LOS
PSIQUIATRAS NAZIS Y LA EUTANASIA INFANTIL
Como
se reciclaron y eludieron su responsabilidad criminal los
psiquiatras del Tercer Reich
Lic.
Fernando Britos V.
“La Corte
Criminal ... no es de la opinión de que el exterminio de los
mentalmente muertos y los “cascarones humanos vacíos”, como
Hoche los ha denominado, sea absolutamente inmoral de por si. Puede
haber opiniones extremadamente diferentes acerca de esto. En el
pasado, la remoción de “las vidas carentes de valor” se produjo
sin comentarios... Todos estos detalles ... nos han llevado a la
conclusión de que la cuestión del acortamiento de las vidas
carentes de valor es, desde luego, un problema muy controvertido pero
que su ejecución de ningún modo puede ser denominada como una
medida en conflicto con los códigos generales de moral”. Del
veredicto de la Corte
Criminal Nº1 del Distrito de Hamburgo en
un juicio sobre eutanasia
infantil, el 19 de abril
de 1949 (citado por Ernst Klee)1
EXCULPANDO A LOS
PERPETRADORES - Cuatro años después del derrumbe del Tercer
Reich los jueces alemanes seguían sosteniendo que el exterminio de
seres inocentes no entraba en conflicto con sus códigos morales.
Esto fue descubierto por Klee (1942-2013) un periodista, investigador
e historiador alemán que hizo aportes fundamentales para exponer los
crímenes médicos del nazismo.
Karl-Heinz Janssen,
colega y editor de Klee, dijo que la investigación histórica en
Alemania seguiría ignorando los crímenes atroces que se cometieron
contra los niños y discapacitados bajo el Tercer Reich, si no fuera
por sus pacientes investigaciones que le llevaron a examinar miles de
archivos en decenas de instituciones y a analizar declaraciones y
cotejar testimonios durante décadas.
Suele ser difícil
de concebir y mucho menos de entender lo que sucedió en Alemania
después de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de los que cometieron
crímenes de lesa humanidad, sus cómplices, sus partidarios y
encubridores, no solamente se las arreglaron para no ser juzgados y
castigados sino que recuperaron sus antiguas posiciones, continuaron
sus carreras profesionales y fueron homenajeados, algunos
considerados como grandes científicos o héroes de la ciencia
incluso hasta hoy en día.
La excepción fue el
juzgamiento de algunos de los criminales, por ejemplo los verdugos de
las SS que fueron capturados cuando los campos de exterminio fueron
liberados y aún así los tribunales fueron extraordinariamente
benévolos: unos pocos de los más comprometidos fueron ahorcados
pero la mayoría fueron condenados a penas de prisión rápidamente
conmutadas o recibieron el beneficio de libertades anticipadas, para
seguir trabajando después hasta alcanzar un apacible retiro.2
Una gran parte de
los psiquiatras que se desempeñaron en Alemania entre 1933 y 1945
estuvieron comprometidos con las acciones de eutanasia de
discapacitados (el Plan Aktion T-4), desde su concepción y
organización hasta su ejecución, así como con los crueles y
aberrantes experimentos que se llevaron a cabo en los campos de
exterminio sobre los prisioneros y sobre los pacientes internados.
Estar comprometidos quiere decir que prácticamente todos sabían lo
que estaba sucediendo aunque tenían distintos grados de
participación. Algunos como el vienés Hans Asperger mandaba niños
y jóvenes a Spiegelgrund donde eran víctimas de crueles
experimentos que terminaban con gran frecuencia en mortales
sufrimientos. Otros como el Dr. Grosse o la Dra. Oberhauser dirigían
y practicaban directamente las brutales intervenciones
pseudocientíficas y muchos como el Dr. Mengele se instalaban al
ingreso al campo de exterminio para decidir quienes serían gaseados
en el acto y quienes serían víctimas de sus experimentos.
Todos estos
profesionales pertenecían a una escuela pseudocientífica común,
todos estaban formados y practicaban la eugenesia y la higiene
racial, concepciones cuyos precursores se remontaban al siglo XIX y
cuyas prácticas habían tenido especial desarrollo en Gran Bretaña,
en los Estados Unidos y en Alemania. Por esta razón no todos los
psiquiatras eran afiliados al partido nacionalsocialista o
pertenecientes a las SS. Como dijo Klee, refiriéndose a unos de
estos profesores, estaba convencido de que no sería capaz ni de
matar una mosca con sus propias manos pero también estaba seguro de
que era uno de los hombres más crueles del Tercer Reich por el papel
que le cupo en el diseño y la organización del exterminio de los
discapacitados.
POCOS FUERON
JUZGADOS, MENOS CONDENADOS - La eugenesia y la higiene
racial fueron las doctrinas que sustentaron los crímenes del Tercer
Reich pero no se extinguieron con la derrota de los nazis. El racismo
sobrevivió, se camufló y siguió amparando a sus practicantes.
Naturalmente algunos de los psiquiatras nazis – como pasó en otras
profesiones y en el aparato civil del régimen – fueron capturados,
juzgados y sentenciados por sus crímenes.
Algunos fueron
ejecutados, como el Prof. Paul Nitsche, que fue guillotinado en
Dresden el 25 de marzo de 1948, a los 72 años, por haber sido uno de
los jefes de la oficina médica del Programa de Eutanasia, o el Dr.
Carl Schneider otro de los capos del Aktion T-4 que se suicidó
ahorcándose en Frankfurt cuando iba a ser juzgado.
El Dr. Leonardo
Conti, psiquiatra nacido en Suiza pero nazi de la primera hora que
llegó a general de las SS y se desempeñó como Ministro de Salud
entre 1939 y 1945, consiguió ahorcarse mientras esperaba ser juzgado
en Nuremberg. Por su parte, Max de Crinis (Maximinus Friedrich
Alexander de Crinis) el austríaco que fue la máxima eminencia de la
psiquiatría de la Alemania Nazi, había escrito el decreto para el
exterminio de los discapacitados que Hitler firmó en 1939 y el 1º
de mayo de 1945 siguió el ejemplo de Goebbels, asesinó a toda su
familia con cápsulas de cianuro y él mordió la última (como
Himmler y Goering, los previsores capitostes nazis, estaban provistos
de cápsulas de cianuro incluidas en sus prótesis dentales).
Lo más preocupante
es que, después de la guerra, muchos de los psiquiatras más crueles
y culpables de todo tipo de crímenes haya retomado sus actividades
profesionales y sus carreras universitarias como si nada hubiese
sucedido. El psiquiatra Werner Heyde (1902-1964) participó en la
Primera Guerra Mundial y después integró grupos armados de
ultraderecha. Estudió medicina y se dedicó a la psiquiatría. En
1933 enviaron a su consultorio a Theodor Eicke, uno de los jefes de
las SS, para que le examinara. Heyde informó a Himmler que su
lugarteniente gozaba de buena salud mental y que “era muy
agradable por su naturaleza tranquila y controlada y no daba la
impresión de una personalidad intrigante”.
Ese informe
favoreció la carrera de Eicke, un general fanático y brutal de las
Unidades de la Calavera (Tötenkopfverbande) de las SS,
inspector especializado en la organización de los campos de
concentración. También Heyde, se benefició porque Eicke le afilió
al partido nacionalsocialista y le proyectó a más altos destinos:
integró la oficina de políticas raciales (Rassenpolitisches Amt)
de Wurzburg y se transformó en psiquiatra oficial de las SS. Trabajó
en la castración y esterilización de prisioneros y desde 1939
cumplió importantes funciones en los asesinatos de enfermos mentales
y discapacitados.
En octubre de ese
año se envió un cuestionario a todos los centros de salud y
ancianatos del Reich para censar a los esquizofrénicos, epilépticos
y pacientes de enfermedades neurológicas, a todos los pacientes
mentales criminales, a todos los internados que llevaran más de
cinco años en la institución y a todos los no alemanes, con lo cual
se prepararon las listas para su eliminación a través de los
programas de eutanasia infantil y eutanasia de adultos.
Los pacientes eran
gaseados con monóxido de carbono en los centros de exterminio de
Bernburg, Brandenburgo, Grafeneck, Hadamar, Hartheim y Sonnenstein.
Entre enero de 1940 y agosto de 1941, murieron unas 70.000 personas.
Heyde había participado en enero de 1940 en una "prueba de
gaseamiento" en Brandenburgo.
A fines de marzo de
1941 comisiones médicas bajo la dirección de Werner Heyde
seleccionaron prisioneros en los campos de concentración para
gasearlos en los centros de exterminio. El 23 de abril de 1941, Heyde
y su supervisor Viktor Brack (encausado en el juicio de los doctores
y ahorcado en Nuremberg en 1948) se entrevistaron con el Fiscal
General, con el Presidente de los Tribunales Superiores Regionales y
con el Ministro de Justicia Franz Schlegelberger 3
. En esa reunión se hizo una presentación del Programa Aktion T-4,
exhibieron la carta de Hitler de 1939 y mencionaron que el Führer
había rechazado la adopción de una ley formal de eutanasia por
razones de política internacional.
La muerte de su
benefactor Eicke (cuando su avión fue derribado en el frente germano
soviético en 1943) no afectó la carrera meteórica de Heyde que, en
abril de 1945, cuando el nazismo agonizaba fue ascendido a
Standartenführer de las SS (equivalente a coronel). En marzo de
1945, el hospital psiquiátrico de las SS que Heyde dirigía fue
trasladado a Dinamarca. Los británicos detuvieron al psiquiatra
criminal a fines de mayo de 1945. Estuvo internado en distintos
campos de prisioneros hasta que, el 25 de julio de 1947 consiguió
fugarse, saltando de un camión militar que trasladaba prisioneros, y
pasó a la clandestinidad durante los siguientes doce años.
Caminando o haciendo autostop se desplazó hacia Schleswig-Holstein,
en el norte de Alemania, donde era menos conocido. Allí trabajó
primero como jardinero cerca de Kiel, luego como agricultor en varias
granjas.
Consiguió
documentos falsos, para lo que habría recibido ayuda de sus antiguos
camaradas de las SS, que lo identificaban como el Dr. Fritz Sawade.
En 1948, Heyde se puso en contacto con su familia que había vuelto a
establecerse en Baviera. Su esposa, Erika Heyde, cobró una pensión
como viuda, desde 1952, ya que había declarado que su esposo había
desaparecido durante la guerra. Por esta razón la mujer fue
condenada a un año de cárcel por fraude en 1962. A fines de 1949,
el falso Dr. Sawade consiguió trabajo y vivienda como médico
deportivo en el distrito West Altitude donde había encontrado
refugio un gran número de antiguos jerarcas nazis y clandestinos de
las SS.
Con el apoyo del
médico nazi Hans Glatzel (que había sido colaborador del Dr. Karl
Brandt juzgado y ahorcado en Nuremberg en 1948), se le encargó de
los informes psiquiátricos para la Oficina Superior de Seguros en
Schleswig-Holstein. En esta actividad, pronto obtuvo jugosos
ingresos. Hasta que fue arrestado produjo alrededor de 7.000 informes
dirigidos a varias autoridades e instituciones.
Heyde fue
descubierto en 1959 a causa de una disputa que mantuvo otro médico
nazi, Helmuth Reinwein, catedrático en la Universidad de Kiel, que
demandó a una sociedad estudiantil por ruidos molestos. A raíz de
la intervención de las autoridades, que aparentemente ya tenían
versiones acerca de la presencia en la zona del falso Sawade, se le
descubrió y huyó nuevamente.
Buscó ayuda entre
profesores y juristas nazis que actuaban en la RFA y se presentó a
las autoridades en noviembre de 1959. Antes había procurado el apoyo
de su mentor, el Prof. Martin Reichardt (neurólogo nazi que había
continuado trabajando sin interrupción hasta los 90 años) y Hans
Rietschel (otro viejo profesor, pediatra él, que se había librado
de cargos por su pertenencia al nazismo y a las SA con una multa de
2.000 marcos).
CONJUNCIÓN
DE PSIQUIATRAS Y JURISTAS - Heyde se había asesorado con Hans
Wolf (1908-1984) el jurista y político democristiano (CDU) con un
pasado nazi, que se desempeñaba como Fiscal en Frankfurt y que había
ayudado a varios criminales nazis desde ese puesto4
razón por la que se presentó ante él para entregarse. Entonces
resultó que, desde hacia cuatro o cinco años, varios médicos y
abogados de Schleswig-Holstein conocían la verdadera identidad del
psiquiatra Sawade.
La documentación de
este caso permite descubrir el método típico mediante el cual se
produce el reciclaje de los perpetradores de crímenes de lesa
humanidad. En 1961, una investigación del parlamento regional y la
corte del distrito demostró que 18 altos funcionarios y figuras
públicas conocían la existencia del criminal que se ocultaba bajo
la falsa identidad de Sawade, aunque seguramente los enterados debían
ser muchísimos más. Numerosos profesores universitarios sabían
quien se ocultaba bajo el alias Sawade: lo sabía el Director de la
Corte Civil, el Fiscal en Jefe de la Corte Civil Provincial, un
consejero de la corte distrital, un consejero de la corte civil, dos
presidentes del Senado regional y un Juez Federal.
Se hizo una
investigación paralela por encubrimiento pero nadie resultó
inculpado. La investigación contra Heyde estuvo a cargo de la
oficina del Fiscal General de Frankfurt, Fritz Bauer. Para mayo de
1962, se había desarrollado una acusación sólida y pormenorizada
que reconstruyó la acción del Programa T4 y más tarde se convirtió
en una base importante de la investigación histórica sobre la
eutanasia nazi.
Heyde fue acusado de
“insidioso, cruel y de haber causado la muerte en forma deliberad
de al menos 100.000 personas”. La apertura del juicio de Werner
Heyde y los otros acusados, Gerhard Bohne , Hans Hefelmann y
Friedrich Tillmann, ante el tribunal del distrito de Limburg estaba
prevista para el 18 de febrero de 1964 pero volvió a eludir una
condena porque se suicidó cinco días antes en la cárcel de
Butzbach.
Quedó patentemente
claro que muchos altos funcionarios de la RFA pensaban que era
apropiado mantener “el código del silencio” y que la omertá se
mantendría independientemente del grado de monstruosidad de los
crímenes cometidos. También hay que decir que el secretismo siempre
ha sido un acompañante de la mayoría de las escuelas de la
psiquiatría y de la psicología que procuran mantener “la
confidencialidad” y ya no solo a propósito del secreto profesional
que ampara lo que sus pacientes les confían sino, sobre todo, el
secreto acerca de sus procedimientos y sus responsabilidades
profesionales, cívicas y humanas.
Es preocupante que
criminales como el Dr. Heyde hayan sido capaces de hacerse de una
nueva identidad y hayan podido seguir ejerciendo la psiquiatría
después de la guerra pero hay algo mucho peor: muchos psiquiatras y
psicólogos que ocuparon cargos jerárquicos durante el Tercer Reich
ni siquiera debieron ocultarse. Nadie los denunció o los acusó,
nunca fueron juzgados. Entre los psiquiatras alemanes Ernst Rüdin y
Ernst Krestchmer son dos indignantes ejemplos de psiquiatras que se
reciclaron. Después de la caída del nazismo, siguieron actuando
bajo el manto de la ciencia, mantuvieron sus cátedras, participaron
en congresos y publicaron sus trabajos sin ser molestados.
Al considerar como
se produjeron estos fenómenos se percibe que la omisión y la
impunidad de los criminales tiene mucho que ver con la forma en que
se administró justicia durante y después del Tercer Reich. Aún
hoy, transcurridos más de setenta años, hay enormes carencias en la
investigación de los crímenes del nazismo. Por ejemplo, la
actuación de lo que los nazis denominaron Cortes o Tribunales
Especiales (como las que venimos de nombrar cuando nos referimos al
fiscal Hans Wolf, el amigo de Heyde) no ha sido suficientemente
investigada. La función esencial de estos tribunales era perseguir
la resistencia política al régimen. Durante el transcurso de la
guerra estas cortes o tribunales fueron absorbiendo gradualmente los
cometidos de la justicia ordinaria y desde 1942 en adelante
profirieron la mayoría de las sentencias.
Röder, Kubillus y
Burwell (1995)5
sostienen que la Corte de Hannover por si sola – una de las varias
que actuaban en Sajonia – sentenció a 4.000 personas, 170 de ellas
a muerte y que unos 50 jueces y fiscales que trabajaron en los
tribunales especiales durante la guerra fueron empleados, después de
la misma, en la administración de justicia de Baja Sajonia. De este
modo, los jueces y fiscales que habían actuado bajo el nazismo son
los que siguieron actuando en la posguerra lo que dio como resultado
“una administración unificada de la injusticia” y permitieron
que muchos perpetradores se mantuvieran a salvo de cualquier
incriminación. No es sorprendente que la mayoría de los veredictos
de la posguerra, especialmente en la RFA, muestren una particular
ausencia de voluntad para investigar los crímenes de guerra lo que
debe atribuirse al grado de complicidad que mantienen los encargados
de administrar justicia con los acusados.
Seguramente también
han pesado razones ideológicas porque la intelectualidad alemana de
antes de la guerra y del ascenso del nazismo era mayoritariamente
conservadora, derechista, por lo que no necesitó un gran esfuerzo de
conversión para adoptar las políticas hitlerianas o para
acompañarlas en forma más o menos entusiasta sin necesidad de
afiliarse al partido nacionalsocialista, a la Hitlerjugend, a las SA
o a las SS.
Entonces es
comprensible que la Corte Distrital de Hamburgo haya emitido el
veredicto que parcialmente transcribimos al comienzo de este
artículo. Abreviar las vidas indignas de ser vividas (o carentes de
valor) no puede ser considerada una medida capaz de entrar en
conflicto con los códigos de moral general. Por eso, ante esa Corte,
una doctora que admitió haber dado muerte a 14 niños fue dejada en
libertad después de proferir el veredicto citado. El juez había
sido el Gauleiter o Jefe del Partido Nazi en Bielefeld. La doctora
siguió en la práctica profesional hasta 1986.
OTRA VEZ EN MANOS
DE LOS TORTURADORES - La impunidad de los perpetradores era tan
grande en la Alemania de la posguerra que pacientes que sobrevivieron
a los “tratamientos” de higiene racial y eugenesia, es decir a
los aberrantes experimentos que se practicaron sobre ellos o que
escaparon de la muerte, muchas veces volvieron a caer en manos de sus
carceleros. Así una mujer que había sido enviada a Meseritz por el
psiquiatra Hans Bürger-Prinz (1897 – 1976)6,
donde sobrevivió por pura casualidad, se encontró nuevamente bajo
la égida de su torturador que le había sido asignado como
“psiquiatra tratante” después de la guerra.
Bürger-Prinz, como
muchos de sus colegas mantuvieron intacta su fidelidad a las teorías
e hipótesis de la eugenesia y la higiene racial. Las investigaciones
que se llevaron a cabo en la posguerra muestran que ni uno solo de
quienes sostenían esas concepciones pseudocientíficas, en las que
se apoyaron los crímenes de lesa humanidad, fue llamado a rendir
cuentas por su difusión, aplicación y defensa, por ejemplo de las
esterilizaciones masivas que dispuso Bürger-Prinz quien siguió
ejerciendo su “especialidad” después de la guerra.
Se pretendía
disimular la crueldad de las acciones con eufemismos. En 1935,
Bürger-Prinz exigía a sus colegas que registrasen cuidadosamente a
todos los niños afectados por una enfermedad hereditaria, antes de
la pubertad, para “proceder a seleccionarlos y excluirlos de la
procreación”. Konrad Lorenz (1903-1989) el simpático médico,
psicólogo y zoólogo austríaco, que recibió el Premio Nobel de
Medicina en 1973, fue un nazi furibundo que, en 1940, reclamaba “la
más estricta erradicación de los seres éticamente inferiores”.
El psiquiatra y
psicoterapeuta alemán Johannes Heinrich Schultz (1884-1970), es el
padre del llamado “entrenamiento autógeno” 7
. En 1933 empezó a trabajar en educación sexual y se concentró
especialmente en la homosexualidad, la esterilización y la
eutanasia. En 1935 publicó un libro sobre “las consecuencias
psicológicas de la esterilización y castración en los hombres”
en el que promovía la esterilización compulsiva para eliminar las
enfermedades hereditarias. Poco después fue designado Director del
Instituto Goering en Berlín que era la sede del Deutsches
Institut für psychologische Forschung und Psychotherapie
(instituto alemán de investigación psicológica y psicoterapia).
Desde allí Schultz jugó un papel activo en el exterminio de los
discapacitados mediante el Aktion T-4.
Para poner en
práctica sus teorías sobre la homosexualidad masculina, que Schultz
consideraba que no era hereditaria sino una perversión, llevaba a
cabo experimentos en el Instituto Goering para curar a los
homosexuales mediante ridículas terapias. Durante la guerra, 510
homosexuales fueron tratados en el Instituto y se reportó que 341
habían sido “curados”. La mayoría de los sujetos experimentales
eran homosexuales provenientes de los campos de concentración.
Schultz los trataba y después sometía a prueba los resultados
obligando a los hombres a tener relaciones sexuales con prostitutas
mientras él los observaba.
Uno de los informes
de Schultz se refería a un joven soldado de las Waffen SS que había
sido sentenciado a muerte por actos homosexuales y fue curado por él.
Los pacientes que no parecían curados después del tratamiento eran
enviados de vuelta al campo de concentración pero los homosexuales
recuperados, como el soldadito de las SS, eran perdonados y
reincorporados al servicio militar. De este modo, este singular
psicoterapeuta se jactaba de haber salvado a muchos del infierno de
los campos de exterminio aunque después reconoció que los sujetos
tratados con éxito eran enviados al frente (especialmente al
germano-soviético) donde muy probablemente morirían en combate.
Después de la
guerra el Instituto Goering fue clausurado pero Schultz no fue
inculpado por sus pretendidas investigaciones, por su participación
en las esterilizaciones masivas y por los asesinatos del Aktion T-4.
Es más, en 1952, publicó un estudio de caso, sobre su trabajo con
homosexuales que tituló Organstörungen und Perversionen im
Liebesleben. En ese artículo admitió que algunos de sus
tratamientos habían sido inhumanos pero insistió en la validez de
los resultados que decía haber obtenido. En 1956 se transformó en
el editor de la revista científica Psychotherapie y en 1959
fue el fundador de la Sociedad Alemana de Hipnosis Médica. Schultz
murió muy anciano y muy homenajeado en 1970.
PROFESORES CON
SANGRE EN LAS MANOS - Muchos científicos y profesores alemanes
tenían sangre en las manos a raíz de sus actuaciones profesionales
durante el Tercer Reich. Uno de los casos más notorios fue el del
psiquiatra Hans-Joachim Rauch (1909-1997) muy activo como perito
forense en Stammheim y durante muchas décadas catedrático en
Heidelberg.
Durante el nazismo
fue el patólogo que se dedicó a disecar los cerebros de niños
gaseados. Los pequeños eran conducidos al instituto de Eichberg
(cercano a Heidelberg) donde eran asesinados y de este modo se
satisfacía el deseo de Rauch de contar con órganos frescos para
examinar dentro de su investigación sobre “la patología del
idiota” que patrocinaba el Instituto Kaiser Wilhelm para la
Investigación del Cerebro.
Rauch trabajó a las
órdenes de Carl Schneider (1891-1946) el criminal Director del
Hospital Psiquiátrico de Heidelberg. A fines de marzo de 1945,
Schneider huyó de Heidelberg y como referimos antes, fue capturado y
se ahorcó antes de que se lo pudiera someter a juicio. Hoy en día,
Carl Schneider es considerado como una de las figuras clave de los
delitos médicos nazis. Sin embargo, la lamentable situación ética
de la psiquiatría contemporánea en Alemania es tal que, al mismo
tiempo, se considera a este criminal (a Schneider) como un
investigador original en las áreas de esquizofrenia, epilepsia y
demencia y como el autor del mejor libro de tratamiento de la
esquizofrenia de su tiempo.
Los programas de
desnazificación8
que se desarrollaron en la posguerra en el ámbito de la academia y
de las universidades alemanas generalmente fueron sofocados antes de
que alcanzaran algún grado de concreción. Los que alcanzaron a
despegar pronto fueron derribados porque había grandes resistencias
en los claustros y entre colegas. Pocos esfuerzos serios se hicieron
para erradicar a los nazis que se mantenían en sus puestos, para
denunciar los crímenes que habían cometido o para reclamarles
responsabilidades por los horrores que habían patrocinado con sus
teorías de odio y racismo.
Otra manifestación
de la política de impunidad que amparó a los criminales nazis y
permitió que las doctrinas hitlerianas, la eugenesia y la higiene
racial que precedieron al nacionalsocialismo, perdurara en las zonas
de ocupación de estadounidense, británica y francesa primero y en
la RFA que se constituyó en ellas, fue la enorme resistencia de los
poderes públicos de la posguerra para reconocer la magnitud de los
crímenes, facilitar el juzgamiento de los perpetradores y reparar a
las víctimas.
Por ejemplo, el
carácter de víctimas de las políticas racistas, de quienes fueron
sometidos a esterilización forzosa, nunca fue legalmente reconocido.
De este modo se impidió que las víctimas reclamaran con éxito una
reparación adecuada. Los fondos para atender estas situaciones
siempre fueron muy escasos; los perpetradores continuaron
tranquilamente sus carreras profesionales y, lo que resulta
monstruoso, muchos de esos criminales actuaron como expertos y
peritos forenses en las reclamaciones que las víctimas sometieron a
la justicia. En muchos casos estos expertos – que habían sido los
promotores o los ejecutores de las esterilizaciones masivas –
informaban a los jueces complacientes que dada la “inferioridad”
de los reclamantes no podía establecerse que hubieran sufrido algún
perjuicio emocional por haber sido esterilizados9.
Uno de los
psiquiatras de más renombre en la Alemania de posguerra fue el
profesor Helmuth E. Ehrhardt (1914-1997) que era además perito
forense. Fue nazi desde 1937 (se recibió en 1939) y fue un experto
asesor del Erbgesundheitsgericht
(Tribunal de Salud Hereditaria) que condujo a las
esterilizaciones masivas.
Después de la
guerra se transformó en catedrático de Medicina Social y Forense en
Marburg y actuó como uno de los principales exculpadores de la
psiquiatría nazi. En un informe que dirigió la Ministerio Federal
de Finanzas de la RFA, Erhardt sostuvo, en 1963, que “un esquema de
compensación para los esterilizados en muchos casos [...] conduciría
a una burla de la verdadera idea de la reparación". El
resultado fue que las reparaciones para miles de sobrevivientes no
fueron concedidas.
En la RFA, Ehrhardt
recibió la Medalla de Paracelso, la más alta distinción de la
medicina en su país. Llegó a ser miembro del Comité Asesor en
Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud. Integró el
Comité de Ética y la Sección Forense de la Federación Mundial de
Psiquiatría de la cual llegó a ser miembro honorario.
DESCALIFICANDO A
LAS VÍCTIMAS - El tratamiento descalificatorio y sarcástico de
las víctimas tenía toda una tradición en Alemania - incluso antes
del ascenso del nazismo - porque las manipulaciones de la
pseudociencia, la eugenesia y la higiene racial, requerían la
cosificación degradante de otros seres humanos para justificar sus
acciones y para insensibilizar a la sociedad. Estos tratamientos
rebrotaron inmediatamente en la posguerra. En 1946, el psiquiatra
Otto Plötzl, director de la Clínica Universitaria de Viena para
Neurología y Psiquiatría, sostuvo que el envenenamiento era una
forma especialmente humana de matar porque las personas se deslizaban
lenta y suavemente a su fin. Dos décadas después, en 1967, otro
nazi reciclado, el entonces director del Instituto Médico Forense de
Viena, Leopold Breitenecker (1902-1981), dio un testimonio
exculpatorio en favor de quienes eran acusados por el asesinato de
niños, sosteniendo que la muerte por gas era una de las formas más
humanitarias de morir que pudieran imaginarse 10.
La protección que
sus colegas hicieron de los psiquiatras asesinos siempre se antepuso
a cualquier consideración sobre los sufrimientos de las víctimas.
Este es uno de los factores que contribuyó a que los involucrados en
los crímenes pudieran evitar juicios, mantenerse en la
clandestinidad y, en la mayoría de los casos, retomar sus carreras o
jubilarse con buenas pensiones y recibir homenajes o ser considerados
como grandes científicos.
Esta protección se
extendió más allá de la muerte. Es el caso de Hans Asperger o de
Konrad Lorenz, entre los más notorios, pero de ninguna manera puede
decirse que fueron excepciones. La regla fue una férrea “ley del
silencio”, la omertá que prohibe informar sobre la
actividad delictiva de quienes perpetraron crímenes de lesa
humanidad.
Por ejemplo, el
obituario emitido por la Sociedad Médica de Baja Sajonia, sostenía
que el Dr. Klaus Endruweit (1913-1994) sería honrado y recordado a
perpetuidad como un gran profesional. La verdad es que Endruweit fue
miembro de las SA y de la Juventud Hitleriana; se destacó por su
participación en el programa Aktion T-4 y fue encargado del centro
de exterminio Brandenburg. Desde el 22 de noviembre de 1940 se
desempeñó en un centro similar, el Sonnenstein, ubicado en Pirna y
bajo las órdenes de Horst Schumann11.
IMPUNIDAD
PERPETUA - En 1945, Endruweit se desempeñaba como médico
militar en el frente germano-soviético. Cuando sobrevino la
rendición de la Wehrmacht huyó hacia el occidente y fue capturado
por los estadounidenses que, al poco tiempo, lo liberaron. El 1º de
julio de 1946 instaló un consultorio médico en Bettrum (distrito de
Hildesheim) y se dedicó a la práctica profesional privada. Desde
1956 integró la directiva de la Asociación de Médicos de los
Seguros de Salud Estatales. También integraba la Sociedad Médica de
Baja Sajonia. En junio de 1962 fue llamado a juicio pero eludió la
prisión y pudo seguir su práctica profesional hasta 1965 con la
condición de presentarse una vez por semana en una comisaría.
La Fiscalía General
de Frankfurt acusó a los doctores Endruweit, Borm, Ullrich y Bunke
de haber actuado con alevosía y crueldad y haber causado, en forma
intencional y deliberada, la muerte de varios miles de personas. El
juicio estaba programado para octubre de 1966 pero Endruweit
solamente fue suspendido como médico 15 días antes por el gobierno
del distrito de Hildesheim. Al igual que en el caso de sus
codemandados, esta decisión provocó una ola de expresiones de
solidaridad y simpatía en sus colegas médicos, en asociaciones y en
varios alcaldes.
El veredicto, en el
llamado “primer caso médico”, el 23 de mayo de 1967, señalaba
que los asesinatos masivos llevados a cabo como parte de la Aktion T4
... fueron asesinatos tanto en el sentido de las normas actuales como
de las vigentes en el momento del acto. Toda vida humana, incluida la
de los enfermos mentales, goza de protección hasta su extinción.
A Endruweit, se le
imputó el asesinato de al menos 2.250 personas con enfermedades
mentales. Sin embargo, al igual que todos los demás acusados, fue
absuelto porque no tuvieron "conciencia de ilegalidad”.
Los acusados alegaron que
solo participaron en la eliminación de enfermos mentales “que
carecían de voluntad de vivir” y que su muerte
había sido dispuesta por normas superiores (como se ve una variante
de la infame “obediencia debida”).
El tribunal consideró que esto eliminaba la culpa y los acusados
fueron absueltos.
Durante el juicio
habían quedado claras las actuaciones de los médicos en los centros
de exterminio del Aktion T-4 y también las contradicciones entre los
declarantes. En Sonnenstein, Endruweit fue informado por Schumann
sobre el propósito del asilo y sus tareas concretas y declaró más
tarde que, aunque no podía aprobar su trabajo por razones médicas y
morales, no tenía dudas sobre la legalidad de lo que hizo. Negó
haber llevado a cabo un gaseamiento o seleccionado sujetos para ser
gaseados.
Para el tribunal de
Frankfurt, la actividad de Endruweit fue la siguiente: los médicos
debían engañar al paciente como si fuera a ser sometido a un examen
y Endruweit sabía que esto sucedía en Sonnenstein, en Brandeburgo y
en Bernburg. Después de ser presentados a los médicos, los
pacientes eran llevados al sótano donde se encontraban la sala de
exterminio y la sala de cremación. El Dr. Endruweit adujo que nunca
estuvo presente en el momento del asesinato y que nunca activó la
llave del gas. Su trabajo después de la matanza fue simplemente
firmar cartas para los familiares que preparaba una secretaria.
Aunque todavía no había hecho su doctorado en ese momento, usó el
alias “Bader”.
Su ex supervisor, el
doctor Schumann hizo declaraciones completamente contrarias: no era
verdad que el Dr. Endruweit no hubiera ingresado nunca al consultorio
y que nunca hubiera mirado por la ventana de observación de la sala
de gasificación. Todos los doctores, incluido el Dr. Endruweit,
“fueron instruidos por mí, hasta el
último detalle - dijo
Schumann - porque finalmente tuvieron que
representarme cuando yo no estaba en Sonnenstein”.
Las actuaciones incluían el abrir la llave del gas y contemplar por
la ventana la muerte de los pacientes. “No entiendo cómo el
Dr. Endruweit puede negarlo".
El
7 de agosto de 1970, el Tribunal
Federal de Justicia de la RFA
revocó el veredicto por contradicciones sustanciales. El nuevo
juicio comenzó el 16 de diciembre de 1971 pero
el 6 de febrero de 1972 Endruweit presentó un certificado de que
había sufrido un ataque
cardíaco y al
igual que los
encartados
Bunke y Ullrich, fue
excluído
del juicio por no ser apto para ser
juzgado.
El
proceso continuó contra Kurt Borm.
En
1978, el doctor Endruweit recibió la
orden judicial de guardar
reposo, por razones de salud, pero pudo continuar su
práctica médica sin ser molestado. Solamente en marzo de 1984 debió
cerrar su consultorio por instrucciones del gobierno del distrito. Un
mes antes, la obligación de presentarse semanalmente en la comisaría
había sido cancelada porque depositó una fianza de medio millón de
marcos.
En enero de 1986
hubo un nuevo intento para juzgar a los tres médicos asesinos que
habían eludido los juicios anteriores pero el primer día del
proceso Endruweit solicitó ser exonerado por razones de salud.
Finalmente, en 1990, el caso contra él fue clausurado por
incapacidad permanente para ser sometido a juicio. Klaus Endruweit
murió en su casa, el 3 de setiembre de 1994, sin haber reconocido
jamás su culpabilidad. Ya en 1963, con un provocativo sentido de
impunidad, había declarado que teniendo en cuenta su educación, su
autoridad y el pensamiento nacional y considerando la época actual,
no se le había ocurrido que una agencia gubernamental (la justicia)
pudiera ordenar y llevar a cabo algo que consideraba ilegal (su
arresto).
El investigador de
los crímenes nazis Ernst Klee ha encontrado decenas de obituarios de
psiquiatras criminales que participaron en programas de eutanasia, de
esterilización forzosa y experimentos con seres humanos por lo que
el caso de Endruweit no es la excepción sino que parece la regla
para librar de culpas a los perpetradores. Entre otros muchos, el
obituario de Heinz Heinze, el director del mayor centro de exterminio
de niños, hace un emocionado homenaje. El obituario del Prof. Werner
Catel, uno de los mayores asesinos de niños, afirma en forma
chocante “que contribuyó de muchas formas al bienestar de los
niños enfermos”. El obituario del Prof. Friedrich Panse
(1899-1973)12
de la Clínica Universitaria de Psiquiatría de Düsseldorf, afirma
que “completó una vida dedicada a servir a quienes sufren”.
Panse era el experto que guiaba a los pacientes a la cámara de gas.
LA LINEA DE LAS
RATAS – Este es el nombre que los estadounidenses dieron a los
diversos mecanismos que funcionaron, durante la agonía del Tercer
Reich y sobre todo desde abril y mayo de 1945, para que los grandes
criminales de guerra pudieran escapar de Europa y encontrar refugio
en otros continentes, especialmente en América Latina, en
Norteamérica, en Asia y África. Estos mecanismos contaron con la
complicidad, directa o indirecta, del Vaticano y de la Cruz Roja, con
el conocimiento y tolerancia de los servicios de inteligencia
británicos y estadounidenses y con un apoyo importante para mover
fondos destinados a financiar la huida y supervivencia de los fugados
a través de los puertos de Italia, España y Portugal.
En cierto sentido,
los psiquiatras perpetradores de crímenes de lesa humanidad 13
no eran, con la excepción de Josef Mengele, figuras de primera
linea. En la mayoría de los casos que referimos se consideraban como
inocentes, amparados por las órdenes recibidas (aún por las órdenes
secretas como las que establecieron el Aktion T-4) y esgrimían la
infame escapatoria de la “obediencia debida” o la de ser
“colaboradores indirectos” que no habían asesinado a nadie con
sus propias manos (aunque la mayoría si lo hicieron al abrir la
llave del gas o al introducir a las personas en la cámaras de
exterminio).
Casi todos
pretendían revestir sus actos y encubrir su crueldad con los ropajes
científicos de “investigaciones” o “experimentos” útiles
para la humanidad. No es posible pretender que quienes sabían
perfectamente el destino que correrían los pacientes que enviaban a
los centros de exterminio o quienes contemplaban por una mirilla la
terrorífica muerte de los gaseados, no tuvieran un grado de
perversión, de sádico desorden, que ninguna justificación
pseudocientífica sería capaz de mitigar. Ni que hablar de los que
practicaban aberrantes experimentos con los prisioneros, niños,
mujeres, hombres, en forma despiadada.
El racismo
profundamente arraigado en un sector dominante de la sociedad alemana
desde épocas muy antiguas (baste recordar el antisemitismo morboso
de Lutero) era un fuerte componente de la deshumanización que
condujo al genocidio de judíos, gitanos, eslavos y a los crímenes
de guerra contra los presos políticos, los opositores, los
homosexuales, los testigos de Jehová, los desertores, los objetores
de conciencia. Sin embargo, en el caso de los psiquiatras y de
quienes les ampararon, juristas, colegas médicos, técnicos y desde
luego sus camaradas de las SS y del partido nazi, operaba una forma
de deshumanización menos evidente: la obsesión de la eugenesia, la
pureza de la sangre, la higiene racial que bajo la fementida ilusión
de los pueblos elegidos y las razas superiores han conducido, en
todos los tiempos, a crímenes contra la humanidad.
Como vimos, unos
pocos psiquiatras fueron juzgados, condenados y ejecutados, algunos
escaparon a sus responsabilidades suicidándose, muchos consiguieron
ocultarse cambiando de ambiente, es decir mudándose a una región
donde fueran menos conocidos. La mayoría enfrentó pocos problemas,
recibió ayuda y solidaridad de sus colegas y retomó en poco tiempo
su carrera para retirarse después con honores y un muy buen pasar.
Los menos debieron emigrar y este es el caso de Horst Schumann a
quien vimos en acción en los centros de exterminio del Aktion T-4 y
declarando, en cierto sentido, contra sus subordinados que trataban
de escurrir el bulto.
En enero de 1945,
cuando la Wehrmacht había sido empujada hasta su territorio
original, Schumann fue trasladado como médico militar al frente
occidental. Allí se entregó a los estadounidenses quienes lo
mantuvieron unos meses en un campo de prisioneros y lo liberaron en
octubre de 1945. Entonces se mudó con su esposa a Gladbeck, un
pueblito en el norte de Alemania, cerca de la frontera con Holanda.
Allí se registró como refugiado en abril de 1946 porque eran
originario de Sajonia, en el este de Alemania, que quedó en la zona
de ocupación soviética. Primero trabajó como médico deportivo en
Gladbeck. En 1949 obtuvo un préstamo gubernamental para refugiados e
instaló su propio consultorio.
Eugen Kogon,
sociólogo y periodista alemán, sobreviviente del holocausto (fue
parte de la oposición cristiana al nazismo por lo que estuvo seis
años en Buchenwald) trabajó como historiador voluntario para el
ejército estadounidense en Camp King y empezó escribir su primer
libro Der SS-Staat: Das Sistem der deutschen
Konzentrationlager ("El Estado SS: el Sistema de los
Campos de Concentración alemanes"), fue publicado en 1946 y ya
mencionaba a Horst Schumann y sus bestiales experimentos de
esterilización14.
En julio de 1950 Schumann era responsable de archivos médicos en el
Ruhr.
El 29 de enero de
1951 se presentó a solicitar una licencia para cazar y pescar y al
hacerlo entró en el radar de la fiscalía de Tübingen (Tubinga) en
el sur de Alemania porque no tenía el certificado de “buena
conducta” necesario para la autorización que pedía. La
investigación se desarrolló con gran lentitud y poco celo de modo
que un mes después Schumann se enroló como médico de a bordo en un
barco mercante y escapó. Durante tres años nada se supo del prófugo
hasta que, en 1954, se presentó en el Consulado alemán en Osaka
donde solicitó y recibió un nuevo pasaporte. En 1955, Schumann
apareció en Egipto y pocos meses después se desplazó a Sudán
donde ya residía su esposa.
En el semanario
“Christ und Welt” (Cristo y el mundo), cuyo director
editorial era el periodista y ex SS-Hauptsturmführer
(Capitán)
Giselher
Wirsing, publicó el 16 de abril de 1959 un artículo
sobre un “segundo Albert Schweitzer”, un médico alemán que
ejercía en Li Jubu, una zona fronteriza de Sudán, el Congo y el
África Ecuatorial Francesa. De este modo las autoridades alemanas
cayeron en la cuenta de que se trataba del prófugo y emitieron una
orden internacional de captura. Schumann escapó a Nigeria y de allí
a Ghana en el occidente de África. En la población de Kete Krachi,
región selvática sobre el Lago Volta, se dice que construyó y
dirigió un hospital. En 1961 se le negó el título profesional en
Alemania.
En 1962, un periodista británico del
tabloide conservador Daily Express descubrió a Schumann y su
mujer en Ghana. El presidente panafricanista ghanés Kwame Nkrumah,
que se decía amigo del nazi prófugo, ignoró una solicitud alemana
de extradición. Sólo después del derrocamiento de Nkrumah por un
golpe de Estado militar patrocinado por los Estados Unidos, en
febrero de 1966, Schumann fue arrestado el 7 de marzo de 1966 por los
nuevos gobernantes y extraditado a Alemania el 17 de noviembre del
mismo año. Al llegar fue recluido en la penitenciaría de Butzbach,
en Hesse. De su segunda esposa, que había regresado a Alemania con
su familia en 1965, Schumann se divorció en setiembre de 1969.
El juicio de Schumann comenzó el 23 de
setiembre de 1970 en el Tribunal Distrital de Frankfurt y las
dilaciones y los informes contradictorios sobre la salud del imputado
lo transformaron en un escándalo judicial. El 14 de abril de 1971 el
juicio fue suspendido debido a la hipertensión de Schumann que según
se dijo impedía someterlo a proceso. El 29 de julio de 1972, fue
liberado de la prisión. El resto de su vida lo pasó como jubilado
en Frankfurt-Seckbach, donde murió sin ser molestado con 77 años
recién cumplidos en mayo de 1983.
UNA INFLUENCIA OSCURA Y
DURADERA – La impunidad de los psiquiatras nazis tuvo una
consecuencia especialmente grave. La influencia de los que siguieron
enseñando y formando a las nuevas generaciones de profesionales dio
plena vigencia a la frase de Bertolt Brecht (mayo de 1945) (“Señores,
no estén tan contentos con la derrota de Hitler.
Porque aunque el mundo se haya puesto de pie y haya detenido al
bastardo, la puta que lo parió está de nuevo en celo” ).
Muchos de los psiquiatras que gestaron los programas genocidas de
Hitler y los pusieron en práctica fueron capaces de inficionar a las
generaciones de la posguerra con su ideología. Sus investigaciones
han continuado como si nada hubiese pasado y aunque se cuidaron de
proferir abiertamente sus conceptos racistas han mantenido la
continuidad teórica y filosófica de la eugenesia, la higiene
racial, el llamado darwinismo social 15.
Un ejemplo de la supervivencia de las
concepciones ultraderechistas, nazis, es la siniestra historia del
pediatra Werner Catel (1894-1981) que integró el Comité del Reich
para el Registro Científico de los Severos Sufrimientos Genéticos
Inherentes (C.R.R.C.S.S.G.I.) que reunía a los principales
consultantes para llevar a cabo la eutanasia infantil masiva. Catel
que era de origen judío no pudo incorporarse al partido
nacionalsocialista sino hasta 1937. Catel que trabajaba en el
Hospital de Leipzig fue el pediatra que aplicó la eutanasia forzosa
por primera vez, el 25 de julio de 1939, e inició así el programa
de eutanasia infantil masiva. En la Clínica Infantil de Leipzig
mató a niños, a quienes consideraba irremediablemente
discapacitados (“vida indigna de ser vividas”), con luminal o con
escopolamina. Se calcula que los pequeños que mató con sus propias
manos fueron más de 500.
Después de la destrucción del Hospital
de Niños Oststrasse, el 4 de diciembre de 1943, Catel ocupó un
edificio cerca de Leipzig donde continuó la eutanasia. Las
“asignaciones especiales” por el “Comité del Reich”, pagadas
por la matanza de niños comprendieron también a la monja Isolde
Heinzel, que más tarde abandonaría los hábitos para convertirse en
su segunda esposa.
En 1945, ante el avance del ejército
soviético, Catel se ocupó de la destrucción de todos los archivos
de la clínica porque sabía que su “trabajo” era parte del
genocidio nazi. Bajo sus órdenes los capítulos racistas y
antisemitas fueron expurgados de todas las copias de su libro “El
cuidado del niño sano y enfermo” que era utilizado como manual
para la formación de enfermeras. Se pudo probar que tuvo la
intención de limpiar las copias de la Deutsche Bücherei (la
Biblioteca de Leipzig). Aún así hubo numerosos testimonios de sus
actividades criminales.
En 1946 se fue de Leipzig. En 1947 fue
clasificado en Wiesbaden como inofensivo y dos años después fue
absuleto por el Tribunal de Desnazificación de Hamburgo. Hasta 1954
dirigió un sanatorio para tuberculosos donde llevó a cabo un
experimento con una droga prohibida (tiosemicarbazone) sobre niños y
adultos jóvenes. Se sabe que por lo menos se produjeron cuatro
muertes. Ese mismo año se hizo cargo de la cátedra de Pediatría en
la Universidad de Kiel.
Después de la guerra Catel gozó de una
gran reputación como pediatra en toda Europa. En 1964, el Archivo
Biográfico Internacional decía que el ilustre profesor no había
tenido nada que ver con la eutanasia de adultos durante el Tercer
Reich aunque como jefe de la clínica pediátrica en Leipzig y
trabajando como consultor del C.R.R.C.S.S.G.I según opiniones suyas
un cierto número de niños, “todos completamente idiotas”,
habrían sido muertos en ciertos hospitales. En la RDA se sabía de
sus actividades criminales.
En 1964 y en una entrevista que concedió
a Der Spiegel , el profesor que ese mismo año había
publicado un libro donde sostenía que los legisladores debían darle
a los médicos la competencia para eliminar a niños completamente
idiotas, reafirmó esa opinión y sostuvo que había casi 2.000 niños
en la RFA que él llamaba monstruos y que debían ser eliminados
debido a sus malformaciones o discapacidades. Debido a la presión
de la opinión pública y a la reacción de los estudiantes se le
jubiló en forma anticipada.
Sin embargo, el pediatra que promovía
la eutanasia infantil, era en si mismo una paradoja. Se dice que,
hasta 1945, contrariando las directivas hitlerianas trató en su
clínica a numerosos niños judíos por su cuenta y riesgo. También
se dice que admitió varios cientos de bebés enfermos, provenientes
de Polonia, Francia y Rusia y los alimentó en su clínica con leche
de nodrizas alemanas.
Ernst Klee advirtió que nadie se
refirió nunca en forma tan hipócrita como Catel a la eutanasia
infantil de los nazis que él practicó. Con sus propias palabras la
eutanasia no era sino “tratamiento de alivio” cuyo fin era “poner
a dormir” a los niños discapacitados. Después de su muerte, legó
su fortuna a la Universidad de Kiel con la condición de fundar una
“Fundación Werner Catel” para investigación científica. Solo
después de las protestas masivas de los estudiantes, la universidad
rechazó esta solicitud tres años después de su muerte.
Hasta 2006, hubo repetidas protestas por
su retrato, que todavía cuelga en el Hospital de Niños en Kiel.
Desde entonces, la imagen ha sido acompañada por un texto crítico
explicativo. La Universidad de Kiel en su aviso de obituario de 1981
sostuvo que Catel “había contribuido de muchas maneras en
beneficio de los niños enfermos”. Incluso hoy, hay enfoques que
quieren disculparle por sus acciones y le atribuyen motivos
humanísticos sosteniendo que se había distanciado de los asesinatos
de los nazis y que no actuó por motivos políticos.
De la misma manera que las concepciones
políticas de los nazis persistieron después de la guerra también
perduró la aceptación de las tendencias antisociales de la
psiquiatría y su enorme capacidad para causar sufrimiento. A esa
conclusión han llegado numerosos investigadores al analizar las
publicaciones que documentan la transición del Tercer Reich a la
Alemania de la posguerra.
Por ejemplo, en el número de la revista
científica Der Nerverarzt (El neurólogo) editada por Springer,
correspondiente a junio de 1948, aparece un artículo de los
psiquiatras Werner Villinger y Hermann Stutte repleto de términos
anti sociales como “material humano” por pacientes, “inferioridad
social de índole biológica”, “la ubicación, discriminación y
dirección de este refugo de juventud abandonada y disociada”, “los
problemáticos que causan problemas y los enemigos de la sociedad”.16
Téngase en cuenta que Villinger (1887 –
1961) había sido un psiquiatra infantil involucrado en la eutanasia.
No fue afiliado al partido nacionalsocialista pero si miembro de la
organización ultraderechista “Cascos de Acero” y de varias
organizaciones nazis. El 3 de mayo de 1961 Der Spiegel lo
acusó de haber sido supervisor de Aktion T4. El 26 de julio de 1961
se presentó ante el Tribunal Distrital de Marburg y negó su
participación en la eutanasia. Trece días después, sufrió una
caída fatal durante una caminata de montaña cerca de Innsbruck,
donde había ido a un congreso. La posibilidad del suicidio se manejó
privadamente en Marburg en ese momento. Sorprendentemente, su muerte
fue completamente ignorada por los editores de la prestigiosa revista
Praxis der Kinderpsychologie und Kinderpsychiatrie.
H. Stutte, fue un psiquiatra infantil,
nazi y subordinado de Villinger en Marburg. Después de la guerra se
convirtió en presidente de la Sociedad Alemana de Psiquiatría
Infantil y Adolescente y presidente de la Unión de
Psiquiatras Pediátricos Europeos . En 1958, fundó
un asilo para niños mentalmente discapacitados en Marburg y se
convirtió en miembro
del Consejo Asesor Científico y del Comité Legal del asilo,
institución que pidió la esterilización de las personas con
discapacidad. Stutte fue doctor honoris causa de la Facultad de
Filosofía de la Universidad de Marburg y de la Facultad de Derecho
de Göttingen. La escuela especial para enfermos del hospital de la
Universidad de Philipps recibió su nombre. El asilo
para los niños con discapacidad mental bautizó su centro de
educación superior como “Hermann-Stutte-Haus”.
Otra referencia terrorífica provino del
psiquiatra Gerhard Kloos (1909 - 1982) que en 1942 había estado a
cargo de la Clínica Pediátrica de Kiel y en 1952 fue nombrado
profesor de psiquiatría. En 1968 Kloos afirmaba que los psicópatas
molestos, especialmente los inestables, los que están desprovistos
de sentimientos, los criminales, los perversos sexuales y los
causantes de problemas debían ser neutralizados. Este era el único
tratamiento posible: la institucionalización, los trabajos forzados,
la cárcel preventiva.
REFLEXIÓN FINAL – La falta de
información pormenorizada acerca de los perpetradores de crímenes
de lesa humanidad y el escaso interés del poder judicial para
considerar las denuncias contra ellos y proceder en forma eficaz a
sustanciar los procesos, junto con los pactos de silencio que rodean
las actividades criminales conducen a la impunidad. A su vez, la
impunidad es el sustrato más profundo de la fragmentación de la
sociedad y de las más diversas formas de la violencia cotidiana.
Nos hemos concentrado en una
especialidad, la psiquiatría y en particular en la psiquiatría
infantil en la Alemania nazi, porque lenta pero seguramente aparecen,
continuamente, evidencias acerca de la magnitud de los crímenes que
se cometieron y sobre la forma en que los perpetradores de esos
crímenes consiguieron eludir sus responsabilidades e incluso
reciclarse e influir sobre las nuevas generaciones pero, en realidad,
se trata de un fenómeno generalizado que puede y debe estudiarse en
todos las transiciones que se produjeron desde las dictaduras a los
regímenes democráticos actuales, en España, en Portugal y
naturalmente en Argentina, en Uruguay, en Chile y en Brasil.
Como hemos visto la agudización de las
desigualdades en el mundo del siglo XXI, el retorno de las crudas
políticas neoliberales y del imperialismo bravucón hace que el
darwinismo social, la eugenesia, el racismo, la discriminación, la
opresión y el abuso, las desigualdades de género, el desprecio y el
odio hacia los más débiles, la manipulación de la opinión
pública, el catastrofismo y la reivindicación del terrorismo de
Estado, de la mano dura, de la represión, de la castración química,
de la prisión perpetua, aparezcan de una u otra forma.
En definitiva y salvadas las
diferencias, los métodos son similares y las consecuencias
igualmente perjudiciales para la convivencia actual y futura, en todo
el mundo.
1
Klee, Ernst (1985) . "Euthanasie" im NS-Staat: die
"Vernichtung lebensunwerten Lebens" ("'Eutanasia'
en el Estado Nazi: el exterminio de las vidas carentes de valor”).
Frankfurt am Main, S. Fischer. 1983; 11th edition, 1985.
2Por
ejemplo, en el llamado Juicio de Bergen-Belsen donde los británicos
encausaron a 47 de los médicos, guardianes, guardianas y kapos de
ese campo de exterminio (que mantuvo hasta abril de 1945 a casi 300
esbirros de las SS) once fueron condenados a muerte y ejecutados en
diciembre de 1945 (entre ellos el Dr. Klein, el jefe del campo
Kramer y la feroz Irma Grese), 21 fueron condenados a penas de
prisión de 15, 10, 5 y 1 año (uno solo a cadena perpetua) de modo
que la mayoría estaban libres en 1948 y todos los demás fueron
absueltos y liberados a pesar de que habían sido criminales
confesos o reconocidos por su despiadada actuación.
3Franz
Schlegelberger (1876-1970) fue uno de los principales acusados en
los juicios de Nuremberg. Para condenarlo a prisión perpetua el
Tribunal Internacional adujo que el jurista nazi “apoyó la
estrategia de Hitler desde su asunción del poder para decidir sobre
la vida y la muerte con total desprecio por los procedimientos
judiciales. Por sus exhortos e instrucciones, Schlegelberger
contribuyó a la destrucción de la independencia judicial. Con su
firma del decreto del 7/2/1942, ordenó que el Ministerio de
Justicia y los tribunales se hicieran cargo de la persecución,
juicio y puesta a disposición de las víctimas de la operación
Noche y Niebla de Hitler y por ello debe ser acusado como
responsable directo. Fue culpable de establecer y dar apoyo a
procedimientos para la persecución global de judíos y polacos.
Sobre los judíos, sus ideas fueron algo menos brutales que las de
sus compañeros, pero difícilmente pueden ser consideradas
humanas”. La prisión perpetua del ex- ministro no llegó a
durar 4 años. En 1950 fue liberado, por razones de salud, y vivió
tranquilamente 20 años más en Flensburg, disfrutando de una
generosa jubilación de casi 2.900 marcos mensuales que era cinco
veces superior a la pensiones medias en la RFA.
4
Desde noviembre de 1939 hasta
agosto de 1944, Wolf fue fiscal en Gdansk (Danzig) y ocasionalmente
representó al Fiscal General Kurt Bode . Las buenas relaciones
profesionales entre Wolf y Bode, que se desarrollaron durante el
período de Gdańsk, duraron hasta la década de 1950. Sobre todo,
trabajó como fiscal en
el Tribunal Especial de
Danzig. Los tribunales
especiales, fueron establecidos durante la ocupación alemana de
Polonia y provistos
por el Ministerio de Justicia del Reich con “funcionarios
confiables”. Wolf fue, según el autor Dieter Schenk, “responsable
de numerosos juicios de sangre y condenas”. En todo el sistema
judicial de Gdańsk, junto
al terror de los
Einsatzgruppen
y la Gestapo,
el exterminio masivo de la población se implementó a través de
una acción sistemática de la derecha. En agosto de 1944 Wolf ocupó
el puesto de fiscal en Traunstein (en la Alta Baviera) , donde se
encontraba al terminar la guerra. Su juicio de desnazificación fue
una farsa que concluyó el 26 de setiembre de 1947 con la sentencia
"Liberado bajo el Art. 13" (es decir por falta de mérito).
5Röder,
Thomas, Volker Kubillus y Anthony Burwell (1995). The Men Behind
Hitler; the Architects of Horror. Freedom Publ. Los Ángeles,
Estados Unidos.
6Bürger-Prinz
era nazi desde 1933. Fue activo participante en la Asociación de
Maestros Nacionalsocialistas y en la Asociación de Médicos
Nacionalsocialistas. Ocupó la dirección de la Clínica
Psiquiátrica en varios hospitales. Fue encargado de determinar la
esterilización masiva de pacientes que padecían enfermedades
hereditarias. Durante la guerra fue el Psiquiatra Militar
Superintendente del Distrito X (Hamburgo). En 1945, las autoridades
británicas de ocupación le prohibieron ejercer durante dos años
(hasta 1947) pero después volvió a su antiguo cargo y cátedra. En
1950, la Sociedad Alemana para la Investigación Sexual lo eligió
como Presidente.
7El
polémico método de Schultz se basa en la autohipnosis. Es un
autorrelajamiento que presuntamente la misma persona produce por
medio de la autosugestión para construir imágenes mentales que
pretenden aliviar la tensión y ser gratificantes.
8
La desnazificación, que
los aliados habían acordado antes del fin de la guerra,
fue aplicada con diversos esquemas y rigores en las diferentes zonas
de ocupación, aun en contra de los acuerdos
de Postdam. Se inició
con detenciones masivas. En total se contabilizaban solo en las tres
zonas de ocupación occidentales (E.U.A.,
Gran Bretaña y Francia) cerca
de 180.000
prisioneros. El
1º
de enero de 1947 aproximadamente 86.000 fueron liberados. En
la zona británica el 53% de los nazis fueron liberados (34.000). En
la zona estadounidense de 95.250 presos fueron liberados 44.244, es
decir el 46%. En la
zona francesa, la más reducida, llegó a haber 18.963 prisioneros y
8.040 fueron liberados, esto es el 42%. Los soviéticos, entre
tanto, no fueron tan benévolos y de los 67.179 prisioneros en su
zona solamente 8.214 fueron liberados en
1947. La
Guerra Fría ya había comenzado.
En las zonas de
ocupación de los E.U.A., Gran Bretaña y Francia se sustanciaron
5.025 condenas por crímenes de lesa humanidad y crímenes de
guerra. 806 de esos condenados lo fueron a la pena capital y 486 de
ellos fueron ejecutados.
9Entre
1934 y mayo de 1945 más de 350.000 personas fueron esterilizadas a
la fuerza en Alemania.
10
El
Prof.Dr. Breitenecker, nazi desde 1932, fue
profesor asociado en el Instituto de Medicina Forense de
Viena entre 1939 y 1945, empleado
de la Oficina de
Política Racial y
médico de formación racial y hereditaria en las Juventudes
Hitlerianas. En
1945 fue suspendido como docente y trabajó como prosector
(preparando cadáveres para los estudiantes de anatomía) hasta que
en 1953 fue reincorporado como docente
en el
Instituto de Medicina Forense de Viena. En 1956
fue nombrado jefe de la Oficina de Salud Pública en el Ministerio
de Asuntos Sociales.
Fue
perito
de la Corte
Regional
y Decano de
la Facultad de Medicina. Fundó
la Sociedad
Austríaca de Medicina Forense
y se convirtió en su
presidente honorario. Escribió
sobre la patología de muerte súbita, muerte violenta, intoxicación
por monóxido de carbono y alcohol, negligencia médica, silicosis
, educación médica y artículos de historia médica. Fue editor de
"Contribuciones a la medicina forense", coeditor de la
"Revista alemana de Medicina Forense y Social", miembro la
Academia Internacional de Medicina Forense y Social y la Sociedad
Austríaca de
la Energía Atómica.
11Horst
Schumann (1906 -1983
) participó como médico psiquiatra en la Aktion T-4 e hizo
experimentos de esterilización con Rayos X de prisioneros en
Auschwitz-Birkenau. Estableció el primer centro de exterminio del
T-4 en Grafeneck y luego en Sonnenstein. Entre junio de 1940 y
agosto de 1941, solamente en Sonnenstein, fueron asesinados 13.720
pacientes y más de 1.000 prisioneros de campos de concentración.
En noviembre de 1942 Schumann comenzó su actividad en el bloque 30
del hospital de mujeres en Auschwitz-Birkenau. Después de la
esterilización de unos 200 hombres también recurrió la
irradiación de mujeres. En una gran parte de las víctimas la
radiación provocó quemaduras e inflamación purulenta,
especialmente en el área del abdomen, la ingle y las nalgas, que no
solo eran dolorosas sino que a menudo llevaban a la muerte. Para
controlar sus experimentos, los médicos extrajeron los ovarios a
las mujeres irradiadas. Las consecuencias de estas operaciones
mataron a algunas de las mujeres jóvenes. Como la irradiación con
rayos X resultó inadecuada como método de esterilización masiva y
rápida, Schumann informó a Himmler, en abril de 1944, que el
método de castración quirúrgica convencional era más seguro y
rápido y por lo tanto detuvo sus experimentos en Auschwitz en el
mismo mes. Después de su transferencia al campo de concentración
de mujeres de Ravensbrück comenzó una nueva serie de experimentos
con niños gitanos. Lo que sucedió con Schumann después de mayo de
1945 se verá más adelante.
12Friedrich
Panse fue un psiquiatra y neurólogo nazi que participó en forma
decisiva en el Aktion T-4. Se unió al partido nacionalsocialista en
abril de 1937 (número de carné 5.616.924). También perteneció a
diversas organizaciones profesionales nazis, a la Cruz Roja y a las
SS. Después fue consultor psiquiatra de Wehrmacht en el Distrito
Militar VI e inspector de campo. En el hospital de Ense utilizó
electricidad en altas dosis para el tratamiento de neuróticos de
guerra. En 1940 fue designado, en una conferencia secreta en Berlín,
como experto externo para Aktion T-4. Al final de la guerra, fue
hecho prisionero por los estadounidenses y rápidamente liberado en
octubre de 1945. El tribunal examinador de la Universidad de Bonn
certificó a Panse pero le denegó un acceso a la cátedra por su
participación en la eutanasia. El 8 de setiembre de 1945, Panse
escribió sobre los siguientes temas: "Mi posición sobre el
nacionalsocialismo", "Mi posición sobre la higiene racial
en la enseñanza y la investigación", "Sobre la llamada
'destrucción de la vida indigna de ser vivida'. En la última
justificación, Panse declaró: "En cualquier caso, fue el
capítulo más sombrío en la historia de la psiquiatría alemana,
cuya reputación ha sufrido tremendamente, el espíritu médico se
ve sacudido severamente. Lo sabía desde el primer minuto. Hoy estoy
convencido de que en la situación dada he hecho todo lo posible
para salvar a tantas personas enfermas como lo permitían
las condiciones. [...] Mi conciencia está
completamente limpia en este difícil asunto".
Panse fue absuelto de los cargos de participación en crímenes de
eutanasia en dos juicios, en noviembre de 1948 y en enero de 1950,
antes de que la justicia de Düsseldorf diera por "probada su
inocencia". Cuando el gobierno rechazó la rehabilitación,
Panse demandó su reincorporación con éxito. Desde 1950 fue jefe
de la Clínica Estatal de Rhineland para Lesiones Cerebrales.
También se convirtió en director del Hospital Psiquiátrico de la
Universidad de Düsseldorf y miembro del Consejo Médico de Expertos
para cuestiones de víctimas de guerra del Ministerio Federal del
Trabajo. En 1966 realizó una investigación con la droga Truxal
que suministró a niños de la institución Neu-Düsselthal, sin
el conocimiento o consentimiento de los padres (el medicamento se
recomienda solo para adultos). En 1960, en materia de neurosis de
guerra y pensiones, mantuvo la tesis de que las reacciones
neuróticas a las condiciones en la guerra son reacciones de deseos
y propósitos que no pueden considerarse como una consecuencia del
daño. Panse se retiró en 1967 y murió en 1973. La membresía
honoraria otorgada en 1972 por la Sociedad Alemana de Psiquiatría y
Neurología , de la que había sido presidente en 1965/1966, se le
retiró oficialmente recién en el 2011.
13Conviene
recordar los once tipos de crímenes contra la humanidad, que se
especificaron en 1998, porque los psiquiatras nazis a los que
aludimos incurrieron en varios de ellos: Asesinato;
Exterminio;
Esclavitud; Deportación;
Encarcelamiento; Tortura dentro
de la que se contempla los casos de tortura médica, siendo un
ejemplo de esta los experimentos
humanos forzosos. Violación
que incluye en otros el embarazo forzado, la
esterilización
forzosa u otros abusos sexuales de gravedad
comparable. Persecución;
Desaparición
forzada de personas; Apartheid; Otros
actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente
grandes sufrimientos o atenten contra la integridad física o la
salud mental o física.
14
El libro que
todavía se considera
como una de las
referencias
básicas
sobre
crímenes nazis fue traducido a
varios idiomas pero la
versión en alemán
sólo vendió 500.000 ejemplares.
15
El darwinismo
social es el
nombre que se dio
a varias teorías que emergieron en
Inglaterra, Europa y Estados Unidos en los años 1870, en las
que se intenta aplicar conceptos biológicos a la sociedad y la
política. Se trata
en realidad de una teoría pseudocientífica que se disfraza con el
prestigio de Charles Darwin pero que ni siquiera respeta su teoría
de la evolución. En realidad su formulación corresponde al
filósofo Herbert Spencer. El nazismo adoptó el darwinismo social
al establecer que la “raza de los señores”, los arios debían
imponerse a las razas inferiores en
la lucha por la supervivencia. En la actualidad, la agudización de
las diferencias sociales y las políticas neoliberales promueven una
reanimación del darwinismo social y el racismo (la genética es
determinante, los pobres lo son porque no quieren trabajar o porque
son burros,
los blancos son superiores por ‘selección natural’, el
imperialismo se basa en leyes biológicas, etc.).
16Villinger,
Werner y Hermann Stutte (1948) “Zeitgemasse Aufgaben und Probleme
der Jügendfürsorge”. En : Der Nervenarzt, Nº6, junio de
1948, pp. 249-254.
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