jueves, 28 de julio de 2011

Miénteme

Investido con los ropajes de la ciencia aparece un curro tan redituable como engañoso.
BRUJOS, MAGOS Y EXPERTOS CHARLATANES
por el Lic. Fernando Britos V.
La pseudociencia es muchas veces un inofensivo entretenimiento de salón o un pasatiempo como las palabras cruzadas. La astrología, la quiromancia, la grafología y otros, constituyen un cuerpo de supuestos conocimientos que parodian el lenguaje de la ciencia para vender certezas pero eluden sistemáticamente los mecanismos de verificación que los científicos siempre emplean en la interminable búsqueda del verdadero conocimiento.
Sin embargo, la pseudociencia no es inocua. Por un lado hay brujos y charlatanes que pretenden pasar por científicos y se ponen la túnica blanca o el vestido bien escotado para curar, predecir, aconsejar y resolver los problemas de la gente.  Por otro, están los científicos que, a sabiendas o no, pierden el rumbo, abandonan el campo riguroso de la ética científica y empiezan a inventar resultados de presuntas investigaciones, ocultando sus procedimientos y deslumbrando incautos con promesas y hallazgos grandiosos.
Ambos géneros de charlatanes abusan de la credulidad pública para obtener fama, respeto, reconocimiento y jugosas ganancias. Todos terminan como codiciosos estafadores que buscan poder y dinero. Algunos quedan en evidencia en poco tiempo, otros no son descubiertos sino después de su muerte y muchos siguen sirviendo de ejemplo a discípulos embaucadores. Muchos menos terminan teniendo que rendir cuentas ante la justicia. Entre las actividades moralmente objetables e incluso delictivas, la charlatanería mantiene un índice muy elevado de impunidad.
En los últimos días una universidad privada que se especializa en temas empresariales anuncia un “seminario para descubrir la mentira a través de los gestos” y apela para reclutar incautos a la publicidad gratuita que le otorga la serie televisiva Lie to Me - traducible por Miénteme - donde el actor Tim Roth personifica al dueño de una empresa consultora de “interpretación gestual”, un experto en descubrir la verdad y la mentira que resuelve los casos más difíciles mediante la observación del lenguaje corporal, especialmente la “microgestualidad”. Este genio pseudocientífico emplea, abundantemente, los paradigmas simbólicos del quehacer científico. Lie to Me está inspirada en un personaje real y en algunos de sus trabajos, el psicólogo estadounidense Paul Ekman.
Ekman es un psicólogo clínico, nacido en Washington D.C. en 1934 quien, desde 1971 viene siendo financiado como investigador por el Instituto Nacional de Salud Mental de su país. Es un científico especialmente mimado por los medios de comunicación. Ha sido portada de la revista Time y ha recibido numerosos premios. Naturalmente, Ekman se ha preocupado por vincular sus actividades científicas con asuntos de relumbrón y escándalos nacionales (es muy conocida su declaración que cuando vio al Presidente Clinton por televisión refiriéndose a Mónica Lewinsky, se dio cuenta de que estaba mintiendo porque empleaba “lenguaje distanciador”).
Como buena parte de los psicólogos estadounidenses, nuestro profesor está inmerso en una corriente denominada conductismo que podríamos definir mediante su afirmación de que todo lo que sucede en la psiquis se manifiesta y todo lo que se manifiesta se puede medir. Esta corriente de pensamiento tiene como figura cumbre a Burrhus Frederic Skinner (1904-1990), quien también fue adalid de la sociobiología, es decir de la tesis de que los valores y la conducta de las personas está arraigada en la biología y no en el contexto social y cultural.
Estas tesis, a cuya comprobación experimental se han dedicado generaciones de psicólogos conductistas,  son muy reaccionarias, en tanto asocian las diferencias entre las personas con factores biológicos, hereditarios y no con las condiciones sociales e históricas concretas. De este modo, las desigualdades se explican por factores constitucionales, las enfermedades responden a predisposiciones genéticas inevitables, etc. Los conductistas y B.F. Skinner en particular, han hecho uso y abuso de la idea de que las personas son máquinas biológicas que responden  a diversos condicionamientos. Las teorías conductistas están emparentadas con la eugenesia originada en Gran Bretaña y en los Estados Unidos, una filosofía que propende a la mejora de los rasgos hereditarios de los humanos mediante distintas intervenciones, lo cual, con pequeñas variantes, ha terminado en las políticas raciales del nazismo y otras formas de genocidio.
El conductismo también opera como respaldo teórico de técnicas de nefasta aplicación en el tratamiento de las enfermedades mentales (psicocirugía y otras), en el control de la conducta, en la educación y, en sus facetas más oscuras, es el inspirador de las técnicas de interrogatorio, de tortura y de destrucción de las personas mediante intervenciones psicológicas que se aplicaron y se siguen aplicando en distintos países. Por ejemplo, el “condicionamiento aversivo” (que utiliza sistemáticamente el castigo para corregir una respuesta no adecuada) y la “indefensión adquirida” (condición psicológica en la cual un individuo es llevado a pensar que su situación no tiene remedio y que debe dejar de luchar u oponerse a sus captores).
Ekman es, como dijimos, un psicólogo mediático, simpático y afable que, hasta donde sabemos no se ha internado en las catacumbas más degradantes que han recorrido muchos de sus colegas. Tomó como punto de partida a psicólogos que postulaban que las expresiones faciales de las emociones no respondían a condiciones culturales (como lo habían postulado los antropólogos) sino que eran de origen biológico e idénticas en todo el mundo. Para corroborar sus tesis se dedicó a efectuar una minuciosa clasificación de las emociones (al principio definió seis: ira, disgusto, temor, alegría, tristeza y sorpresa y después agregó más). También produjo el Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS, su sigla en inglés) y estudió la conducta no verbal y el llamado lenguaje corporal.
En los últimos años, Ekman y una colega se lanzaron por un rumbo más proceloso: el Proyecto Wizards (una palabra que significa “brujo”, “mago” o “experto”, en ese orden). Alegaban que habían estudiado la capacidad de unas 20.000 personas para detectar a través de las “microexpresiones” (fugaces parpadeos, tics y otros gestos menores) si sus interlocutores estaban mintiendo o diciendo la verdad. La conclusión era que habían encontrado unas 50 personas (0,25%) que tenían una habilidad especial para detectar las mentiras sin haber recibido entrenamiento previo. A estas las llamaron “Truth Wizards” (algo así como “Magos de la Verdad”).
Naturalmente que Ekman se cubrió de fama e hizo plata a paladas con estas afirmaciones porque desarrolló el SPOT (en español, Técnicas de Observación para Examinar Pasajeros) y se la vendió a la TSA (Administración de Seguridad en el Transporte) de los Estados Unidos. Ekman y sus colaboradores se dedicaron a entrenar a miles de funcionarios aeroportuarios, policías y empleados de empresas de seguridad y agentes antiterroristas que poblaron los aeropuertos de todo el mundo y especialmente de los Estados Unidos a partir del rigor controlador que se implantó desde el atentado contra las Torres Gemelas (el 11/9/2001).
Este sistema y los promocionados descubrimientos de Ekman en el terreno de la detección de la mentira nunca fueron sometidos a pruebas científicas de validez y confiabilidad. Varios autores han señalado que el SPOT ha probado ser ineficaz y que sus Magos de la Verdad naturales no resisten la confrontación con métodos estadísticos de verificación de resultados, mientras que los Magos entrenados no son capaces de superar a quien hace la determinación al azar (arrojando una moneda a cara o cruz).
Ekman - que tiene un rostro a prueba de balas (si no de mentiras) - sostiene que no publica sus investigaciones a propósito, para no poner sobre aviso a los científicos de otros países que el suyo considera enemigos (Irán, Afganistán, Cuba, Etc.). Esta mentirijilla le ha permitido al profesor conservar, hasta cierto punto, la exclusividad para poder seguir haciendo dinero con su presunto descubrimiento aunque no evita que aparezcan aprovechados (pagándole franquicia o no).
En el campo de la pseudociencia hay gente muy rápida así que, basados en las “microexpresiones” y en los medios electrónicos contemporáneos ya se lanzó un programa informático que analiza los gestos de las personas - por ejemplo en un aeropuerto, en un interrogatorio, en la sala de espera de una comisaría, en un juzgado - para descubrir mentirosos, una especie de “pasillo electrónico” para examinar los gestos de las personas (como si se tratase de un scanner para valijas) y detectar a los posibles terroristas, traficantes u otros sospechosos.
Este directo beneficiario del clima de terror generado por el estado policiaco establecido por Bush y mantenido hasta ahora, tiene dentro de su misma corriente de pensamiento émulos capaces de producir un número indeterminado de violaciones al derecho a la intimidad y al respeto de la persona humana como lo hacen los infames “tests de integridad o de honestidad” que se aplican en algunas empresas.
Por último y para descubrir una verdad hay que decir que, en nuestro país como en cualquier lugar del mundo, un “seminario para descubrir la mentira a través de los gestos” es, indiscutiblemente una técnica psicológica que debe ser manejada (y naturalmente enseñada en cualquier caso) por psicólogos como lo establece la ley. Los técnicos en administración o en comunicación social o cualquier disciplina parecida no tienen competencia legal para hacerlo y mucho menos bajo el patrocinio de una universidad que, al hacerlo, está contrayendo responsabilidad en la violación de la ley que rige el ejercicio profesional de los psicólogos.

viernes, 15 de julio de 2011

Recordando a Stephen Jay Gould

           
            Stephen Jay Gould es un autor conmovedor, en el más cabal sentido de la palabra. Muchos recordamos con emoción el primer trabajo que leimos con su apasionante capacidad para echar luz sobre complejos temas de la biología, de la evolución, del origen de la vida en la tierra. Su rigor filosófico de vívida dialéctica, su amenidad cálida de buen amigo, su crítica humorística y siempre precisa. Ha sido, seguramente uno de los grandes divulgadores  de temas científicos.

Murió a los sesenta años de edad, en mayo de 2002,. Pocos sabíamos que luchó durante veinte años contra un cáncer implacable y que venció porque en esos años publicó las obras que le consagraron. No se si este texto habrá sido traducido al español antes. Yo lo conocí hace tiempo revisando su copiosa bibliografía. Creo que es un magnífico legado sumamente útil para enfrentar los momentos críticos de la vida y no solamente las enfermedades ominosas que nos acechan. Creo que es una lección de vida plena, es el secreto de Gould que como todos los grandes sabios lo ha brindado para que lo usemos para restañar nuestras propias heridas pero sobre todo para ayudar a nuestros amigos y familiares que sufren, para alentar a nuestros compañeros atribulados. Es la magia del conocimiento que nos brinda este luchador materialista chapado a la antigua; como dice el Dr. Dunn, son "las armas de la razón y de la esperanza".

Cordialmente,



                                                                Lic. Fernando Britos V.
                                                                       


Prefacio por Steve Dunn - Stephen Jay Gould fue un influyente biólogo evolucionista que enseñó en la Universidad de Harvard. Fue el autor de por lo menos diez populares libros sobre la evolución y la ciencia, incluyendo entre otros : La sonrisa del flamenco; La desmesura del hombre; Maravillosa vida y Casa llena (casi todos traducidos al español).

En lo que a mi concierne, La mediana no es el mensaje, de Gould, es lo más sabio y lo más humano que se haya escrito sobre cáncer y estadística. Es el antídoto, tanto para quienes dicen “las estadísticas no importan” como para quienes tienen el desafortunado hábito de pronunciar sentencias de muerte a pacientes que enfrentan un pronóstico difícil. Cualquiera que investigue la literatura médica se enfrentará con las estadísticas sobre su enfermedad. Quienquiera que lea este texto tendrá las armas de la razón y de la esperanza.




LA MEDIANA NO ES EL MENSAJE
Por Stephen Jay Gould

            Mi vida se ha entrecruzado recientemente, en la forma más personal, con dos de los famosos dichos de Mark Twain. Uno de ellos lo diferiré para el final de este ensayo. El otro (a veces atribuido a Disraeli), identifica tres tipos de mendacidad, cada uno peor que el anterior: mentiras, malditas mentiras y estadísticas.

            Consideren el ejemplo corriente de estirar la verdad con números; un caso completamente relevante para mi relato. La estadística reconoce diferentes medidas de un “promedio” o tendencia central. La media es nuestro concepto habitual de un promedio de conjunto: sume los ítems y divídalos entre el número de participantes (100 caramelos reunidos por cinco niños el pasado Halloween arrojarán 20 para cada uno en un mundo equitativo). La mediana, una medida de tendencia central diferente, es el punto del medio camino. Si yo pongo en fila cinco niños según su altura, el chiquilín de la mediana es más bajo que dos de ellos y más alto que los otros dos (que podrían tener problemas para obtener la porción media de caramelos). Un político en el poder podría decir con orgullo: “el ingreso medio de nuestros ciudadanos es de $ 15.000 por año”. El líder de la oposición podría replicar: “pero la mitad de nuestros ciudadanos obtienen menos de $ 10.000 por año”. Ambos tienen razón  pero ninguno de ellos cita la estadística con impasible objetividad. El primero invoca una media, el segundo una mediana. (Las medias son más elevadas que las medianas en tales casos porque un millonario puede contrabalancear a cientos de personas pobres al establecerse dicha media mientras que solamente puede compensar a un solo mendigo al calcular una mediana).

            El asunto más importante que crea la común desconfianza o desprecio por la estadística es más problemático. Mucha gente efectúa una desafortunada e inválida separación entre el corazón y la mente o entre los sentimientos y el intelecto. En algunas tradiciones contemporáneas, ambientadas por actitudes estereotípicamente centradas en el sur de California, los sentimientos son exaltados como más “reales” y como el único fundamento apropiado para la acción - 'si se siente bien, hágalo' - mientras que el intelecto recibe escasa consideración como un colgado elitismo pasado de moda. La estadística, en esta absurda dicotomía, a menudo se convierte en el símbolo del enemigo. Como escribió Hillaire Belloc : “las estadísticas son el triunfo del método cuantitativo y el método cuantitativo es la victoria de la esterilidad y la muerte”.

            Este es un relato personal de estadísticas, adecuadamente interpretadas, como profundamente educativas y dispensadoras de vida. Le declara la guerra santa a la degradación del intelecto al contarles una pequeña historia acerca de la utilidad del seco conocimiento académico sobre de la ciencia. El corazón y la mente son puntos focales de un cuerpo, una personalidad.

            En julio de 1982, me enteré que estaba sufriendo de mesotelioma abdominal, un cáncer raro y serio usualmente asociado con la exposición al asbesto. Cuando reviví después de la cirugía, le hice mi primera pregunta a mi doctora y quimioterapeuta: ¿Cuál es la mejor literatura técnica sobre el mesotelioma?”Ella me contestó, con un toque de diplomacia (el único apartamiento de la franqueza directa que había hecho alguna vez), que la literatura médica no contenía nada cuya lectura realmente valiese la pena.

            Desde luego, tratar de mantener a un intelectual alejado de los trabajos escritos es como recomendarle castidad al Homo sapiens, el más sexuado de todos los primates. Tan pronto como pude caminar me fui volando a la biblioteca médica de Harvard y marqué mesotelioma en el programa de búsqueda bibliográfica de la computadora. Una hora después, rodeado por las últimas publicaciones sobre mesotelioma abdominal, me di cuenta, tragando saliva, porqué mi doctora me había brindado un consejo tan humano. La literatura médica no podría haber sido tan brutalmente clara: el mesotelioma es incurable, con una mediana de supervivencia ubicada solamente a ocho meses después de ser descubierto. Estuve allí sentado y petrificado durante quince minutos, después sonreí y me dije a mi mismo: así que es por esto que no me dieron nada para leer. Entonces mi mente empezó a trabajar nuevamente, gracias virtud.

            Si es que un pequeño aprendizaje (un conocimiento escaso) puede llegar a ser algo peligroso, yo encontré un ejemplo clásico. La actitud importa, claramente, en la lucha contra el cáncer. No sabemos por qué (desde mi perspectiva materialista, al viejo, estilo, yo sospecho que los estados mentales se retroalimentan al sistema inmunológico) pero si se equiparan personas con el mismo cáncer en cuanto a edad, clase, salud, situación socioeconómica, en general quienes tienen actitudes positivas, con una fuerte voluntad y propósito para vivir, con el compromiso para luchar, con una respuesta activa para ayudar a su propio tratamiento y no una mera aceptación pasiva de cualquier cosa que le digan los médicos, tienden a vivir más. Unos pocos meses después, le pregunté al Dr. Peter Medawar, mi gurú científico personal y Premio Nobel en inmunología, cual sería la mejor receta para triunfar sobre el cáncer. “Una personalidad sanguínea” me contestó. Afortunadamente (desde que uno no puede reconstruirse a si mismo en plazos breves y para un propósito definido) yo soy, si algo fuera, ecuánime y confiado, justamente de esta manera.

            He aquí el dilema para los doctores humanistas: desde que la actitud importa tan críticamente, ¿debería advertirse acerca de tan sombrías conclusiones, especialmente cuando pocas personas tienen una comprensión suficiente de las estadísticas para evaluar lo que realmente significan sus afirmaciones?. A partir de años de experiencia con la evolución en pequeña escala de los moluscos terrestres de las Bahamas mediante tratamiento cuantitativo, he desarrollado este conocimiento técnico y estoy convencido de que jugó un papel muy importante en la salvación de mi vida. El conocimiento es poder, según el proverbio de Bacon.

            El problema puede ser establecido resumidamente así: ¿qué significa “una mediana de mortalidad (o de supervivencia) de ocho meses” en nuestro lenguaje cotidiano?. Sospecho que la mayoría de las personas sin entrenamiento en estadística leerán esa afirmación como “probablemente estaré muerto en ocho meses”; precisamente la conclusión que debe ser evitada porque no es así y porque la actitud importa tanto.

            Yo no estaba, desde luego, regocijándome pero tampoco leí esta afirmación en la forma corriente. Mi entrenamiento técnico conllevaba una perspectiva diferente acerca de “ocho meses de mortalidad (supervivencia) mediana”. El punto es sutil pero profundo porque entraña el característico modo de pensar en mi propio campo de la biología evolutiva y la historia natural.

            Nosotros todavía arrastramos el bagaje histórico de una herencia platónica que busca esencias nítidas y límites definidos. (Por eso esperamos encontrar un “comienzo de la vida”  o “definición de muerte” exentos de ambigüedades, aunque la naturaleza llega a nosotros a menudo como un continuo irreductible). Esta herencia platónica, con su énfasis en las distinciones claras y las entidades separadas e inmutables, nos conduce a ver incorrectamente a las medidas estadísticas de tendencia central, de hecho opuesta a la interpretación apropiada en nuestro mundo actual de variación, sombras y continuos. En suma, vemos las medias y las medianas como las duras “realidades” y la variación que permite su cálculo como un conjunto de transitorias e imperfectas medidas de esta esencia escondida. Si la mediana es la realidad y la variación en torno a la mediana solamente un recurso para calcularla, el "probablemente estaré muerto en ocho meses” puede pasar como una interpretación razonable.

            Pero los biólogos evolutivos saben que la variación en si misma es la única esencia irreductible de la naturaleza. La variación es la dura realidad, no un conjunto de medidas imperfectas de la tendencia central. Medias y medianas son las abstracciones. Por lo tanto, yo miré en forma completamente diferente las estadísticas sobre mesotelioma, y no solamente porque soy un optimista que tiende a ver la rosquilla en lugar de su hueco sino, primariamente, porque yo se que la variación en si misma es la realidad. Yo debía ubicarme a mi mismo en la variación.

            Cuando supe de la mediana de ocho meses, mi primera reacción intelectual fue: 'muy bien, la mitad de la gente vivirá más que eso; ahora, ¿cuáles son mis posibilidades de encontrarme en esa mitad? ' Leí furiosa y nerviosamente durante una hora y concluí - con alivio - 'rematadamente buenas'. Yo poseía cada una de las características que confieren la probabilidad de una larga vida: era joven; mi enfermedad había sido detectada en una etapa relativamente temprana; recibiría el mejor tratamiento médico disponible; tenía el mundo para vivir por él; sabía como leer la información y no desesperarme.

            Otro punto técnico agregó entonces mayor solaz. Reconocí inmediatamente que la distribución de la variación en torno a la mediana de ocho meses debería estar, casi seguramente sesgada, los que los estadísticos llaman “inclinada a la derecha”. (En una distribución simétrica, el perfil de variación a la izquierda de la tendencia central es una imagen a espejo de la variación a la derecha. En distribuciones sesgadas o inclinadas, la variación para un lado de la tendencia central está más estirada - inclinada a la izquierda si se extiende hacia ese lado, inclinada hacia la derecha si lo hace hacia allí.). La distribución de la variación debía estar sesgada hacia la derecha, razoné. Después de todo, la izquierda de la distribución tiene un límite inferior irrevocable de cero (dado que el mesotelioma solo puede ser identificado al morir o antes). Por lo tanto, no hay mucho espacio para la mitad más baja o izquierda de la distribución: debe estar comprimida entre cero y ocho meses. En cambio, la parte más alta o derecha puede extenderse por años y años aunque finalmente nadie sobreviva. La distribución debía estar inclinada hacia la derecha y yo necesitaba saber que tanto se extendía esa cola porque yo ya había concluido que mi perfil favorable me hacía un buen candidato para esa parte de la curva.

            La distribución estaba realmente, fuertemente inclinada hacia la derecha, con una larga cola, aunque pequeña, que se extendía por varios años más allá de la mediana de ocho meses. No vi razón alguna por la cual yo no pudiera estar en esa pequeña cola o extensión y exhalé un muy prolongado suspiro de alivio. Mi conocimiento técnico me había ayudado. Había leído la gráfica correctamente. Había hecho la pregunta correcta y había encontrado las respuestas. Había obtenido, con toda probabilidad, el más precioso de todos los dones posibles dadas las circunstancias: tiempo sustancial. No debía detenerme y seguir, de inmediato, la indicación de Isaías a Ezequiel: 'pon tu casa en orden porque morirás y no vivirás'. Yo tendría tiempo para pensar, para planear y para luchar.

            Un punto final acerca de las distribuciones estadísticas. Se aplican solamente a un conjunto establecido de circunstancias, en este caso a la supervivencia con mesotelioma bajo las formas convencionales de tratamiento. Si las circunstancias cambian la distribución puede alterarse. Fui ubicado en un protocolo de tratamiento experimental y, si la fortuna me acompaña, estaré en la primera cohorte de una nueva distribución con una mediana alta y una extensión a la derecha prolongándose hasta la muerte por causas naturales a una edad avanzada.

            Desde mi punto de vista, se ha vuelto un poco demasiado a la moda el contemplar la aceptación de la muerte como algo equivalente a la dignidad intrínseca. Desde luego que yo estoy de acuerdo con el predicador del Eclesiastés en que hay un tiempo para amar y un tiempo para morir y cuando mi ovillo se acabe espero enfrentar el fin tranquilamente y a mi modo. Para la mayoría de las situaciones, sin embargo, prefiero el punto de vista más marcial de que la muerte es el último enemigo y no encuentro nada reprochable en quienes se rebelan poderosamente contra la muerte de la luz.

            Las espadas de batalla son numerosas y ninguna más efectiva que el humor. Mi muerte fue anunciada en una reunión de mis colegas en Escocia y casi experimenté el delicioso placer de leer mi obituario escrito por uno de mis mejores amigos (el referido sospechó y comprobó la información; él también es estadístico y no esperaba encontrarme tan hacia afuera en el extremo derecho de la distribución). Aún así, el incidente me proporcionó mi primera buena risa después del diagnóstico. Piensen nada más, yo casi conseguí repetir el más famoso párrafo de Mark Twain: los reportes acerca de mi muerte son grandemente exagerados.


Posfacio por Steve Dunn
Mucha gente me ha escrito preguntándome que sucedió con Stephen Jay Gould. Lamentablemente el Dr. Gould murió en mayo de 2002 a la edad de 60 años. El Dr. Gould vivió veinte muy productivos años después de su diagnóstico, por lo tanto ¡ excedió treinta veces los ocho meses de la mediana de supervivencia !. Aunque murió de cáncer, aparentemente no fue el mesotelioma sino un segundo cáncer no relacionado con aquel.

En marzo de 2002, el Dr. Gould publicó su "Magnum Opus" de 1.342 páginas: La estructura de la teoría evolutiva. Es apropiado decir que Gould, uno de los más prolíficos científicos y escritores del mundo, fue capaz de completar la obra definitiva de su trabajo científico y filosófico justo a tiempo. Ese texto es demasiado extenso y denso para casi cualquier lego pero los trabajos de Stephen Jay Gould le sobrevivirán y yo espero que lo haga especialmente La mediana no es el mensaje.

sábado, 9 de julio de 2011

De la Coalition for an Ethical Psychology (2008)

A pesar del tiempo transcurrido, hemos traducido el texto que sigue para facilitar su difusión debido a que mantiene palpitante actualidad y, naturalmente, es de interés más allá de los Estados Unidos. FBV.


Tortura e indefensión estratégica de la Asociación Psicológica Americana (A.P.A.)

TORTURA DESPUÉS DE LA OSCURIDAD

por 
Stephen Soldz, Brad Olson, Steve Reisner,
Jean Maria Arrigo y Bryant Welch

22 de julio de 2008

El nuevo libro de Jane Mayer, El lado oscuro, ha vuelto a enfocar la atención en la participación de los psicólogos en las torturas y abuso de los detenidos durante la administración Bush. En uno de los capítulos Mayer suministra detalles que no habían sido desvelados previamente acerca del papel de los psicólogos James Mitchell y Bruce Jenssen en las brutales técnicas de “interrogatorio mejorado” de la CIA. Estas técnicas aparentemente se han basado  grandemente en la teoría de la “indefensión adquirida” desarrollada por el ex presidente de la APA, Martin Seligman,  (los trabajos de Seligman implicaron atormentar perros con choques eléctricos hasta que se volvieron totalmente incapaces o perdieran la voluntad de escapar por si mismos de esa dolorosa situación. De ahí el término “indefensión adquirida”).

Mayer informa y Seligman ha confirmado, que en el 2002 éste dio una conferencia de tres horas en la Escuela SERE de la Armada, en San Diego. SERE es un programa militar  de Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape, que intenta inocular contra la tortura, a los pilotos, a las fuerzas especiales y a otros individuos que  potencialmente puedan resultar  prisioneros altamente valiosos, en el caso que pudieran ser capturados por una potencia que no respete las Convenciones de Ginebra. Por razones que no están claras, se informó que Seligman no fue invitado para esta presentación por la Agencia Conjunta de Recuperación) de Personal (JPRA) que administra el programa sino directamente por la misma Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Al responder a los informes sobre su conferencia a los psicólogos del SERE, el Dr. Seligman confirmó la presencia de Mitchell y de Jenssen en la misma. Aparentemente también habría preguntado a quienes le invitaron si su conferencia sería utilizada para diseñar técnicas de interrogatorio. Seligman informó que se negaron a contestar su pregunta aduciendo motivos de seguridad militar. A pesar de semejante respuesta, Seligman concluyó que su presentación solamente estaría dedicada a ayudar a los psicólogos del SERE  a proteger a las tropas estadounidenses. También estableció inequívocamente que él personalmente se opone a la tortura.

La Asociación Psicológica Americana (APA) , la organización de la que Seligman fue presidente en 1999, se hizo eco de las declaraciones de él en un comunicado de prensa. El comunicado negaba lo que se había alegado, en el sentido que el Dr. Seligman, a sabiendas, había contribuido al desarrollo de técnicas de tortura. En sus recientes comunicados, la APA ni negaba ni admitía otros informes que sugerían que el trabajo de los psicólogos – incluyendo los de Seligman, Jenssen y Mitchell – había sido usado para torturar detenidos. El único comentario que hizo la APA sobre Jenssen y Mitchell fue que, debido a que no eran miembros de la Asociación, no estaban comprendidos en las previsiones del Comité de Ética de la misma.

Lo que ahora sabemos, a partir de un informe emitido por la Oficina del Inspector General (OIG) del Departamento de Defensa y de documentos dados a conocer durante las recientes audiencias del Comité de Servicios Armados del Senado (SASC), es que estas técnicas del SERE, destinadas  a enfrentar los efectos de la tortura, fueron “manipuladas para revertirlas” y transformadas de herramientas para asegurar la seguridad de nuestros propios soldados, en la orquestación del abuso de los prisioneros en Guantánamo, Afganistán e Irak. Estos documentos desvelan, además, que ciertos psicólogos del SERE permutaron su papel  de supervisores de programas de protección de esa organización por la supervisión de los interrogatorios abusivos inspirados en el mismo SERE. Varios periodistas han nombrado a Mitchell y Jenssen (anteriormente contratados por el SERE como psicólogos)  como responsables de dicha “manipulación revertida” que fue usada en los secretos “sitios negros”  de la CIA (“infiernos” o “chupaderos” en la jerga del Cóndor).

El Comité de Servicios Armados del Senado informó que otros psicólogos jugaron un papel en la “reversión” de las técnicas del SERE para el Departamento de Defensa en Guantánamo y en Irak. El senador Carl Levin, en sus comentarios introductorios durante la audiencia, señaló: “ un… abogado senior de la CIA, Jonathan Fredman, que era consejero en jefe del Centro de Contraterrorismo de la CIA, fue a (Guantánamo) para asistir  a una reunión del comando del GTMO y discutió un memorando que proponía el uso de técnicas agresivas de interrogatorio. Ese memo había sido desarrollado  por un psicólogo y psiquiatra de (Guantánamo) que, un par de semanas antes, había asistido al entrenamiento desarrollado en Fort Bragg por instructores de la escuela JPRA SERE… En tanto el memo sigue estando reservado (classified), las minutas de la reunión en la que se lo discutió no lo están. Esas minutas… muestran claramente que la discusión se enfocó en las técnicas agresivas a ser empleadas contra los detenidos”.

El psicólogo aludido en los comentarios introductorios de Levin era el miembro de la APA, Mayor John Leso, cuyas recomendaciones en esa reunión incluyeron ·privación del sueño, retaceo de alimentación, aislamiento, sustracción de horarios…(para) cultivar la dependencia y el asentimiento”. También se informó en la audiencia que el psicólogo Coronel Morgan Banks había proporcionado entrenamiento en técnicas abusivas del SERE a los interrogadores de Guantánamo. Aunque el Coronel Banks no es un miembro de la APA, fue designado  para un grupo de trabajo de dicha Asociación sobre interrogatorios denominado Ética Psicológica y Seguridad Nacional (PENS). La APA todavía debe un comentario acerca de las sorprendentes revelaciones sobre la complicidad de psicólogos que surgieron en esas audiencias del Comité Senatorial.

Según Mayer en El Lado Oscuro y otros periodistas a lo largo de los últimos tres años, en las semanas que siguieron a la conferencia de Seligman, Mitchell hizo libre uso del paradigma de la “indefensión adquirida” en las duras tácticas que desarrolló para el interrogatorio de los prisioneros retenidos por la CIA. Un preso fue repetidamente encerrado en posición fetal, en una caja demasiado pequeña para que pudiera hacer otra cosa que permanecer inmóvil en una posición fetal. La caja había sido obviamente diseñada no solamente para constreñir el movimiento sino también para hacer dificultosa la respiración. En los lapsos que el preso estaba fuera de la caja, el mecanismo de tortura se mantenía siempre a la vista de modo que el detenido estuviera    permanentemente pendiente de su retorno al dispositivo.

                Otro detenido fue colgado, en puntas de pie, con sus muñecas esposadas sobre su cabeza. Este detenido tenía una prótesis que los agentes le quitaron de modo que o bien se balanceaba en un solo pie durante horas o colgaba suspendido de sus muñecas.
           
La mayoría de los detenidos fueron sometidos a largos periodos de aislamiento, a menudo en total oscuridad y desnudos. El contacto humano en estos periodos fue mínimo. En uno de los casos, el único contacto humano del detenido tenía lugar a través de una única visita diaria cuando un enmascarado aparecía y le decía “ya sabes lo que quiero” para desaparecer enseguida.

Con base en estos informes periodísticos y en los documentos del gobierno, parece posible que el trabajo del Dr. Seligman sobre “indefensión adquirida” haya sido utilizado para desarrollar estas técnicas de tortura después de su presentación en la escuela SERE.

La respuesta de la APA en relación con Seligman causa perplejidad. Si el informe del Dr. Seligman es correcto, en el sentido que no se le permitió conocer como usaría la CIA su material en razón de que él no tenía autorización de seguridad, entonces resulta que evidentemente fue engañado. Como mínimo, se podría esperar que la APA estuviese  suficientemente preocupada por este engaño como para desatar una alarma preventiva contra el compromiso ingenuo de los psicólogos con programas gubernamentales que, potencialmente, entrañan interrogatorios abusivos.

En lugar de esto la APA ha hecho un esfuerzo extraordinario para mantener y expandir las oportunidades para que los psicólogos presten servicios a las instituciones de inteligencia y seguridad de los Estados Unidos. Tal como el boletín de la APA, Science Policy Insider News  (SPIN) (Noticias Internas de Política Científica), anunciara en enero del 2005, “ desde el 9/11 los psicólogos han buscado oportunidades para contribuir con la agenda nacional de contraterrorismo y seguridad de la patria”.

Estos esfuerzos incluyeron el copatrocinio de una conferencia con la CIA para investigar la eficacia de las “técnicas mejoradas de interrogatorio”, incluyendo el uso de drogas y el ‘bombardeo sensorial’. Entre los organizadores de esa conferencia estuvo el miembro de la APA Kirk Hubbard, Jefe de la Rama de Investigación y Análisis, de la División de Asesoramiento Operativo de la CIA. Hubbard fue quien reclutó los “expertos operativos” para esa conferencia. Entre los asistentes a ese acontecimiento “de acceso solamente por invitación”  estaban Mitchell y Jenssen. (Hubbard también ayudó a organizar el acontecimiento en el cual habló Seligman y al cual fueron invitados Mitchell y Jenssen).

Además, la APA copatrocinó una conferencia con el FBI durante la cual se sugirió que los terapeutas informaran a los policías la información obtenida durante las sesiones de terapia en relación con “riesgos de seguridad nacional”. Este pasado mes de junio, los esfuerzos de la APA incluyeron el cabildeo a favor de que se mantuvieran  invaluables programas de ciencias de la conducta en el seno del Departamento de Defensa, en Actividad de Campo de Contra Inteligencia (CIFA)[1] en tanto se reorganice y pierda personal”. Para quienes no están familiarizados con este asunto, el programa CIFA fue cerrado a causa de numerosos escándalos, incluyendo: mal uso de cartas de seguridad nacional para obtener acceso a información financiera privada de ciudadanos sin garantías, la renuncia de un congresista acusado de aceptar coimas a cambio de contratos de CIFA y, de acuerdo con The New York Times, la recolección de amplio alcance de bases de datos domésticas “que incluían información acerca de protestas antibélicas planeadas en iglesias, escuelas y salas de reunión de cuáqueros”. El directorio de psicología de CIFA, aunque se trataba de una operación de máximo secreto, era conocido por su evaluación de riesgos de los detenidos en Guantánamo, incluyendo el suministro de preguntas a los interrogadores.

Los asuntos relativos al involucramiento de los psicólogos en los esfuerzos de “seguridad nacional” son complejos. Aunque pudiera haber formas apropiadas y éticamente aceptables para que los psicólogos participen en tales actividades, aún un conocimiento histórico superficial indica que tal participación es, a menudo, éticamente problemática. Para bien o para mal, la CIA tiene una larga historia de empleo de científicos y académicos como consultantes e investigadores, a sabiendas o no,  y de darles protección mediante el ocultamiento y el secreto en torno a sus verdaderas actividades. Por ejemplo, , la investigación por parte del Senado, en 1977, acerca del Proyecto de Modificación de la Conducta de la CIA (llamado MKULTRA), mostró que la agencia había contratado investigadores en unas 80 universidades, hospitales y otras instituciones dedicadas a la investigación, a través de una organización de fachada para su financiamiento. En la audiencia senatorial, el Director de la CIA dijo: “creo que todos tenemos una obligación moral hacia estos investigadores e instituciones para protegerlos de cualquier situación embarazosa o del daño a su reputación que les pudiera acarrear que sus identidades fuesen conocidas”. Pero estas no son solamente  tramas del pasado. Recientemente, la Dra. Belinda Canton, quien desde hace mucho se desempeña como administradora en asuntos de inteligencia de la CIA y como miembro de la Comisión Presidencial del 2005 sobre Capacidades de Inteligencia de los Estados Unidos en Relación con Armas de Destrucción Masiva, recomendó el uso oportunista de científicos como una forma de encarar el manejo de la incertidumbre: “Identificar a los académicos y científicos que pudieran tener percepciones” y tomar nota cuando “existan posibilidades de explotar estos cuadros científicos”.

Esta historia, junto con las corrientes y bien documentadas autorizaciones para el abuso de los detenidos, deberían haber brindado suficientes advertencias a los dirigentes de APA y a los psicólogos individualmente acerca de los riesgos morales que conlleva el ayudar al aparato de la seguridad nacional, sobre todo bajo la actual administración estadounidense. Sin embargo, la APA no ha tomado la iniciativa para ayudar a los psicólogos para enfrentarse con estas peligrosas situaciones éticas. Por el contrario, la APA se ha mostrado insensible ante el uso de técnicas psicológicas en la tortura y ante el papel de los psicólogos como ayudantes en esas torturas. Precisamente esta insensibilidad ha conmovido a muchos psicólogos, aquí y en el exterior.

En el 2006, la revista Time dio a conocer el registro de interrogatorios del detenido 063 de Guantánamo, Mohammed al-Qahtani.  Este registro demostró que al-Qahtani había sido sistemáticamente torturado durante seis semanas entre fines de 2002 y 2003. El registro también señalaba que el psicólogo y miembro de la APA, Mayor John Leso estuvo presente, por lo menos varias veces, durante estos episodios. La APA no dijo nada acerca de la participación señalada de uno de sus miembros en torturas documentadas. Hace por lo menos 23 meses que las reclamaciones éticas contra el Dr. Leso se plantearon y la APA se ha mantenido en silencio.

En mayo de 2007, el Departamento de Defensa levantó la reserva que pesaba sobre el informe de la Oficina del Inspector General, el cual documenta el papel de los psicólogos del SERE en el entrenamiento de militares y personal de la CIA en técnicas de abuso que “violan las Convenciones de Ginebra”. La APA respondió con silencio. Cuando preguntamos acerca de la reacción de la APA, se nos contestó que la organización necesitaba tiempo para “estudiar cuidadosamente” el informe. Han transcurrido 14 meses y, hasta la fecha, ningún dirigente de la APA ha hecho comentarios sobre el Informe.

La dirigencia de la APA le ha fallado a los psicólogos y le ha fallado a la profesión de la psicología. También le ha fallado al país. Cuando se requirió una orientación ética, la APA depositó su autoridad ética en manos de quienes estaban involucrados en éstas prácticas cuestionables que necesitaban ser investigadas. Cuando la evidencia acerca de que los psicólogos habían ayudado a desarrollar, implantar y estandarizar un régimen de torturas de los Estados Unidos, la APA permaneció en silencio. Cuando se informó que el uso de paradigmas psicológicos, tales como “la indefensión adquirida”, había guiado la manipulación por los psicólogos de las condiciones de detención, la APA continuó ignorando o desconociendo estos informes. En su lugar afirmaron que la presencia de los psicólogos en los “sitios negros” de la CIA y en los campos de detención “aseguraba la seguridad”. Cuando quedó claro que la APA debía levantar su voz fuertemente y promover una clara política que prohibiera la participación de los psicólogos en operaciones que violan sistemáticamente las convenciones de Ginebra y la ley internacional, la dirigencia de la APA manifestó su preocupación acerca de que se podría iniciar contra ellos un juicio por “restricción comercial” (o “restricción de la práctica profesional”). Desde luego, estos argumentos no pasan la prueba de la cara colorada en ningún foro pensante de la opinión mundial.

Estos no son nuestros valores. La dirigencia de la APA nos ha avergonzado a nosotros y a nuestra profesión con su indefensión estratégica. Es hora de que la APA clarifique que los psicólogos no pueden apoyar éticamente, en modo alguno, las tácticas de interrogatorio abusivas o coercitivas, en cualquier circunstancia. También es tiempo de identificar y de hacer públicamente responsables a los psicólogos que han creado la institución en que la APA se ha convertido ahora. Es momento de hacer responsables a esos psicólogos por el desarrollo y la difusión de fallas morales sistemáticas en la infraestructura actual de la organización. De hecho, si nosotros no hacemos esto, entonces también seremos cómplices de la tortura.

Los autores son miembros de la Coalición por una Psicología Ética. Pueden ser contactados en: ssoldz@bgsp.edu

Referencias

U.S. Senate, Select Committee on Intelligence and Subcommittee on Health and Scientific Research of the Committee on Human Resources. (1977) Project  MKULTRA: the  CIA’s program of research in behavioral modification. U.S. Government Printing Office, Washington, D.C. Pp.7,12-13 y 148-149.

Canton, Belinda. (2008). The active management of uncertainty. International Journal of Intelligence and Counterintelligence, 21(3); 487-518.                           



[1] La CIFA es una agencia secreta del Departamento de Defensa de los EUA que se creó en febrero del 2002 y que se dijo que sería cerrada en el 2008.