EL ESTUDIO DE LA PERSONALIDAD
MEDIANTE PRUEBAS PROYECTIVAS
Aspectos éticos, técnicos y de responsabilidad social
Lic. Fernando Britos V.
Los rasgos de personalidad que se imponen al trabajo real - No es cuestionable el derecho y aún el deber que tienen los empleadores de evaluar las aptitudes de los aspirantes para desempeñarse en determinado puesto de trabajo. Sin embargo, no pueden hacerlo de cualquier manera, con cualquier herramienta o procedimiento y violando derechos fundamentales de las personas.
Es frecuente la formulación de una serie de rasgos abstractos, por ejemplo: liderazgo, motivación, capacidad para trabajar en equipo o para conformar y dirigir equipos, capacidad para desempeñarse bajo tensión o en situaciones difíciles, equilibrio emocional, facilidad para comunicarse, etc. Todos estos rasgos son estereotipos porque es sabido que no existe una forma única, perfectamente codificada, de desarrollarlos en forma independiente del contexto social y cultural. [1]
Los seres humanos son complejos y las organizaciones humanas lo son más. Los intentos por reducir tales complejidades, abstrayéndolas de su contexto y de su historia, generalmente son el correlato de una concepción conservadora que hace hincapié en la inmutabilidad de las relaciones sociales y de las formas de organización del trabajo. Procuran mantener la tasa de ganancia y la eficiencia a cualquier costo y por encima del bienestar y del desarrollo individual y colectivo de los trabajadores que son meras variables de ajuste.
Esta forma del pensamiento único busca desvincular o disimular las relaciones que existen entre los objetivos del trabajo, los antecedentes y la historia personal, los cambios en las formas de organización del trabajo, por un lado, y los cambios que se producen a nivel de la sociedad. En cierto sentido, al disimularlo, procuran diluir la centralidad del trabajo y poner en el centro del proceso de selección la personalidad individual, arraigada en lo más profundo de la psiquis, presuntamente determinada genéticamente e inmutable o casi inmutable. En suma un destino inexorable que los modernos arúspices habrán de desvelar.[2]
Hay varias razones que explican este nuevo auge de la investigación de la psicología profunda en selección personal y también en el peritaje criminológico y con fines forenses. Entre estas razones aparecen la pereza y la codicia porque en el campo turbulento del estudio de la personalidad se amparan quienes buscan una fuente fácil de ingresos, sin largos trabajos de investigación, sin dilucidar los problemas de validez y confiabilidad de las técnicas que emplean, sin preocuparse por los dilemas éticos que suelen enfrentar la mayoría de los profesionales.
En un terreno como el de las pruebas proyectivas, donde existen miles de técnicas y docenas de pautas de interpretación para cada una de ellas, resulta disuelta la responsabilidad social del profesional. Quienes lo contraten confiarán en su idoneidad y en la capacidad de sus herramientas para arrojar el resultado que buscan y no harán preguntas, “creerán” en esa capacidad de los “mercaderes de la certeza”. Para quien está dispuesto a emitir juicios capaces de alterar la vida de las personas y de los colectivos sin cuestionarse las dimensiones éticas y las posibilidades de error, la investigación de la personalidad es un campo ideal, bastante resguardado de las acusaciones de mala práctica y de la responsabilidad por las secuelas de su acción.
No es de extrañar que las pruebas de aptitudes, de habilidades mentales primarias, de razonamiento general u otras,( las llamadas pruebas objetivas, sobre las que existe un trabajo de comprobación y respaldo estadístico importante en el extranjero), hayan perdido terreno frente a la investigación de la personalidad basada en interpretaciones subjetivas, en “la experiencia clínica”, en la habilidad de cada profesional, en el “prestigio académico”, en la condición de representante local de alguna firma extranjera.
Por otra parte, esta es una tendencia impulsada por consultores y asesores especializados en gestión empresarial y administración pública. No es por casualidad que los antecedentes, el trabajo efectivamente realizado, las competencias demostradas, los conocimientos demostrables sobre el trabajo, la trayectoria de las personas, hayan perdido importancia relativa en favor de las “evaluaciones psicotécnicas” y las entrevistas individuales o grupales.
Abuso de la proyección – La proyección es un término utilizado en un sentido muy global en neuropsicología y en psicología para designar la operación mediante la cual un hecho neurológico o psicológico es desplazado y localizado en el exterior, ya sea pasando del centro a la periferia o de sujeto a objeto. Este último sentido conlleva acepciones bastante distintas.[3]
Dos grandes corrientes teóricas de la psicología, el psicoanálisis y la teoría de la Gestalt (nada que ver con la llamada ‘terapia gestáltica’), confluyen en una de las acepciones a la que apelan los autores de las llamadas pruebas proyectivas. El sujeto percibe el medio ambiente que le rodea y responde al mismo en función de sus propios intereses, aptitudes, hábitos, estados afectivos, duraderos o transitorios, expectativas, deseos, etc. Esta correlación entre el medio interno y lo externo (Innenwell y Umwell) es considerada como una de las grandes adquisiciones de la biología y la psicología, precisamente a instancias de la Gestaltheorie.
Los gestaltistas, Kurt Koffka, Max Wertheimer y Wolfgang Köhler (los originales, no sus epígonos truchos) consideraban que la interrelación se producía a todos los niveles del comportamiento: un animal distingue en el campo perceptivo ciertos estímulos destacados que orientan su comportamiento total; un hombre de negocios considerará todos sus objetos desde el punto de vista de lo que puede comprar y vender; alguien de buen humor se inclinará a verlo todo color de rosa, etc. En un sentido más profundo se piensa que las estructuras y rasgos esenciales de la personalidad pueden aparecer en el comportamiento manifiesto.
Esta expectativa es la que sirve de base a las técnicas llamadas proyectivas y de este modo se piensa que el dibujo de un niño( o de un adulto) desvela su personalidad y que, en ciertas pruebas estandarizadas, los tests proyectivos propiamente dichos (Rorschach y TAT por ejemplo) al poner al sujeto en situaciones poco estructuradas o ante estímulos ambiguos, se puede ” leer,” de acuerdo con ciertas reglas de interpretación o decodificación, “ciertos rasgos de su carácter y ciertos sistemas de organización de su conducta y de sus emociones”.[4]
Sin embargo, el origen de las técnicas proyectivas es muy anterior al desarrollo del concepto mismo de proyección por parte de Sigmund Freud. El padre del psicoanálisis apeló a ese concepto para explicar diferentes manifestaciones de la psicología normal y patológica. Aparece por primera vez en sus escritos, entre 1895 y 1896, cuando estudio la paranoia. Entonces describió a la proyección como un mecanismo de defensa primario que consiste en un distorsionar el procedimiento normal de buscar en el exterior el origen de lo que causa angustia (el paranoico proyecta al exterior las representaciones que le resultan intolerables porque vuelven a él bajo la forma de reproches).
En adelante, Freud siguió mencionando la proyección cada vez que se refería a la paranoia. El ejemplo más notorio es uno de sus célebres casos: el Caso Schreber [5]. Lo que frecuentemente se ignora y seguramente la parte a la que los autores de pruebas proyectivas no han prestado la menor atención es a la forma en que Freud limita el papel de la proyección, ésta no es más que una parte del mecanismo de defensa paranoico y no siempre se presenta en las distintas formas de la enfermedad.
En 1915 describió el conjunto de la construcción fóbica como una verdadera “proyección” hacia la realidad del peligro pulsional, una percepción de peligro externo que da sentido a las tentativas de fuga y evitamiento fóbicos. Asimismo Freud se refirió a los ‘celos proyectivos’ del delirio celotípico paranoico, que distinguía cuidadosamente de los celos normales.
En todo caso, Freud no desarrolló una definición unívoca del concepto de proyección. Lo empleó en los más diversos dominios pero en un sentido bastante preciso: la proyección aparece siempre como una defensa, como la atribución a personas o cosas de condiciones, sentimientos o deseos que el sujeto rechaza o desconoce en él. Laplanche y Pontalis (1973)[6] advierten que rara vez la invocó en relación con la situación analítica y que, en general, evitó tratar el problema como una entidad independiente de su concepción general de las pulsiones.
Los desarrollos posteriores del psicoanálisis y las más diversas escuelas que, en mayor o menor medida se ubican como sus tributarias (Carl Jung, Alfred Adler, Anna Freud, Melanie Klein, Jacques Lacan, Karen Horney y un largo etcétera) han seguido manejando el concepto de proyección con distintas inflexiones. Sin embargo, a nosotros nos interesa un uso que transpone y reduce dicho concepto: el de las llamadas pruebas proyectivas.
Significativamente, ninguno de los autores antes mencionados ha visto con buenos ojos la utilización de sus ideas con fines psicométricos[7]. Por ejemplo, en el caso de los tests proyectivos, el fenómeno no puede reducirse a una simple estructuración de los estímulos ambiguos, por parte del sujeto, en correspondencia con la estructura de su personalidad. Lo que suele suceder es que los sujetos sometidos a estos tests no solamente proyectan en láminas borrosas y manchas de tinta lo que son sino lo que no quieren ser, lo que quieren y lo que rechazan. Esto hace que la interpretación de las respuestas sea decisiva, sobre todo porque hay fuerte evidencia que las pautas de interpretación, que son de origen psiquiátrico (ya que no psicoanalítico), tienden a promover y privilegiar los mecanismos de proyección de lo “malo”.
Si se busca evidencia de conflicto intrapsíquico y patología pues, seguramente, se encontrará en todas las personas inclusive como simplificación extrema de la definición psicoanalítica de la proyección: una contradicción inconsciente en el fuero íntimo de los individuos y un rechazo de una parte de si mismo proyectada en el otro.
La concepción del fenómeno de la proyección se ha utilizado, bajo una mezcla más o menos corriente de ignorancia, arrogancia y mala fe, para investigar la personalidad mediante pruebas y técnicas que se atribuyen la capacidad de “leer” en la mente de las personas y de desvelar aún lo que las mismas personas no conocen de si mismas.
Quienes se aprovechan de ideas prestigiosas dan por buenas dos premisas: el reconocimiento del inconsciente como ámbito concreto del aparato psíquico o mental y el poder de ellos para descubrir presuntas verdades ocultas en la psiquis de las personas y venderlas a quien esté dispuesto a comprarlas. Ya veremos que entre la primera y la segunda hay una línea que no solamente es una frontera entre la ciencia y la pseudociencia sino entre las prácticas éticas y las malas prácticas profesionales.
Los límites éticos – Cuando se aplica el test de Rorschach o cualquier otra prueba proyectiva (Incluyendo todas las variedades de interpretación de manchas de tinta y de colores, realización de dibujos, elaboración de historias ante imágenes ambigua, cuestionarios desiderativos, etc.) se empieza con una consigna engañosa: “no hay respuestas correctas o incorrectas”, cuando en realidad se interpretarán esas respuestas para buscar los indicios de enfermedad mental y de alteraciones, permanentes o transitorias, en la psiquis de la persona investigada.
El riesgo a que se somete a la persona es menor si el propósito de la investigación es un diagnóstico clínico porque el fin de la misma será terapéutico, se trata de ayudar y el profesional aplica el principio de beneficencia. La manipulación y el engaño se dirigirán contra la persona que se somete a prueba si la investigación de su psiquismo, la pesquisa de su intimidad, se hace para determinar su aptitud laboral, en el campo de la llamada selección de personal, o se emplea con propósitos forenses, para determinar la tenencia de los hijos, la libertad anticipada o las causas de un delito, por ejemplo.
Las racionalizaciones que pretenden amparar la práctica de quienes emplean pruebas proyectivas en forma concluyente para filtrar o calificar a las personas, apoyándose en aspectos de su psicología profunda, con fines laborales o forenses son muy endebles.
Con esto no estamos diciendo que los profesionales que ejercen en estos campos estén incurriendo necesariamente en malas prácticas pero advertimos que el riesgo de incurrir en ellas existe y no es menor. En efecto, cuando se le ha dicho a alguien que se le va a ayudar a encontrar el puesto más adecuado a sus habilidades o cuando se expide un informe pericial, en ambos casos basado en una prueba que pretende dar cuenta de aspectos inconscientes, que están fuera del control racional y voluntario, se está perpetrando un engaño y desatando la posibilidad de secuelas perjudiciales para quien ha confiado en el profesional y ve invadida su intimidad en forma impertinente. Al sostener que no hay respuestas “malas” o “buenas”, el profesional se presta a traicionar la confianza que la persona ha depositado en él.
Las pruebas de aptitud, de habilidades mentales primarias o como quiera llamárselas, no están exentas de riesgos pero, por lo menos, no tienen la pretensión de sondear los aspectos más íntimos de la personalidad. Como en toda investigación, la intervención del investigador altera el campo de la misma. Esto es mucho más claro cuando se trata de seres humanos y cuando lo que se investiga es tan extraordinariamente complejo como la mente humana.
La reducción de la personalidad (aún sin considerar las inagotables facetas de la discusión de las teorías actuales en el corazón de la psicología, la filosofía y las ciencias sociales que nos apartaría ahora del hilo central) va acompañada, en paralelo, por la enajenación del científico mediante el narcisismo y la arrogancia extrema, la pérdida de su espíritu crítico y la abdicación de los principios éticos de la actividad científica. Las caricaturas, los esquemas, los estereotipos, los perfiles, los estigmas, que se pretende encontrar mediante la investigación no pueden desvelarse sino mediante el reduccionismo metodológico o mediante el abandono del compromiso ético del científico para embarcarse en las pseudociencias.
Del reduccionismo metodológico a la reificación o la cosificación de los seres humanos no hay sino un paso y de allí es posible deslizarse hacia la desensibilización, la manipulación, la discriminación y más allá el racismo e incluso el genocidio. Sabemos como se han producido estos deslizamientos, este proceso de degradación, pero generalmente se tiende a creer (ingenuamente) que “eso no puede pasarme a mi”.
Sucedió con los médicos, los psiquiatras y los psicólogos en la Alemania nazi[8] y no existe circunstancia alguna que inmunice a los profesionales contra las perversiones que se desarrollan una vez que se han franqueado ciertos límites éticos. La mejor prueba de ello radica en el proceso de corrupción, apatía ante el terrorismo de Estado y negación en que ha caído la Asociación Psicológica Americana, la mayor de las asociaciones profesionales del mundo, ante la práctica sistemática de tortura a los prisioneros y el asesinato de personas por los militares y servicios de inteligencia estadounidenses, especialmente a partir del 2001.[9]
De este modo resulta imprescindible estudiar con atención las herramientas que se emplean en el ejercicio profesional. Las pruebas proyectivas aparecen investidas de un prestigio que no les corresponde., ni por sus orígenes ni por sus resultados.
Ya hemos visto como se hace abuso del concepto freudiano de proyección. Es muy tentador abordar la historia de las técnicas proyectivas y de sus principales autores pero estamos escribiendo con un propósito muy concreto y, como en el caso de la discusión de las teorías actuales de la personalidad, ahora debemos dejar de lado estos antecedentes para abordar ‘el estado del arte’ de las pruebas proyectivas más renombradas.
El estudio de la personalidad mediante pruebas proyectivas – En 1895, no se publicaron los primeros trabajos en que Freud aludió a la proyección y Wilhelm Roentgen produjo sus estudios originales sobre los rayos X. La coincidencia temporal ayuda a entender, también, porqué desde sus orígenes las llamadas pruebas proyectivas (que como vimos antes abusan del concepto freudiano) han sido metafóricamente denominadas como “los rayos X de la personalidad”. Esta denominación inviste a esos tests como instrumentos poderosos y precisos, capaces de penetrar en las profundidades de la mente. Sin embargo, esta imagen nunca ha sido más que una fantasía o tal vez un autoengaño, una quimera.[10]
Las pruebas de personalidad no son capaces de dar cuenta de la complejidad de la personalidad humana, no permiten establecer como nos comportaremos en el futuro en situaciones concretas y ante responsabilidades específicas, no son capaces de predecir como y cuando cambiaremos con el correr del tiempo. Como dijimos antes, casi la totalidad de estas técnicas fueron concebidas para detectar enfermedades mentales, para encontrar las “fallas humanas” y no para dar cuenta de las fortalezas y potencialidades.
Sin embargo, nos enfrentamos con un nuevo auge de la evaluación psicológica que conducirá a la adopción de decisiones cruciales para la vida de las personas.[11] Tampoco cabe duda que la alta incidencia de errores (falsos positivos y falsos negativos) propios de las pruebas proyectivas causarán perjuicio a más personas aunque, aparentemente, beneficiarán a las instituciones que están dispuestas a obtener eficiencia y presunta certeza al costo de la dignidad y la intimidad de sus integrantes o de quienes aspiran a integrarlas.
Las pruebas de personalidad hacen el trabajo sucio en la selección de personal y también en el ámbito forense mediante las pesquisas, directas o encubiertas, en la intimidad de las personas y por el hecho de producir juicios o informes, aparentemente objetivos, que limitarán el acceso a un trabajo o el ejercicio de algún derecho. Por añadidura son técnicas concebidas para trivializar sus resultados de modo que el profesional pueda eludir la responsabilidad sobre los mismos (“lástima, los tests no le dieron bien ,. .. otra vez será”).
Hoy en día es posible darse cuenta que el efecto más insidioso de las técnicas que investigan la personalidad es su influencia sobre la forma en que comprendemos y/o juzgamos a los demás, incluso a nosotros mismos. Las pruebas proyectivas y las técnicas de estudio de la personalidad sustituyen a las personas de carne y hueso, a los seres humanos complejos, contradictorios, entrañables, a nuestros niños, a nuestros compañeros de trabajo, a los ciudadanos, por una abstracción estéril, un estereotipo, un esquema reduccionista, a veces, estigmatizante.
Murphy Paul (2004) advierte que no cabe duda acerca de que esas abstracciones y clasificaciones genéricas resultan mucho más sencillas de manejar (o de manipular) que la realidad de las personas con todas sus complejidades pero esto se consigue al costo de perder de vista el carácter humano de los demás y, por lo tanto se erigen en obstáculo para nuestro propio desarrollo y para el de nuestra consciencia.
Pasos como el que ha dado la Facultad de Psicología al crear posgrados en evaluación psicológica que se apoyan, casi exclusivamente, en pruebas proyectivas, demuestran que no todo el mundo es capaz de comprender estos riesgos éticos de la técnica y que existe una necesidad real, o algo que se percibe como una necesidad real, en la materia. Esto sucede porque las pruebas proyectivas poseen cierto poder que no dudamos en reconocer. Las categorías en que ubican a las personas tienen cierto poder. Por eso mismo se trata de técnicas que hay que manejar con el mayor de los cuidados y con especial atención a los riesgos éticos que señalamos.
Alternativas a los tests proyectivos - La investigación de la personalidad, en cualquiera de los ámbitos en que se desarrolle, no es inocua. Los psicoterapeutas saben los riesgos que se corren cuando se movilizan las profundidades de la psiquis. También conocen los destrozos que producen en la autoestima de las personas. Los juicios definitivos pueden dejar rastros indelebles en la identidad. Los riesgos pueden evitarse porque la investigación de la personalidad puede desarrollarse con métodos más cuidadosos, no intrusivos y socialmente responsables. Este método es el de “historias de vida” en el cual el psicólogo recupera y analiza - con base en una curiosidad atenta, respetuosa y empática - junto con la persona, los principales acontecimientos de su vida.[12] .
Cuando se requiere una evaluación formal, por ejemplo como evidencia en un peritaje forense, la única alternativa no son las pruebas proyectivas. Es posible considerar las entrevistas estructuradas (es decir las que llevan a un diálogo según un guión pre establecido) o pruebas concebidas para situaciones específicas[13]. Estas últimas son muy distintas que las que hacen juicios globales sobre aspectos genéricos o estereotipados de la personalidad. Es posible desarrollar cuestionarios para analizar las relaciones paterno y materno filiales que resulten confiables en comparación con las especulaciones que suelen producir tests proyectivos como el Rorschach o el TAT (Test de Apercepción Temática).
En el caso de las evaluaciones psicolaborales, los aspirantes a ocupar un puesto de trabajo pueden ser sometidos a pruebas de habilidades o aptitudes específicas que arrojan resultados concretos y objetivos en lugar de las interpretaciones subjetivas de la personalidad que producen las pruebas proyectivas. Las evaluaciones más eficaces son aquellas que se desarrollan en las condiciones más aproximadas a las del desempeño real. Asimismo es posible estudiar, junto con el aspirante, sus antecedentes laborales o formativos.
En último caso incluso puede apelarse a pruebas que estudien la personalidad pero en estricto cumplimiento de las condiciones de validez, confiabilidad y respeto por los principios éticos (pertinencia, consentimiento informado, devolución completa, confidencialidad, etc,).
Responsabilidad social de los distintos actores – La Universidad de la República tiene una responsabilidad importante en la defensa de los procedimientos éticos y eficientes en materia de selección de personal. Esta no es menor que la que tienen los poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) para promover normas que regulen el uso de técnicas apropiadas, la acreditación de las que se emplean habitualmente, la protección de los derechos de los ciudadanos. La socialización y divulgación de la problemática puede jugar un papel catalizador para alcanzar las mejores soluciones tomando en cuenta que nuestro país está atrasado en esta materia.
El caso de la Universidad es muy especial porque, al ser la principal institución generadora y trasmisora de conocimiento científico, tiene la capacidad para llevar a cabo un abordaje multidisciplinario de un problema tan complejo como éste. Especialistas en psicología del trabajo, epistemología, derecho laboral, sociología del trabajo, medicina ocupacional, filosofía práctica, gestión, relaciones laborales y sus propios trabajadores, junto con los gobernantes (docentes, egresados y estudiantes) tienen una posibilidad única de abordar estas temáticas y establecer normas de funcionamiento que aseguren el respeto de los derechos de las personas en este campo y la prevención de los riesgos psicosociales en el trabajo.
Las sociedades profesionales (Coordinadora de Psicólogos, Sociedad de Psicología, etc.) también pueden jugar un importante papel al poner estos asuntos en la agenda pública, estudiar la forma de prevenir las malas prácticas y hacer efectiva las disposiciones de los códigos de ética que generalmente forman parte del decorado deontológico de las profesiones.
Las Facultades de Psicología de las universidades uruguayas y en particular la de la Universidad de la República, tienen una gran responsabilidad en el sentido de reforzar la formación de los estudiantes y de los noveles profesionales con un especial énfasis en los principios éticos, en el estudio de procedimientos eficaces y justos de selección de personal, en el desarrollo de investigaciones que permitan validar las técnicas más adecuadas, en el estudio de los dilemas éticos a través del análisis de casos, en el desarrollo de medidas preventivas para mejorar la actuación de los psicólogos en todos los campos donde se requieran evaluaciones psicológicas y de técnicas alternativas a las pruebas proyectivas, etc.
La central de los trabajadores, el PIT-CNT, a través de sus organismos especializados y de los sindicatos que la integran deben participar activamente en la promoción de medidas relativas a la prevención de los riesgos psicosociales y en especial respecto al uso de técnicas que violan los derechos de las personas en los procesos de reclutamiento, selección de personal y promoción. En sentido estricto estos asuntos deberían formar parte de todas las agendas de negociación colectiva tanto en el ámbito público como privado.
Los empresarios, gerentes, directores y jefes de personal, jerarcas de entes autónomos, entes de enseñanza, organismos de la salud y en general todas aquellas personas que tienen capacidad de decisión en materia de procedimientos de selección tienen la responsabilidad de conocer los alcances y limitaciones de las técnicas que se les ofrecen, porque las malas prácticas en este terreno pueden incidir en forma muy destructiva en el medio ambiente laboral de sus organizaciones, entre otros perjuicios.
Finalmente, nosotros, las personas que nos hemos sometido a evaluaciones psicotécnicas o que nunca hemos pasado por esa experiencia, quienes trabajamos, trabajaron o piensan trabajar, tenemos el deber cívico de informarnos acerca de las pruebas a que seremos sometidos nosotros, nuestros compañeros, amigos y familiares. Tenemos el deber de reclamar una instancia de consentimiento informado, de evitar y denunciar imposiciones y de conocer en profundidad nuestros derechos y las medidas que podemos tomar para defendernos, para no resignarnos, para no conformarnos con dictámenes arbitrarios o que parezcan arbitrarios independientemente de la suerte que hayamos corrido. Defender nuestra propia dignidad e intimidad y la de nuestros seres queridos es esencial para una vida plena, sana y feliz.
F.B.V. – 25/10/2011
[1] La multiplicación de rasgos que pueden distinguirse y estudiarse por separado y la concepción de que la personalidad es resultado de su sumatoria es uno de los defectos mayores del determinismo biológico y cultural. El universo está organizado en estructuras que pueden ser analizadas a distintos niveles. Un ser humano es un conjunto de partículas subatómicas, un conjunto de átomos, un conjunto de moléculas y un conjunto de tejidos y órganos, pero es todo eso al mismo tiempo. Los lenguajes científicos son eficientes cuando describen y teorizan dentro de cada nivel. La mayor dificultad se encuentra al traducir lenguajes de un nivel a otro u otros porque en la medida en que nos desplazamos las propiedades de un conjunto mayor no están dadas por las de las unidades que lo componen sino por las de la organización de relaciones entre ellas. Este fenómeno alcanza los mayores niveles de complejidad cuando se considera al ser humano como entidad biopsicosocial.
[2] Una obra fundamental para comprender el papel del determinismo en estos asuntos es la de Lewontin, R.C., Steven Rose y Leon Kamin (1984), Not in Our Genes: Biology, Ideology and Human Nature; Pantheon Books, Nueva York.
[4] Anzieu, D., (1960), Les méthodes projectives, P.U.F., París.
[5] En 1910, Freud produjo el artículo “Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia autobiográficamente descrito” , donde advirtió que trabajaba sobre el historial clínico de alguien que no conoció y se basó en las memorias del jurista Schreber y los certificados médicos sobre ese paciente.
[6] Op. Cit. Nota 3.
[7] Los pasajes que siguen corresponden a un reconocido psicoterapeuta junguiano colombiano, en comunicación electrónica con el autor : De: Juan Carlos Alonso G. adejungcol@yahoo.com Miércoles, 17 de Mayo de 2006 12:00:32 p.m.
a) Ante todo creo que, como sucede en psicoterapia, lo que importa es la personalidad del intérprete más que las técnicas utilizadas, sean las que sean. Habiendo conocido las terribles inhabilidades de algunos responsables de procesos de selección y promoción, sinceramente preferiría que las decisiones provinieran de las pruebas y no de tales personas.
b) Pienso que las pruebas deben ser siempre medios auxiliares para las decisiones, que pueden enriquecer pero no sustituir la evaluación humana. Realmente, la función de todo tipo de pruebas ha sido sobrevalorada y responde más es a la necesidad positivista de tener puntajes cuantitativos o cualitativos "estandarizados", tras los que se respalden las decisiones.
c) Veo útiles las pruebas de aptitud general en casos de procesos masivos de selección. También son útiles las pruebas de aptitud y/o conocimientos específicos en especial cuando son hechas por un psicólogo en compañía de quien va a ser el supervisor del seleccionado.
d) Las pruebas de personalidad son otra cosa. Como tú, me parece que no tienen mucha cabida en el medio laboral, en especial las pruebas proyectivas que fueron elaboradas en el ámbito clínico para detectar enfermedades e intentar ayudar a las personas a partir de los diagnósticos. Veo la lógica de las demandas en E.U. por atravesar los límites de la intimidad, pues nadie tiene derecho a inmiscuirse en mi psique. Además, en psicoterapia, encuentro más utilidad a mi ojo clínico que al ojo de las pruebas. Por eso, desde que salí del Banco, no quise saber de ellas (el Dr. Alonso fue psicólogo del Banco de la República en Bogotá).
e) Aunque sean pruebas supuestamente “junguianas”, las de los tipos psicológicos, tampoco es que me gusten mucho. Ni Jung las propuso ni creo que las hubiera aceptado o avalado si las hubiera conocido, ya que toda la vida luchó por evitar que la gente fuera rotulada y diagnosticada.
[8] Está bien estudiado por M. Grodin y G. Annas (2008), Médicos y torturas: lecciones de los doctores nazis; publicado en inglés por la Revista de la Cruz Roja Internacional. La traducción al español está disponible en el blog “Ética y Psicopatología del Trabajo” http://fernandobritosv.blogspot.com/
[9] Soldz, Stephen y Brad Olson, Steve Reisner, Jean Maria Arrigo y Bryant Welch (2008) TORTURA DESPUÉS DE LA OSCURIDAD. Tortura e indefensión estratégica de la Asociación Psicológica Americana (A.P.A.). La traducción autorizada por los autores puede bajarse del archivo del blog “Ética y Psicopatología del Trabajo”.
[10] Murphy Paul, Anne (2004) The Cult of Personality: How Personality Tests Are Leading Us to Miseducate Our Children, Mismanage Our Companies, and Misunderstand Ourselves; Free Press, Nueva York.
[11] El CDC de la Udelar acaba de aprobar tres Especializaciones en Evaluación Psicológica (Clínica, Laboral y Forense), como estudios de posgrado en la Facultad de Psicología. El programa de estudios de esas especializaciones atribuye una dedicación abrumadora (casi exclusiva) al muy cuestionado test de Rorschach.
[12] Precursor de ésta técnica fue Dan Mc Adams (1997) The Stories We Live By: Personal Myths and the Making of the Self. Guilford Publications, Nueva York. Se trata de una técnica cada vez más empleada en las ciencias sociales para la investigación cualitativa. En el caso de la psicología debe destacarse que más que averiguar que sucedió en distintas etapas de la vida lo importante es registrar como lo percibe la persona.
[13] Un repertorio de técnicas puede consultarse en Marradi, Alberto et al. (2007), Metodología de las ciencias sociales, Emecé Editores, Buenos Aires.
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