domingo, 6 de mayo de 2018

PSIQUIATRAS NAZIS Y EUTANASIA INFANTIL


LOS PSIQUIATRAS NAZIS Y LA EUTANASIA INFANTIL

Como se reciclaron y eludieron su responsabilidad criminal los psiquiatras del Tercer Reich

Lic. Fernando Britos V.

La Corte Criminal ... no es de la opinión de que el exterminio de los mentalmente muertos y los “cascarones humanos vacíos”, como Hoche los ha denominado, sea absolutamente inmoral de por si. Puede haber opiniones extremadamente diferentes acerca de esto. En el pasado, la remoción de “las vidas carentes de valor” se produjo sin comentarios... Todos estos detalles ... nos han llevado a la conclusión de que la cuestión del acortamiento de las vidas carentes de valor es, desde luego, un problema muy controvertido pero que su ejecución de ningún modo puede ser denominada como una medida en conflicto con los códigos generales de moral”. Del veredicto de la Corte Criminal Nº1 del Distrito de Hamburgo en un juicio sobre eutanasia infantil, el 19 de abril de 1949 (citado por Ernst Klee)1

EXCULPANDO A LOS PERPETRADORES - Cuatro años después del derrumbe del Tercer Reich los jueces alemanes seguían sosteniendo que el exterminio de seres inocentes no entraba en conflicto con sus códigos morales. Esto fue descubierto por Klee (1942-2013) un periodista, investigador e historiador alemán que hizo aportes fundamentales para exponer los crímenes médicos del nazismo.

Karl-Heinz Janssen, colega y editor de Klee, dijo que la investigación histórica en Alemania seguiría ignorando los crímenes atroces que se cometieron contra los niños y discapacitados bajo el Tercer Reich, si no fuera por sus pacientes investigaciones que le llevaron a examinar miles de archivos en decenas de instituciones y a analizar declaraciones y cotejar testimonios durante décadas.

Suele ser difícil de concebir y mucho menos de entender lo que sucedió en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los que cometieron crímenes de lesa humanidad, sus cómplices, sus partidarios y encubridores, no solamente se las arreglaron para no ser juzgados y castigados sino que recuperaron sus antiguas posiciones, continuaron sus carreras profesionales y fueron homenajeados, algunos considerados como grandes científicos o héroes de la ciencia incluso hasta hoy en día.

La excepción fue el juzgamiento de algunos de los criminales, por ejemplo los verdugos de las SS que fueron capturados cuando los campos de exterminio fueron liberados y aún así los tribunales fueron extraordinariamente benévolos: unos pocos de los más comprometidos fueron ahorcados pero la mayoría fueron condenados a penas de prisión rápidamente conmutadas o recibieron el beneficio de libertades anticipadas, para seguir trabajando después hasta alcanzar un apacible retiro.2

Una gran parte de los psiquiatras que se desempeñaron en Alemania entre 1933 y 1945 estuvieron comprometidos con las acciones de eutanasia de discapacitados (el Plan Aktion T-4), desde su concepción y organización hasta su ejecución, así como con los crueles y aberrantes experimentos que se llevaron a cabo en los campos de exterminio sobre los prisioneros y sobre los pacientes internados. Estar comprometidos quiere decir que prácticamente todos sabían lo que estaba sucediendo aunque tenían distintos grados de participación. Algunos como el vienés Hans Asperger mandaba niños y jóvenes a Spiegelgrund donde eran víctimas de crueles experimentos que terminaban con gran frecuencia en mortales sufrimientos. Otros como el Dr. Grosse o la Dra. Oberhauser dirigían y practicaban directamente las brutales intervenciones pseudocientíficas y muchos como el Dr. Mengele se instalaban al ingreso al campo de exterminio para decidir quienes serían gaseados en el acto y quienes serían víctimas de sus experimentos.

Todos estos profesionales pertenecían a una escuela pseudocientífica común, todos estaban formados y practicaban la eugenesia y la higiene racial, concepciones cuyos precursores se remontaban al siglo XIX y cuyas prácticas habían tenido especial desarrollo en Gran Bretaña, en los Estados Unidos y en Alemania. Por esta razón no todos los psiquiatras eran afiliados al partido nacionalsocialista o pertenecientes a las SS. Como dijo Klee, refiriéndose a unos de estos profesores, estaba convencido de que no sería capaz ni de matar una mosca con sus propias manos pero también estaba seguro de que era uno de los hombres más crueles del Tercer Reich por el papel que le cupo en el diseño y la organización del exterminio de los discapacitados.

POCOS FUERON JUZGADOS, MENOS CONDENADOS - La eugenesia y la higiene racial fueron las doctrinas que sustentaron los crímenes del Tercer Reich pero no se extinguieron con la derrota de los nazis. El racismo sobrevivió, se camufló y siguió amparando a sus practicantes. Naturalmente algunos de los psiquiatras nazis – como pasó en otras profesiones y en el aparato civil del régimen – fueron capturados, juzgados y sentenciados por sus crímenes.

Algunos fueron ejecutados, como el Prof. Paul Nitsche, que fue guillotinado en Dresden el 25 de marzo de 1948, a los 72 años, por haber sido uno de los jefes de la oficina médica del Programa de Eutanasia, o el Dr. Carl Schneider otro de los capos del Aktion T-4 que se suicidó ahorcándose en Frankfurt cuando iba a ser juzgado.

El Dr. Leonardo Conti, psiquiatra nacido en Suiza pero nazi de la primera hora que llegó a general de las SS y se desempeñó como Ministro de Salud entre 1939 y 1945, consiguió ahorcarse mientras esperaba ser juzgado en Nuremberg. Por su parte, Max de Crinis (Maximinus Friedrich Alexander de Crinis) el austríaco que fue la máxima eminencia de la psiquiatría de la Alemania Nazi, había escrito el decreto para el exterminio de los discapacitados que Hitler firmó en 1939 y el 1º de mayo de 1945 siguió el ejemplo de Goebbels, asesinó a toda su familia con cápsulas de cianuro y él mordió la última (como Himmler y Goering, los previsores capitostes nazis, estaban provistos de cápsulas de cianuro incluidas en sus prótesis dentales).

Lo más preocupante es que, después de la guerra, muchos de los psiquiatras más crueles y culpables de todo tipo de crímenes haya retomado sus actividades profesionales y sus carreras universitarias como si nada hubiese sucedido. El psiquiatra Werner Heyde (1902-1964) participó en la Primera Guerra Mundial y después integró grupos armados de ultraderecha. Estudió medicina y se dedicó a la psiquiatría. En 1933 enviaron a su consultorio a Theodor Eicke, uno de los jefes de las SS, para que le examinara. Heyde informó a Himmler que su lugarteniente gozaba de buena salud mental y que “era muy agradable por su naturaleza tranquila y controlada y no daba la impresión de una personalidad intrigante”.

Ese informe favoreció la carrera de Eicke, un general fanático y brutal de las Unidades de la Calavera (Tötenkopfverbande) de las SS, inspector especializado en la organización de los campos de concentración. También Heyde, se benefició porque Eicke le afilió al partido nacionalsocialista y le proyectó a más altos destinos: integró la oficina de políticas raciales (Rassenpolitisches Amt) de Wurzburg y se transformó en psiquiatra oficial de las SS. Trabajó en la castración y esterilización de prisioneros y desde 1939 cumplió importantes funciones en los asesinatos de enfermos mentales y discapacitados.
En octubre de ese año se envió un cuestionario a todos los centros de salud y ancianatos del Reich para censar a los esquizofrénicos, epilépticos y pacientes de enfermedades neurológicas, a todos los pacientes mentales criminales, a todos los internados que llevaran más de cinco años en la institución y a todos los no alemanes, con lo cual se prepararon las listas para su eliminación a través de los programas de eutanasia infantil y eutanasia de adultos.

Los pacientes eran gaseados con monóxido de carbono en los centros de exterminio de Bernburg, Brandenburgo, Grafeneck, Hadamar, Hartheim y Sonnenstein. Entre enero de 1940 y agosto de 1941, murieron unas 70.000 personas. Heyde había participado en enero de 1940 en una "prueba de gaseamiento" en Brandenburgo.

A fines de marzo de 1941 comisiones médicas bajo la dirección de Werner Heyde seleccionaron prisioneros en los campos de concentración para gasearlos en los centros de exterminio. El 23 de abril de 1941, Heyde y su supervisor Viktor Brack (encausado en el juicio de los doctores y ahorcado en Nuremberg en 1948) se entrevistaron con el Fiscal General, con el Presidente de los Tribunales Superiores Regionales y con el Ministro de Justicia Franz Schlegelberger 3 . En esa reunión se hizo una presentación del Programa Aktion T-4, exhibieron la carta de Hitler de 1939 y mencionaron que el Führer había rechazado la adopción de una ley formal de eutanasia por razones de política internacional.

La muerte de su benefactor Eicke (cuando su avión fue derribado en el frente germano soviético en 1943) no afectó la carrera meteórica de Heyde que, en abril de 1945, cuando el nazismo agonizaba fue ascendido a Standartenführer de las SS (equivalente a coronel). En marzo de 1945, el hospital psiquiátrico de las SS que Heyde dirigía fue trasladado a Dinamarca. Los británicos detuvieron al psiquiatra criminal a fines de mayo de 1945. Estuvo internado en distintos campos de prisioneros hasta que, el 25 de julio de 1947 consiguió fugarse, saltando de un camión militar que trasladaba prisioneros, y pasó a la clandestinidad durante los siguientes doce años. Caminando o haciendo autostop se desplazó hacia Schleswig-Holstein, en el norte de Alemania, donde era menos conocido. Allí trabajó primero como jardinero cerca de Kiel, luego como agricultor en varias granjas.

Consiguió documentos falsos, para lo que habría recibido ayuda de sus antiguos camaradas de las SS, que lo identificaban como el Dr. Fritz Sawade. En 1948, Heyde se puso en contacto con su familia que había vuelto a establecerse en Baviera. Su esposa, Erika Heyde, cobró una pensión como viuda, desde 1952, ya que había declarado que su esposo había desaparecido durante la guerra. Por esta razón la mujer fue condenada a un año de cárcel por fraude en 1962. A fines de 1949, el falso Dr. Sawade consiguió trabajo y vivienda como médico deportivo en el distrito West Altitude donde había encontrado refugio un gran número de antiguos jerarcas nazis y clandestinos de las SS.

Con el apoyo del médico nazi Hans Glatzel (que había sido colaborador del Dr. Karl Brandt juzgado y ahorcado en Nuremberg en 1948), se le encargó de los informes psiquiátricos para la Oficina Superior de Seguros en Schleswig-Holstein. En esta actividad, pronto obtuvo jugosos ingresos. Hasta que fue arrestado produjo alrededor de 7.000 informes dirigidos a varias autoridades e instituciones.

Heyde fue descubierto en 1959 a causa de una disputa que mantuvo otro médico nazi, Helmuth Reinwein, catedrático en la Universidad de Kiel, que demandó a una sociedad estudiantil por ruidos molestos. A raíz de la intervención de las autoridades, que aparentemente ya tenían versiones acerca de la presencia en la zona del falso Sawade, se le descubrió y huyó nuevamente.

Buscó ayuda entre profesores y juristas nazis que actuaban en la RFA y se presentó a las autoridades en noviembre de 1959. Antes había procurado el apoyo de su mentor, el Prof. Martin Reichardt (neurólogo nazi que había continuado trabajando sin interrupción hasta los 90 años) y Hans Rietschel (otro viejo profesor, pediatra él, que se había librado de cargos por su pertenencia al nazismo y a las SA con una multa de 2.000 marcos).

CONJUNCIÓN DE PSIQUIATRAS Y JURISTAS - Heyde se había asesorado con Hans Wolf (1908-1984) el jurista y político democristiano (CDU) con un pasado nazi, que se desempeñaba como Fiscal en Frankfurt y que había ayudado a varios criminales nazis desde ese puesto4 razón por la que se presentó ante él para entregarse. Entonces resultó que, desde hacia cuatro o cinco años, varios médicos y abogados de Schleswig-Holstein conocían la verdadera identidad del psiquiatra Sawade.

La documentación de este caso permite descubrir el método típico mediante el cual se produce el reciclaje de los perpetradores de crímenes de lesa humanidad. En 1961, una investigación del parlamento regional y la corte del distrito demostró que 18 altos funcionarios y figuras públicas conocían la existencia del criminal que se ocultaba bajo la falsa identidad de Sawade, aunque seguramente los enterados debían ser muchísimos más. Numerosos profesores universitarios sabían quien se ocultaba bajo el alias Sawade: lo sabía el Director de la Corte Civil, el Fiscal en Jefe de la Corte Civil Provincial, un consejero de la corte distrital, un consejero de la corte civil, dos presidentes del Senado regional y un Juez Federal.

Se hizo una investigación paralela por encubrimiento pero nadie resultó inculpado. La investigación contra Heyde estuvo a cargo de la oficina del Fiscal General de Frankfurt, Fritz Bauer. Para mayo de 1962, se había desarrollado una acusación sólida y pormenorizada que reconstruyó la acción del Programa T4 y más tarde se convirtió en una base importante de la investigación histórica sobre la eutanasia nazi.

Heyde fue acusado de “insidioso, cruel y de haber causado la muerte en forma deliberad de al menos 100.000 personas”. La apertura del juicio de Werner Heyde y los otros acusados, Gerhard Bohne , Hans Hefelmann y Friedrich Tillmann, ante el tribunal del distrito de Limburg estaba prevista para el 18 de febrero de 1964 pero volvió a eludir una condena porque se suicidó cinco días antes en la cárcel de Butzbach.

Quedó patentemente claro que muchos altos funcionarios de la RFA pensaban que era apropiado mantener “el código del silencio” y que la omertá se mantendría independientemente del grado de monstruosidad de los crímenes cometidos. También hay que decir que el secretismo siempre ha sido un acompañante de la mayoría de las escuelas de la psiquiatría y de la psicología que procuran mantener “la confidencialidad” y ya no solo a propósito del secreto profesional que ampara lo que sus pacientes les confían sino, sobre todo, el secreto acerca de sus procedimientos y sus responsabilidades profesionales, cívicas y humanas.

Es preocupante que criminales como el Dr. Heyde hayan sido capaces de hacerse de una nueva identidad y hayan podido seguir ejerciendo la psiquiatría después de la guerra pero hay algo mucho peor: muchos psiquiatras y psicólogos que ocuparon cargos jerárquicos durante el Tercer Reich ni siquiera debieron ocultarse. Nadie los denunció o los acusó, nunca fueron juzgados. Entre los psiquiatras alemanes Ernst Rüdin y Ernst Krestchmer son dos indignantes ejemplos de psiquiatras que se reciclaron. Después de la caída del nazismo, siguieron actuando bajo el manto de la ciencia, mantuvieron sus cátedras, participaron en congresos y publicaron sus trabajos sin ser molestados.

Al considerar como se produjeron estos fenómenos se percibe que la omisión y la impunidad de los criminales tiene mucho que ver con la forma en que se administró justicia durante y después del Tercer Reich. Aún hoy, transcurridos más de setenta años, hay enormes carencias en la investigación de los crímenes del nazismo. Por ejemplo, la actuación de lo que los nazis denominaron Cortes o Tribunales Especiales (como las que venimos de nombrar cuando nos referimos al fiscal Hans Wolf, el amigo de Heyde) no ha sido suficientemente investigada. La función esencial de estos tribunales era perseguir la resistencia política al régimen. Durante el transcurso de la guerra estas cortes o tribunales fueron absorbiendo gradualmente los cometidos de la justicia ordinaria y desde 1942 en adelante profirieron la mayoría de las sentencias.

Röder, Kubillus y Burwell (1995)5 sostienen que la Corte de Hannover por si sola – una de las varias que actuaban en Sajonia – sentenció a 4.000 personas, 170 de ellas a muerte y que unos 50 jueces y fiscales que trabajaron en los tribunales especiales durante la guerra fueron empleados, después de la misma, en la administración de justicia de Baja Sajonia. De este modo, los jueces y fiscales que habían actuado bajo el nazismo son los que siguieron actuando en la posguerra lo que dio como resultado “una administración unificada de la injusticia” y permitieron que muchos perpetradores se mantuvieran a salvo de cualquier incriminación. No es sorprendente que la mayoría de los veredictos de la posguerra, especialmente en la RFA, muestren una particular ausencia de voluntad para investigar los crímenes de guerra lo que debe atribuirse al grado de complicidad que mantienen los encargados de administrar justicia con los acusados.

Seguramente también han pesado razones ideológicas porque la intelectualidad alemana de antes de la guerra y del ascenso del nazismo era mayoritariamente conservadora, derechista, por lo que no necesitó un gran esfuerzo de conversión para adoptar las políticas hitlerianas o para acompañarlas en forma más o menos entusiasta sin necesidad de afiliarse al partido nacionalsocialista, a la Hitlerjugend, a las SA o a las SS.

Entonces es comprensible que la Corte Distrital de Hamburgo haya emitido el veredicto que parcialmente transcribimos al comienzo de este artículo. Abreviar las vidas indignas de ser vividas (o carentes de valor) no puede ser considerada una medida capaz de entrar en conflicto con los códigos de moral general. Por eso, ante esa Corte, una doctora que admitió haber dado muerte a 14 niños fue dejada en libertad después de proferir el veredicto citado. El juez había sido el Gauleiter o Jefe del Partido Nazi en Bielefeld. La doctora siguió en la práctica profesional hasta 1986.

OTRA VEZ EN MANOS DE LOS TORTURADORES - La impunidad de los perpetradores era tan grande en la Alemania de la posguerra que pacientes que sobrevivieron a los “tratamientos” de higiene racial y eugenesia, es decir a los aberrantes experimentos que se practicaron sobre ellos o que escaparon de la muerte, muchas veces volvieron a caer en manos de sus carceleros. Así una mujer que había sido enviada a Meseritz por el psiquiatra Hans Bürger-Prinz (1897 – 1976)6, donde sobrevivió por pura casualidad, se encontró nuevamente bajo la égida de su torturador que le había sido asignado como “psiquiatra tratante” después de la guerra.

Bürger-Prinz, como muchos de sus colegas mantuvieron intacta su fidelidad a las teorías e hipótesis de la eugenesia y la higiene racial. Las investigaciones que se llevaron a cabo en la posguerra muestran que ni uno solo de quienes sostenían esas concepciones pseudocientíficas, en las que se apoyaron los crímenes de lesa humanidad, fue llamado a rendir cuentas por su difusión, aplicación y defensa, por ejemplo de las esterilizaciones masivas que dispuso Bürger-Prinz quien siguió ejerciendo su “especialidad” después de la guerra.

Se pretendía disimular la crueldad de las acciones con eufemismos. En 1935, Bürger-Prinz exigía a sus colegas que registrasen cuidadosamente a todos los niños afectados por una enfermedad hereditaria, antes de la pubertad, para “proceder a seleccionarlos y excluirlos de la procreación”. Konrad Lorenz (1903-1989) el simpático médico, psicólogo y zoólogo austríaco, que recibió el Premio Nobel de Medicina en 1973, fue un nazi furibundo que, en 1940, reclamaba “la más estricta erradicación de los seres éticamente inferiores”.

El psiquiatra y psicoterapeuta alemán Johannes Heinrich Schultz (1884-1970), es el padre del llamado “entrenamiento autógeno” 7 . En 1933 empezó a trabajar en educación sexual y se concentró especialmente en la homosexualidad, la esterilización y la eutanasia. En 1935 publicó un libro sobre “las consecuencias psicológicas de la esterilización y castración en los hombres” en el que promovía la esterilización compulsiva para eliminar las enfermedades hereditarias. Poco después fue designado Director del Instituto Goering en Berlín que era la sede del Deutsches Institut für psychologische Forschung und Psychotherapie (instituto alemán de investigación psicológica y psicoterapia). Desde allí Schultz jugó un papel activo en el exterminio de los discapacitados mediante el Aktion T-4.

Para poner en práctica sus teorías sobre la homosexualidad masculina, que Schultz consideraba que no era hereditaria sino una perversión, llevaba a cabo experimentos en el Instituto Goering para curar a los homosexuales mediante ridículas terapias. Durante la guerra, 510 homosexuales fueron tratados en el Instituto y se reportó que 341 habían sido “curados”. La mayoría de los sujetos experimentales eran homosexuales provenientes de los campos de concentración. Schultz los trataba y después sometía a prueba los resultados obligando a los hombres a tener relaciones sexuales con prostitutas mientras él los observaba.

Uno de los informes de Schultz se refería a un joven soldado de las Waffen SS que había sido sentenciado a muerte por actos homosexuales y fue curado por él. Los pacientes que no parecían curados después del tratamiento eran enviados de vuelta al campo de concentración pero los homosexuales recuperados, como el soldadito de las SS, eran perdonados y reincorporados al servicio militar. De este modo, este singular psicoterapeuta se jactaba de haber salvado a muchos del infierno de los campos de exterminio aunque después reconoció que los sujetos tratados con éxito eran enviados al frente (especialmente al germano-soviético) donde muy probablemente morirían en combate.

Después de la guerra el Instituto Goering fue clausurado pero Schultz no fue inculpado por sus pretendidas investigaciones, por su participación en las esterilizaciones masivas y por los asesinatos del Aktion T-4. Es más, en 1952, publicó un estudio de caso, sobre su trabajo con homosexuales que tituló Organstörungen und Perversionen im Liebesleben. En ese artículo admitió que algunos de sus tratamientos habían sido inhumanos pero insistió en la validez de los resultados que decía haber obtenido. En 1956 se transformó en el editor de la revista científica Psychotherapie y en 1959 fue el fundador de la Sociedad Alemana de Hipnosis Médica. Schultz murió muy anciano y muy homenajeado en 1970.

PROFESORES CON SANGRE EN LAS MANOS - Muchos científicos y profesores alemanes tenían sangre en las manos a raíz de sus actuaciones profesionales durante el Tercer Reich. Uno de los casos más notorios fue el del psiquiatra Hans-Joachim Rauch (1909-1997) muy activo como perito forense en Stammheim y durante muchas décadas catedrático en Heidelberg.

Durante el nazismo fue el patólogo que se dedicó a disecar los cerebros de niños gaseados. Los pequeños eran conducidos al instituto de Eichberg (cercano a Heidelberg) donde eran asesinados y de este modo se satisfacía el deseo de Rauch de contar con órganos frescos para examinar dentro de su investigación sobre “la patología del idiota” que patrocinaba el Instituto Kaiser Wilhelm para la Investigación del Cerebro.

Rauch trabajó a las órdenes de Carl Schneider (1891-1946) el criminal Director del Hospital Psiquiátrico de Heidelberg. A fines de marzo de 1945, Schneider huyó de Heidelberg y como referimos antes, fue capturado y se ahorcó antes de que se lo pudiera someter a juicio. Hoy en día, Carl Schneider es considerado como una de las figuras clave de los delitos médicos nazis. Sin embargo, la lamentable situación ética de la psiquiatría contemporánea en Alemania es tal que, al mismo tiempo, se considera a este criminal (a Schneider) como un investigador original en las áreas de esquizofrenia, epilepsia y demencia y como el autor del mejor libro de tratamiento de la esquizofrenia de su tiempo.

Los programas de desnazificación8 que se desarrollaron en la posguerra en el ámbito de la academia y de las universidades alemanas generalmente fueron sofocados antes de que alcanzaran algún grado de concreción. Los que alcanzaron a despegar pronto fueron derribados porque había grandes resistencias en los claustros y entre colegas. Pocos esfuerzos serios se hicieron para erradicar a los nazis que se mantenían en sus puestos, para denunciar los crímenes que habían cometido o para reclamarles responsabilidades por los horrores que habían patrocinado con sus teorías de odio y racismo.

Otra manifestación de la política de impunidad que amparó a los criminales nazis y permitió que las doctrinas hitlerianas, la eugenesia y la higiene racial que precedieron al nacionalsocialismo, perdurara en las zonas de ocupación de estadounidense, británica y francesa primero y en la RFA que se constituyó en ellas, fue la enorme resistencia de los poderes públicos de la posguerra para reconocer la magnitud de los crímenes, facilitar el juzgamiento de los perpetradores y reparar a las víctimas.

Por ejemplo, el carácter de víctimas de las políticas racistas, de quienes fueron sometidos a esterilización forzosa, nunca fue legalmente reconocido. De este modo se impidió que las víctimas reclamaran con éxito una reparación adecuada. Los fondos para atender estas situaciones siempre fueron muy escasos; los perpetradores continuaron tranquilamente sus carreras profesionales y, lo que resulta monstruoso, muchos de esos criminales actuaron como expertos y peritos forenses en las reclamaciones que las víctimas sometieron a la justicia. En muchos casos estos expertos – que habían sido los promotores o los ejecutores de las esterilizaciones masivas – informaban a los jueces complacientes que dada la “inferioridad” de los reclamantes no podía establecerse que hubieran sufrido algún perjuicio emocional por haber sido esterilizados9.

Uno de los psiquiatras de más renombre en la Alemania de posguerra fue el profesor Helmuth E. Ehrhardt (1914-1997) que era además perito forense. Fue nazi desde 1937 (se recibió en 1939) y fue un experto asesor del Erbgesundheitsgericht (Tribunal de Salud Hereditaria) que condujo a las esterilizaciones masivas.

Después de la guerra se transformó en catedrático de Medicina Social y Forense en Marburg y actuó como uno de los principales exculpadores de la psiquiatría nazi. En un informe que dirigió la Ministerio Federal de Finanzas de la RFA, Erhardt sostuvo, en 1963, que “un esquema de compensación para los esterilizados en muchos casos [...] conduciría a una burla de la verdadera idea de la reparación". El resultado fue que las reparaciones para miles de sobrevivientes no fueron concedidas.

En la RFA, Ehrhardt recibió la Medalla de Paracelso, la más alta distinción de la medicina en su país. Llegó a ser miembro del Comité Asesor en Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud. Integró el Comité de Ética y la Sección Forense de la Federación Mundial de Psiquiatría de la cual llegó a ser miembro honorario.

DESCALIFICANDO A LAS VÍCTIMAS - El tratamiento descalificatorio y sarcástico de las víctimas tenía toda una tradición en Alemania - incluso antes del ascenso del nazismo - porque las manipulaciones de la pseudociencia, la eugenesia y la higiene racial, requerían la cosificación degradante de otros seres humanos para justificar sus acciones y para insensibilizar a la sociedad. Estos tratamientos rebrotaron inmediatamente en la posguerra. En 1946, el psiquiatra Otto Plötzl, director de la Clínica Universitaria de Viena para Neurología y Psiquiatría, sostuvo que el envenenamiento era una forma especialmente humana de matar porque las personas se deslizaban lenta y suavemente a su fin. Dos décadas después, en 1967, otro nazi reciclado, el entonces director del Instituto Médico Forense de Viena, Leopold Breitenecker (1902-1981), dio un testimonio exculpatorio en favor de quienes eran acusados por el asesinato de niños, sosteniendo que la muerte por gas era una de las formas más humanitarias de morir que pudieran imaginarse 10.

La protección que sus colegas hicieron de los psiquiatras asesinos siempre se antepuso a cualquier consideración sobre los sufrimientos de las víctimas. Este es uno de los factores que contribuyó a que los involucrados en los crímenes pudieran evitar juicios, mantenerse en la clandestinidad y, en la mayoría de los casos, retomar sus carreras o jubilarse con buenas pensiones y recibir homenajes o ser considerados como grandes científicos.

Esta protección se extendió más allá de la muerte. Es el caso de Hans Asperger o de Konrad Lorenz, entre los más notorios, pero de ninguna manera puede decirse que fueron excepciones. La regla fue una férrea “ley del silencio”, la omertá que prohibe informar sobre la actividad delictiva de quienes perpetraron crímenes de lesa humanidad.

Por ejemplo, el obituario emitido por la Sociedad Médica de Baja Sajonia, sostenía que el Dr. Klaus Endruweit (1913-1994) sería honrado y recordado a perpetuidad como un gran profesional. La verdad es que Endruweit fue miembro de las SA y de la Juventud Hitleriana; se destacó por su participación en el programa Aktion T-4 y fue encargado del centro de exterminio Brandenburg. Desde el 22 de noviembre de 1940 se desempeñó en un centro similar, el Sonnenstein, ubicado en Pirna y bajo las órdenes de Horst Schumann11.

IMPUNIDAD PERPETUA - En 1945, Endruweit se desempeñaba como médico militar en el frente germano-soviético. Cuando sobrevino la rendición de la Wehrmacht huyó hacia el occidente y fue capturado por los estadounidenses que, al poco tiempo, lo liberaron. El 1º de julio de 1946 instaló un consultorio médico en Bettrum (distrito de Hildesheim) y se dedicó a la práctica profesional privada. Desde 1956 integró la directiva de la Asociación de Médicos de los Seguros de Salud Estatales. También integraba la Sociedad Médica de Baja Sajonia. En junio de 1962 fue llamado a juicio pero eludió la prisión y pudo seguir su práctica profesional hasta 1965 con la condición de presentarse una vez por semana en una comisaría.

La Fiscalía General de Frankfurt acusó a los doctores Endruweit, Borm, Ullrich y Bunke de haber actuado con alevosía y crueldad y haber causado, en forma intencional y deliberada, la muerte de varios miles de personas. El juicio estaba programado para octubre de 1966 pero Endruweit solamente fue suspendido como médico 15 días antes por el gobierno del distrito de Hildesheim. Al igual que en el caso de sus codemandados, esta decisión provocó una ola de expresiones de solidaridad y simpatía en sus colegas médicos, en asociaciones y en varios alcaldes.

El veredicto, en el llamado “primer caso médico”, el 23 de mayo de 1967, señalaba que los asesinatos masivos llevados a cabo como parte de la Aktion T4 ... fueron asesinatos tanto en el sentido de las normas actuales como de las vigentes en el momento del acto. Toda vida humana, incluida la de los enfermos mentales, goza de protección hasta su extinción.

A Endruweit, se le imputó el asesinato de al menos 2.250 personas con enfermedades mentales. Sin embargo, al igual que todos los demás acusados, fue absuelto porque no tuvieron "conciencia de ilegalidad”. Los acusados alegaron que solo participaron en la eliminación de enfermos mentales “que carecían de voluntad de vivir” y que su muerte había sido dispuesta por normas superiores (como se ve una variante de la infame “obediencia debida”). El tribunal consideró que esto eliminaba la culpa y los acusados fueron absueltos.
Durante el juicio habían quedado claras las actuaciones de los médicos en los centros de exterminio del Aktion T-4 y también las contradicciones entre los declarantes. En Sonnenstein, Endruweit fue informado por Schumann sobre el propósito del asilo y sus tareas concretas y declaró más tarde que, aunque no podía aprobar su trabajo por razones médicas y morales, no tenía dudas sobre la legalidad de lo que hizo. Negó haber llevado a cabo un gaseamiento o seleccionado sujetos para ser gaseados.

Para el tribunal de Frankfurt, la actividad de Endruweit fue la siguiente: los médicos debían engañar al paciente como si fuera a ser sometido a un examen y Endruweit sabía que esto sucedía en Sonnenstein, en Brandeburgo y en Bernburg. Después de ser presentados a los médicos, los pacientes eran llevados al sótano donde se encontraban la sala de exterminio y la sala de cremación. El Dr. Endruweit adujo que nunca estuvo presente en el momento del asesinato y que nunca activó la llave del gas. Su trabajo después de la matanza fue simplemente firmar cartas para los familiares que preparaba una secretaria. Aunque todavía no había hecho su doctorado en ese momento, usó el alias “Bader”.

Su ex supervisor, el doctor Schumann hizo declaraciones completamente contrarias: no era verdad que el Dr. Endruweit no hubiera ingresado nunca al consultorio y que nunca hubiera mirado por la ventana de observación de la sala de gasificación. Todos los doctores, incluido el Dr. Endruweit, “fueron instruidos por mí, hasta el último detalle - dijo Schumann - porque finalmente tuvieron que representarme cuando yo no estaba en Sonnenstein”. Las actuaciones incluían el abrir la llave del gas y contemplar por la ventana la muerte de los pacientes. “No entiendo cómo el Dr. Endruweit puede negarlo".

El 7 de agosto de 1970, el Tribunal Federal de Justicia de la RFA revocó el veredicto por contradicciones sustanciales. El nuevo juicio comenzó el 16 de diciembre de 1971 pero el 6 de febrero de 1972 Endruweit presentó un certificado de que había sufrido un ataque cardíaco y al igual que los encartados Bunke y Ullrich, fue excluído del juicio por no ser apto para ser juzgado. El proceso continuó contra Kurt Borm.

En 1978, el doctor Endruweit recibió la orden judicial de guardar reposo, por razones de salud, pero pudo continuar su práctica médica sin ser molestado. Solamente en marzo de 1984 debió cerrar su consultorio por instrucciones del gobierno del distrito. Un mes antes, la obligación de presentarse semanalmente en la comisaría había sido cancelada porque depositó una fianza de medio millón de marcos.

En enero de 1986 hubo un nuevo intento para juzgar a los tres médicos asesinos que habían eludido los juicios anteriores pero el primer día del proceso Endruweit solicitó ser exonerado por razones de salud. Finalmente, en 1990, el caso contra él fue clausurado por incapacidad permanente para ser sometido a juicio. Klaus Endruweit murió en su casa, el 3 de setiembre de 1994, sin haber reconocido jamás su culpabilidad. Ya en 1963, con un provocativo sentido de impunidad, había declarado que teniendo en cuenta su educación, su autoridad y el pensamiento nacional y considerando la época actual, no se le había ocurrido que una agencia gubernamental (la justicia) pudiera ordenar y llevar a cabo algo que consideraba ilegal (su arresto).
El investigador de los crímenes nazis Ernst Klee ha encontrado decenas de obituarios de psiquiatras criminales que participaron en programas de eutanasia, de esterilización forzosa y experimentos con seres humanos por lo que el caso de Endruweit no es la excepción sino que parece la regla para librar de culpas a los perpetradores. Entre otros muchos, el obituario de Heinz Heinze, el director del mayor centro de exterminio de niños, hace un emocionado homenaje. El obituario del Prof. Werner Catel, uno de los mayores asesinos de niños, afirma en forma chocante “que contribuyó de muchas formas al bienestar de los niños enfermos”. El obituario del Prof. Friedrich Panse (1899-1973)12 de la Clínica Universitaria de Psiquiatría de Düsseldorf, afirma que “completó una vida dedicada a servir a quienes sufren”. Panse era el experto que guiaba a los pacientes a la cámara de gas.

LA LINEA DE LAS RATAS – Este es el nombre que los estadounidenses dieron a los diversos mecanismos que funcionaron, durante la agonía del Tercer Reich y sobre todo desde abril y mayo de 1945, para que los grandes criminales de guerra pudieran escapar de Europa y encontrar refugio en otros continentes, especialmente en América Latina, en Norteamérica, en Asia y África. Estos mecanismos contaron con la complicidad, directa o indirecta, del Vaticano y de la Cruz Roja, con el conocimiento y tolerancia de los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses y con un apoyo importante para mover fondos destinados a financiar la huida y supervivencia de los fugados a través de los puertos de Italia, España y Portugal.

En cierto sentido, los psiquiatras perpetradores de crímenes de lesa humanidad 13 no eran, con la excepción de Josef Mengele, figuras de primera linea. En la mayoría de los casos que referimos se consideraban como inocentes, amparados por las órdenes recibidas (aún por las órdenes secretas como las que establecieron el Aktion T-4) y esgrimían la infame escapatoria de la “obediencia debida” o la de ser “colaboradores indirectos” que no habían asesinado a nadie con sus propias manos (aunque la mayoría si lo hicieron al abrir la llave del gas o al introducir a las personas en la cámaras de exterminio).

Casi todos pretendían revestir sus actos y encubrir su crueldad con los ropajes científicos de “investigaciones” o “experimentos” útiles para la humanidad. No es posible pretender que quienes sabían perfectamente el destino que correrían los pacientes que enviaban a los centros de exterminio o quienes contemplaban por una mirilla la terrorífica muerte de los gaseados, no tuvieran un grado de perversión, de sádico desorden, que ninguna justificación pseudocientífica sería capaz de mitigar. Ni que hablar de los que practicaban aberrantes experimentos con los prisioneros, niños, mujeres, hombres, en forma despiadada.

El racismo profundamente arraigado en un sector dominante de la sociedad alemana desde épocas muy antiguas (baste recordar el antisemitismo morboso de Lutero) era un fuerte componente de la deshumanización que condujo al genocidio de judíos, gitanos, eslavos y a los crímenes de guerra contra los presos políticos, los opositores, los homosexuales, los testigos de Jehová, los desertores, los objetores de conciencia. Sin embargo, en el caso de los psiquiatras y de quienes les ampararon, juristas, colegas médicos, técnicos y desde luego sus camaradas de las SS y del partido nazi, operaba una forma de deshumanización menos evidente: la obsesión de la eugenesia, la pureza de la sangre, la higiene racial que bajo la fementida ilusión de los pueblos elegidos y las razas superiores han conducido, en todos los tiempos, a crímenes contra la humanidad.

Como vimos, unos pocos psiquiatras fueron juzgados, condenados y ejecutados, algunos escaparon a sus responsabilidades suicidándose, muchos consiguieron ocultarse cambiando de ambiente, es decir mudándose a una región donde fueran menos conocidos. La mayoría enfrentó pocos problemas, recibió ayuda y solidaridad de sus colegas y retomó en poco tiempo su carrera para retirarse después con honores y un muy buen pasar. Los menos debieron emigrar y este es el caso de Horst Schumann a quien vimos en acción en los centros de exterminio del Aktion T-4 y declarando, en cierto sentido, contra sus subordinados que trataban de escurrir el bulto.

En enero de 1945, cuando la Wehrmacht había sido empujada hasta su territorio original, Schumann fue trasladado como médico militar al frente occidental. Allí se entregó a los estadounidenses quienes lo mantuvieron unos meses en un campo de prisioneros y lo liberaron en octubre de 1945. Entonces se mudó con su esposa a Gladbeck, un pueblito en el norte de Alemania, cerca de la frontera con Holanda. Allí se registró como refugiado en abril de 1946 porque eran originario de Sajonia, en el este de Alemania, que quedó en la zona de ocupación soviética. Primero trabajó como médico deportivo en Gladbeck. En 1949 obtuvo un préstamo gubernamental para refugiados e instaló su propio consultorio.

Eugen Kogon, sociólogo y periodista alemán, sobreviviente del holocausto (fue parte de la oposición cristiana al nazismo por lo que estuvo seis años en Buchenwald) trabajó como historiador voluntario para el ejército estadounidense en Camp King y empezó escribir su primer libro Der SS-Staat: Das Sistem der deutschen Konzentrationlager ("El Estado SS: el Sistema de los Campos de Concentración alemanes"), fue publicado en 1946 y ya mencionaba a Horst Schumann y sus bestiales experimentos de esterilización14. En julio de 1950 Schumann era responsable de archivos médicos en el Ruhr.

El 29 de enero de 1951 se presentó a solicitar una licencia para cazar y pescar y al hacerlo entró en el radar de la fiscalía de Tübingen (Tubinga) en el sur de Alemania porque no tenía el certificado de “buena conducta” necesario para la autorización que pedía. La investigación se desarrolló con gran lentitud y poco celo de modo que un mes después Schumann se enroló como médico de a bordo en un barco mercante y escapó. Durante tres años nada se supo del prófugo hasta que, en 1954, se presentó en el Consulado alemán en Osaka donde solicitó y recibió un nuevo pasaporte. En 1955, Schumann apareció en Egipto y pocos meses después se desplazó a Sudán donde ya residía su esposa.

En el semanario “Christ und Welt” (Cristo y el mundo), cuyo director editorial era el periodista y ex SS-Hauptsturmführer (Capitán) Giselher Wirsing, publicó el 16 de abril de 1959 un artículo sobre un “segundo Albert Schweitzer”, un médico alemán que ejercía en Li Jubu, una zona fronteriza de Sudán, el Congo y el África Ecuatorial Francesa. De este modo las autoridades alemanas cayeron en la cuenta de que se trataba del prófugo y emitieron una orden internacional de captura. Schumann escapó a Nigeria y de allí a Ghana en el occidente de África. En la población de Kete Krachi, región selvática sobre el Lago Volta, se dice que construyó y dirigió un hospital. En 1961 se le negó el título profesional en Alemania.

En 1962, un periodista británico del tabloide conservador Daily Express descubrió a Schumann y su mujer en Ghana. El presidente panafricanista ghanés Kwame Nkrumah, que se decía amigo del nazi prófugo, ignoró una solicitud alemana de extradición. Sólo después del derrocamiento de Nkrumah por un golpe de Estado militar patrocinado por los Estados Unidos, en febrero de 1966, Schumann fue arrestado el 7 de marzo de 1966 por los nuevos gobernantes y extraditado a Alemania el 17 de noviembre del mismo año. Al llegar fue recluido en la penitenciaría de Butzbach, en Hesse. De su segunda esposa, que había regresado a Alemania con su familia en 1965, Schumann se divorció en setiembre de 1969.
El juicio de Schumann comenzó el 23 de setiembre de 1970 en el Tribunal Distrital de Frankfurt y las dilaciones y los informes contradictorios sobre la salud del imputado lo transformaron en un escándalo judicial. El 14 de abril de 1971 el juicio fue suspendido debido a la hipertensión de Schumann que según se dijo impedía someterlo a proceso. El 29 de julio de 1972, fue liberado de la prisión. El resto de su vida lo pasó como jubilado en Frankfurt-Seckbach, donde murió sin ser molestado con 77 años recién cumplidos en mayo de 1983.


UNA INFLUENCIA OSCURA Y DURADERA – La impunidad de los psiquiatras nazis tuvo una consecuencia especialmente grave. La influencia de los que siguieron enseñando y formando a las nuevas generaciones de profesionales dio plena vigencia a la frase de Bertolt Brecht (mayo de 1945) (“Señores, no estén tan contentos con la derrota de Hitler. Porque aunque el mundo se haya puesto de pie y haya detenido al bastardo, la puta que lo parió está de nuevo en celo” ). Muchos de los psiquiatras que gestaron los programas genocidas de Hitler y los pusieron en práctica fueron capaces de inficionar a las generaciones de la posguerra con su ideología. Sus investigaciones han continuado como si nada hubiese pasado y aunque se cuidaron de proferir abiertamente sus conceptos racistas han mantenido la continuidad teórica y filosófica de la eugenesia, la higiene racial, el llamado darwinismo social 15.
Un ejemplo de la supervivencia de las concepciones ultraderechistas, nazis, es la siniestra historia del pediatra Werner Catel (1894-1981) que integró el Comité del Reich para el Registro Científico de los Severos Sufrimientos Genéticos Inherentes (C.R.R.C.S.S.G.I.) que reunía a los principales consultantes para llevar a cabo la eutanasia infantil masiva. Catel que era de origen judío no pudo incorporarse al partido nacionalsocialista sino hasta 1937. Catel que trabajaba en el Hospital de Leipzig fue el pediatra que aplicó la eutanasia forzosa por primera vez, el 25 de julio de 1939, e inició así el programa de eutanasia infantil masiva. En la Clínica Infantil de Leipzig mató a niños, a quienes consideraba irremediablemente discapacitados (“vida indigna de ser vividas”), con luminal o con escopolamina. Se calcula que los pequeños que mató con sus propias manos fueron más de 500.
Después de la destrucción del Hospital de Niños Oststrasse, el 4 de diciembre de 1943, Catel ocupó un edificio cerca de Leipzig donde continuó la eutanasia. Las “asignaciones especiales” por el “Comité del Reich”, pagadas por la matanza de niños comprendieron también a la monja Isolde Heinzel, que más tarde abandonaría los hábitos para convertirse en su segunda esposa.
En 1945, ante el avance del ejército soviético, Catel se ocupó de la destrucción de todos los archivos de la clínica porque sabía que su “trabajo” era parte del genocidio nazi. Bajo sus órdenes los capítulos racistas y antisemitas fueron expurgados de todas las copias de su libro “El cuidado del niño sano y enfermo” que era utilizado como manual para la formación de enfermeras. Se pudo probar que tuvo la intención de limpiar las copias de la Deutsche Bücherei (la Biblioteca de Leipzig). Aún así hubo numerosos testimonios de sus actividades criminales.
En 1946 se fue de Leipzig. En 1947 fue clasificado en Wiesbaden como inofensivo y dos años después fue absuleto por el Tribunal de Desnazificación de Hamburgo. Hasta 1954 dirigió un sanatorio para tuberculosos donde llevó a cabo un experimento con una droga prohibida (tiosemicarbazone) sobre niños y adultos jóvenes. Se sabe que por lo menos se produjeron cuatro muertes. Ese mismo año se hizo cargo de la cátedra de Pediatría en la Universidad de Kiel.
Después de la guerra Catel gozó de una gran reputación como pediatra en toda Europa. En 1964, el Archivo Biográfico Internacional decía que el ilustre profesor no había tenido nada que ver con la eutanasia de adultos durante el Tercer Reich aunque como jefe de la clínica pediátrica en Leipzig y trabajando como consultor del C.R.R.C.S.S.G.I según opiniones suyas un cierto número de niños, “todos completamente idiotas”, habrían sido muertos en ciertos hospitales. En la RDA se sabía de sus actividades criminales.
En 1964 y en una entrevista que concedió a Der Spiegel , el profesor que ese mismo año había publicado un libro donde sostenía que los legisladores debían darle a los médicos la competencia para eliminar a niños completamente idiotas, reafirmó esa opinión y sostuvo que había casi 2.000 niños en la RFA que él llamaba monstruos y que debían ser eliminados debido a sus malformaciones o discapacidades. Debido a la presión de la opinión pública y a la reacción de los estudiantes se le jubiló en forma anticipada.
Sin embargo, el pediatra que promovía la eutanasia infantil, era en si mismo una paradoja. Se dice que, hasta 1945, contrariando las directivas hitlerianas trató en su clínica a numerosos niños judíos por su cuenta y riesgo. También se dice que admitió varios cientos de bebés enfermos, provenientes de Polonia, Francia y Rusia y los alimentó en su clínica con leche de nodrizas alemanas.
Ernst Klee advirtió que nadie se refirió nunca en forma tan hipócrita como Catel a la eutanasia infantil de los nazis que él practicó. Con sus propias palabras la eutanasia no era sino “tratamiento de alivio” cuyo fin era “poner a dormir” a los niños discapacitados. Después de su muerte, legó su fortuna a la Universidad de Kiel con la condición de fundar una “Fundación Werner Catel” para investigación científica. Solo después de las protestas masivas de los estudiantes, la universidad rechazó esta solicitud tres años después de su muerte.
Hasta 2006, hubo repetidas protestas por su retrato, que todavía cuelga en el Hospital de Niños en Kiel. Desde entonces, la imagen ha sido acompañada por un texto crítico explicativo. La Universidad de Kiel en su aviso de obituario de 1981 sostuvo que Catel “había contribuido de muchas maneras en beneficio de los niños enfermos”. Incluso hoy, hay enfoques que quieren disculparle por sus acciones y le atribuyen motivos humanísticos sosteniendo que se había distanciado de los asesinatos de los nazis y que no actuó por motivos políticos.
De la misma manera que las concepciones políticas de los nazis persistieron después de la guerra también perduró la aceptación de las tendencias antisociales de la psiquiatría y su enorme capacidad para causar sufrimiento. A esa conclusión han llegado numerosos investigadores al analizar las publicaciones que documentan la transición del Tercer Reich a la Alemania de la posguerra.
Por ejemplo, en el número de la revista científica Der Nerverarzt (El neurólogo) editada por Springer, correspondiente a junio de 1948, aparece un artículo de los psiquiatras Werner Villinger y Hermann Stutte repleto de términos anti sociales como “material humano” por pacientes, “inferioridad social de índole biológica”, “la ubicación, discriminación y dirección de este refugo de juventud abandonada y disociada”, “los problemáticos que causan problemas y los enemigos de la sociedad”.16
Téngase en cuenta que Villinger (1887 – 1961) había sido un psiquiatra infantil involucrado en la eutanasia. No fue afiliado al partido nacionalsocialista pero si miembro de la organización ultraderechista “Cascos de Acero” y de varias organizaciones nazis. El 3 de mayo de 1961 Der Spiegel lo acusó de haber sido supervisor de Aktion T4. El 26 de julio de 1961 se presentó ante el Tribunal Distrital de Marburg y negó su participación en la eutanasia. Trece días después, sufrió una caída fatal durante una caminata de montaña cerca de Innsbruck, donde había ido a un congreso. La posibilidad del suicidio se manejó privadamente en Marburg en ese momento. Sorprendentemente, su muerte fue completamente ignorada por los editores de la prestigiosa revista Praxis der Kinderpsychologie und Kinderpsychiatrie.
H. Stutte, fue un psiquiatra infantil, nazi y subordinado de Villinger en Marburg. Después de la guerra se convirtió en presidente de la Sociedad Alemana de Psiquiatría Infantil y Adolescente y presidente de la Unión de Psiquiatras Pediátricos Europeos . En 1958, fundó un asilo para niños mentalmente discapacitados en Marburg y se convirtió en miembro del Consejo Asesor Científico y del Comité Legal del asilo, institución que pidió la esterilización de las personas con discapacidad. Stutte fue doctor honoris causa de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Marburg y de la Facultad de Derecho de Göttingen. La escuela especial para enfermos del hospital de la Universidad de Philipps recibió su nombre. El asilo para los niños con discapacidad mental bautizó su centro de educación superior como “Hermann-Stutte-Haus”.
Otra referencia terrorífica provino del psiquiatra Gerhard Kloos (1909 - 1982) que en 1942 había estado a cargo de la Clínica Pediátrica de Kiel y en 1952 fue nombrado profesor de psiquiatría. En 1968 Kloos afirmaba que los psicópatas molestos, especialmente los inestables, los que están desprovistos de sentimientos, los criminales, los perversos sexuales y los causantes de problemas debían ser neutralizados. Este era el único tratamiento posible: la institucionalización, los trabajos forzados, la cárcel preventiva.


REFLEXIÓN FINAL – La falta de información pormenorizada acerca de los perpetradores de crímenes de lesa humanidad y el escaso interés del poder judicial para considerar las denuncias contra ellos y proceder en forma eficaz a sustanciar los procesos, junto con los pactos de silencio que rodean las actividades criminales conducen a la impunidad. A su vez, la impunidad es el sustrato más profundo de la fragmentación de la sociedad y de las más diversas formas de la violencia cotidiana.
Nos hemos concentrado en una especialidad, la psiquiatría y en particular en la psiquiatría infantil en la Alemania nazi, porque lenta pero seguramente aparecen, continuamente, evidencias acerca de la magnitud de los crímenes que se cometieron y sobre la forma en que los perpetradores de esos crímenes consiguieron eludir sus responsabilidades e incluso reciclarse e influir sobre las nuevas generaciones pero, en realidad, se trata de un fenómeno generalizado que puede y debe estudiarse en todos las transiciones que se produjeron desde las dictaduras a los regímenes democráticos actuales, en España, en Portugal y naturalmente en Argentina, en Uruguay, en Chile y en Brasil.
Como hemos visto la agudización de las desigualdades en el mundo del siglo XXI, el retorno de las crudas políticas neoliberales y del imperialismo bravucón hace que el darwinismo social, la eugenesia, el racismo, la discriminación, la opresión y el abuso, las desigualdades de género, el desprecio y el odio hacia los más débiles, la manipulación de la opinión pública, el catastrofismo y la reivindicación del terrorismo de Estado, de la mano dura, de la represión, de la castración química, de la prisión perpetua, aparezcan de una u otra forma.
En definitiva y salvadas las diferencias, los métodos son similares y las consecuencias igualmente perjudiciales para la convivencia actual y futura, en todo el mundo.

















































    1 Klee, Ernst (1985) . "Euthanasie" im NS-Staat: die "Vernichtung lebensunwerten Lebens" ("'Eutanasia' en el Estado Nazi: el exterminio de las vidas carentes de valor”). Frankfurt am Main, S. Fischer. 1983; 11th edition, 1985.
2Por ejemplo, en el llamado Juicio de Bergen-Belsen donde los británicos encausaron a 47 de los médicos, guardianes, guardianas y kapos de ese campo de exterminio (que mantuvo hasta abril de 1945 a casi 300 esbirros de las SS) once fueron condenados a muerte y ejecutados en diciembre de 1945 (entre ellos el Dr. Klein, el jefe del campo Kramer y la feroz Irma Grese), 21 fueron condenados a penas de prisión de 15, 10, 5 y 1 año (uno solo a cadena perpetua) de modo que la mayoría estaban libres en 1948 y todos los demás fueron absueltos y liberados a pesar de que habían sido criminales confesos o reconocidos por su despiadada actuación.
3Franz Schlegelberger (1876-1970) fue uno de los principales acusados en los juicios de Nuremberg. Para condenarlo a prisión perpetua el Tribunal Internacional adujo que el jurista nazi “apoyó la estrategia de Hitler desde su asunción del poder para decidir sobre la vida y la muerte con total desprecio por los procedimientos judiciales. Por sus exhortos e instrucciones, Schlegelberger contribuyó a la destrucción de la independencia judicial. Con su firma del decreto del 7/2/1942, ordenó que el Ministerio de Justicia y los tribunales se hicieran cargo de la persecución, juicio y puesta a disposición de las víctimas de la operación Noche y Niebla de Hitler y por ello debe ser acusado como responsable directo. Fue culpable de establecer y dar apoyo a procedimientos para la persecución global de judíos y polacos. Sobre los judíos, sus ideas fueron algo menos brutales que las de sus compañeros, pero difícilmente pueden ser consideradas humanas”. La prisión perpetua del ex- ministro no llegó a durar 4 años. En 1950 fue liberado, por razones de salud, y vivió tranquilamente 20 años más en Flensburg, disfrutando de una generosa jubilación de casi 2.900 marcos mensuales que era cinco veces superior a la pensiones medias en la RFA.
4 Desde noviembre de 1939 hasta agosto de 1944, Wolf fue fiscal en Gdansk (Danzig) y ocasionalmente representó al Fiscal General Kurt Bode . Las buenas relaciones profesionales entre Wolf y Bode, que se desarrollaron durante el período de Gdańsk, duraron hasta la década de 1950. Sobre todo, trabajó como fiscal en el Tribunal Especial de Danzig. Los tribunales especiales, fueron establecidos durante la ocupación alemana de Polonia y provistos por el Ministerio de Justicia del Reich con “funcionarios confiables”. Wolf fue, según el autor Dieter Schenk, “responsable de numerosos juicios de sangre y condenas”. En todo el sistema judicial de Gdańsk, junto al terror de los Einsatzgruppen y la Gestapo, el exterminio masivo de la población se implementó a través de una acción sistemática de la derecha. En agosto de 1944 Wolf ocupó el puesto de fiscal en Traunstein (en la Alta Baviera) , donde se encontraba al terminar la guerra. Su juicio de desnazificación fue una farsa que concluyó el 26 de setiembre de 1947 con la sentencia "Liberado bajo el Art. 13" (es decir por falta de mérito).

5Röder, Thomas, Volker Kubillus y Anthony Burwell (1995). The Men Behind Hitler; the Architects of Horror. Freedom Publ. Los Ángeles, Estados Unidos.
6Bürger-Prinz era nazi desde 1933. Fue activo participante en la Asociación de Maestros Nacionalsocialistas y en la Asociación de Médicos Nacionalsocialistas. Ocupó la dirección de la Clínica Psiquiátrica en varios hospitales. Fue encargado de determinar la esterilización masiva de pacientes que padecían enfermedades hereditarias. Durante la guerra fue el Psiquiatra Militar Superintendente del Distrito X (Hamburgo). En 1945, las autoridades británicas de ocupación le prohibieron ejercer durante dos años (hasta 1947) pero después volvió a su antiguo cargo y cátedra. En 1950, la Sociedad Alemana para la Investigación Sexual lo eligió como Presidente.
7El polémico método de Schultz se basa en la autohipnosis. Es un autorrelajamiento que presuntamente la misma persona produce por medio de la autosugestión para construir imágenes mentales que pretenden aliviar la tensión y ser gratificantes.
8 La desnazificación, que los aliados habían acordado antes del fin de la guerra, fue aplicada con diversos esquemas y rigores en las diferentes zonas de ocupación, aun en contra de los acuerdos de Postdam. Se inició con detenciones masivas. En total se contabilizaban solo en las tres zonas de ocupación occidentales (E.U.A., Gran Bretaña y Francia) cerca de 180.000 prisioneros. El 1º de enero de 1947 aproximadamente 86.000 fueron liberados. En la zona británica el 53% de los nazis fueron liberados (34.000). En la zona estadounidense de 95.250 presos fueron liberados 44.244, es decir el 46%. En la zona francesa, la más reducida, llegó a haber 18.963 prisioneros y 8.040 fueron liberados, esto es el 42%. Los soviéticos, entre tanto, no fueron tan benévolos y de los 67.179 prisioneros en su zona solamente 8.214 fueron liberados en 1947. La Guerra Fría ya había comenzado. En las zonas de ocupación de los E.U.A., Gran Bretaña y Francia se sustanciaron 5.025 condenas por crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. 806 de esos condenados lo fueron a la pena capital y 486 de ellos fueron ejecutados.


9Entre 1934 y mayo de 1945 más de 350.000 personas fueron esterilizadas a la fuerza en Alemania.
10 El Prof.Dr. Breitenecker, nazi desde 1932, fue profesor asociado en el Instituto de Medicina Forense de Viena entre 1939 y 1945, empleado de la Oficina de Política Racial y médico de formación racial y hereditaria en las Juventudes Hitlerianas. En 1945 fue suspendido como docente y trabajó como prosector (preparando cadáveres para los estudiantes de anatomía) hasta que en 1953 fue reincorporado como docente en el Instituto de Medicina Forense de Viena. En 1956 fue nombrado jefe de la Oficina de Salud Pública en el Ministerio de Asuntos Sociales. Fue perito de la Corte Regional y Decano de la Facultad de Medicina. Fundó la Sociedad Austríaca de Medicina Forense y se convirtió en su presidente honorario. Escribió sobre la patología de muerte súbita, muerte violenta, intoxicación por monóxido de carbono y alcohol, negligencia médica, silicosis , educación médica y artículos de historia médica. Fue editor de "Contribuciones a la medicina forense", coeditor de la "Revista alemana de Medicina Forense y Social", miembro la Academia Internacional de Medicina Forense y Social y la Sociedad Austríaca de la Energía Atómica.
11Horst Schumann (1906 -1983 ) participó como médico psiquiatra en la Aktion T-4 e hizo experimentos de esterilización con Rayos X de prisioneros en Auschwitz-Birkenau. Estableció el primer centro de exterminio del T-4 en Grafeneck y luego en Sonnenstein. Entre junio de 1940 y agosto de 1941, solamente en Sonnenstein, fueron asesinados 13.720 pacientes y más de 1.000 prisioneros de campos de concentración. En noviembre de 1942 Schumann comenzó su actividad en el bloque 30 del hospital de mujeres en Auschwitz-Birkenau. Después de la esterilización de unos 200 hombres también recurrió la irradiación de mujeres. En una gran parte de las víctimas la radiación provocó quemaduras e inflamación purulenta, especialmente en el área del abdomen, la ingle y las nalgas, que no solo eran dolorosas sino que a menudo llevaban a la muerte. Para controlar sus experimentos, los médicos extrajeron los ovarios a las mujeres irradiadas. Las consecuencias de estas operaciones mataron a algunas de las mujeres jóvenes. Como la irradiación con rayos X resultó inadecuada como método de esterilización masiva y rápida, Schumann informó a Himmler, en abril de 1944, que el método de castración quirúrgica convencional era más seguro y rápido y por lo tanto detuvo sus experimentos en Auschwitz en el mismo mes. Después de su transferencia al campo de concentración de mujeres de Ravensbrück comenzó una nueva serie de experimentos con niños gitanos. Lo que sucedió con Schumann después de mayo de 1945 se verá más adelante.
12Friedrich Panse fue un psiquiatra y neurólogo nazi que participó en forma decisiva en el Aktion T-4. Se unió al partido nacionalsocialista en abril de 1937 (número de carné 5.616.924). También perteneció a diversas organizaciones profesionales nazis, a la Cruz Roja y a las SS. Después fue consultor psiquiatra de Wehrmacht en el Distrito Militar VI e inspector de campo. En el hospital de Ense utilizó electricidad en altas dosis para el tratamiento de neuróticos de guerra. En 1940 fue designado, en una conferencia secreta en Berlín, como experto externo para Aktion T-4. Al final de la guerra, fue hecho prisionero por los estadounidenses y rápidamente liberado en octubre de 1945. El tribunal examinador de la Universidad de Bonn certificó a Panse pero le denegó un acceso a la cátedra por su participación en la eutanasia. El 8 de setiembre de 1945, Panse escribió sobre los siguientes temas: "Mi posición sobre el nacionalsocialismo", "Mi posición sobre la higiene racial en la enseñanza y la investigación", "Sobre la llamada 'destrucción de la vida indigna de ser vivida'. En la última justificación, Panse declaró: "En cualquier caso, fue el capítulo más sombrío en la historia de la psiquiatría alemana, cuya reputación ha sufrido tremendamente, el espíritu médico se ve sacudido severamente. Lo sabía desde el primer minuto. Hoy estoy convencido de que en la situación dada he hecho todo lo posible para salvar a tantas personas enfermas como lo permitían las condiciones. [...] Mi conciencia es completamente limpia en este difícil asunto". Panse fue absuelto de los cargos de participación en crímenes de eutanasia en dos juicios, en noviembre de 1948 y en enero de 1950, antes de que la justicia de Düsseldorf diera por "probada su inocencia". Cuando el gobierno rechazó la rehabilitación, Panse demandó su reincorporación con éxito. Desde 1950 fue jefe de la Clínica Estatal de Rhineland para Lesiones Cerebrales. También se convirtió en director del Hospital Psiquiátrico de la Universidad de Düsseldorf y miembro del Consejo Médico de Expertos para cuestiones de víctimas de guerra del Ministerio Federal del Trabajo. En 1966 realizó una investigación con la droga Truxal que suministró a niños de la institución Neu-Düsselthal, sin el conocimiento o consentimiento de los padres (el medicamento se recomienda solo para adultos). En 1960, en materia de neurosis de guerra y pensiones, mantuvo la tesis de que las reacciones neuróticas a las condiciones en la guerra son reacciones de deseos y propósitos que no pueden considerarse como una consecuencia del daño. Panse se retiró en 1967 y murió en 1973. La membresía honoraria otorgada en 1972 por la Sociedad Alemana de Psiquiatría y Neurología , de la que había sido presidente en 1965/1966, se le retiró oficialmente recién en el 2011.

13Conviene recordar los once tipos de crímenes contra la humanidad, que se especificaron en 1998, porque los psiquiatras nazis a los que aludimos incurrieron en varios de ellos: Asesinato; Exterminio; Esclavitud; Deportación; Encarcelamiento; Tortura dentro de la que se contempla los casos de tortura médica, siendo un ejemplo de esta los experimentos humanos forzosos. Violación que incluye en otros el embarazo forzado, la esterilización forzosa u otros abusos sexuales de gravedad comparable. Persecución; Desaparición forzada de personas; Apartheid; Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten contra la integridad física o la salud mental o física.

14 El libro que todavía se considera como una de las referencias básicas sobre crímenes nazis fue traducido a varios idiomas pero la versión en alemán sólo vendió 500.000 ejemplares.
15 El darwinismo social es el nombre que se dio a varias teorías que emergieron en Inglaterra, Europa y Estados Unidos en los años 1870, en las que se intenta aplicar conceptos biológicos a la sociedad y la política. Se trata en realidad de una teoría pseudocientífica que se disfraza con el prestigio de Charles Darwin pero que ni siquiera respeta su teoría de la evolución. En realidad su formulación corresponde al filósofo Herbert Spencer. El nazismo adoptó el darwinismo social al establecer que la “raza de los señores”, los arios debían imponerse a las razas inferiores en la lucha por la supervivencia. En la actualidad, la agudización de las diferencias sociales y las políticas neoliberales promueven una reanimación del darwinismo social y el racismo (la genética es determinante, los pobres lo son porque no quieren trabajar o porque son burros, los blancos son superiores por ‘selección natural’, el imperialismo se basa en leyes biológicas, etc.).
16Villinger, Werner y Hermann Stutte (1948) “Zeitgemasse Aufgaben und Probleme der Jügendfürsorge”. En : Der Nervenarzt, Nº6, junio de 1948, pp. 249-254.