocultar o distraer de las conclusiones más importantes: las
diferencias deben ser asumidas y las desigualdades superadas.
En
otras palabras, las diferencias biológicas deben ser asumidas:
mujeres y hombres, hombres y mujeres, son diferentes. Esto no quiere
decir que no sea respetable el deseo de un adulto que quiere
modificar sus características físicas de acuerdo con su orientación
sexual. La cirugía, las
terapias de apoyo, los tratamientos endocrinológicos, etc. pueden
conseguir una transformación, en uno u otro sentido o la creación
de una ambigüedad procurada mediante otra serie de procedimientos de
bisexualidad. Esta es una decisión informada que una persona adulta
puede adoptar.
El
respeto y el apoyo para quienes hacen esa opción relativa a una
diferencia biológica es importante, pero esto nada tiene que ver con
el llamado “sexo único” que es una forma éticamente degradada
del “da lo mismo”. Las diferencias entre los humanos no son
únicamente biológicas sino también culturales. Solamente los
dogmáticos cultores del “pensamiento único”, los fanáticos o
fundamentalistas, pretenden
arrasar con los factores identitarios que muchas veces conforman la
cultura de una población, un grupo o una clase social. No hay que
remontarse a los crímenes contra la humanidad para comprender que
las diferencias deben ser respetadas y consideradas seriamente si se
desea alcanzar una unidad en la diversidad. En
otras palabras, el respeto por las diferencias y su complementariedad
necesaria, es condición para superar las desigualdades.
Negar
las diferencias biológicas, por ejemplo las que hay entre los sexos,
responde a una forma de fanatismo, impermeable al razonamiento aunque
adopte sus formas y lo que es peor, encubre las desigualdades que,
como queda dicho, deben ser superadas.
Algunas personas creen
que la superación de las desigualdades se alcanza por la via del
igualitarismo aunque sepan que no hay nada más inequitativo que
tratar en forma igual a lo que es diferente. En realidad las
desigualdades tienen un origen netamente social, histórico,
cultural. Ante esto no hay otro camino que el señalado en la
conocida Tesis XI5.
Las
desigualdades que existen entre hombres y mujeres, en todos los
terrenos, en materia de derechos, oportunidades educativas y
laborales, en el campo del arte, de la ciencia, de la política, de
la convivencia ciudadana y desde luego en el hogar, deben ser
superadas en forma práctica y concreta. Por cierto las
transformaciones que todos debemos practicar, en todos los terrenos,
no se alcanzarán y no se favorecerán borrando u ocultando las
diferencias sino
asumiendo, es decir haciendo nuestras, las desigualdades para
superarlas. Asumir, etimológicamente, nos lleva a hacer nuestra una
obligación, una responsabilidad y esto no se logra con caricias,
cosquillas, masajes y soplidos entre los niños.
1H.
Sarthou, “El sexo en la escuela”, Semanario Voces, 27 de julio
de 2017.
2E.
Valenti; “Nuevo Manual del sexo único”, Uy.press, 29 de julio
de 2017.
3Cfr.
“Las cuentas morales de la libre empresa; objetividad y
subjetividad” En Rozitchner, León (1969) Moral burguesa y
revolución; Bs.As. Ed. Tiempo Contemporáneo.
4Cfr.
Chorover, Stephan L. (1985) Del génesis al genocidio. Madrid,
Orbis.
5Se
trata de una de las Tesis sobre
Feuerbach once breves notas filosóficas escritas por
Karl Marx en 1845, la última de las cuales (en versión de Engels)
dice: "Los filósofos, hasta
el momento, no han hecho más que interpretar de diversos
modos el mundo, ahora de lo
que se trata es de transformarlo."
No hay comentarios:
Publicar un comentario