RAYMOND
EL PROFETA Y LOS APÓSTOLES DEL CULTO TECNO
AHORA
EN URUGUAY
Lic.
Fernando Britos V.
Un
desembarco perfecto - En la primera semana de abril, el glamour
y los medios de producción de eventos se desplegaron en Montevideo para el
debut de un programa, anidado en la Presidencia de la República, denominado
“Uruguay Encendido”, fogoneado por el
Pro Secretario Diego Cánepa y acolitado por AGESIC (Agencia de gobierno
electrónico y sociedad de la información) y la CUTI (Cámara Uruguay de
Tecnologías de la Información).
En dos jornadas intensivas, los salones del Hotel
Carrasco Sofitel fueron escenario óptimo para el desembarco de la Singularity
University en Uruguay. Esta empresa californiana no es una universidad sino un
organismo de adoctrinamiento y difusión del culto tecnológico (“formación de
los líderes empresariales del futuro”) que encabeza el millonario inventor y
futurólogo estadounidense Raymond (Ray) Kurzweil quien la fundó hace tres años
y la dirige desde Silicon Valley, en los alrededores de San Francisco.
Un equipo de cinco apóstoles o misioneros venidos del
Tecnovaticano dirigió las jornadas y estuvo integrado por hombres muy
capacitados (todos varoncitos porque, dicho sea de paso, el culto tecno es muy
machista) y capaces de desplegar el encanto de un futuro promisorio
(transhumanismo positivo), el optimismo tecno que conlleva el advenimiento de
una nueva era de progreso infinito (el singularismo presentado como próximo
surgimiento de la superinteligencia a través de la inteligencia artificial) que
permitirá superar todos los males y limitaciones materiales e incluso alcanzar
la inmortalidad (no solamente la inmortalidad del capitalismo sino la del
profeta y sus discípulos), todo adobado con elogios y palmaditas en el lomo al
pequeño país del Ceibal que sería vitrina ideal para exponer su mercadería
(“potencialidad gigante del Uruguay”).
Alma Bolón ha llamado la atención[1]
sobre el acontecimiento marquetinero y sus
alcances lo que nos exime de analizar los méritos reales y presuntos de los
misioneros para concentrarnos en la fuerte carga ideológica y en los efectos
reales que pueden derivar a mediano plazo de la aplicación de las recetas que
venden, al tiempo que las cobran al contado y a buen precio.
Un ejemplo del tratamiento de imagen que hace esta
empresa tiene que ver con su sede central. El aeropuerto Moffit, cercano a San
Francisco, fue durante la Segunda Guerra Mundial una gigantesca base militar.
Terminada la contienda las viejas instalaciones quedaron desocupadas y parte de
ellas fue declarada monumento histórico (se dice que uno de los hangares es el
más grande del mundo con una superficie de 32.000 m2). En 1959 los edificios
fueron cedidos a la NASA que todavía mantiene allí el Centro de Investigaciones
Ames. Sin embargo, la agencia espacial resolvió alquilar a bajo precio buena
parte del complejo vacío a empresas privadas, pequeñas y medianas. De este
modo, la Singularity University se hizo de un bien conservado edificio de dos
plantas, con entrada porticada y techo de tejas a cuatro aguas. Así se puede
jactar de compartir instalaciones con la NASA , en pleno Silicon Valley y
recibir como valor agregado al que otorga el vecindario algo del prestigio
astronáutico y de ciencia de punta del que goza su casero.
El profeta del tecno y su mundo feliz – Raymond Kurzweil
(n.1948) no es el único profeta del tecnocapitalismo perdurable, como etapa
superior y definitiva de la especie humana pero tal vez sea el más conocido y
galardonado. Nació en el neoyorquino barrio de Queens. Su padre músico y su
madre dedicada a las artes plásticas, escaparon de Viena en 1938 justo antes de
la anexión de Austria por la Alemania nazi y se establecieron en los EUA. Raymond
se formó en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) en ingeniería e
informática.
Desde joven se destacó como inventor al desarrollar
máquinas y programas que permitían leer textos en voz alta a los ciegos. En esa
época se hizo amigo de Stevie Wonder y patentó máquinas para componer música y
un sintetizador electrónico capaz de reproducir el sonido de cualquier otro instrumento musical a la perfección.
Produjo numerosos inventos para facilitar la vida de los discapacitados,
visuales, auditivos, motrices y para la atención de la salud. Patentó el primer
escaner y desarrolló aplicaciones como el reconocimiento de voz y otras con
fines educativos. En ese proceso se convirtió en uno de los expertos más
reconocidos en Inteligencia Artificial (IA) y robótica. Como detalle menor, parece
que los “catcha” que debe sortear cualquier navegante hoy en día también se
deben a Kurzweil.
Científico inquieto y hombre de negocios perspicaz, fue
creando empresas dedicadas a explotar sus inventos y con gran habilidad se
relacionó con los gigantes corporativos de los EUA lo cual lo transformó en un
personaje inmensamente rico, famoso e influyente (menos rico que Bill Gates
pero con una imagen de extroversión más multifacética y atractiva). También
desarrolló vínculos muy estrechos con el complejo militar industrial de su país
y es uno de los cinco científicos de punta que asesora a las fuerzas armadas
para la creación de nuevas armas e incorporación de tecnología. Desde diciembre
pasado es, además, Director de Ingeniería de Google.
Su carrera, imposible de sintetizar en pocas palabras,
realmente interesa por la gravitación ideológica que ha adquirido. Su
dedicación a la futurología y a las predicciones científicas en los más
variados campos han ido articulándose en el corpus programático del
tecnocapitalismo caracterizado, precisamente por el reduccionismo extremo del
determinismo tecnológico que explica todo desde la evolución de la especie
humana y la biología hasta los fenómenos sociales, las peripecias de la vida
individual y el desarrollo del pensamiento, la conciencia y la cultura como exclusivo
resultado de los desarrollos tecnológicos. Esta concepción identifica el
desarrollo tecnológico con el capitalismo y hace de éste la condición de la
inmortalidad de aquel.
Kurzweil también traslada la idea del progreso infinito
al plano individual. Él mismo ingiere diariamente 200 píldoras de su propia
hechura en un intento para prolongar su vida hasta que su profecía acerca de la
desaparición de las enfermedades y la reversión del envejecimiento de los
cuerpos le permita alcanzar la inmortalidad. Además piensa clonar a su padre
fallecido a partir del ADN encontrado en la sepultura. Mientras tanto sigue
acumulando premios, doctorados honoris causa (quince solamente en los EUA) y
libros publicados.
Singularidad
y transhumanismo - Los pilares ideológicos del impulso profético
de Ray son la singularidad y el transhumanismo. La singularidad tecnológica como concepto se
remite a una declaración efectuada a mediados del siglo XX por el matemático
John Von Neumann quien señaló que el progreso crecientemente acelerado y los
cambios en el modo de vida de los humanos hacían presumir “la aparición de una
singularidad esencial” en la historia de la humanidad después de la cual ésta
ya no existiría tal como la conocemos. Vernon Vinge, un profesor de matemáticas
y escritor de ciencia ficción ubica este punto de inflexión alrededor del año
2045. Kurzweil vaticina que se producirá alrededor del 2030.
El problema radica en que para este último y sus
epígonos, el cambio se producirá exclusivamente como producto del desarrollo
explosivo de la inteligencia artificial. Esta superará a la inteligencia humana
no solamente en forma individual sino en tanto especie. Ray incluso promueve el
desarrollo de una neo corteza cerebral que sería una interfase entre el cerebro
humano y una computadora. De un modo u otro, la singularidad supone un cambio
social y cultural radical determinado por el desarrollo de las máquinas que abre
el camino al transhumanismo y posteriormente al posthumanismo.
Raymond Kurzweil pertenece al transhumanismo positivo que
considera que de este modo se resolverán todos los problemas de la humanidad y
desaparecerá la enfermedad y la muerte, se alcanzará un conocimiento muy
superior al reunido en toda la historia humana, la felicidad será generalizada
y completa. Las guerras, las hambrunas,
las desigualdades, la escasez de recursos, la contaminación y las crisis
energéticas serán cosa del pasado y desde luego también desaparecerá el
trabajo, tal como lo conocemos. Lo objetable es que estos previsibles cambios
no significarán el fin del capitalismo sino su epifanía.
El profeta y sus discípulos aseguran que, en lo inmediato
se producirá el resurgimiento de los Estados Unidos como potencia mundial
indiscutida porque.la capacidad manufacturera y los recursos humanos y
materiales de los emergentes BRIC (Brasil, India, Rusia y China) resultarán
inútiles e ineficientes a corto plazo.
El transhumanismo negativo, que corre en paralelo, adopta
un aspecto milenarista y sombrío porque entiende que la singularidad no
solamente acarreará el fin del mundo tal como lo conocemos sino que producirá
la desaparición o degradación del Homo sapiens y el deterioro irreversible del
planeta. Este enfoque ha sido mucho más transitado por versiones de la ciencia
ficción, especialmente cinematográficas[2]
y parece relacionarse con una intuición acerca de que los inevitables cambios
que se producirán, efectivamente significarán el fin del capitalismo
El singularismo y el transhumanismo no constituyen una
religión sino que forman parte de una concepción ideológica destinada a
edulcorar y reforzar el tecnocapitalismo y el dominio mundial de los Estados
Unidos a través de una visión del futuro conveniente a esos fines. Lo que
efectivamente sucede es que la difusión de esta concepción ideológica se hace
utilizando procedimientos históricamente vinculados con los cultos religiosos y
metodologías empleadas para el reclutamiento, el encuadramiento y la promoción
por dichos cultos.
Cuando hablamos del culto a la tecnología, del
Tecnovaticano o de profecías no estamos haciendo juegos de palabras o analogías
de ocasión sino advirtiendo que se trata de utilizar las ciencias y sobre todo
las nuevas disciplinas tecnológicas para promover una visión dogmática,
incontrastable y esencialmente imprevisible acerca del futuro.
El método tiene grandes similitudes con los dogmas que
desarrollan los cultos religiosos y con los sistemas de “venta directa” cuyo
origen se remonta a los “vendedores de Biblias”. La diferencia es que no venden
jabones, perfumes y cosméticos o recipientes de cocina sino un futuro
deslumbrante: el paraíso transhumanista que se abrirá a los líderes de la
innovación y estos se reclutarán entre quienes adopten su credo. Emplean
términos muy difundidos en el mundo consumista y en sus “teorías
organizacionales” como por ejemplo la
infaltable definición de la “visión” y la “misión” de la organización, la
necesidad de efectuar instancias donde los conversos “dan testimonio” acerca de
los bienes recibidos o exhiben sus conductas modélicas, etc.
El
éxtasis de los tragas - Nadie duda de que el mundo tal como lo
conocemos ha de sufrir necesariamente cambios muy profundos y a un plazo
razonablemente breve en términos históricos. Lo que sucede es que el desarrollo
de la superinteligencia y la superación de la condición humana tal como la
plantean el singularismo y el transhumanismo del profeta Ray y sus epígonos se
basa en falacias. Lo que parece un ingenuo optimismo tecnológico tiene muchos
puntos de contacto con la irónica caricatura del “mundo feliz” de Aldous Huxley (publicado en
1932) y su rígida jerarquía dominada por los Alfas y Betas (inteligentes y
bellos) y los súbditos inferiores: Gammas, Deltas y Épsilones. El tufillo a eugenesia,
mejoramiento de la raza y füehrerprinzip
es patente.
El empleo de los adelantos de la ciencia, (informática,
ciencias médicas, nanotecnología, biología, neurología, ingeniería genética y
aeroespacial, etc.), para inspirar una adhesión entusiasta, abolir el pensamiento
crítico y ahogar dudas, incertidumbres e
inequidades, no es novedoso. En mayor o menor medida ciertos practicantes de la
futurología lo hacen mediante la aplicación de la “visión de túnel”, un punto de vista intencionalmente unilateral
que se enfoca solamente en los aspectos que interesa destacar y descarta u
omite las evidencias, resultados o fracasos que no contribuyen a la tesis que
se promueve. Esta es la frecuente “falacia de confirmación”: se toman las
evidencias favorables y se descarta u oculta las evidencias que no corroboran
lo que se pretende demostrar. Por este camino se llega, inmediatamente, a la
manipulación, al fraude y al abuso de la credulidad.
Los críticos de Kurzweil y sus
singularistas, llaman la atención sobre dos aspectos de sus concepciones. Por
un lado, la futurología e incluso la literatura de ciencia ficción puede ser un
entretenimiento para empresarios tecnólogicos y científicos (sobre todo
informáticos) ya millonarios que empiezan a interesarse por horizontes
filosóficos y por la búsqueda de un sentido trascendente para sus vidas. Esto
produce lo que alguien ha denominado “the
rapture of the nerds”, la elevación o el éxtasis de los tragas. Por otro
lado, el reduccionismo extremo del determinismo tecnológico genera cierto tipo
de profecías que confunden deseos con pensamiento (wishful thinking) pero, sobre todo, que intentan conformar o
condicionar un futuro que, en sus detalles concretos es imprevisible.
Una tercera objeción, que
parece apuntada a este desembarco de la Singularity University en Uruguay tiene
que ver con las propuestas concretas que comercializan y las expectativas que
generan para reclutar clientela en el corto plazo. Es decir que al margen de
las concepciones ideológicas se ofrece, a buen precio, “servicios” concretos,
conferencias y seminarios para formar a los líderes empresariales, de modo que
el éxtasis de los nerds se transforme en una fuente de ingresos inmediatos y
eso lo veremos más adelante.
El futuro irresistible – En 1997, en el marco de un libro colectivo de
ensayos titulado “Marx hoy” que lo tuvo como editor, el científico y escritor
uruguayo Juan Grompone (n. 1939). Publicó una primera versión acerca de su
predicción en torno al fin del capitalismo y un gran cambio irreversible,
social y cultural, que se produciría en este siglo XXI. Pocos años después
desarrolló esta tesis en una obra mayor: “La danza de Shiva”[3] . “El futuro
es el resultado de la contradicción entre lo que se desea construir y lo que es
posible construir” afirmaba
Grompone quien estima que la aceleración exponencial de la tecnología colapsará
en la segunda mitad de este siglo. Cuando el capitalismo se haya expandido
hasta alcanzar la totalidad del planeta y ya no pueda seguir desarrollándose se
cumplirá lo que Marx y Engels auguraron en el Manifiesto Comunista: el
capitalismo generará las condiciones para su desaparición y tendrá lugar la
“singularidad tecnológica”.
Sin embargo, las similitudes entre Grompone y
Kurzweil terminan antes de empezar porque el primero considera, como vimos, que
la singularidad tecnológica será fruto del desarrollo de la inteligencia
artificial, la superinteligencia suprahumana, mientras que el segundo considera
que esa tesitura es una gran macana. :”¡La inteligencia artificial no sirve
para nada! – le dijo Grompone a Cinthia Soca [4]- Hace
cincuenta años que promete que va a hacer algo maravilloso”… y no pasa nada.
Después del colapso del capitalismo la capacidad de vivir más y mejor será para
todos pero por ahora Grompone - que presume que el colapso se produzca hacia el
2065 o el 2070 - señala que el país debe preocuparse por cambiar su matriz
productiva de aquí al 2030.
Vino
picado en odres nuevos – Los misioneros de la Singularity
University que desembarcaron en Montevideo a principios de este mes incluían a
expertos en robótica (.RNail y S.Ismail), en innovación (V.Wadha), en ciencias
médicas (D.Kraft), en biología (R.McCauley) y en cibercrimen (¡¡??)
(M.Goodman).
Lo ofrecido fue muy convencional. El experto en robótica
embelesó a su auditorio con la idea de que con los robots las economías
volverán a producir “a la antigua” y
Estados Unidos volverá al liderazgo industrial mundial. Los de la robótica se
concentraron en las maravillas de la “impresión en 3D” que permitirá hacer
comida con una computadora y una de estas impresoras cuyo abaratamiento
aseguran se producirá muy pronto a la par que su aumento de tamaño (que
permitirá “imprimir” una casa de 170 m2
en dos días y por un solo operario) y los coches sin conductor o los drones
baratos. El experto en medicina aseguró que el 80% de las cosas que hoy hace un
médico las hará la tecnología (no predijo en que plazo y no señaló si los
errores estaban comprendidos). El especialista en biología predijo la cura de
todas o casi todas las enfermedades con base en el abaratamiento de la
decodificación del genoma humano y la
producción artificial de alimentos con costos mínimos. El ex policía
especialista en “cibercrimen” hizo la apología de la incorporación de
tecnología para equiparar a los delincuentes que están adelantados en esas
materias (en suma una especie de CSI perpetuo).
Hay testimonios que dicen que los que asistieron a las
conferencias salieron henchidos de
optimismo omnipotente (todo es posible incluso en Uruguay que tiene
“potencialidad gigantesca”) porque el
costo de los emprendimientos se ha reducido a unos pocos miles de dólares que
cualquiera tiene a la mano y que una empresa gigantesca puede nacer y crecer en
un garaje o en el living de cualquiera que esté suficientemente imbuido del
espíritu emprendedor propio de los grandes líderes. Hace años que estos
argumentos han sido sistemáticamente desarrollados por las empresas de “venta
directa” y estamos seguros que empresas como Amway, Tupperware y Avon, para no
citar sino algunas, tienen más oficio y sobre todo son más conocidas por el
público que estos apóstoles de la singularidad del profeta Ray.
[1]
En Brecha (“Uruguay encendido: ¿quema tutti o siniestro de graves proporciones?”).
[2]
Ejemplos hay cientos, por no decir miles, pero basta recordar la serie televisiva
“Falling Skies” y su guerra con las máquinas inteligentes..
[3]
Grompone, Juan (2001) La danza de Shiva (la construcción del futuro). Edit. La
Flor del Itapebí, Montevideo.
[4]
Soca, Cinthia “Una luz catódica en el
crepúsculo del futuro: con Juan Grompone a propósito de la singularidad
tecnológica y el fin del sistema capitalista”. En Brecha, 19 de abril de
2013 (p.16-17).
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