martes, 6 de noviembre de 2018

Sexo, fachadas ideológicas y videos


Sexo, fachadas ideológicas y videos

Lic. Fernando Britos V.

La iglesia católica se debate en una gran crisis. Los escándalos por abusos que han afectado a miles de fieles e involucran a cientos de sacerdotes, provocan la destitución de obispos y cardenales acusados de encubrimiento criminal cuando no de haber participado en violaciones y pedofilia. El Papa Bergoglio, Francisco I, y el poderoso aparato del Vaticano se ven conmovidos por el fracaso total de la política de negación de los crímenes y agresivo contraataque a los denunciantes que había instaurado el Papa Wojtila, Juan Pablo II, que por eso fue llamado “el Papa de los pedófilos” y cuya canonización de 2014 está siendo cuestionada.

La perversión y la corrupción de las cúpulas eclesiásticas es el resultado de la incapacidad de la iglesia católica para resolver los grandes problemas que le ocasiona su legendario maridaje con los poderes más retrógrados y represivos, su falta de capacidad política para gravitar más allá de la retórica en los grandes temas que afectan al mundo: las guerras y hambrunas, la desigualdad y la explotación de los desposeídos, la opresión de los más débiles, las mujeres, los niños y los ancianos, el racismo y la xenofobia, la vulneración de los derechos humanos, la crisis medioambiental mundial, las migraciones desesperadas.

Esa incapacidad práctica en muchos casos, así como la indiferencia o la omisión de las jerarquías ante una realidad mundial preocupante, está profundamente arraigada en la impotencia demostrada por los pontífices especialmente en el último medio siglo y particularmente a partir del ahogamiento y extinción de los vientos renovadores que soplaron brevemente después del Concilio Vaticano II – para sacudir un organismo anquilosado y resolver algunos de los problemas internos que alimentan los abusos y las complicidades criminales en su propio seno.
Sería tonto generalizar y reducir la corruptela moral de muchos sacerdotes a la problemática sexual pero no menos obtuso es negar que el patriarcalismo y el machismo, que excluye a las mujeres del sacerdocio (lo cual implica en general considerarlas como seres subordinados de segunda clase cuya exclusiva competencia es reproductiva), el celibato obligatorio (construido como opción vital con el único y verdadero propósito de controlar y mantener firmemente encuadrados a los sacerdotes en el esquema de poder y disciplina) y todo el resto de la dogmática tozudamente opuesta a la ciencia y sobre todo al pensamiento crítico, son las verdaderas incubadoras de las perversiones sexuales, la discriminación y la persecución de las diferencias, el fanatismo y la falta de compasión hacia el sufrimiento y la devastación de sus propios cuadros, la simonía y el ocultamiento de los pecados capitales, “la pérdida de la vocación” y el alejamiento de sus propios fieles.
La santa alianza de curas, pastores y políticos – En este panorama pueden presentarse los más fantásticos episodios: que los restos de una o dos adolescentes romanas, desaparecidas misteriosamente en 1983, aparezcan ahora enterrados debajo de un edificio en el diminuto Estado Vaticano; que un arzobispo pase a la clandestinidad después de producir una carta pública promoviendo la “renuncia” del Papa; que el Cardenal Sturla – el jefe de la iglesia uruguaya – trate de amortiguar y ocultar la gravedad de los abusos cometidos en el país diciendo que “tuvieron lugar hace muchos años” y que las víctimas fueron adolescentes y no niños (lo cual lleva a concluir que para el prelado los jóvenes que superaron la infancia son “presa franca”, capaces de provocar los abusos y por ende de justificar a los perpetradores). Hasta donde sabemos el purpurado no se ha retractado pese a que algún obispo ha calificado esas declaraciones como “desgraciadas”.
Lo que está sucediendo es que la iglesia católica uruguaya tartamudea en este terreno porque está desatando una verdadera ofensiva en otro ámbito y lo hace en santa alianza con algunas sectas evangélicas y sectores de partidos políticos y organizaciones de ultraderecha, para promover los tópicos a los que se está jugando los boletos de la lucha ideológica. Esto debe servir, además, como cortina de humo para disimular su silencio o sus declaraciones “desgraciadas” sobre los crímenes que aquí como en tantísimos países se han cometido.
Algunos de esos tópicos son su empeño por introducir la religión, o mejor dicho sus ideas dogmáticas, en la educación mediante una reivindicación del “laicismo” que es precisamente lo contrario: la promoción del creacionismo, las concepciones medioevales y más reaccionarias, las interpretaciones literales y fantásticas de la Biblia (aunque sería más correcto referirse a las Biblias), las distorsiones y manipulación de la enseñanza, el adoctrinamiento. Las iglesias y las derechas tratan de recuperar el control de las mentes, la imposición de sus ideas retrógradas, el dominio de la enseñanza. Vieja aspiración siempre renovada. El mismo contrabando ideológico del fanatismo autocomplaciente.
Otro de los temas es la promoción de la discriminación, el racismo, la homofobia y, en general, la condena a la diversidad y la defensa fundamentalista del statu quo, la justificación de las injusticias y las desigualdades que, en muchos casos se apoya en el odio y la violencia contra los más desvalidos, la ridiculización de los derechos humanos y otras aberraciones en nombre de una imposición sobrenatural, divina, de la que ellos se constituyen en únicos intérpretes. Estas agresivas campañas emplean ampliamente los medios de comunicación para la difusión de noticias falsas que buscan presentar el reconocimiento de derechos a los más desvalidos como la instauración de privilegios. Lo que realmente promueven es el mantenimiento y naturalización de sus privilegios y canonjías que son producto de la desigualdad y la injusticia.
Algo parecido sucede con las campañas contra la salud sexual y reproductiva o dado caso a favor de penalizar el aborto que se presentan como “defensa de la vida” cuando lo que ponen en riesgo cierto es la salud, la dignidad y la vida de las mujeres mediante una brutal imposición de los esquemas patriarcales. Todas estas campañas están adobadas con “falsos testimonios” y disparates pseudocientíficos que, dicho sea de paso, se han esgrimido en nuestro país y alcanzaron bajeza antológica en expresiones vertidas por los “antiabortistas” en el parlamento argentino.
No es de extrañar que estas campañas utilicen el aparataje de falsedad y mentiras sistemáticas a través de presuntos “expertos deshechables” o de organizaciones de fachada que preservan el anonimato para difundir basura bajo una apariencia reivindicativa. Un ejemplo típico es el llamado Frente Estudiantil Contra la Opresión Ideológica, “Fecopri”.
Los creadores del acrónimo ignoran que lo “coprológico” es fácil de relacionar no solamente con la mierda que difunden sino con la forma en que lo hacen. No muestran su verdadero rostro y sus “voceros” o propagandistas son figuras por lo general poco conocidas. Una fachada hueca, sin sede ni dirección, sin responsables, sin identificación, un servidor y una dirección electrónica que pueden estar en cualquier lado o en ninguno. Son hologramas enfermizos cuyo secretismo encubre la red clandestina que los crea, los financia y los difunde. Organizaciones fotofóbicas que no toleran la exposición a la luz pública y a la confrontación respetuosa de ideas.
Esta fachada presenta a unos actores juveniles que desarrollan libretos que atacan con bajeza a personalidades de la cultura mundial, como Wilhelm Reich, Louis Althusser y Michel Foucault acusándoles como enfermos mentales, delincuentes y perversos sexuales cuyas ideas inficionan a los jóvenes. Como suele suceder quien lanza esos ataques en lugar de enchastrar a los intelectuales elegidos como blanco expone muy claramente cuáles son las obsesiones que atormentan a los guionistas de los videos: el sexo, la enfermedad mental, el delito, el odio. Se dedican a citar la cuerda en la casa del ahorcado.
Proyectan en otros sus propias perversiones: la de los ideólogos fanáticos del fundamentalismo, el negociado y la corruptela de los pastores mediáticos, los abusos de los curas pedófilos y de los falsos profetas. Se presentan como enemigos de las ideologías (“la opresión ideológica”), se declaran independientes de cualquier partido político. Pero todo es pura mentira. Nada más antagónico del cristianismo que la mentira, la falsedad, el odio y la impiedad que promueven. Es una forma de “guerra sucia ideológica” que traiciona a los creyentes y a sus propios seguidores.
Nada más político que la relación carnal y espiritual que desarrollan con los sectores más retrógrados de los partidos políticos. Estos partidarios confesos de la teocracia, del derecho divino, son enemigos jurados de la democracia, de la participación, del diálogo a nivel de la sociedad, de la cultura y desde luego intra e intereclesial. Algunos llegan al parlamento y entonces muestran la hilacha, no son representantes de la ciudadanía, son “elegidos” por una divinidad intangible y superior que habla por su boca y por ende no tienen otro compromiso que con ellos mismos: son profetas de pacotilla, predicadores que abusan de la fe pública.
Un golpe contra el Papa Francisco – La punta de lanza ha sido el ex- nuncio apostólico en los Estados Unidos, el arzobispo Carlo María Viganó, que a fines de agosto se desató con una carta de más de 7.000 palabras (once carillas) contra Francisco exigiendo su dimisión. El misil incluye la acusación que Francisco conocía los abusos sexuales que el destituido cardenal Theodore McCarrick había cometido durante décadas con seminaristas y que le había levantado las restricciones que el Papa Ratzinger, Benedicto XVI, le había impuesto.
“En estos momentos tan dramáticos para la iglesia en el universo, el Papa debe reconocer sus faltas y atenerse al principio de tolerancia cero que proclamó – sostuvo Viganó – y debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los cardenales y obispos que encubrieron los abusos de McCarrick y renunciar junto con ellos”. Viganó advierte que Francisco trata de consolar una “corriente homosexual” que existe en el Vaticano.
Los tradicionalistas o fundamentalistas que constituyen un sector importante de la jerarquía católica, cuentan con obispos, cardenales y teólogos. Este sector empezó a atacar al Papa argentino desde su elección. Le enrostran el abandono de la intransigencia dogmática y acusan a Francisco de ser complaciente con el “vale todo” de la era actual que, para los ultras de la iglesia, se manifiesta en los mensajes inclusivos del pontífice en “cuestiones sociales” como por ejemplo la homosexualidad y el matrimonio que para ellos están regidas por principios inmutables en los que no debe haber apertura alguna.
Los aperturistas que respaldan al Papa sostienen que el texto de Viganó es un intento de golpe de Estado y que las acusaciones del ex-nuncio carecen de respaldo. Sin embargo, el Washington Post que suele ser equilibrado en el tratamiento de las pujas internas de la iglesia católica sostiene que entre los laicos estadounidenses partidarios de una agenda reformista hay muchos que critican la acción de Viganó pero empiezan a preguntarse si Francisco es la solución, para la limpieza drástica que debe hacerse o es parte del problema.
Ante el escándalo que produjo el veredicto del Gran Jurado de Pennsylvania al detallar los abusos cometidos por más de 300 curas a lo largo de las últimas siete décadas que sufrieron muchos cientos de niños, jóvenes y adultos, fue la primera vez que un Papa se dirigió “urbi et orbi” diciendo, respecto al pasado, que no hay esfuerzo para pedir perdón que sea suficiente y que alcance para reparar el daño, mientras que, en relación con el futuro, no hay esfuerzo que debiera ahorrarse para “crear una cultura capaz de prevenir que estas situaciones sucedan y también para prevenir la posibilidad de que sean encubiertas y perpetuadas”.
Precisamente para la creación de esa cultura que reclama el Papa, parece claro que no alcanzará con las renuncias masivas de obispos y la expulsión de sacerdotes abusadores, es decir únicamente con raspar hasta el hueso para combatir lo que denominó como “cultura de la muerte”, sino que habrá que atacar el patriarcalismo eclesial y el celibato obligatorio. Parece difícil que Francisco tenga resto para tales medidas, pero sin dudas se trata del punto crítico de su pontificado y de la capacidad de subsistencia de la iglesia católica como referente moral.
El problema es que tiene que mantener cierto apoyo en las jerarquías para neutralizar a la derecha que lo ataca y eso parece obligarle a hacer equilibrio en terrenos peligrosos como el que recorrió cuando comparó al aborto con el genocidio perpetrado por los nazis, pero sin hornos crematorios, lo que parece destinado a tranquilizar a los fundamentalistas y fanáticos.
Por su parte, durante su desempeño como nuncio (embajador) del Vaticano en Estados Unidos, Viganó trabajó en alianza con los conservadores y utilizó su capacidad para nombrar nuevos arzobispos para colocar a los más retrógrados a la cabeza de las diócesis en San Francisco, Denver y Baltimore. Cuando asumió Bergoglio suspendió esa práctica, pero cuando el Papa visitó Estados Unidos, en el 2015, Viganó estuvo a punto de sabotearla porque introdujo a la activista conservadora, Kim Davis, una furibunda funcionaria que se negaba a expedir las licencias matrimoniales a parejas del mismo sexo. “Yo no sabía quién era esa mujer – le dijo el Papa a Juan Carlos Cruz,un mexicano que sufrió abuso – él la hizo escabullirse para que me saludara y, por supuesto, hicieron todo un alarde publicitario al respecto”.
El arzobispo Viganó se hizo famoso por su gran ambición y su poca paciencia. Mantuvo conflictos con sus superiores cuando creía que impedían su ascenso en la Iglesia y participó en la mayoría de los escándalos relacionados con el Vaticano. Aunque alguna vez fue criticado por los tradicionalistas de la iglesia debido a su “pragmatismo”, se ha alineado con los influyentes ultraconservadores de la curia empeñados en impedir cualquier cambio.
Cuando Viganó fue designado como nuncio en los Estados Unidos consideró que se le había apartado del Vaticano para impedirle llegar a ser cardenal. Después, la jugarreta que le hizo a Bergoglio en el 2015 motivó su destitución y retorno a Italia por lo que muchos vaticanistas creen que sus rencores personales son la motivación del texto asestado contra el Papa. El arzobispo tiene antecedentes como libelista cuyas cartas criticando a los dignatarios del Vaticano fueron sistemáticamente filtradas y difundidas en todo el mundo por la prensa de derecha.
En el año 2009, el entonces obispo Viganó fue trasladado a la Gobernación de la Ciudad del Vaticano. Famoso por su sobriedad, convirtió el déficit de la Ciudad del Vaticano en un superávit, pero su rígido estilo administrativo desencadenó quejas y también se le acusó de promover indebidamente la carrera de un sobrino. Su rigor al investigar contratos del Vaticano molestó al secretario de Estado, monseñor Tarcisio Bertone, y el diario italiano Il Giornale aseguró que tenía proyectos propios para los servicios de seguridad del Vaticano.
El cardenal Bertone, también ligó en la reciente carta contra Francisco. Viganó sostuvo que se mostraba “notoriamente a favor de promover a las personas homosexuales”, y por eso lo “desterró” a los Estados Unidos. Después de trabajar con un periodista conservador (Marco Tosatti) que le ayudó a escribir la carta, el arzobispo Viganó abandonó su celular y pasó a la clandestinidad. De hecho nadie sabe dónde se encuentra ahora.
La pugna intestina en la iglesia católica está abiertamente declarada. El Papa no contestará el pasquín de Viganó pero habrá que ver cuáles serán sus próximos movimientos, la suerte de su agenda reformista y la profundización de las medidas contra los abusos denunciados que siguen apareciendo en todo el mundo. Lo que es presumible es que la iglesia católica uruguaya se mantendrá en silencio y dejará que los videos actúen como oportuno sofisma de distracción.




Un clásico vuelve al campo de batalla de la historia

Un clásico literario, sorprendentemente vigente, vuelve al campo de batalla de la historia.

EN LA GUERRA COMO EN EL AMOR

por Fernando Britos V.

En 1874, doce años después de Los Miserables y tres después de la derrota de la Comuna de París, el intelectual reconocido como el más destacado del siglo XIX en Francia publicó su última novela, el Noventa y Tres. Los derechistas y conservadores, los contrarrevolucionarios de todo pelaje jamás le perdonaron sus simpatías por la República Jacobina (1792 - 1794) y sus acciones solidarias para conseguir una amnistía para los comuneros sobrevivientes de 1871. Víctor Hugo (1802 – 1885) fue uno de los pocos autores románticos que, habiéndose convertido en un clásico en vida, lo sigue siendo hasta la actualidad aunque los detractores de la Revolución Francesa, los fascistas franceses y los autores posmodernos lo hayan atacado y lo sigan atacando por su relato y su postura de poeta, dramaturgo y literato comprometido con los grandes problemas de su época y de la humanidad.

La trayectoria política de Hugo comenzó como joven monárquico constitucional y fue derivando rápidamente hacia el bando republicano para terminar como un demócrata consecuente que mantuvo matices diferenciales con la democracia liberal de la burguesía ilustrada y abrazó la defensa de causas que siguen siendo una divisoria de aguas en la actualidad: abolicionista contra todas las formas de esclavitud en su juventud, enemigo de la dictadura de Napoléon III (por la que estuvo desterrado casi 20 años); denodado luchador contra la pena de muerte (utilizó no solamente su arte literario y su aspecto poco conocido como dibujante e ilustrador para combatir la pena máxima), promotor de causas solidarias y en defensa de los desposeídos (desde todas las tribunas y en todos los países aún antes de que su obra monumental, Los Miserables, le ubicara entre los tres autores más leídos y traducidos del mundo); luchador en pro de la amnistía para comuneros de 1871 y contra la represión desatada por Thiers (no fue comunero pero veía con simpatía la lucha de la Comuna de París y abogó denodadamente para evitar la masacre, asi es que sostuvo que “unos bandidos asesinaron 64 rehenes y respondemos masacrando a 6.000 presos”); paladín de la lucha por los derechos de las mujeres (sostenía que la felicidad del hombre no podía lograrse sobre el sufrimiento de la mujer).

Lo que no le perdona la derecha política y los historiadores conservadores, es la simpatía y consideración que le mereció al gran hombre la Revolución Francesa (1789 - 1799) y en particular la visión benévola y respetuosa de Hugo hacia el jacobinismo, hacia la Montaña y su papel en el periodo más tempestuoso y dramático de la revolución, las épocas de la Convención, la guerra a muerte contra el enemigo exterior (ingleses, prusianos, austríacos, rusos, españoles, holandeses) y la guerra civil (la insurrección vandeana y los levantamientos monárquicos en el interior), el Terror y la profundización de las medidas sociales y culturales destinadas a profundizar la revolución, liquidar el feudalismo y defender a “la patria en peligro”.

Indudablemente Hugo fue una figura gigantesca del romanticismo decimonónico francés que, dicho sea de paso, fue en general más izquierdista y progresista que el romanticismo alemán que mayoritariamente fue conservador, nostálgico y en cierto sentido anti modernista y proto fascista. Las novelas de Víctor Hugo nunca fueron concebidas como simples entretenimientos sino que respondían a su concepción de que el arte debía instruir y gustar pero en relación con el debate de ideas. Una de las expresiones más acabadas de esta concepción fue Los Miserables (que data de 1862).

Pero Hugo no fue un filósofo ni un historiador. Para preparar sus novelas estudió concienzudamente los materiales documentales disponibles en su época y recogió testimonios, de modo que en cierto sentido sus personajes de ficción, a pesar del halo fantástico típico del romanticismo estaban asentados en hechos e interpretaciones que distaban de ser pura imaginación.

La última de sus novelas es el ejemplo más logrado de su método creativo y sobre todo de su respeto y simpatía por la Revolución Francesa y por sus personajes más destacados. En ella se percibe la simpatía que el autor llegaba a proyectar hacia los derrotados de la Comuna de París que había precedido al libro en poco menos de tres años. En Noventa y Tres” (en francés Quatrevingt-Treize) introduce al lector en el año más vertiginoso y épico de la gran revolución y reflexiona y hace reflexionar, sin ninguna concesión a los esquemas trillados, acerca de los escenarios y los actores de este inmenso drama de la humanidad y de su legado.

Como esta no es una nota de crítica literaria sino que intenta referirse a un episodio o episodios de la que Enzo Traverso denomina “La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX” (Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2016) lo recomendable es leer la novela de la cual hay una serie de buenas traducciones.

Sin embargo, para contextualizar el año 1793, o más precisamente el lapso que media entre la primera fase de la Convención (del 20 de setiembre de 1792 al 2 de junio de 1793) y enseguida buena parte de la llamada segunda fase de la Convención o el Terror (del 3 de junio de 1793 al 28 de julio de 1794) se puede recurrir a muchas buenas obras de historia pero no a los manuales que suelen utilizarse en Enseñanza Secundaria, que suelen ser tendenciosos cuando no francamente condenadores de la Revolución Francesa (“minimalistas” como se les llama a quienes niegan la trascendencia de la revolución o le asignan un papel francamente negativo).

Como fuentes amenas, documentadas y asequibles se puede apelar a Bouloiseau, Marc – La República Jacobina (10 de agosto de 1792 – 9 termidor año II), Editorial Ariel, Barcelona, 1980, o mejor n a McPhee, Peter; La Revolución Francesa, 1789 – 1799. Una nueva historia; Ed. Crítica, Barcelona, 2007.

Para ubicar someramente el periodo digamos que antes del 20 de setiembre de 1792, cuando se llevó a cabo la primera sesión de la Convención Nacional (el primer parlamento unicameral elegido por sufragio universal masculino), se había producido la caída de Verdún en manos de los prusianos, se había declarado “la patria en peligro”, había desertado Lafayette el jefe de la Guardia Nacional y se habían producido masacres de nobles presos en las cárceles de París; en enero de 1793 se procesó y ejecutó a Luis XVI; en marzo del 93 comenzó la insurrección en la Vendée; en abril se creó el Comité de Salud Pública, el Gral. Dumouriez se pasó a los austríacos, se promovieron iniciativas para el voto de las mujeres; en mayo y junio el pueblo invadió la Convención y produjo la caída de los girondinos (27 diputados y 2 ministros fueron a prisión); en junio del 93 se produjeron levantamientos contrarrevolucionarios en Burdeos y Calvados; el 24 de junio se adoptó la Constitución de 1793 (Constitución del Año I) la más democrática aunque la guerra impidió su aplicación; los ingleses bloqueaban las costas francesas, se decretó la venta de bienes de los nobles emigrados; el 13 de julio fue asesinado Marat; cuatro días después se produjo la abolición definitiva del feudalismo, se decretó la pena de muerte para los acaparadores de los productos de consumo popular y Robespierre fue nombrado miembro del Comité de Salud Pública; en agosto del 93 se establec la leva masiva para integrar los ejércitos de la república; en setiembre una jornada popular presionó a la Convención para la adopción de medidas revolucionarias más radicales; los destacamentos populares de París se incorporaron a los ejércitos y se promulgó la ley de sospechosos; en octubre se adop el calendario republicano cuyo Año I es precisamente 1793, se produjo la ejecución de la ex-reina María Antonieta y la de 21 dirigentes girondinos; en diciembre se declaró el Terror contra los enemigos de la república y se adoptaron importantes medidas sobre libertad religiosa y educación pública.

Quatrevingt-Treize está estructurada en tres partes: la primera se titula El mar y describe la llegada de un navío de guerra británico tripulado por marinos monárquicos franceses, la corbeta Claymore, que tiene por objeto desembarcar en las costas de Bretaña, en el extremo noroeste de Francia, al marqués de Lantenac un viejo general destinado a erigirse en jefe militar del levantamiento de la Vendée como se denomina a la región.

El proyecto de los realistas es organizar las guerrillas campesinas y despejar una cabeza de puente para permitir el desembarco de tropas regulares británicas para atacar a las fuerzas republicanas desde el Oeste y marchar hacia París que era atacado desde el Este por los prusianos y austríacos. En esa primera parte, Hugo hace gala de su dominio de los temas marinos y presenta una aventura que define al anciano Lantenac como un jefe cruel e inflexible dispuesto a cumplir su objetivo a sangre y fuego.

Según Hugo a los 6.000 campesinos vandeanos se enfrentan 1.500 hombres de los batallones republicanos, uno de los cuales, el batallón del Gorro Rojo está constituído por voluntarios parisienses comandados por un personaje secundario pero importante, el sargento Radoub. El comandante de los revolucionarios es el joven Gauvain, un noble que repudió su origen aristocrático y adhirió decididamente a la revolución, además es sobrino nieto de Lantenac.

La trama se desarrolla en torno a la guerra civil que se desarrolla en la Vendée pero la segunda parte se ubica en el centro de la gran revolución, la ciudad de París donde sesiona la Convención y los órganos de la República Jacobina y donde se presenta a los más importantes jefes revolucionarios: Dantón, Robespierre y Marat en debate. Allí Hugo plantea las posiciones de cada uno de ellos e incorpora a un personaje de ficción, el ex-sacerdote Cimourdain que es enviado a la Vendée para actuar como inflexible y determinado comisario político de las fuerzas republicanas.

En la tercera parte se produce el desenlace de la trama y se denomina la Vendée. En toda la trama aparecen personajes secundarios definidos con maestría por el autor: Halmalo, Tellmarch, Michelle Fléchard y sus hijos (adoptados por el Batallón del Gorro Rojo y tomados como rehenes por los realistas comandados por Lantenac y el “ogro” l´Imanous).

Antes de considerar someramente los aspectos ideológicos que expone la novela hay que llamar la atención sobre la maestría técnica del autor. Umberto Eco, en su tratado El Vértigo de las Listas, Ed. Lumen, Barcelona, 2009 ; en el capítulo 15, titulado “El exceso, de Rabelais en adelante”, incluye la célebre lista de los convencionales que Hugo incluye en el Noventa y Tres con la siguiente introducción: “quien veía la Asamblea se olvidaba de la sala; quien atiende el drama no piensa en el teatro. Nada más deforme ni más sublime. Un montón de héroes, un rebaño de cobardes. Unas fieras en una montaña, unos reptiles en un pantano. Allí pululaban, se codeaban, se gritaban, se insultaban, se amenazaban, luchaban y vivían todos estos combatientes que hoy no son ya sino fantasmas. Titánico recuento”.

Enseguida páginas y páginas con una apretada y fantástica lista con los nombres, las definiciones, las proclamas y los gestos de los verdaderos convencionales. No hay ficción sino el “titánico recuento” anunciado. En otra parte de su tratado, en el capítulo 6, “Listas de Lugares”, Eco incluye la lista de los lugares de Bretaña que el jefe realista Lantenac le indica a un emisario. Hugo recorrió esos sitios y su descripción minuciosa justifica la elección que hizo Eco. Sin embargo, nosotros preferimos otra lista no menos fantástica y realista, la descripción de los bosques de la Vendée que forma precisamente el primer capítulo de la tercera parte. Hugo ubica “gráficamente” las decenas de bosques, arroyuelos y cañadas, los caseríos, las poblaciones más grandes que fueron escenario de la feroz guerra civil. “La Vendée no puede ser completamente explicada – asegura Hugo – si la leyenda no completa la historia; es necesaria la historia para el conjunto y la leyenda para el detalle”.

Claudio Magris, en el capítulo de su obra Utopía y desencanto. Historias, esperanza e ilusiones de la modernidad, Anagrama, Barcelona, 2001, que dedica a esta novela, cuenta que en el discurso que Victor Hugo pronunció al ingresar a la Academia Francesa, en 1841, se percibe que está empezando a ver no solo las aberraciones sino también la grandeza de la Convención, la define como un tema “tenebroso, lúgubre y atroz pero sublime”. Más tarde, en la medida en que el autor va adoptando posiciones sucesivamente liberales, republicanas, democráticas y socializantes pasa a glorificar al 89 (1789 el inicio de la revolución) pero condenando el “extremismo” del 93. “La fascinación que luego empieza a sentir por este último – dice Magris – está ciertamente vinculada a su entusiasmo por lo grandioso y anómalo; la Convención le fascina del mismo modo que la tempestad que, al comienzo de la novela, se desencadena sobre el barco vandeano que lleva a Francia al marqués de Lantenac, el caudillo de la reacción”.

Para Victor Hugo la revolución francesa fue un acontecimiento que hizo época, que quebrantó la historia, un parto violento de la modernidad, una proclama para la humanidad. En su evolución personal continuó criticando la violencia pero lo que lo distanció de los republicanos conservadores fue que no se limitó a criticar, exagerar o vilipendiar la violencia revolucionaria como estos hacían. La violencia por razón de Estado ha sido naturalizada cuando es ejercida por el poder tradicional pero se la condena con “inflexible espíritu evangélico” (dice Magris) cuando quienes la ejercen son los revolucionarios. Hugo nunca se contó entre sus contemporáneos que se horrorizaban con el público sanguinario que asistía a los guillotinamientos durante el Terror pero contemplaban indulgentes a las damas de la sociedad parisina que asistían alegremente al espectáculo de los fusilamientos de comuneros, niños incluídos.

En el Noventa y Tres, el autor pone al mismo nivel la ferocidad que despliegan los monárquicos y los republicanos en la sangrienta guerra civil de la Vendée, que califica de guerra de bárbaros contra salvajes. Sin embargo establece una diferencia esencial y objetiva entre la falta de compasión jacobina de Cimourdain y el despiadado jefe vandeano Lantenac. Para Hugo, Cimourdain es el hombre del futuro, el que está dispuesto a sacrificarlo todo por su ideal que conlleva la emancipación real y la conquista de libertades concretas para la humanidad. En tanto, el marqués de Lantenac combate con igual denuedo pero para perpetuar la opresión, la injusticia, la ignorancia y la crueldad del antiguo régimen.

En la trama de la novela – advierte Magris – el autor “excluye genialmente cualquier vicisitud amorosa puesto que la abnegación y la violencia revolucionaria no dejan lugar en su opinión al amor. La revolución no es el deseo, es el sacrificio de quien subordina su propia felicidad al deber de un combate que tiene como fin el que muchos otros no sean excluidos de la felicidad”. Esa es la grandeza que Hugo capta y desarrolla en la novela: aún a través de delirios, excesos y perversiones la Convención, la República Jacobina le dio vida a un grandioso proceso de libertades civiles concretas que crearon una conciencia de derechos y valores universales que contribuyeron a romper las cadenas del género humano. Una conciencia que, de un modo u otro, influyó sobre todos los movimientos revolucionarios futuros, desde las revoluciones libertadoras de América Latina, a las revoluciones europeas de 1830 y 1848, la Comuna de París de 1871, la revolución mexicana de 1910, la revolución rusa de 1917, los movimientos anticolonialistas del siglo XIX y XX y la revolución china, entre otras.


Historiografía y propaganda en la Europa de las derechas ascendentes

HISTORIOGRAFÍA Y PROPAGANDA EN LA EUROPA DE LAS DERECHAS ASCENDENTES

 05/09/2018

Mitos zombies del fascismo y el nazismo resucitan en Europa

Entre los resucitados por los ascendentes movimientos neonazis y liberal-conservadores de la actualidad, el francés Paul Rassinier (1906-1967) es el que cumplió el periplo más intrincado y prolongado, por lo que resulta de interés detenerse en él.



Por Fernando Britos V.



En el santoral de resucitados por los ascendentes movimientos neonazis y liberal-conservadores figuran personajes como el alemán Ernst Nolte (1923-2016), el estadounidense Richard Pipes (1923-2018) y el francés François Furet (1927-1997), rápidamente canonizados apenas fallecidos, o algunos más jóvenes como el maoísta del 68 Stéphane Courtois (n. 1947) y propagandistas de una generación algo anterior como el francés Paul Rassinier (1906-1967).
Nolte fue un vástago del catolicismo conservador y discípulo del filósofo nazi Heidegger. Richard Pipes, profesor polaco nacionalizado estadounidense, hombre de la CIA e integrante del Consejo de Seguridad Nacional de Reagan. Furet, típico renegado del comunismo. Courtois se autocalifica como “anarco-maoísta” y “arrepentido de la extrema izquierda”. Rassinier cumplió el periplo más intrincado y prolongado, por lo que vale la pena detenerse en él, aunque todos presentan un rasgo común que es precisamente el que los hace atractivos para los xenófobos, racistas y neonazis europeos: su reivindicación, directa o indirecta, del nazismo, del antisemitismo, del anticomunismo, variantes que –como advierte Enzo Traverso– lejos de amortiguarse con la desaparición de la URSS y con el presunto fin de la Guerra Fría, campean por Europa.
Rassinier fue hijo de agricultores del Franco Condado (en el este del país, cerca de la frontera suiza). Su padre había sido soldado en las tropas coloniales, en Indochina francesa, y a raíz de esa experiencia desarrolló una activa militancia pacifista y antibelicista que lo llevó a prisión durante la Primera Guerra Mundial. Su familia simpatizó con la Revolución de Octubre en Rusia y el joven Paul se afilió al Partido Comunista Francés en 1922. En c1927 marchó como recluta al ejército francés que ocupaba Marruecos. La acción de las tropas coloniales, la brutal represión sobre la población marroquí y la corrupción del ejército colonial reforzó su postura pacifista. De regreso en Francia se dedicó a la enseñanza liceal de geografía e historia y a la militancia política en su patria chica.
En 1932, a raíz de enfrentamientos internos en el PCF, es expulsado junto con Henri Jacob y con él funda el Partido Comunista Independiente (del cual es el Secretario General). Se presentaron a las elecciones enfrentando a los candidatos comunistas y obtuvieron un magro resultado. A principios de 1934 se incorporó al Partido Socialista (la SFIO -Section Française de l'Internationale Ouvrière- que había rechazado adherirse a la Tercera Internacional en 1920, y que se oponía al nuevo Partido Comunista de Francia). Rassinier rápidamente se transformó en Secretario de la SFIO en el territorio de Belfort y editor de su periódico Germinal.
Desde mediados de la década del treinta se reafirmó en su política pacifista y de oposición al armamentismo, pero en su discurso empezaron a aparecer ciertos rasgos, entreverados con la defensa de los derechos de los trabajadores, que le sonaban agradables al sector de la derecha francesa que veía con simpatía al nazismo, por ejemplo su postulación de la necesaria reforma del Tratado de Versalles que había marcado el fin de la Primera Guerra Mundial, su oposición al armamentismo comprendida la faceta que evitaba el envío de armas a la República Española para enfrentar la sublevación de Franco y sus compinches y su postura de identificar al nazismo y el comunismo.
Esas tesituras, envueltas en su folletería “socialista de izquierdas”, encontraba cada vez más audiencia en la derecha francesa cuya actitud explica el derrumbe militar y político de Francia ante el ataque alemán, en 1940, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La oposición al gobierno del Frente Popular (1936-1938) desató una violenta ola de antisemitismo que coincidía con la que desarrollaban los nazis. Las calumnias vertidas por la extrema derecha intentaban mermar la credibilidad de la izquierda y especialmente de León Blum, el primer ministro.
El fascista Charles Maurras escribió, el 15 de mayo de 1936, en el periódico L’Action française: “Es en calidad de judío que hemos de ver, considerar, entender, combatir y abatir a Blum. Este último verbo puede parecer un poco excesivo: me apresuro en añadir que sólo deberemos abatir físicamente a Blum el día que su política nos haya llevado a la guerra impía con la que sueña contra nuestros compañeros de armas italianos. Ese día, es verdad, no podremos fallar.”
La prensa francesa se dividía en dos bandos claramente definidos, estando los medios afines al Frente Popular en franca minoría. Los enfrentamientos mediáticos dañaron la imagen del Frente Popular y contribuyeron a su descrédito. La derecha francesa había acuñado el tema que era preferible el dominio de Alemania y el triunfo europeo del nazismo que un gobierno de izquierda y el “comunismo”. Esta es la principal explicación para el derrotismo francés que provocó el derrumbe de 1940, el colaboracionismo criminal del régimen de Vichy encabezado por Pétain y la posterior oposición a la depuración y juzgamiento de los nazis franceses después de 1944.
Durante estos años Rassinier fue un propagandista local, un figura muy secundaria en la política francesa y un furibundo anticomunista. En 1938, cuando se firmaron los acuerdos de Munich, mediante los cuales Inglaterra y Francia entregaron Checoeslovaquia a Hitler, estuvo de acuerdo con la entrega repitiendo las palabras del ex-primer ministro Blum que dijo que su apoyo era “sin mucho orgullo, es verdad, pero sin ninguna vergüenza”. Rassinier el pacifista consideraba la guerra como la mayor catástrofe y no creía que “ni siquiera Mussolini después de Etiopía, ni siquiera Hitler que hace correr la sangre en compañía de España, se arriesgarían a tal locura”. Le erró como a las peras.
En agosto de 1939, tras el Pacto Ribbentrop-Molotov de no agresión, Rassinier fue arrestado por la policía francesa, que sospechó que su periódico recibía financiamiento alemán. Gracias a la intervención de Paul Faure, el jefe de los “socialistas pacíficos” que se oponían a enfrentar a Hitler, fue liberado algunos días más tarde. Cuando Francia fue invadida por la Wehrmacht, en mayo de 1940, Rassinier fue movilizado y pasó semanas en un cuartel esperando órdenes que nunca llegaron. Tras la rendición volvió a dedicarse a la enseñanza en Belfort. La mayoría de los “socialistas de Munich”, como se denominaba a los que habían apoyado los pactos de 1938, se convirtieron en colaboradores de los ocupantes alemanes y adherentes del régimen títere de Vichy que encabezaba el mariscal Pétain. Rassinier no lo hizo abiertamente.
Según él, a partir de mediados de 1941 se unió al grupo Volontaires de la Liberté (alumnos de los liceos parisinos Louis-le-Grand y Henri-IV y estudiantes de la Sorbonne, republicanos, radicales, socialistas). La actividad del pequeño grupo consistía en la publicación de un boletín de información y de reflexión sobre el presente y el porvenir de Francia, con artículos de fondo sobre el nazismo, el marxismo y la democracia (aparecieron 54 números entre noviembre de 1941 y 1943).
En 1942, los Volontaires de la Liberté participaron en la difusión de Résistance (un periódico editado por el médico Marcel Renet, detenido y torturado por la Gestapo, que fue enviado a Buchenwald, sobrevivió y llegó a ser senador por el partido de De Gaulle). Sin embargo, un artículo que se mostraba muy complaciente con Franco y la tiranía en España provocó un debate y una escisión. El brillante estudiante ciego Jacques Lusseyran se vinculó con Défense de la France, una organización de la resistencia gaullista y conservadora. La mayoría de los Voluntarios decidieron mantener el grupo y se vincularon a Libération-Nord. Esta era una de las principales organizaciones de la resistencia antinazi, creada en la zona ocupada desde fines de 1940, que operó en toda Francia desde 1942.
Los Voluntarios mantuvieron la publicación del boletín en 1943 y organizaron acciones de sabotaje al Servicio de Trabajo Obligatorio (STO) que mandaba a cientos de miles de obreros franceses a trabajar, contra su voluntad, en la industria bélica en Alemania. También empezaron a publicar un verdadero periódico La IVème République (La Cuarta República) y ahí es cuando aparece Paul Rassinier.
Inflando su historia de resistente, Rassinier mintió al asegurar que él había sido uno de los fundadores de Liberation-Nord, cuando en realidad aparece como un mensajero entre París y el Territorio de Belfort. Como tenía vínculos con imprentas de su región, Rassinier produjo el primer número de La IVème République para los Voluntarios en la imprenta Schraag de Belfort con un tiraje de 5.000 ejemplares. En noviembre del 43 estaba pronto el segundo número pero nunca llegó a imprimirse. Rassinier fue detenido el 29 de noviembre y deportado a Buchenwald.
En 1945, después de su liberación, reanudó la publicación de La IVème République pero por las de él, es decir sin relación alguna con el grupo de los fundadores. Decía que era miembro de Volontaires de la Liberté desde junio de 1941 pero su participación recién comenzó a principios de 1943. En el complejo panorama de la resistencia, ese año y medio de diferencia es mucho más importante de lo que parece.
También lo es el ámbito y la modalidad de su participación en la resistencia, que es incomparable con los miles de fusilados, guillotinados, torturados y deportados. Se dice que Rassinier practicó la resistencia no violenta a los nazis, basada en sus principios pacifistas y por miedo a las represalias que los nazis desataban contra la población. Dice él que usando sus contactos en imprentas falsificó documentos de identidad y ayudó a establecer una ruta de escape hacia la cercana Basilea, en Suiza, por la que pasaron miembros de la Resistencia, pilotos aliados derribados sobre Francia y refugiados y judíos perseguidos, en colaboración con los servicios especiales británicos.
Rassinier escribió artículos para el periódico simpatizante del gobierno de Vichy Le Rouge et le Bleu (“El rojo y el azul”) y, más adelante, colaboró con J. L. Bruch, Pierre Cochery y Albert Tschann para fundar la ya citada publicación clandestina La IVe République que promovía la resistencia y trataba de sentar las bases de la posguerra, “porque todos los que sobrevivan a la guerra pueden y deben reconstruir juntos la paz y así salvar al país de una guerra civil”. La IVe République reclamaba que se exigieran responsabilidades a Alemania por los crímenes del nacionalsocialismo, pero insistía en sus críticas al Tratado de Versalles y no consideraba a Alemania e Italia responsables de la guerra en forma unilateral. Curioso pacifismo el de estos republicanos conservadores (en todo caso más conservadores que De Gaulle).
Los movimientos de resistencia interior, conocida como la Resistencia (Résistance intérieure française o La Résistance), fueron apareciendo durante el periodo de ocupación alemana y se federaron progresivamente. La Francia Libre de De Gaulle y el conjunto de la Resistencia Interior Francesa se unieron en 1942 para conformar la Francia Combatiente (France Combattante o Forces Françaises Combattantes), término que a partir de ese momento sustituye oficialmente al de Francia Libre. En 1943, se adhirieron al Comité Francés de Liberación Nacional instalado en Argel, para formar el Ejército Francés de Liberación que combatió junto a los Aliados hasta la liberación de todo el territorio francés. La mayoría de los miembros de la Resistencia interior eran miembros o simpatizantes del Partido Comunista Francés. Los verdaderos resistentes rechazaban los panfletos divisionistas que producía Rassinier comparando al comunismo con el nacionalsocialismo.
Después de varias advertencias, la Francia Combatiente condenó a muerte a Rassinier que increíblemente “salvó la vida gracias a una serie de redadas lanzadas por las fuerzas de ocupación alemanas y la policía francesa en respuesta a ataques contra alemanes en una farmacia y un café locales”. Entre los detenidos con documento de identidad falsificado uno se quebró en el interrogatorio y reveló cómo lo había obtenido. De este modo el “pacifista” habría sido detenido el 29 de octubre de 1943 (su versión remonta la detención al 30 y en el salón donde estaba dando clases). Su esposa y su hijo de dos años fueron arrestados también, pero los liberaron días después. Rassinier sufrió once días de interrogatorio y torturas que le dejaron con la mandíbula rota, una mano machacada y daños en un riñón.
Diez semanas después Rassinier fue deportado a Alemania y llegó el 30 de enero de 1944 al campo de concentración de Buchenwald, cerca de Weimar. Después de tres semanas en cuarentena, se convirtió en el preso número 44.364 y fue trasladado a Dora-Mittelbau, donde se construían los cohetes V1 y V2 y motores de avión en los 20 kilómetros de túneles excavados en las montañas de Turingia. Las empresas alemanas AEG, AG, Askania, BMW, Demag, Heinkel, Junkers, Rheinmetall, Ruhrstaal, Siemens, Telefunken o Walther, entre otras, colaboraron en los proyectos de armamento y motores de aviación así como otros procesos de investigación pero siempre con una mano de obra esclavizada. De los 60.000 prisioneros, que trabajaron en las condiciones más inhumanas, 40.000 perecieron por hambre, enfermedades, exceso de trabajo, agotamiento y maltratos físicos por parte de los SS y de la corrupta mafia de los Häftlingsführung (el nivel inferior de la administración del campo, a cargo de los propios internos), la mitad de ellos en el propio campo.
En los túneles y durante la fabricación de las V2 un numeroso grupo de prisioneros se organizó para sabotear las bombas (colocando mal las piezas y orinando en los giróscopos de dirección). Así se consiguió que muchos cohetes fallasen en el lanzamiento o errasen el objetivo contra el que eran lanzados. Los nazis no tardaron en darse cuenta de que determinadas fallas de las V2 eran producto de sabotaje por lo que se controlaba continuamente la producción y cuando se probaba la implicación de un prisionero era inmediatamente torturado y ahorcado delante de los demás como ejemplo del castigo a quienes practicasen el sabotaje. Se estima que unos 200 prisioneros fueron ahorcados por este motivo.
En su primer libro, Le Passage de la ligne ou l'Expérience vécue, Rassinier cita varios factores que contribuyeron a su supervivencia en condiciones verdaderamente privilegiadas. Desde abril hasta noviembre de 1944, su esposa le envió paquetes de comida y su amistad con el jefe de su bloque permitió que los envíos le fueran entregados directamente, sin ser sometidos a pillaje por la administración del campo. Durante un tiempo, obtuvo un trabajo cómodo como Schwung (una posición entre ordenanza y criado) del Oberscharführer SS (sargento mayor) encargado de los perros guardianes del campo, lo que -según él- le dio la oportunidad de observar a los S.S. de cerca. También, en parte como resultado de su interrogatorio, resultó aquejado de nefritis y pasó no menos de 250 días de su encarcelamiento en el Revier (la enfermería), un verdadero e inexplicado privilegio.
El 7 de abril de 1945 evacuaron a Rassinier de Dora en lo que se convirtió en un “tren de la muerte” que viajaba sin detenerse de un punto bombardeado a otro de la red ferroviaria alemana, sin alimento, sin agua y sin abrigo. Después de varios días, al tomar el tren una curva, saltó del tren, escapó a los disparos de los SS y al día siguiente fue rescatado por los estadounidenses. Volvió a Francia en junio de 1945 y le fue concedida la medalla Vermilion del reconocimiento francés y la Rosette de la Resistencia. También lo clasificaron como inválido a un 95%. Retomó su puesto como docente liceal pero, a causa de su estado físico, fue jubilado prematuramente en 1950.
También desarrolló actividades políticas como jefe de la SFIO en Belfort y fue parlamentario un par de meses hasta ser derrotado por su rival local, el radical de izquierdas Pierre Dreyfus-Schmidt que representaba al movimiento de la resistencia unificado y tenía como compañero de fórmula a un comunista. A raíz de esta derrota y atribuyéndolo a la oposición de su esposa, Rassinier no volvió a postularse.
Entonces aparece el Rassinier escritor en su faceta más tenebrosa: el mentiroso propagandista del negacionismo, la justificación del nazismo, el llamado revisionismo ultraconservador reivindicador de Hitler, Mussolini, Franco, el antisemitismo y el racismo xenófobo, el pseudohistoriador. Se declaró consternado al leer historias sobre los campos de concentración y las deportaciones que él consideraba inciertas. De la misma manera, le repugnaba la condena unilateral del Tercer Reich por crímenes contra la humanidad que, por su experiencia en Marruecos, él no consideraba únicos, y temía que los odios y enconos nacionalistas dividieran Europa. Insistía en la “pluralidad de los genocidios”, por ejemplo los bombardeos aéreos de británicos y estadounidenses sobre Alemania, y los crímenes que atribuía a los soviéticos.
El primer libro de Rassinier, Passage de la ligne, data de 1948. En él da su versión personal sobre Buchenwald y fue aclamado por los promotores de la Guerra Fría (según lo que parece una frase de autopromoción atribuible al autor sostenía que era “el primer testimonio escrito con calma y sangre fría, en contra de lo que reclaman el resentimiento, el odio idiota y el chovinismo”). Fue lectura recomendada por el sector de la SFIO que había sido colaboracionista en Vichy.
En su opera prima no solamente presenta una versión edulcorada del mundo concentracionario sino que derrama su odio anticomunista alegando que muchas de las brutalidades del campo fueron cometidas no por agentes de las S.S., sino por presos, en su mayoría comunistas, que asumieron la administración y dirigían los asuntos internos de los campos en su propio beneficio.
Su segundo libro, La mentira de Ulises (1950), critica las “exageraciones” y denuncia a autores tales como Eugen Kogon, quien había afirmado en L'Enfer organisé (1947) que el objetivo principal de la administración de los prisioneros del campo de Buchenwald era “mantener un núcleo de presos capaz de enfrentar a los S.S.” Rassinier replica que los presos de ese núcleo pensaban sólo en sí mismos y añade que los comunistas estaban tratando de salvar su propio pellejo tras la guerra: “tomando al asalto el banquillo de los testigos y con mucho griterío, evitaron ser acusados”.
Describe también sus visitas a Dachau y Mauthausen (financiadas por neonazis), observa que, en ambos lugares, obtuvo historias contradictorias sobre cómo se suponía que funcionaban las cámaras de gas y expresa por primera vez sus dudas sobre la existencia de dichas cámaras y niega que existiera una política nazi de exterminio.
La mentira de Ulises suscitó escándalo. Rassinier y su prologuista, el nazi francés Albert Paraz, fueron criticados y objeto de demandas, las que finalmente eludieron en 1955. Rassinier fue expulsado de la SFIO en 1951 y se vinculó a periodistas y medios anarquistas. Sin embargo, en 1964 se reveló en el curso de una demanda por difamación presentada por la comunista francesa Marie-Claude Vaillant-Couturier, que Rassinier había escrito artículos en la revista derechista Rivarol bajo el pseudónimo Jean-Paul Bermont, lo que le hizo perder muchos de sus contactos anarquistas.
Su degradación prosiguió y aunque se siguió manifestando como pacifista y anticapitalista se convirtió abiertamente en un propagandista del neonazismo. En 1961 publicó Ulysse trahi par les siens (“Ulises traicionado por los suyos”), una recopilación de discursos pronunciados en 12 ciudades de la República Federal Alemana tras la tercera edición de La mentira de Ulises.
El viaje había sido patrocinado por Karl-Heinz Priester, antiguo oficial de las S.S. y propagandista juvenil bajo la dirección de Goebbels (y colaborador de la CIA). Priester fue uno de los fundadores del partido neonazi alemán Deutsche Reichspartie (1950-1965). Rassinier también fue íntimo asociado de Maurice Bardèche (1907–1998), un crítico y ensayista neofascista que fue uno de los más notorios negacionistas franceses, racista, antisemita y xenófobo (su modelo no era tanto el Tercer Reich sino la efímera República de Saló, el estado títere de los nazis que Mussolini instaló en el norte de Italia, al que Bardèche consideraba un “fascismo purificado”).
En 1962, tras el juicio de Eichmann en Jerusalén, Rassinier publicó Le véritable procès Eichmann ou les vainqueurs incorrigibles (“El auténtico proceso Eichmann, o los incorregibles vencedores”), en el que condena los juicios a criminales nazis en Nuremberg y el del propio Eichmann. En 1965 denunció como una falsedad el segundo juicio de Auschwitz (las autoridades alemanas habían rechazado la presencia de Rassinier como testigo de la defensa de los nazis). Para este “pacifista” la continuación de los juicios por crímenes de guerra era parte de una estrategia sionista y comunista para dividir y desmoralizar a Europa.
En 1964, con Le Drame des juifs européens (“El drama de los judíos europeos”), Rassinier llegó a la conclusión de que nunca había habido una política de exterminio en el Tercer Reich. Criticó la obra de referencia de Raul Hilberg, La destrucción de los judíos europeos (1961), poniendo en entredicho la fiabilidad de los testimonios y la viabilidad técnica de los “supuestos métodos de exterminación”.
La obra teatral de Rolf Hochhuth El Vicario (de 1963) había puesto en cuestión el papel de Pío XII por su silencio ante el Holocausto (aunque todavía no se había conocido el que había jugado el Papa Pacelli antes de la Guerra impulsando el concordato con Hitler y después de ella para amparar a criminales nazis). Rassinier, ateo declarado, se agravió por la tesis de Hochhuth según la cual el Papa había guardado silencio mientras se exterminaba a los judíos de Europa, e interpretó la obra como una mera incitación a la división en Europa, al odio sectario anticatólico. El propagandista viajó a Roma y se le dio acceso a los archivos del Vaticano. La obra resultante, L'opération Vicaire (1965), era una defensa de Pío XII que ponía en tela de juicio las motivaciones de los críticos del papa. Rassinier demostraba que la oposición católica a Hitler salía favorecida de una comparación con el apoyo protestante al caudillo alemán, y llamaba la atención hacia las condenas de Pío XI al nacionalsocialismo antes de la guerra.
Rassinier continuó escribiendo entre 1965 y 1967, y su última serie de artículos, titulada Une Troisième Guerre mondiale pour du pétrôle? (“¿Una tercera guerra mundial por petróleo?”), fue publicada en La Défense De l'Occident entre julio y agosto de 1967. Su último libro fue Les Responsables de la seconde guerre mondiale (“Los responsables de la Segunda Guerra Mundial”).
Sería el historiador francés Pierre Vidal-Naquet (1930-2006) el encargado de derribar la imagen que Rassinier construyó y hacer la denuncia definitiva (e ilevantable) de su papel como mendaz negacionista, racista y xenófobo.
Robert Faurisson, el franco-británico negacionista del Holocausto, dijo que Rassinier era un auténtico revolucionario, un auténtico luchador de la resistencia y un auténtico deportado que amaba la verdad como esta debe ser amada: con fuerza y sobre todo lo demás. “Se notará –dice Vidal-Naquet– que ese elogio, con esa insistencia en el amor a la verdad que caracteriza a todos los falsificadores, no es exactamente el que ganará mis simpatías”.
Hay algo trágico en el destino de Paul Rassinier –dice Vidal-Naquet– no tanto por las discontinuidades en su carrera (de las cuales hay muchos ejemplos: Mussolini, Doriot) sino una falla en sus mismos comienzos. Lo que sucedió el día de su muerte (el 28 de julio de 1967) simboliza bastante bien su destino. En París el elogio en su funeral fue pronunciado por Bardèche; en Bermont, donde fue enterrado, por un miembro del grupo pacifista La Voix de la Paix. Las publicaciones de Rassinier no son el resultado de un “compromiso” heroico sino que en ellas se encuentra la voluntad de conjuntar una antología de los más estúpidos y gastados clichés del antisemitismo. En esa tarea fue ayudado con citas de un sionista extremista con inclinaciones insanas, Kadmi Cohen, afirma Vidal-Naquet. Rassinier está literalmente obsesionado por el tema de la conspiración judía internacional. La alianza entre judíos y comunistas es un elemento permanente de la política mundial. En 1950 –según Rassinier– Moscú, Tel Aviv y Varsovia forjaron una coalición contra una Europa renacida y el resultado fueron publicaciones como el Breviario del Odio de León Poliakov.
El orgullo de Rassinier radica en haber sido el primero en demostrar sistemáticamente que no hubo genocidio y en exonerar a los nazis de “los horrendos libelos de esa acusación”. Para él, el drama de los judíos europeos no son los seis millones de ellos que habrían sido exterminados como lo denuncian sino solamente el hecho de que hayan hecho esa denuncia. Los amigos de Rassinier están bien ubicados cuando afirman que lo que cuenta no son los sentimientos de un autor sino la validez científica de sus afirmaciones. En teoría –dice Vidal-Naquet– estoy de acuerdo con ellos.
No soy especialista en demografía histórica –continúa– pero soy capaz de seguir un argumento elemental. No diré nada sobre el número de los que desaparecieron, notando simplemente que de acuerdo con el informe de Richard Korherr (1903-1989) –inspector en jefe de la oficina estadística de las SS– hacia fines de marzo de 1943, más de dos millones y medio de judíos habían sido ya “evacuados”, lo que significa sin duda alguna que, en la mayoría de los casos, habían sido asesinados y que esa cifra no incluía a “las muertes ocurridas en la zona del frente” que podían incluir las víctimas de los Einsatzgruppen. Rassinier, por su parte, estima el número de bajas judías en un millón, más o menos. Pero ¿cómo razona?, se pregunta Vidal-Naquet.
La respuesta es que no razona, sino que sigue un argumento que consiste en citas inconexas de las fuentes más variadas y poco confiables. La clave del problema radica en la gran cantidad de judíos que vivían en Polonia, en los Estados Bálticos, en Ucrania, en Bielorrusia y en Besarabia: más de cinco millones de seres humanos. Para “salvar” en el papel a la mayoría de esos judíos del exterminio, Rassinier utiliza una sola fuente: un artículo de un periodista judío soviético, David Bergelson, que se publicó en el periódico en yiddish Die Einheit (5/12/1942) y que fue reproducido, según él, en el periódico alemán de Buenos Aires Der Weg, en enero de 1953, que afirmaba que la mayoría (el 80%) de los judíos de Ucrania, Lituania y Letonia habían sido salvados gracias al Ejército Rojo. Después, la cobertura geográfica es ampliada libremente a Polonia, Rumania, de modo que en los años 1941-1942 más de dos millones de judíos habrían sido evacuados a Asia Central. El manejo de las fuentes es típico de Rassinier. Esa fuente no vale nada y más bien parece un argumento propagandístico. De hecho no se sabe cuántos judíos podrían haber sido salvados por el ejército soviético. Como Rassinier tampoco sabía cómo hacer que cerraran las cifras que él daba por buenas hizo una sorprendente observación final: si 3.268.471 judíos que según él estaban vivos en 1945 no están en Israel ni en Europa, deben de estar en algún otro lado. Por ende, concluye que más de un millón de judíos que habrían sido conducidos a Asia Central, cruzando China y el Pacífico, deben haber llegado a los Estados Unidos entre 1945 y 1961. Como Rassinier hacía esa elucubraciones en 1963, adujo que Mao Zedong seguramente habría ayudado a esos judíos a abandonar la URSS y por lo tanto pronto aparecerían en América del Norte, en América del Sur e incluso en Israel. Con argumentos de este tipo Rassinier se sentía plenamente justificado para afirmar que el genocidio nazi “era la más trágica y macabra mentira de todos los tiempos”.
Como vimos, Rassinier no fue el único negacionista francés; pero junto con él estos especímenes vuelven a tomar vuelo en una Europa encrespada de xenofobia y racismo. Lo que sí es seguro es que él no ingresará al Panteón ni como resistente ni como víctima de los campos de concentración. Nunca podrá caber en el recuerdo que André Malraux profirió el 19 de diciembre de 1964 cuando los restos de Jean Moulin fueron ingresados en el panteón de los héroes:
Como Leclerc entró en Les Invalides, con su cortejo de exaltación de sol de África y combates en Alsacia, entra aquí, Jean Moulin, con tu terrible cortejo. Con los que como tú murieron en las mazmorras sin haber hablado e incluso, quizás aún más atroz, habiendo hablado. Con todos los desaparecidos y rapados en los campos de concentración. Con el último cuerpo tembloroso de las terribles filas de Nacht und Nebel finalmente derribado a culatazos. Con las ocho mil francesas que no volvieron de los presidios. Con la última mujer muerta en Ravensbrück por haber dado asilo a uno de los nuestros. Entra, con el pueblo nacido de la sombra y desaparecido con ella -nuestros hermanos en la Orden de la Noche. [...] Escucha hoy, juventud de Francia, lo que fue para nosotros el Cántico de la Desdicha. Es la marcha fúnebre de las cenizas que entran aquí ahora. Junto a las de Carnot con los soldados del año II, las de Víctor Hugo con Los Miserables, las de Jaurés veladas por la Justicia, que descansen con su largo cortejo de sombras desfiguradas. Que hoy, juventud, puedas pensar en este hombre como si hubieras acercado tus manos a su pobre cara deformada del último día, a sus labios que no hablaron, pues ese día ésa era la cara de Francia”.

¿Qué tan demócratas somos los uruguayos?


¿Qué tan demócratas somos los uruguayos?

Brasil: primera ronda electoral.
Lic. Fernando Britos V.

El dictador mexicano, Gral. Porfirio Díaz, que su país se sacó de encima en la revolución de 1910 había dicho “pobre méxico, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Aunque la analogía parezca escasa, en la actualidad, no hay país latinoamericano alguno tan próximo, histórica y geográficamente, al Brasil como el Uruguay.
Desde los tiempos coloniales, cuando las disputas entre portugueses y españoles y las oscuridades del Tratado de Tordesillas, los vecinos del norte han ansiado apoderarse de la Banda Oriental y de hecho han intervenido en la misma, numerosas veces, desde el siglo XVII.
No está tan lejos la Provincia Cisplatina, bajo el yugo imperial (1817-1825) y si bien el actual candidato ultraderechista no es Lecor ni Pedro I sino un mediocre y relamido fascista, el intervencionismo brasileño, directo o indirecto, nunca será una posibilidad totalmente disipada. Más cerca está Tamandaré y su flota apoyando la Cruzada del gran traidor Venancio Flores contra el gobierno legítimo, la destrucción de la heroica Paysandú y el crimen de lesa humanidad que significó la Guerra de la Triple Alianza contra el hermano Paraguay. Mucho más cerca están las maniobras militares de la dictadura brasileña en 1971, cuando amenazaban con una invasión si el Frente Amplio triunfaba o la participación de los militares brasileños en el Plan Cóndor.
Desde las cloacas abiertas que son los “comentarios” en las páginas de los medios de comunicación de nuestro país, cierto número de racistas y violentos, cobardes de todo género y pelaje, amparados en el anonimato, festejan un factible triunfo de Jair Messías Bolsonaro como una epifanía derechista, una victoria de la que ellos se apropian para trasladarla a nuestro país. Son los trolls y la gritería de la carne de cañón de los fascistas de siempre, los provocadores cegados por sus intereses mezquinos, sus perversiones morales y el odio que los envenena.
Aunque nadie es capaz de negar que los problemas del Brasil los deben resolver los brasileños, sin injerencia alguna del extranjero, tampoco se puede ignorar que ningún país será más afectado por el deterioro de la democracia, la pérdida de esta por el ascenso del nacionalismo agresivo “mais grande do mundo”, que el Uruguay.
Ahora es el momento en que los políticos uruguayos deberán mirarse en el espejo de la política brasileña, de los políticos brasileños como el propio Bolsonaro (que no es un recién llegado porque hace casi treinta años que calentaba un sillón como diputado de un partido insignificante sin que se le hubiera caído una idea que valga la pena en todo ese tiempo).
Su auge mediático viene siendo trabajado desde hace años con bolazos provocadores, contra las mujeres, contra los negros, contra los pobres, contra los homosexuales, como promotor de la violencia, el armamentismo, el desprecio por los derechos de la inmensa mayoría del pueblo brasileño, el autoritarismo, el nacionalismo imperial, la tortura y la pena de muerte.
Los uruguayos debemos expresarnos, sin esperar agazapados un triunfo de Bolsonaro o la difícil reversión del resultado por parte de Haddad, acerca del valor que asignamos a la democracia, al respeto por las reglas de la convivencia pacífica y los derechos humanos y al rechazo a los métodos autoritarios, fascistas, corruptos, provocadores y agresivos propios de la guerra sucia que se ha venido librando en Brasil desde que Dilma Rousseff fue electa como Presidente del Brasil en el 2014, destituida a través de un golpe de gran bajeza por un parlamento henchido de corruptos, pasando por la persecución y amañado encarcelamiento de Lula, el único candidato que hubiera sido capaz de volver a la Presidencia en primera vuelta.
La situación en Brasil y la posible incidencia de un Presidente claramente anti-democrático, autoritario y prepotente nacionalista, es para el Uruguay un problema de Estado. Que nadie piense que con un silencio complaciente o con saludos de cortesía se podrá evitar el deterioro de las relaciones comerciales con uno de nuestros principales clientes y por cierto un competidor avasallante en los mercados internacionales para los productos de nuestro país.
Que nadie se llame a engaño pensando que el Uruguay podrá sustraerse al nacionalismo agresivo y anti democrático que puede encarnar Bolsonaro como Presidente del gigantesco vecino. Que nadie se haga el distraído acerca de la intervención cultural de las sectas brasileñas en la vida cotidiana y la política del Uruguay: los sectarios colonizadores de los medios de comunicación, esos que a duras penas se expresan en portuñol, vendrán por todo a imponer su fanatismo que, como ya lo han dicho, está por encima del derecho internacional y de la Constitución de la República. Que nadie espere por parte de un gobierno autoritario y militarista en Brasil el respeto de nuestras fronteras terrestres y marítimas, o la ausencia de presiones y amenazas que ninguna camaradería entre militares latinoamericanos será capaz de contener.
La única forma de conjurar esos peligros es la claridad y el coraje cívico en cuanto a la defensa de la democracia. En otras palabras, si Bolsonaro como Trump promueve el armamentismo, el Uruguay deberá declararse contra él y aplicar aquí y ahora políticas eficaces de desarme. Si promueve, como lo hace, el racismo y la xenofobia, el machismo patriarcal, los uruguayos debemos reafirmarnos en nuestra condena al racismo, en la defensa de las libertades, la inclusión social y los derechos humanos. Si continúa el desbaratamiento de las políticas sociales y las privatizaciones desatadas ya por Temer y anunciadas por Bolsonaro, en el Uruguay deberemos hacer un esfuerzo redoblado para defender el patrimonio de la nación, la políticas de desarrollo social y de cuidados, la protección a la infancia y a los adultos mayores. Sobre esto habrá que pronunciarse en forma programática y concreta, no retórica, porque el arsenal retrógrado, fanático y derechista ya se ha empezado a esgrimir aquí.
Quien quiera que en este país pretenda hacer política, de cualquiera de los partidos políticos existentes o los que aspiren a crearse, deberá exponer su explicación acerca de los fenómenos del Brasil y habrá que hacerlo sin la lógica oportunista de arrimar aguas fáciles para su molino en la campaña electoral que ya empezó hace rato.
La cifras empiezan a mostrar una realidad que el simplismo no desvela. El analista Álvaro Padrón- uno de los investigadores mejor informados acerca de la realidad brasileña – advierte que los votos obtenidos por Bolsonaro, en la primera vuelta (>46%) no significan que todos sean un calco de las posiciones ultra derechistas del candidato. Aproximadamente la mitad de los votos del viejo político venido a más serían de la clase media urbana aterrorizada por la inseguridad y la violencia que reina en muchos puntos del país. En tanto una cuarta parte de los votos de Bolsonaro (no es poca cosa, 14 o 15 millones de votantes) se identificarían con las balandronadas fascistas y otro tanto, una cuarta parte se compondría con los brasileños “desencantados” con la política de la izquierda.
En este marco es notable la fragmentación del espectro político en el país del norte. Cuando Lula ganó las elecciones, en el Parlamento había nueve partidos políticos representados. Ahora, en esta primera vuelta electoral estarán representados en la Cámaras 21 partidos políticos. El sector social que dio el apoyo más homogéneo a Bolsonaro fue el de los terratenientes y propietarios de la agroindustria. El que perdió pie fue el que representa a la gran industria brasileña, radicada fundamentalmente en San Pablo. Bolsonaro no recibió muchos votos de los sectores más desfavorecidos: de hecho el noreste y el norte poco poblado dieron la mayoría a Haddad y en menor medida a Ciro Gomes. En el populoso sur y centro la mayoría fue para el ultra derechista. Solamente el 25% de los brasileños más pobres votó a Bolsonaro mientras que si los hizo más del 45% de los más acomodados.
Se ha dicho que las sectas evangélicas, que son económicamente muy poderosas en Brasil y que poseen cadenas de televisión y radio, periódicos y revistas y un gran aparato de comunicación contribuyeron en gran medida a la campaña sucia de la derecha. Este es seguramente un fenómeno cupular, los “apóstoles”, “profetas” y otros opulentos jerarcas de las sectas son ultraderechistas, fundamentalistas. Sin embargo, parece que no todos los seguidores de las sectas votaron efectivamente a Bolsonaro.
Ahora habrá que ver si un país con un porcentaje tan elevado de afrodescendientes es capaz de mantener su apoyo al peor racista de los últimos tiempos y si la movilización femenina contra las más groseras manifestaciones de machismo y violencia es capaz de mover la aguja en los resultados electorales de la segunda y definitiva vuelta electoral.
Brasil es un país extraordinariamente complejo pero habrá que hacer un esfuerzo para entenderlo y ese esfuerzo debemos hacerlo como país, como comunidad de personas libres más allá de las banderías que son respetables pero inadecuadas para un análisis que nos sirva como una pequeña nación cuya coraza debe forjarse en torno al sabio lema artiguista: con libertad ni ofendo ni temo.




Esperando al fascismo en la frontera

Esperando al fascismo en la frontera

Lic. Fernando Britos V.



Que el Cnel. (r) Gilberto Vázquez, torturador y asesino condenado por crímenes de lesa humanidad a 25 años de prisión, haya recibido el beneficio del regimen de prisión domiciliaria no debería sorprendernos. El aparato burocrático de la justicia uruguaya ha sido invariablemente leniente con los grandes criminales y lo ha explicado amparándose en disquisiciones sutiles, cediendo a presiones inconfesadas.[i]
De este modo, perpetradores condenados por crímenes de lesa humanidad – como Gavazzo – o estafadores y ladrones de alto vuelo – como Figueredo – ya salieron de sus prisiones VIP, permanecen confortablemente en sus domicilios y los abandonan cuando quieren para participar en fiestas familiares que seguramente amparan reuniones y encuentros de todo tipo.
Tampoco debería sorprendernos que el criminal Gilberto Vázquez haya sido autorizado, por el mismo Juez de Ejecución Dr. Gesto, hace un par de semanas, para establecer residencia en un edificio céntrico de la ciudad de Rivera (Torre 1, Apto. 201), a tres cuadras de la frontera con Brasil y la ciudad gemela de Livramento en Rio Grande do Sul.
Esta vez, el Juez Gesto conocía los sonados antecedentes del delincuente que en el año 2006 protagonizó una fuga con cómplices fronterizos y que volvió a intentarlo en el 2007 y en el 2011. En Rivera no existe cobertura para la pulsera electrónica que Vázquez debe portar para prevenir una nueva huida. Hasta ahora no se ha fugado declaró este juez complaciente a TNU.
Sin embargo, Gilberto Vázquez, violó la prisión domiciliaria de modo que el miércoles 24, cuando la policía de Rivera fue a su domicilio para efectuar el control diario, el preso se había ausentado sin autorización judicial (según declaró “para ir al dentista”) aunque no se sabe que contactos mantuvo en su escapada y si cruzó a Brasil para preparar una nueva fuga con los fascistas y delincuentes del país vecino. Se dice que ahora tendrá custodia policial permanente.
Que los criminales de lesa humanidad suelen establecerse sobre la frontera con el Brasil es frecuente, baste recordar a sus colegas, torturadores y violadores, asesinos y ladrones, como los Cneles.(r) Jorge “Pajarito” Silveira y Manuel Cordero [ii].
Por otra parte, la fuga de Gilberto Vázquez hace doce años aunque cantinflesca fue un tanteo, una provocación dirigida contra el gobierno y contra los mandos del ejército, y cabe recordar que contó con la colaboración de otros criminales ex-militares. El capitán (r) Lawrie H. Rodríguez, a quien Interpol detuvo por ayudar al prófugo, no sólo estuvo en el centro clandestino de torturas llamado Base Valparaíso donde en 1976 asesinaron a María Claudia García de Gelman, sino que en 1973 también participó directamente de la muerte de Hugo de los Santos.
Lawrie Rodríguez fue denunciado junto al coronel (r) Victorino “la víbora” Vázquez, como autor material del asesinato por torturas en el Regimiento 6º de Caballería del estudiante de agronomía Hugo de los Santos, a sólo dos meses del golpe de Estado de 1973 [iii].
Lawrie apoyó a Gilberto durante su fuga y fue quien lo llevó hasta Montevideo en el Corsa gris, matrícula SBD 9813, de la prima del coronel prófugo, Serrana Rivas, en cuyo domicilio en Isla de Flores 1789, apartamento 304, el ex encargado de inteligencia militar fue capturado por la policía.
Nativo de Rio Branco, este ex-capitán fue subordinado de Gilberto en 1977 cuando María Claudia García de Gelman fue trasladada a la Base Valparaíso para darle muerte. Lawrie era el encargado de la “Inmobiliaria” que hacía de fachada a una base de taxis espías y conocía a  Vázquez desde sus natales pagos fronterizos, cuando era alférez y llegó a Santa Clara de Olimar para cumplir funciones en el Regimiento 7º de Caballería en 1970, donde aprendió las artes de la tortura con la que luego se destacaría en otros destinos.
Luego de su truncada carrera militar (fue pasado a retiro con el grado de capitán) permaneció cerca de la frontera con Brasil, donde se había casado con Lidia Machado, heredera de campos en el paraje La Liebre de la 9º Sección de Cerro Largo.
En Santa Clara, Lawrie Rodríguez actuaba como enemigo de la emisora local Sinfonía FM y tenía influencia en Radio Agraria A.M. CW 116 de Cerro Chato, a 30 kilómetros, propiedad de Freder Mario Benítez, en cuyo domicilio se hacían comilonas de militares y personeros de la dictadura.
Por otra parte, algunos de los “doble chapa”, como se conoce a quienes poseen la doble ciudadanía, uruguaya y brasileña, aparecen entusiasmados con la posibilidad de que Bolsonaro ocupe la presidencia del Brasil, repiten las consignas de la publicidad falsa y festejan el racismo, sexismo y clasismo del líder violento.
No es de extrañar que el departamento de Rivera y especialmente su capital haya sido el último bastión del Partido Colorado y particularmente de sus sectores más retrógrados y antidemocráticos. Latifundistas, traficantes de todo tipo, comerciantes todo terreno, también miran con simpatía la prédica fascista y agresiva de Bolsonaro, cuyos socios militares seguramente recibirían con los brazos abiertos a delincuentes como Gilberto Vázquez cuando se decida a llevar a cabo su próxima fuga.
No hay que creer que son los riveristas fronterizos los únicos hinchas locales del fascismo. Por ahí anda otro conocido personaje, el autoritario ex-futbolista y entrenador fracasado Hugo De León, el ex-compañero de fórmula de Pedro Bordaberry y por ende uno de los enterradores  del Partido Colorado, que actualmente reside en Porto Alegre y se promueve como ferviente bolsonarista.
En algunos puntos del interior de nuestro país, el aparato encubierto de los blancos que se ha dado en llamar “Un Solo Uruguay” no oculta sus simpatías por el fascista brasileño. Mientras la dirigencia está calladita cuando no francamente complacida ante las declaraciones anti democráticas y las campañas de odio y mentiras de Bolsonaro, las cuatro por cuatro no tienen empacho en unir pegotines de los presuntos “autoconvocados” con el rostro del líder derechista.
Algunos como  Carminillo Mederos Galván, hijo de un caudillo y ex-legislador coloniense por el Partido Nacional (Carminillo Mederos Da Costa) traiciona a su padre, que era hombre de Wilson Ferreira Aldunate, y a su patria cuando reclama un Bolsonaro para Uruguay “que restaure el orden, quiebre el espinazo al comunismo y sus sindicatos anti-sistema”.
Este Carminillo – sedicente “analista económico” promueve la “revolución conservadora” , es decir es un vulgar golpista, anticuado partidario de Ronald Reagan (¡?), enemigo del “virus corruptor del batllismo”, antidemocrático y violento. Estará seguramente en la frontera para hacer el saludo nazi junto con los votantes de Bolsonaro y puede pedirle un autógrafo a Gilberto si es que está por allí festejando.
Lic. Fernando Britos V.



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[i]Pueden verse las explicaciones que al respecto de este beneficio (la prisión domiciliaria, en el caso de criminales de lesa humanidad) dio a Brecha hace un tiempo el Juez de Ejecución Martín Gesto.
[ii] Después de la dictadura Silveira, siguió ascendiendo en el Ejército,  siempre vinculado a la Logia Chucrut, con fuertes relaciones con el Partido Colorado. Durante la segunda presidencia de Sanguinetti, fue ascendido al Estado Mayor Personal del comandante en Jefe del Ejército, el teniente general Fernán Amado. Silveira, según fuentes militares, era la mano derecha de Amado para gestionar compra de armas y otros negocios en el Ejército, aprovechando sus vinculaciones. Trabajó con legisladores y ex legisladores del Partido Colorado vinculados a negocios de importación y exportación como el empresario Igor Svetogorsky, acusado de entregar comisiones y favores para venderle al Estado, especialmente armas al Ejército. Cordero estuvo viviendo tranquilamente en la frontera y luego se fugó a la Argentina.
 [iii]Victorino Vázquez es pariente de Gilberto Vázquez.


Mirando al Brasil dede el Uruguay

MIRANDO AL NORTE DESDE EL URUGUAY
Lic. Fernando Britos V.
Apóstoles, obispos, profetas y pastores neopentecostales – fanáticos, corruptos y peligrosos – sus agentes y aliados derechistas, como gravitaron en el parlamento brasileño y en la construcción de “Bolsonaro Presidente”.

Cuando investigamos estos fenómenos, hace más de dos años, nos concentramos en el aspecto “religioso” de la campaña de la derecha y el resistible ascenso de Bolsonaro. Es un aspecto parcial en el deterioro de la democracia pero vale la pena revisitarlo a cuenta de otros elementos: la fenomenal corrupción, la inseguridad, el peso de los mandos militares en la política brasileña, los errores de la izquierda, la crisis y caída de la industria paulista, el auge de los patrones del agronegocio, que habrá que sopesar porque la suerte de la democracia en Brasil y su posible descaecimiento es de vital importancia para el Uruguay.
Un oscuro derechista – El diputado Jair Messias Bolsonaro Bonturi (61 años) hizo de su voto contra la Presidenta Dilma Rousseff un homenaje a un coronel torturador de la dictadura brasileña de hace medio siglo. Se trata de un político virulento que ha conquistado renombre como matón, racista, xenófobo, homofóbico, partidario de la tortura, la pena de muerte y otras bestialidades pero no es un fenómeno aislado en el panorama legislativo del Brasil contemporáneo.
Bolsonaro posa de duro machista, un “blanco puro” descendiente de antiguos inmigrantes italianos, que hace de matón (y verdaderamente adopta giros mafiosos y de perdonavidas), que insulta y golpea a las mujeres, antiguo cadete de Agulhas Negras (la West Point o la Saint Cyr del Brasil) con una carrera militar frustrada, capitán de la reserva, admirador de la dictadura [i], promotor de la tortura, el armamentismo, el despojo de los indígenas, las más variadas formas de discriminación, las restricciones aplicadas a las mujeres y el ultranacionalismo.
Es derechista pero sobre todo es un oportunista que ha pasado por varios micro partidos y grupúsculos conservadores [ii] hasta que en las últimas elecciones, bajo el lema del Partido Social Cristiano, llegó a ser el diputado federal más votado en el Estado de Río de Janeiro. Viendo al personaje y su trayectoria no se puede menos que compararla con la de otros oscuros sujetos como Benito Mussolini y especialmente Adolf Hitler que de un medio convencional, un pasado opaco y sin rasgos dignos de mención, se abrieron camino en el caldo de cultivo de sectas y partidos derechistas para labrarse una posición política dominante.
Bolsonaro no aparece como un neo nazi (un skin head pelado y tatuado) y si tiene simpatías por el Füehrer o el Duce no las manifiesta, pero esto no le inhibe de coincidir, salvadas todas las distancias, con la prédica morbosa del nacionalismo, el racismo y el militarismo que arrasó el mundo en el siglo XX. Por otra parte, en las manifestaciones callejeras de sus partidarios era ostensible el flamear de banderas de Israel (cosa rara en Brasil donde no se ondean banderas de otros países). La colectividad hebrea en Brasil y el gobierno israelí son reconocidos simpatizantes y eventualmente prestadores de servicios al ultraderechista. Tampoco esto es sorprendente vista la estrecha alianza militar entre Israel y Arabia Saudita o la que en el pasado mantuvo su gobierno con los racistas sudafricanos.
En sentido estricto Jair Bolsonaro no es un pastor pentecostal o evangélico y no integró la corporación conocida como Bancada Evangélica Brasileña (BEB). Se dice católico pero su último casamiento fue efectuado por el pastor Malafaia y mantiene una identificación total con el programa de las amalgamas neopentecostales incrustadas en el parlamento.
La técnica de Bolsonaro consiste en desarrollar una prédica virulenta pero, en lo posible, circunscripta a su enorme país. Su opinión sobre cuestiones internacionales no suele trascender. Esto le ahorra exponerse fuera de fronteras sin olvidar que el Brasil participó en la Segunda Guerra Mundial, enviando tropas a Europa para luchar contra los nazis por inducción de los Estados Unidos [iii].
Otro factor para esta especie de incoherencia el declarado racista es su entorno y organización política firmemente soportada por los pastores de las sectas evangélicas manipuladoras que tampoco tienen interés en quedar emparentados con los genocidios nazifascistas. De hecho los evangélicos, aunque de estirpe protestante, están más cercanos históricamente a los integristas y fanáticos fundamentalistas católicos y a los llamados “movimientos carismáticos” que fueron el apoyo de la “cruzada derechista” en España que provocó la Guerra Civil (1936 – 1939) y la sangrienta dictadura de Franco por casi cuatro décadas y sirvió para desbaratar la llamada Teología de la Liberación en la iglesia católica latinoamericana.
Hannah Arendt se equivocó bastante cuando hizo una valoración de las motivaciones de los nazis, cuando consideró que Franco no era malo, que su íncubo y maestro – el filósofo nazi Heidegger – era rescatable. Al acuñar “la banalidad del mal” en su análisis de la personalidad de Adolf Eichmann, subestimó la capacidad de hacerse ‘el bobo eficiente’ que le vendió uno de los principales organizadores de los campos de exterminio cuando ya estaba acorralado, preso en Israel. Si cualquiera puede convertirse en un Eichmann o un Bolsonaro, si eso no tiene nada de extraordinario, entonces el contexto es una simple escenografía. Parece que no es así.
El cumplimiento de órdenes, aducido sistemáticamente como justificación por todos los verdugos, asesinos, sicarios y genocidas, en gran o pequeña escala, para eludir o amortiguar sus responsabilidades criminales llega a confundirse con la banalidad del mal.  Sin embargo, es cierto que esos oscuros personajes que jugaron un papel en la historia tuvieron características psicológicas y antropológicas banales, corrientes; orígenes oscuros, comunes, que confirman, una y otra vez, la sabiduría de Marx cuando, refiriéndose a la dictadura predecesora del Segundo Imperio, estableció que los hombres hacen la historia pero no en las condiciones que ellos desean [iv].
Así es que, cuando Bolsonaro agredió a una diputada diciéndole que “no la violaba porque era fea y no se lo merecía” y cuando afirmó que las mujeres debían ganar menos que los hombres porque al quedar embarazadas perjudicaban a los empresarios con sus licencias por maternidad, los periodistas fueron a buscar a su madre, la nonagenaria Olinda Bonturi, para explorar sus orígenes. Doña Olinda vive con una hija en Miracatú, un pueblo del litoral paulista, adonde llegó desde Eldorado Paulista (actualmente 15.000 habitantes), otro pueblo algo más lejano de San Pablo, donde la familia posee cuatro casas de comercio.
Jair es el tercero de seis hijos, tres mujeres y tres varones, que la madre dice haber criado con mucho amor. Al preguntársele si era un niño impetuoso y peleador callejero, Doña Olinda señala todo lo contrario, era humilde, manso, respetuoso, reservado, comprensivo, un hijo maravilloso, que ella no quería que fuese estúpido, bruto y mal hablado. Jugaba a la pelota en la calle y era estimado por sus compañeritos aunque por otras fuentes se dice que era bastante pata dura. Doña Olinda asegura que nunca le levantó la mano a un hijo, nunca les pegó, sino que les hablaba. Cuando se le dijo que su hijo hablaba agresivamente y se peleaba con mucha gente, la madre sostuvo que era su manera de hablar pero que era una buena persona.
El diputado, que se decía católico practicante, ya va por su tercer casamiento y le ha dado cinco nietos a Doña Olinda (cuatro varones – tres de ellos dedicados a la política derechista – y una niña). El padre, esposo de Olinda, Geraldo Bolsonaro, era “dentista práctico”, un “tegua”  [v] que se mudaba a pueblos más apartados donde no había dentistas para currar en lo suyo.
Según un hermano de Jair, el padre era rígido y dipsómano. Cuando llegaba a un pueblo hacía de todo, sacaba muelas, hacía ortodoncias, pero finalmente fue denunciado y un juez lo obligó a ejercer solamente como mecánico dental. Según su madre, Jair no trataba mucho a su padre aunque no atribuye eso al alcoholismo de este. El hermano Renato, que también es capitán de reserva, aseguraba que el padre era un bohemio, que fumaba y tomaba mucho pero que no dejaba que los hijos lo hicieran, era muy enérgico y no quería que ellos trabajasen porque quería que estudiaran. El hermano también es una personalidad autoritaria que defiende las acciones agresivas del diputado: “él es asi, no tolera los errores, es por la formación militar”.
Un amigo de la infancia, policía militar retirado, dijo que Jair era buen estudiante pero mal futbolista y que de muchacho se ganó un sobrenombre que no le gustaba: “Palmito” por ser muy blanco y delgado. En 1970, llegaron tropas del Ejército a Eldorado Paulista persiguiendo a Carlos Lamarca [vi]. Los jóvenes del pueblo se quedaban de charla con los soldados que les mostraban sus armas. “Eso nos fascinaba” dijo el amigo y poco después ingresarían en la  Academia Militar de Agulhas Negras, en Río de Janeiro. De ahí salió paracaidista e hizo una carrera militar convencional hasta que, en 1986, cuando era capitán participó en una manifestación pidiendo aumento de sueldo, fue sancionado con un arresto a rigor de 15 días y sometido a la justicia militar bajo cargos de insubordinación e inmoralidad.
El Supremo Tribunal Militar lo absolvió en 1988 pero Bolsonaro dejó la milicia para dedicarse a la actividad política de tiempo completo en el Partido Demócrata Cristiano. Dos años después sería electo diputado federal. El resto de su carrera política no es más que una gritería de las peores causas y de actitudes violentas bajo una apariencia cuidada y una vocación mediática bien calculada. Su desempeño como parlamentario ha sido casi nulo (dos proyectos de ley en 18 años). Lo que sucede es que Bolsonaro era realmente un peón de brega en una ecuación muy complicada: la interpenetración de política derechista, las sectas evangélicas manipuladoras y los capos del agronegocio.  Su ascenso al estrellato es mucho más reciente.
Bolsonaro siempre ha lucido una imagen corporal cuidadosamente producida: tinturas y peluquines (el popular gato) para encubrir su canas y su calvicie, impecables trajes de medida, corbatas de seda y alhajas costosas. Ha investido la imagen pulcra de la “teología de la prosperidad”, un hombre exitoso y perfumado. Su tercer casamiento por una iglesia pentecostal, con una secretaria/modelo, 27 años más joven, con quien se había unido por lo civil seis años antes, estuvo a cargo de uno de sus manejadores, el pastor Silas Malafaia [vii] que si bien no ostenta cargos políticos es un factotum que promueve candidatos y da linea a sus huestes en el sentido más retrógrado, violento y racista. Maia es muy claro respecto a su clientela: se trata de los brasileños de clase media, urbanos y relativamente jóvenes. Durante la ceremonia, en el Salón Rosa, ante los ciento y pocos invitados trajeados y con fastuosos vestidos de fiesta, el pastor aprovechó para arengar a los fieles (entre ellos al novio que había dejado de lado su faceta de bravucón y lagrimeaba) para dar manija contra el llamado matrimonio igualitario, una de las bestias negras de los evangélicos.
Odio y regreso – Por descontado no todos los parlamentarios que declaran convicciones religiosas son de la catadura de Bolsonaro o de los de la  tercera parte de la Cámara de Diputados que están confabulados en la infame Bancada Evangélica (BEB) o Frente Parlamentario Evangélico, que agrupa a 70 diputados federales y 3 senadores de distintos partidos de derecha y de centro. Los católicos no los acompañan y hay muchos protestantes que no practican esos métodos, no integran el circo de la derecha y no juegaron un papel fundamental en la maniobra contra Dilma Rousseff y el PT.
Para tener un poco más claro el tipo de degradación de la política parlamentaria en el Brasil, que se apoya en la conmixtión entre fanáticos religiosos, corruptos, intolerantes y santones pervertidos, y para ejemplo de intentonas contra la democracia, contra el republicanismo y el humanismo, que esta mezcla produce cuando llega a adquirir cierta fuerza, basta dar un vistazo a los principales dirigentes que, hombro con hombro con Bolsonaro, pero desde la BEB, claman a gritos por una dictadura militar y por terrorismo de Estado porque saben que casi 55 millones de brasileños (y posiblemente muchos más a la hora de la verdad) solamente podrían ser sometidos de esa forma a su brutal “evangelización”.
El programa de la Bancada Evangélica tiene claros tintes de insanía: se apoya en el racismo (esto es apunta contra la igualdad racial lo que en un país como Brasil es claramente demencial) y promueve el patriarcalismo más grosero (las mujeres son seres de segunda clase) [viii]. Además promueven la penalización del aborto con ferocidad, se oponen a la eutanasia humanitaria y por otra parte se oponen a la criminalización de la violencia y la discriminación porque defienden los ataques xenofóbicos, los apaleamientos y eventualmente el asesinato de transexuales, y todos los delitos de discriminación asi como justifican los castigos físicos a los niños por sus padres. Su homofobia es virulenta aunque como se ha visto recientemente, un Bolsonaro visiblemente incómodo se presenta en un video declarándose “amigo de los homosexuales” o, mejor dicho, como recipiente de los arrumacos de su maquillador que es quien lo presenta como tal.
Naturalmente estos políticos no están unidos por el amor sino por y para el espanto. Utilizan técnicas de promoción del miedo con sus seguidores y su retórica es típicamente goebbelsiana [ix]. Son fundamentalistas y retrógrados que, por ejemplo, intentan revertir las resoluciones de las organizaciones de psicólogos del Brasil que señalan que estos profesionales no deben tratar o considerar a la homosexualidad como una enfermedad (los fanáticos se oponen a la Organización Mundial de la Salud que, algo tardíamente, eliminó a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales en 1990).
Las sectas e iglesias pentecostales y especialmente las llamadas neopentecostales [x] son máquinas de succionar dinero de sus fieles, grandes manejadores de los medios de comunicación y poderosos empresarios pero, además, tienen como característica común una alta incidencia entre sus capos de conductas criminales: fraude, estafa, evasión de impuestos, abuso de funciones, apropiación indebida, contrabando, acoso laboral y sexual y desde luego perversiones sexuales que suelen ser el ingrediente oculto de las sectas moralizantes.
Parlamentarios evangélicos – Estos fueron algunos de los integrantes más notorios de la BEB que impulsaron el llamado “impeachment” de Dilma:
Eduardo Cunha –   Presidente de la Cámara de Diputados, uno de los acusados por Dilma Rousseff del complot en su contra (junto con otro futuro presidiario, el actual Presidente M. Temer). Cunha está muy comprometido en escándalos de corrupción y lavado de dinero (Lava Jato, Petrobras, etc.). Es uno de los dirigentes del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (uno de los mayores del Brasil). Era integrante de la iglesia Sara Nossa Terra (Será Nuestra Tierra) que dice tener un millón de adeptos pero cuando la Procuraduría lo acusó formalmente por varios delitos, se cambió de iglesia buscando amparo en la poderosa Asamblea de Dios, Ministerio de Madureira, que asegura tener 13 millones de fieles. Es uno de los que cocinaron, en el 2013, la elección del fanático pastor Marco Feliciano[xi] como Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, al ceder al Partido Social Cristiano cuatro asientos en dicha Comisión. Además Cunha enfrenta varias acusaciones ante el Supremo Tribunal Federal por falsificación de documentos y evasión de impuestos. Es autor de un proyecto de ley que establece penas para quienes practiquen la “discriminación contra los heterosexuales” (propone hasta tres años de cárcel para los responsables de establecimientos que prohiban la entrada de parejas heterosexuales o que les impidan sus expresiones de afecto) como forma de contraponerlo a otro proyecto que criminaliza la homofobia. Como si fuera poco apareció en los Papeles de Panamá como tenedor de varias sociedades offshore empleadas para lavar los dineros malhabidos.
Joao Campos (Partido de la Social Democracia Brasileña-Goiás) un cincuentón, que desde hace diez años es pastor de la iglesia Asamblea de Dios, es presidente de la BEB y vice presidente de la del Partido de la Social Democracia Brasileña en la Cámara de Diputados. Desde antes de ser pastor, Campos fue delegado de la Policia de Goiás. Promovió una iniciativa para modificar la Constitución del país para que las iglesias puedan objetar la constitucionalidad de las leyes ante el Supremo Tribunal Federal. También ha propuesto la llamada “cura gay” para que los psicólogos traten a la homosexualidad como una enfermedad.
Anthony Garotinho (Partido de la República – Río de Janeiro) Ex intendente municipal, ex gobernador de Río de Janeiro y vice presidente de la BEB. Es otro cincuentón, hombre de radio desde su juventud, pertenece a la Iglesia Presbiteriana desde 1994 cuando según él cambió el marxismo por los evangelios. Está encartado en cuatro expedientes que cursan en el Supremo Tribunal Federal: se le investiga por actos de corrupción en la cúpula policial de Río de Janeiro y llegó a ser condenado a dos años y medio de prisión por asociación para delinquir pero la pena fue conmutada por la prestación de servicios a la comunidad y la suspensión temporal de derechos políticos.
Lincoln Portela – Es diputado (Partido de la República – Mato Grosso), pastor y presidente de la Iglesia Bautista Solidaria. Es activo en radio y televisión. Tiene formación en teología y organiza mesas redondas y dirige programas sobre familia. Es promotor de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas bajo el disfraz de “estudios de la paz”. La idea proviene del Estatuto de la Paz una iniciativa suya que incluye materias como valores, actitudes, comportamiento, estilos de vida y desde luego “el diseño inteligente” en los programas de primaria y secundaria. Portela es investigado por fraude en una licitación pública por el Supremo Tribunal Federal.
Magno Malta  – Es senador (Partido de la República – ES), músico y pastor de la Iglesia Bautista y es conocido por usar una Biblia en sus intervenciones en el Senado. Es el director del conjunto musical Tempero do Mundo  y ha reaccionado con gran agresividad cuando un ministro dijo que los evangélicos conservadores tenían una visión del mundo controlada por los pastores televisivos. Malta presentó un proyecto de ley para permitir la elección de parlamentarios analfabetos. Reclamó penas de prisión perpetua para los crímenes contra niños y adolescentes. También promueve la realización de plebiscitos sobre temas como el aborto, el servicio militar obligatorio y los matrimonios homosexuales. El Supremo Tribunal Federal lo investiga por crímenes electorales y también ha sido acusado de vínculos mafiosos y coimas por un millón de reales por la presentación de enmiendas para favorecer a una empresa.
Millonarios de la credulidad – Estos son los principales manipuladores evangélicos, los cinco grandes millonarios de “la industria de la fé” (las cifras datan de enero del 2013 y fueron publicadas por la revista Forbes Brasil):
Edir Macedo – (actualmente 71 años) Fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (1977), controla al cadena Record (la segunda red emisora más grande del Brasil); sus activos no solamente comprenden la TV sino que posee un diario que circula dos millones y medio de ejemplares, editoras musicales y otras empresas, además de un avión Bombardier Global Express avaluado en 45 millones de dólares. En la década de los 90 estuvo preso por fraude y charlatanería. También fundó su Partido Brasileiro (2002) para distanciarse del Partido Liberal que apoyaba al gobierno de Lula. La revista consideraba que hace tres años la fortuna del televangelista era de 950 millones de dólares.
Valdemiro Santiago de Oliveira – (actualmente 53 años) Ex compinche de Macedo, abandonó expulsado la Iglesia Universal del Reino de Dios (en 1998) para fundar la Iglesia Mundial del Poder de Dios. Ahora tiene un imperio con más de 900.000 seguidores en 5.000 templos (todos cubículos pequeños, garajes, modestos estacionamientos). La revista estimaba que ya había amasado una fortuna de 220 millones de dólares.
Silas Malafaia – El íncubo de Bolsonaro, es dirigente de la rama brasileña de las Asambleas de Dios (la mayor iglesia pentecostal del país). Se dice que mantiene más de 400.000 seguidores en Twitter. Había lanzado una campaña llamada “El Club del Millón de Almas” para recaudar 500 millones de dólares con el objeto de montar una red global de TV para trasmitir en 137 países. Como ya se dijo su patrimonio se estimaba en 150 millones de dólares.
Romildo Ribeiro Soares – (actualmente 69 años) Otro ex compinche de Macedo que se abrió para fundar la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios. Misionero R.R. Soares mantiene gran exposición en la TV brasileña y es el tele-evangelista más difundido en Uruguay. Sigue empresarialmente relacionado con  el gran pope Macedo y disputa cabeza a cabeza el primer lugar en cantidad de horas de actuación en televisión abierta con Valdemiro. Dice tener 900 templos en Brasil. Con los años ha aprendido a hablar español para sus sanatas televisivas, superando el portuñol. Su fortuna se estimaba en 125 millones de dólares.
Estevam Hernandes Filho y Sonia Haddad (a) “Bispa Sonia” – (él 62 años, ella 57) La pareja fundó la Iglesia del Renacer de Cristo, supervisan más de mil iglesias en Brasil y en el extranjero, especialmente en la Florida, EEUU. Tuvieron exposición periodística cuando fueron capturados por el FBI en el aeropuerto de Miami, en el 2007, acusados de transportar 56.000 dólares no declarados. En Brasil también estuvieron implicados en acusaciones de lavado de dinero, falsificación ideológica y otros delitos. Fueron absueltos en el 2012 en virtud de tecnicismos leguleyos. El futbolista Kaká, abandonó la iglesia a la que había donado más de un millón de dólares, acusando a la pareja de malversación del dinero. Estevam era un experto en marketing que trabajaba para grandes corporaciones multinacionales hasta que, a fines de la década de los 80, se dedicó a una empresa propia: la iglesia neopentecostal. En San Pablo erigió la antena de TV más grande de América Latina. Sônia Haddad Morais Hernandes es empresaria, escritora, presentadora de TV (la cara bonita de su imperio mediático, la Red Gospel).El patrimonio del “Apóstol” Hernandes y la “Obispa” Sonia se estimaba en 65 millones de dólares.
Teología de la prosperidad: religión y política –    La versión brasileña de la revista estadounidense afirmaba que mientras el catolicismo pierde fieles en el país, el número de evangélicos aumenta (a principios del siglo XXI eran un 15% de la población y ahora se estima que son más del 22%, cerca de 42 millones de personas). También señalan que para el 2030 los brasileños que se declaren católicos serán menos de la mitad.
Una de las explicaciones que da Forbes para el crecimiento del protestantismo es que, mientras el catolicismo promueve una mirada conservadora de felicidad diferida (una vida en el paraíso después de la muerte) en lugar del disfrute de las riquezas terrenales, los evangélicos y muy especialmente los neopentecostales proclaman que ser próspero es una “victoria divina”. Por eso no es de extrañar que las sectas e iglesias que promueven la “teología de la prosperidad” sean las que presentan un crecimiento explosivo.
Las políticas de los gobiernos liderados por el PT, no solamente sacaron a decenas de millones de brasileños de la pobreza sino que permitieron que la clase media elevara sus expectativas. Se sabe que la enorme mayoría de quienes se definen como evangélicos pertenecen precisamente a las capas medias y es a ellos a quienes dirigen su prédica los pastores y los manipuladores políticos de la derecha ofreciéndoles, por un lado, una forma de sentirse a gusto con su prosperidad actual y una forma de eximirse de cualquier culpa para disfrutar de su nuevo estatus. Es por eso que la exhortación al disfrute es uno de los mensajes más reiterados en todas las “comunicaciones bobas” como Whatsapp a las que la izquierda no prestó la debida atención. Por otro lado bajo los cánticos alegres o agresivos de las sectas se esgrime el temor a la crisis y a la inseguridad. La satanización de la pobreza hace que los temores se transforman en odio.
Los pastores tienen un gran poder, no solamente económico sino político, mediante su capacidad de comunicación y movilización. Les presentan a sus fieles una forma perversa de “participación” mediante una intervención política lumpenizada. Manifestar en las calles con la “gente linda”, las rubias de ojos azules, los blanquitos conchetos, con globitos y coloridos carteles que llaman al golpe de Estado y la intervención militar, como un seguro contra el derrumbe al tiempo que derraman el odio y la discriminación contra los más débiles, los más vulnerables.
Políticamente los manipuladores neopentecostales le ofrecen a esas clases medias la seguridad de que no volverán atrás, de que no volverán a caer en la pobreza, de que serán “socios eternos de la fortuna”, de la gran burguesía neoliberal y de la prosperidad que es un don divino que imparten los pastores que se erigen como ejemplos de ese éxito mediante su ostentoso poder y sus fortunas malhabidas . Esos son los mantras de la “teología de la prosperidad” y una explicación de la ferocidad, la intolerancia y el veneno que siembran estos profetas con sus llamados a la guerra santa.
Sin embargo hay una reflexión de Marx en su introducción a la “Crítica de la filosofía del derecho de Hegel” (1843), frecuentemente reducida a su último párrafo, que vale la pena recordar en cuanto a la religión como obra intencionada de las personas. Marx la ubica al decir: “La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.” 
Marx considera que la religión, ese “reflejo sagrado del valle de lágrimas” (valle al cual está temporalmente confinada la consciencia del hombre), aleja a los pueblos de sí mismos, los enajena, disipando así su potencial revolucionario. Por su parte, la crítica a los aspectos enajenantes de la religión llama la atención de las personas sobre la ignominia en la que se encuentran esclavizadas y sin utopías. La crítica a la religión sólo puede ser filosófica e histórica para establecer la “verdad del acá” luego de desenmascarar la farsa del “allá”, que impone la promesa de un paraíso después de la muerte.
Los neopentecostales, los promotores de la llamada “teología de la prosperidad” y otras sectas católicas fundamentalistas, como el Opus Dei, desarrollan una modalidad de enajenación que hace énfasis en una “verdad del acá” basada en un ocultamiento de la explotación sin recurrir a la promesa del más allá. El éxito económico, el disfrute de los bienes terrenales es una “victoria divina” porque Dios así lo quiere. Es el goce y el disfrute inmediato, sin culpa, es “el paraíso en la tierra” del consumismo.
De este modo, más o menos envuelta en cierta espiritualidad, la explotación de los seres reales se produce a entera satisfacción de las clases dominantes. Las variantes neopentecostales y fundamentalistas de la religión ayudan a ese proceso negando en cierta forma la existencia del hombre de carne y hueso al sustituirlo por un “ser exitoso” y cierran de esta forma la lógica justificativa de la explotación que no puede existir sin el cuerpo de la víctima.
La tarea de la historia, por lo tanto, – dice Marx – es establecer la verdad del acá, después que haya sido disipada la verdad del allá. Ante todo, el deber de la filosofía, que está al servicio de la historia, es el de desenmascarar la aniquilación de la persona humana en su aspecto profano, luego de haber sido desenmascarada la forma sagrada de la negación de la persona humana. La crítica del cielo se cambia así en la crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho, la crítica de la teología en la crítica de la política”.
El modelo neopentecostal y el fundamentalista operan con una doble finalidad: control social, necesario para imponer libremente la explotación de los pueblos y la legitimación del derecho a la explotación de esos pueblos por parte de las clases dominantes. Desenmascarar la explotación de los hombres en el mundo real es, al mismo tiempo, desenmascarar la negación de dicha explotación.
El modelo Brasil, aquí y ahora – En nuestro país alguna gente tiende a adoptar – por pensar con sus deseos, por falta de genuino interés o por lo que sea – la idea que todos las personas con convicciones religiosas están envueltas en la teología de la prosperidad, o que todos los votantes de Bolsonaro están inficionados por las campañas de odio o desean efectivamente volver atrás en sus vidas y en los destinos de su nación. Esto no es asi de la misma manera que no todos los evangélicos y menos aún todos los brasileños creyentes, protestantes, católicos o umbandistas, pertenecen a una grey indiferenciada, indiferente y fanatizada por los medios de comunicación.
También es un error creer que la pertenencia o identificación con una colectividad tan victimizada y excluida como la LGTB, asegura la simpatía de todos sus integrantes con causas y objetivos progresistas o que les hacen inmunes a las campañas de odio, al patriarcalismo y la misoginia. En algunos de esos programas televisivos llamados “talk shows” y en manifestaciones puntuales a través de redes sociales se ha podido ver como algunos miembros de dicha colectividad se erigen en furibundos oponentes de la ley de salud sexual y reproductiva y por ende de la despenalización del aborto.
El método analógico es tan frágil como peligroso. Comparar a Bolsonaro con Hitler – más allá de sus excrementicias similitudes – es un error porque ignora en forma simple y reduccionista las complejidades de los procesos políticos, la historia de las sociedades y las culturas, las especificidades y la dialéctica a las que Marx aludió reveladoramente en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” (Cfr. Nota 4). Las pontificaciones acerca de “la ola derechista”, la prédica retrógrada que recorre América y el mundo no puede ser trivializada pero tampoco tomarse como un destino fatal e inexorable contra el que nada puede hacerse.
Obviamente Uruguay no es Brasil pero la metodología de allá tiene acá sus cultores, sus admiradores arrobados y eventualmente los recipientes de sus “enseñanzas”, de su financiación y de su asesoramiento y si no vean como ya en flamantes cuatro por cuatro, aquí en el Uruguay, han empezado a aparecer pegotines de “Bolsonaro Presidente – 17”. Tienen matrícula uruguaya pero mente y bolsillo imperial.
Los enemigos de la democracia ya empezaron su campaña mirando al norte. Pueden y deben ser denunciados en sus verdaderas intenciones, su prédica de odio, discriminación y aplastamiento de las víctimas, apología del delito y la dictadura, vandalización de monumentos, negación de los crímenes, erección de “coaliciones para volver al pasado” personificadas por cadáveres de la política uruguaya y su carencia de propuestas distintas que volver a gobernar a cualquier costo. No podrán trasladar la “Cisplatina mental” de las noticias falsas como si tal cosa a la política de nuestro país. De la acción de los ciudadanos de todos los partidos, de todas las religiones y de todas las concepciones del mundo depende el impedirlo.






 [i]Además de su homenaje al reconocido torturador fallecido el año pasado (que dicho sea de paso fue agregado militar de la Embajada del Brasil en Montevideo, en 1986), Bolsonaro ha dicho que fue un error de la dictadura brasileña haber torturado dado que lo que debería haber hecho es haber matado a todos los presos políticos.
[ii]Partido Social Cristiano (2016) Partido Progresista (2005-2016) Partido da Frente Liberal (2005) Partido Trabalhista Brasileiro (2003-2005) Partido Progresista Brasileiro (1995-2003) Partido Progressista Renovador (1993-1995) PP (1993) Partido Demócrata Cristiano (1989-1993).
[iii]La Fuerza Expedicionaria Brasileña, con 23.500 efectivos, se empeñó en la Campaña de Italia (1943 – 1945) y entre sus veteranos, llamados “os pracinhas” revistaron varios capitostes de la dictadura militar (a partir de 1964) que Bolsonaro considera la época más gloriosa de su país. Entre otros: Afonso Augusto de Albuquerque Lima – Ministro del Interior (1967 – 1969). Golbery do Couto e Silva – Ministro de la Casa Civil (1974 – 1981). Hugo de Abreu – Ministro de la Casa Militar (1974 – 1978). Octavio Costa – publicista del régimen en la época de Garrastazú Médici y nada menos que Humberto de Alencar Castello Branco – el  primer gorila encaramado en la presidencia del Brasil entre 1964 y 1967.
[iv]Marx, K. (1852) El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte (Cap.1) “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”.
[v]La palabra tegua, es un colombianismo, que se remonta a tiempos precolombinos, y se aplica a la persona que ejerce la medicina o la odontología sin título universitario porque ha adquirido empíricamente su saber. Los Teguas, eran unos aborígenes colombianos que se extinguieron en el siglo XIX.
[vi] Carlos Lamarca (1937 – 1971) fue un dirigente de la oposición a la dictadura militar brasileña que se instaló en 1964. Lamarca era capitán del Ejército y desertó en 1969 para encabezar la llamada Vanguardia Popular Revolucionaria, una organización de extrema izquierda que efectuó asaltos a bancos, secuestró al embajador de Suiza, en 1970, y desarrolló un foco guerrillero en Vale do Ribeira. En esa región se encontraba el pueblo donde vivían los Bolsonaro, Eldorado Paulista. Declarado traidor, desertor y enemigo público, Lamarca fue perseguido por los servicios de seguridad y el Ejército durante dos años hasta que lo ubicaron y mataron en tierras nordestinas. Treinta y seis años después de su muerte, la Comisión de Amnistía del Ministerio de Justicia, encabezada por Tarso Genro, lo promovió en su sesión inaugural a coronel del Ejército y le reconoció a su viuda y sus hijos la condición de perseguidos políticos.
[vii] Silas Malafaia Lima (57 años) es el pastor de la iglesia pentecostal “Victoria en Cristo“. Malafaia también es tele-evangelista, licenciado en psicología, presidente de la editorial Central Gospel, vicepresidente del Consejo Interdenominacional de Ministros Evangélicos de Brasil (CIMEB), entidad que congrega cerca de ocho mil pastores de casi todas las denominaciones. En enero de 2013, un informe de la revista estadounidense Forbes Brasil estimó su patrimonio en 150 millones de dólares.
[viii]Tiene razón Dilma Rousseff cuando afirma que el “impeachment” no habría sido empleado contra un Presidente varón. El patriarcalismo siempre favorece el ataque a una mujer sin perjuicio de que es el caldo de cultivo de la violencia de género.
[ix]  El Dr. Paul Joseph Goebbels (1897-1945) fue un político alemán, Ministro de Ilustración Pública y Propaganda de los nazis que adaptó técnicas novedosas de publicidad comercial a la esfera política, incluyendo el uso de lemas atrayentes y mensajes subliminales. Desarrolló el diseño de cartelería y gráficas y el uso intensivo de todos los medios de comunicación más modernos de la época (radio y cine entonces, como ahora la TV e Internet). Al igual que Hitler, practicaba su oratoria delante de un espejo. Las grandes reuniones eran precedidas por marchas ceremoniales y cantos, y los lugares se decoraban con banderas: se trataba de un espectáculo. Su entrada (casi siempre tarde) estaba programada para lograr el mayor impacto emocional. Por lo general, planeaba meticulosamente sus discursos con antelación, el uso de gestos e inflexión coreografiada y previamente planificada, pero también era capaz de improvisar y adaptar su presentación para obtener un acercamiento con su público. En sus escritos exigía a sus seguidores un cambio profundo y una disposición al sacrificio.
[x]En el fragmentado panorama de las iglesias evangélicas, los neopentecostales son criticados debido a sus nuevas doctrinas no amparadas en la Biblia, como lo es la búsqueda del dinero y éxito en los negocios, a través de la denominada teología de la prosperidad. También han sido criticadas sus liturgias, masivas, superficiales y planteadas como un espectáculo, un show mediático.
[xi] Marco Antônio Feliciano (nacido en 1972) es diputado federal electo por el Partido Social Cristiano, pastor de la Catedral do Avivamento, una iglesia neopentecostal relacionada con la Asamblea de Dios y  también es empresario prolífico en la producción de materiales de autoayuda. Feliciano es uno de los más fanáticos fundamentalistas y sus demenciales declaraciones lo han enfrentado incluso con colegas evangélicos. Se estima que su fortuna personal es casi tan grande como la de Isaias Malafaia con quien mantiene diferencias doctrinales aunque coinciden en su fanatismo retrógrado.