LA CENTRALIDAD
DEL TRABAJO[1]
Christophe Dejours
Jean-Philippe
Deranty
Resumen: este artículo presenta brevemente algunas de las
características de la noción de “centralidad del trabajo” en el marco del
enfoque “psicodinámico” del trabajo desarrollado por Christophe Dejours. El
artículo argumenta que deberíamos distinguir entre por lo menos cuatro modos
separados pero relacionados en los cuales puede decirse que el trabajo es
central: psicológicamente, en términos de las relaciones de género,
socio-políticamente y epistémicamente.
Palabras clave: trabajo,
subjetividad, psicodinámica, política, género.
Este artículo defiende la tesis, ahora fuera de moda, de la centralidad
del trabajo. Lo hace desde la perspectiva de la psicodinámica del trabajo, un
enfoque del trabajo que ha sido desarrollado en el Centro Nacional de Artes y
Oficios en las últimas cuatro décadas. El artículo esbozará los principales
conceptos y argumentos que forman el corazón del modelo de trabajo
psicodinámico actual, que ha sido presentado extensamente en dos libros recientes.[2]
La psicodinámica del trabajo es un abordaje clínico basado en una
teoría del trabajo que se enfoca particularmente sobre la relación entre
subjetividad, trabajo y acción. Esta teoría del trabajo nació de un encuentro
interdisciplinario del psicoanálisis y la ergonomía en la década de 1970 a
consecuencia de la obra pionera de Louis le Guillant (en la parte psicológica) [3] y
de Alain Wisner (en la ergonomía)[4].
La ergonomía, que era una disciplina relativamente nueva en esa época,
estaba ocupada en el análisis de los espacios de trabajo y los procedimientos
de trabajo, con miras a la mejora de las condiciones laborales. En el caso de
Francia, donde Alain Wisner en el CNAM jugó el mayor papel, la preocupación
principal era mejorar la salud de los trabajadores. La lección clave que la
psicodinámica del trabajo recibió de la ergonomía es el hecho que, en todos los
tipos de trabajo, hay una distancia inevitable e irreductible entre el trabajo
asignado o prescripto – la tarea - y
los resultados de su puesta en práctica – la actividad-. Esta
discrepancia entre los aspectos prescriptos del trabajo y los resultados
efectivos de su implantación resulta del hecho de que en las situaciones reales
de trabajo siempre hay un número de incidentes, anomalías, quebrantos que
obstruyen y erosionan la organización del trabajo tal como la han previsto los
ingenieros y los gerentes. Este irreductible elemento contingente en todas las
situaciones de trabajo real ha sido desde entonces definida como “lo real” del
trabajo: eso que se da a conocer al trabajador por su resistencia al control
científico y técnico.
El recurso teórico ofrecido por el psicoanálisis en su diálogo con la
ergonomía, fue una teoría del sujeto (clásicamente freudiana) en la cual este
último es visto como teniendo que luchar constantemente contra el riesgo de la
enfermedad mental o aún, contra el riesgo de alienación, en el sentido
psiquiátrico del término, para poder continuar manteniendo su equilibrio
psíquico. Esto hizo de la “normalidad” - el funcionamiento suficientemente
bueno de un individuo en el contexto de trabajo - un enigma que debía ser
explicado. Conhujo a una visión de la “normalidad” como la solución de
compromiso en un conflicto entre el sufrimiento y las defensas y por lo tanto
derivó las investigaciones hacia las formas de defensa, individuales y
colectivas, contra el sufrimiento específico causado por la resistencia de lo
real en situaciones de trabajo prescripto.
Esta confrontación entre la ergonomía y el psicoanálisis condujo a
significativos virajes teóricos en ambas disciplinas. Para la ergonomía
significó el abandono de modelo estándar de sujeto, designado como un
“operador”. Obligó a la disciplina a tomar en cuenta el impacto que las
estrategias de defensa contra el sufrimiento (contra el miedo, por ejemplo)
tienen sobre la conducta humana (el clásico “factor humano”) ante los riesgos
(por ejemplo en la construcción y en las plantas nucleares); y la influencia de
estas estrategias de defensa sobre la prevención de accidentes y la seguridad
de las instalaciones.[5]
Para el psicoanálisis, la confrontación con la ergonomía sugirió dos
cursos de investigación: primero, enfocarse en el impacto de las restricciones
del trabajo y no solamente en los conflictos interiores heredados de la
infancia, al tratar el funcionamiento psíquico y la salud mental; y segundo,
estudiar la forma de inteligencia y sensibilidad que los individuos deben
desarrollar para adquirir las habilidades necesarias para dominar el proceso
laboral.[6]
La teoría de la centralidad del
trabajo
Mientras que la teoría de la centralidad del trabajo ha sido discutida
en muchas áreas de las ciencias sociales desde una diversidad de perspectivas
teóricas; en el contexto intelectual desde el que ha surgido la psicodinámica
del trabajo, esta noción se volvió particularmente aguda a fines de la década
de 1980, siguiendo los significativos argumentos puestos de presente por
Danièle Kergoat y Helena Hirata en sus investigaciones sociológicas sobre la
división social y sexual del trabajo.[7] La
introducción del tema de la centralidad del trabajo en el enfoque psicodinámico
del mismo condujo a distinguir entre cuatro formas fundamentales, que aunque
superpuestas están separadas, por las cuales puede decirse que el trabajo es
central en la formación de la subjetividad. Estas son: la centralidad del
trabajo en relación con la salud del sujeto; la centralidad del trabajo en la
estructura de relaciones entre los hombres y las mujeres; la centralidad del
trabajo en relación con la comunidad; y finalmente, la centralidad del trabajo
en relación con la teoría del conocimiento. Por lo tanto, nosotros hablamos de
la centralidad del trabajo psicológica, relativa al género, socio-política y
epistémica.
La centralidad del trabajo en
relación con la salud subjetiva
Originalmente la psicodinámica del trabajo estaba esencialmente
preocupada por la enfermedad mental causada por la confrontación entre los
agentes con las limitaciones organizativas del trabajo. Esta parte de la
clínica laboral puede ser denominada “psicopatología
del trabajo”. Desde luego hay buena evidencia, proveniente de los datos
clínicos, de que el trabajo puede actuar en detrimento de la salud mental. De
hecho en la pasada década aproximadamente, los clínicos observando las
transformaciones del trabajo notaron un aumento en la prevalencia y severidad
de las psicopatologías causadas por el trabajo, que culminaban en un fenómeno
nunca antes visto con tal extensión en las décadas previas: la aparición de
suicidios en el lugar de trabajo.[8]
Pero el trabajo no solamente genera sufrimiento y patología. También
puede traer aparejado lo mejor, proporcionar placer y volverse y volverse parte
de la economía psíquica como mediador irremplazable en la construcción del
propio sentido de salud y satisfacción.
Por lo tanto, el problema clínico y teórico más crucial consiste en
desvelar las condiciones específicas que transforman la relación de trabajo en
una de tristeza o alegría, suerte o desgracia. La influencia estructurante del
trabajo sobre la salud mental de los individuos se caracteriza por dos procesos
principales, uno que se juega en un nivel estrictamente individual y solipsista
y el otro que se desarrolla a un nivel social.
a) Nivel
individual
Trabajar es, en primer lugar, experimentar lo real, es decir, experimentar
la quiebra del conocimiento tecnológico aún en los casos en que la tecnología
haya sido dominada y se la esté usando
en forma correcta o cuando se hayan seguido las reglas y procedimientos
apropiados. Una forma específica de inteligencia práctica debe ser desarrollada
para superar la resistencia que opone lo real del trabajo. Esta inteligencia
práctica comprende encontrar una solución hasta ahora desconocida para el
agente que trabaja. A pesar de la difusión amplia de representaciones acerca de
muchas áreas del trabajo contemporáneo, la labor actual casi siempre demanda,
en menor o mayor medida, una forma de inteligencia práctica que es
inherentemente inventiva y creativa.
Las soluciones que el sujeto debe inventar se apoyan en la experiencia
íntima del fracaso. Para encontrar la solución apropiada al enredijo planteado
por la realización de la tarea, la experiencia de fracaso debe ser previamente
abrazada y apropiada. El fracaso debe ser encarado frontalmente y experimentado
íntimamente. El sujeto debe aceptar hacerlo suyo, es decir que es propio de él
o de ella. Esta apropiación subjetiva de la experiencia del fracaso, la
llamamos “subjetivación de lo real del trabajo”.[9]
Cuando esta “subjetivación de lo real del trabajo” se produce, sin embargo,
también se produce una familiarización con la realidad del trabajo, por la vía
de una obstinada confrontación corporal con la materialidad obstructiva que
define la realidad de la tarea que se tiene entre manos: con las herramientas,
los objetos técnicos y las reglas pero también con las condiciones
interpersonales que enmarcan la tarea (con los clientes, con los otros colegas,
la jerarquía). Como resultado, la determinación de encontrar un camino, de
fallar y aún así empezar todo de vuelta, que es la condición necesaria para la
realización de una tarea, es también un modo de tocar el mundo, en un sentido
físico directo tanto como en un sentido metafórico de conocerlo mejor y por lo
tanto de apropiarse de él.
Esta confrontación con la realidad obstructiva del mundo perdura hasta
que nacen las ideas que capacitan al agente para vencer la resistencia de lo
real. Lo que la perspectiva ergonómica también desvela, sin embargo, es que
inventar este camino a menudo implica torcer el curso de las cosas o infringir
las reglas. La inteligencia en el lugar de trabajo requiere del engaño, el
trastocamiento, los trucos. Todos estos trucos (el metis de los griegos)[10]
es parte y parcela de cualquier trabajo viviente y no existe organización del
trabajo que pueda funcionar sin ellos. Si las reglas y los procedimientos se
siguieran al pie de la letra, la producción se entorpecería hasta detenerse. De
hecho, la celosa observación de todas las reglas y regulaciones es una de las
más efectivas formas de acción huelguística (trabajo a reglamento).
Sin embargo, al experimentar la resistencia del mundo, también siento
un nuevo tipo de sentimientos que se desarrolla en mi, que no existía antes del
trabajo. El trabajo le revela nuevos poderes al cuerpo. A través de la
experiencia de la resistencia del mundo y los esfuerzos prácticos para
superarla, las capacidades del cuerpo se expanden de modo que este siente su
propia vitalidad más intensamente y más completamente. Podemos decir que esa
confrontación con lo real del trabajo corporizada le permite al sujeto no
solamente apropiarse del mundo sino también de su propio cuerpo y de si mismo.
La fenomenología de Michel Henry de “corps-propiation”
(apropiación corporal, apropiación de si mismo a través del cuerpo), esto es,
la auto-appropiación del sujeto vía el incrementado sentido de la vida
proveniente de la participación corporal en el mundo, es la mejor exposición
filosófica de lo que descubre el enfoque psicodinámico a través de la
observación de la actividad laboral.
Es por este camino , que conduce a una creciente subjetividad, que el
trabajo puede generar placer. Sin embargo, analizar la influencia positiva del
trabajo sobre la construcción subjetiva desde esta perspectiva conduce a un
gran enredo teórico. Por un lado parecería que la metapsicología de Freud se
mantiene como un instrumento indispensable par establecer una descripción
sistemática de los diferentes pasos y funciones involucrados en la constitución
de la economía psíquica y de los impactos de las diferentes limitaciones del trabajo
sobre esa economía. Por otro lado, sin embargo, no existe de hecho
actualmente,una metapsicología del cuerpo
en Freud. Los impulso provenientes del cuerpo siempre son tratados por
él a través de “representaciones” en el aparato psíquico, pero no por si
mismos.[11]
Una solución para salir de este entrevero teórico puede encontrarse en los
recursos ofrecidos por la fenomenología del cuerpo, en particular en los
escritos de Merleau-Ponty[12] y
Michel Henry[13],
quienes, al vincular fuertemente la constitución de la subjetividad con la vida
del cuerpo, nos ayudan a tener en cuenta las influencias negativas y positivas
del trabajo en los constructos subjetivos.
b) Nivel
social
El trabajo también puede extraer lo mejor en los sujetos a través de
las relaciones específicas de reconocimiento que se desarrollan en el contexto
laboral. Tal como en Trabajo y desgaste mental se ha argumentado,[14]
junto con el reconocimiento del estatus social vinculado con la profesión, el
trabajo también puede proporcionar una forma de reconocimiento basada en el hacer, no en el ser, del
trabajador. Esto es, un reconocimiento basado en la calidad de la relación que
el trabajador ha mantenido con lo “real”. Este reconocimiento está sometido a
juicios acerca de la calidad y utilidad del trabjo cumplido. Es el
reconocimiento de la contribución inteligente y activa, una forma “técnica” de
reconocimiento que como tal solamente sus pares pueden dar desde el momento en
que se requiere una familiaridad con lo real de ese trabajo. Esta forma de
reconocimiento, en tanto proporciona una recompensa simbólica al encuentro con
lo real, constituye un vínculo esencial
para la sublimación de los desafíos del trabajo que se produce bajo la
forma de placer y fortalecimiento de la autoestima. Como tal también juega un
papel esencial en el desarrollo de la identidad.
Estos dos proceso combinados conllevan (potencialmente) un
fortalecimiento de la subjetividad, de tal modo que al final trabajar sobre el
mundo también implica un trabajo creativo del sujeto sobre si mismo (sobre él,
sobre ella). En otras palabras, trabajar no solo implica producir también
implica trabajar sobre uno mismo. La maldición del desempleo radica
precisamente en que priva al sujeto del derecho a contribuir (a la vida de un
colectivo de trabajo, a la compañía, a la sociedad) y por ende de la
oportunidad de beneficiarse con la preciosa recompensa que es el
reconocimiento.
La centralidad del trabajo en
las relaciones de género
Los sociólogos que estudian la división sexual del trabajo han hecho
énfasis en las fuertes interrelaciones entre dominación de género en y a través
del trabajo y dominación de género en general. La dominación de los hombres
sobre las mujeres en el lugar de trabajo está directamente vinculada con la
división del trabajo en la esfera privada. Estos sociólogos también han
argumentado que, en general, la dominación de género no puede ser adecuadamente
comprendida sin tomar en cuenta el papel central que juega el trabajo, como uno
de los factores clave en estas relaciones de dominación.
Mucho depende de la naturaleza del trabajo doméstico y de la forma en
que está distribuido en la familia. Danièle Kergoat una socióloga pionera en
esta área escribe en “Le rapport social de sexe”:[15]
El trabajo es lo que está en juego en las
relaciones de género. Por trabajo solamente entendemos el trabajo remunerado o
el trabajo como porfesión, sino el trabjo como “producción de vida”… Este
concepto de trabajo incluye no solamente el trabajo profesional (ya sea pagado
o no, de mercado o fuera de este, formal o informal) sino el trabajo doméstico.
Este último extiende las tareas domésticas mucho más allá e incluye el cuidado
corporal y afectivo de los niños, supervisar su escolaridad y aún la producción
física de los niños. Este tipo de trabajo no se caracteriza por una adición de
tareas pero puede ser definido ya sea como un “modo de producción doméstica”
(Delphy) o como una “relación de servicio”… La permanente disponibilidad del
tiempo de las mujeres para el servicio de la familia y más ampliamente para la
paternidad define un tipo de relación que es característica del proceso del
trabjo doméstico (Fougeyrollas.Schwebel)[16].
En el mundo social del trabajo, la dominación de género resulta en que
los hombres son capaces de reservarse par si mismos las tareas que requieren
mayor habilidad y las que mantienen el estatus más alto en la jerarquía de
poder. El trabajo en este ejemplo es claramente el factor de dominación y el
medio por el cual la dominación está arraigada y justificada. Esta pauta se
compone de la dominación en el medio hogareño y de la división del trabajo en
la economía del hogar. Cualquier actividad concerniente a los cvuidados tiende
a ser asignada las mujeres,
imponiéndoles por ende un doble trabajo, situación que, en la competencia por
las tareas y sitios en el mundo social del trabajo las coloca en sustancial
desventaja.[17]
Más aún, las complejas tareas que comprenden los cuidados generalmente son
minimizadas por la tendencia a “naturalizar” las competencias femeninas. Como
resultado, el reconocimiento de las actividades que se desarrollan en la
realización de los cuidados es descartado porque estos últimos se atribuyen
únicamente a los instintos y virtudes femeninas.[18]
Esta tendencia a volver invisible el trabajo de las mujeres se confirma
en la división de tareas profesionales en la medida en que las actividades
encargadas a las mujeres a menudo se caracterizan por su invisibilidad. Muchas
de las cualidades profesionales requeridas en el ejercicio de actividades
clásicamente encomendadas a las mujeres, como el tacto, la disponibilidad, la
consideración, la compasión, se caracterizan por el hecho de que solamente son
eficientes cuando son empleadas con discreción, cuando se hacen a si mismas
invisibles.[19]
Solamente se repara en la limpieza cuando esta no ha sido efectuada. Todos
estos elementos conspiran para crear una real “generificación” o
“sexualización” del reconocimiento, que se vuelve mucho más difícil de obtener
para las mujeres que para los hombres.
También puede mostrarse que cuando un hombre es exitoso en su vida
profesional, ello se refleja en su estatus y en su sentido de identidad
masculina. A menudo esto no sucede en las mujeres donde el éxito profesional y
las mejores calificaciones, por el contrario, pueden amenazar la identida de género
y desestabilizar el equilibrio de poder en la pareja.[20]
La perspectiva psicoanalítica deja en claro que las actitudes hacia el trabajo
tienen consecuencias mayores, no sólo sobre las relaciones en el lugar de
trabajo y en el medio hogareño, sino también en los aspectos más privados de la
vida subjetiva, tales como la sexualidad y el lado erótico de las relaciones de
género. Desde esa perspectiva, también puede argüirse que las actividades que
constituyen “los cuidados” no sólo están en el centro de las luchas de poder
entre los compañeros de género, sino que también están en el corazón de los
juegos de seducción, de tal modo que están en juego en las relaciones de
dominación/servidumbre o aún control(Bemächtigung)/sumisión, en la economía del
amor.[21]
Sin embargo, como en el caso del cuerpo, referirse al trabajo como un factor
central en el conjunto de las dimensiones sexuales y eróticas de las relaciones
de género también conduciría a un re exámen y expansión de la teoría del amor,
desde que esta última no está completamente desarrollada en la metapsicología
freudiana.[22]
La centralidad política del
trabajo
El trabajo no involucra solamente la inteligencia práctica de un
individuo sino sobre todo la inteligencia de un colectivo. El análisis de la
inteligencia que interviene en el trabajo se hace casi siempre en forma plural.
Podríamos decir que no hay trabajo sin cooperación. Esto apunta a la
importancia de la forma deóntica[23]
de actividad como una condición del trabajo. Por actividad deóntica se entiende
la actividad de hacer reglas para trabajar de modo que el trabajo funcione. La
misma brecha entre tarea y actividad, que la ergonomía puso en evidencia en el
caso del trabajo individual, existe también en el caso de la coordinación, es
decir, en relación a las órdenes e instrucciones que organizan el trabajo
colectivo. La coordinación externa del trabajo no puede ser completamente
respetada por los trabajadores si es que las tareas realmente han de ser
cumplidas. Si los trabajadores no hacen otra cosa que obedecer, se crearía un
“enlentecimiento” de la producción y el sistema se quebrantaría. La cooperación
se refiere, precisamente, al reordenamiento de la coordinación a través de la
actividad deóntica, esto es, a través de la elaboración de reglas concretas mediante
la cooperación por y entre trabajadores, para llevar a cabo las tareas para las
que se estableció, en primer lugar, la coordinación del trabajo. Estas reglas
que hacen posible la colaboración también generan una competencia colectiva que
se transforma en una lucha para subvertir las órdenes e instrucciones de
coordinación, de modo de hacerlas compatibles con la realidad actual de la
situación de trabajo. Las reglas del colectivo de trabajo son pues reglas
técnicas, pero tienen una irreductible dimensión social, especialmente en la
medida en que desafían la coordinación prescripta.
Además, desde la perspectivas interna del colectivo de trabajo, esta
dimensión social de la actividad deóntica tiene aún otro aspecto. Para producir
reglas de trabajo efectivas y reglas del empleo, la cooperación requiere un
mínimo de consideración por los otros y de amistad. La cooperación está basada
sobre una mínima forma de vida comunitaria. Para ponerlo en una frase “el
trabajo no es sólo producción; también es aprender a vivir juntos”.
Esta condición ética del trabajo representa el propósito real aunque su
significado político no sea percibido por los colectivos de trabajo. Cuando
funcionan bien las deliberaciones de trabajo, la labor puede darle a los
individuos la oportunidad de aprender las virtudes cívicas esenciales que son
condición de la práctica democrática: cooperación, vida colectiva, solidaridad.
Por otra parte, cuando los cimientos comunitarios de la cooperación han sido
destruidos, el trabajo puede conducir a lo peor: la manipulación instrumental
de los demás, hasta el punto de la esclavitud, y aún la tortura. Podemos decir
que tanto las mejores como las peores formas de política requiere la
movilización de energías individuales, las cuales se galvanizan más eficientemente
en colectivos de trabajo. Los lugares de trabajo que funcionan bien educan a
los individuos en la formación de opiniones consensuadas al tomar en cuenta los
diferentes puntos de vista, capacidades y necesidades de todos. Los lugares de
trabajo disfuncionales pueden ser el sitio donde nazca un desprecio radical del
punto de vista y las vulnerabilidades de los demás.
Del análisis de la importancia central de la cooperación en el trabajo,
surgen dos conjuntos de conclusiones:
1. Cualquier nivel de actividad laboral implica
dos niveles de subversión que son las condiciones pre requeridas para la
calidad del trabajo:[24]
-
“Trampear”
para manejar la brecha entre ‘tarea’ y ‘actividad’;
-
“Deóntica”,
actividad para superar la brecha entre coordinación y cooperación.
El énfasis sobre la importancia de la actividad deóntica en la
realización actual de tareas es un fuerte argumento contra el funcionalismo o
los análisis sistémicos de la organización del trabajo.
Por el lado negativo, sin embargo, el fenómeno también destaca el
potencial para influir sobre los individuos por parte del colectivo de trabajo
y esto proporciona una nueva perspectiva para discutir problemas bien conocidos
acerca de la movilización de la voluntad, el consentimiento y la servidumbre
voluntaria en las formas negativas de la política.[25]
2. No hay fronteras nítidas entre la esfera del
trabajo y la más amplia esfera social. La trasmisión de valores sociales no es
solamente de la sociedad al lugar de trabajo. También se da en la otra
dirección. Una forma de educación colectiva adquirida a través de relaciones
sociales relativas al trabajo tiene un impacto mayor sobre la evolución de la
sociedad en si misma. Bajo la influencia de nuevas formas de organización del
trabajo, en particular la evaluación individualizada de los desempeños (que
tiene un poderoso efecto sobre el quebrantamiento de los colectivos de trabajo,
la vida en comunidad y la solidaridad), cada trabajador se ve prácticamente
forzado a retroceder hacia un frenético individualismo defensivo. Si los
trabajadores aprenden a ser cautelosos y estar prevenidos respecto a todo el
mundo en el trabajo, incluyendo a sus propios colegas, difícilmente mostrarán
generosidad o consideración hacia los demás tanto en la esfera privada como en
la sociedad.
El diagnóstico crítico elaborado en Souffrance
en France[26]
ha tratado de mostrar que el quebrantamiento de la cortesía, la civilización y
los buenos modales en la sociedad contemporánea, en gran medida se deben a la
compañía, que en la sociedad neoliberal se ha vuelto el paradigma de
colectividad, que arrastra a los hombres y a las mujeres a pensar “cada uno
para si mismo” y les enseña a despreciar cualquier cosa que no se relaciones
con el realismo, la eficiencia y el criterio básico de la racionalidad instrumental.
No existe fatalidad en la evolución reciente de las relaciones sociales
en el trabajo y sus efectos sobre la ciudad. Al abandonar la organización del
trabajo como un todo a la autoridad de los todopoderosos empleadores y
gerentes, permitimos que la sociedad en su conjunto dilapide y destruya el
capital de solidaridad que se construyó en los lugares de trabajo después de la
Segunda Guerra Mundial. Las leyes laborales y la prevención de riesgos
ocupacionales son insuficientes en vista de los problemas que plantea la
centralidad política del trabajo. Si se acepta la teoría de la centralidad del
trabajo en relación con la evolución de la sociedad, uno se ve obligado a
reconocer que la organización del trabajo es, en si misma, un problema
político. Una “política del trabajo” en el fuerte sentido del término, que no
sea reducida a políticas de empleo, debería ser conceptualizada y desarrollada
como un decisivo objetivo político poara contrarrestar los efectos deletéreos
del régimen neoliberal. Estas nuevas políticas laborales deberían estar basadas
en la necesidad de asegurar la posibilidad de reconocimiento y la protección de
las actividades deónticas.[27]
Por ende deberíamos recuperar lo que Axel Honneth una vez llamó una “concepción
crítica del trabajo”,[28] y
podríamos desarrollar, desde el trabajo, una nueva idea de emancipación.[29]
La centralidad epistémica del
trabajo
Finalmente, el énfasis sobre la centralidad del trabajo para la vida
subjetiva y social tiene sorprendentes y significativas implicancias para la
epistemología. Tres de estas implicancias significativas deben ser mencionadas
en particular.
En primer lugar, la centralidad del trabajo nos anima a cuestionar los
modelos generalmente aceptados de separación y priorización entre ciencias
fundamentales y aplicadas. La preeminencia de las ciencias de campo sobre las
ciencias básicas se debe al hecho que es siempre a través de una forma de
trabajo que se accede a lo real.
En segundo lugar, como Dewey lo argumentara desde hace mucho tiempo, lo
real se da a conocer en la forma más eminente a través de su resistencia a la
maestría y el conocimiento técnico. La “verdad” por lo tanto radica más en el
fracaso del conocimiento que en el conocimiento declaratorio. Solamente cuando
la realidad ya ha sido revelada debido a una falla del trabajo, es que se
vuelve posible y aún entonces sólo a
posteriori, recuperar las características de la situación de modo de someterlas
a un protocolo regulado de análisis experimental.
En tercer lugar, las fuertes dimensiones afectivas y emocionales de la
experiencia que el sujeto hace cuando se encuentra con la resistencia que el
mundo opone a su voluntad, significa que también es necesario formular
correctamente la relación entre subjetividad y objetividad. El conocimiento
subjetivo no es una forma menor de conocimiento sino que es la precondición y
la base sin la cual no podría ser desarrollado nuevo conocimiento objetivo
alguno.
Esto, en síntesis, es como la teoría sobre la centralidad del trabajo
se presenta ante el enfoque psicodinámico del trabajo. Comparado con la teoría
crítica contemporánea,[30] esta
tesis hace énfasis sobre el papel que el trabajo juega en la formación de las
relaciones humanas, y más allá de esto, en la construcción de la subjetividad y
en la evolución de la sociedad.
Básicamente, esta teoría derriba dos fundamentales conceptos clásicos:
1. Que es el conocimiento de las forma en que
opera la psiquis lo que nos permitirá comprender la naturaleza del trabajo (el
clásico concepto de Freud en sus escritos teórico-sociales).
2. Que es el conocimiento de la sociedad el que
nos permitirá comprender los procesos que estructuran las relaciones sociales
en el trabajo.
La psicodinámica del trabajo, por contraposición, está basada en dos
conceptos exactamente opuestos. Sus premisas son la idea que deberíamos revisar
la teoría psicoanalítica sobre la base de un análisis del trabajo como “trabajo
viviente”, esto es como la experiencia prominente a través de la cual puede
desarrollarse y mejorarse la vida subjetiva. Se propone reconstruir la teoría
social y política sobre la base de las relaciones sociales construidas en el
trabajo. Los datos clínicos demuestran que el trabajo ayuda a generar
comprensión y también puede ser visto como un concepto crítico, vital para la
comprensión de la evolución de la subjetividad individual, la evolución de las
relaciones en la ciudad y, finalmente, como un vínculo entre la subjetividad
individual y el campo social.
Christophe Dejours es psiquiatra y psicoanalista, catedrático
(psicoanálisis, salud, trabajo) en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios
de París, fundador de la psicodinámica del trabajo. Autor de numerosos libros
sobre psicoanálisis, psicosomática, patologías del trabajo moderno e impacto
social de las patologías laborales. En el 2009 publicó Travail vivant, una
monografía en dos volúmenes, que sintetiza los aspectos básicos de la
disciplina y que ha sido traducido al español y acaba de ser publicado en
Buenos Aires por la editorial Topía (mayo de 2013).
Jean-Philippe Deranty ha publicado extensamente sobre filosofía
francesa y alemana contemporáneas. Sus últimas obras incluyen Beyond Communication. A Critical Study of
Axel Honneth’s Social Philosophy (Leiden, Brill, 2009). Sus investigaciones
actuales están dedicadas al trabajo y su lugar en la vida individual y social.
Nota bene: el artículo original incluye referencias
bibliográficas que reproducen las que figuran en las notas al pie de página.
Hemos agregado la bibliografía en español y/o portugués cuando corresponde.
[1] Se trata de un artículo basado en una presentación de Christophe Dejours en el Institut für Sozialforschung (en Frankfurt am Main) el 12 de febrero de 2009. Esta versión se publicó en inglés en Critical Horizons: A Journal of Philosophy & Social Theory (revista australiana de filosofía y teoría social (CRIT 11.2 (2010) 167-180. El copyright pertenece a Equinox Publ. Ltd. de Londres y a esta versión se puede acceder en www.criticalhorizons.com.au. La traducción del inglés fue realizada por Fernando Britos V. en mayo del 2013.
[2] Christophe Dejours, Traavali Vivant (2 volúmenes: Sexualité et Travail
y Travail et Emancipation, París, Payot, 2009. Estas obras fueron editadas en
español por la editorial Topía de Buenos Aires y Dejours en persona las
presentó en la Feria del Libro que tuvo lugar en Buenos Aires en los primeros
días de mayo de 2013.
[3] Louis le Guillant, Quelle psychiatrie pour notre temps? (Toulouse,
Editions ERES, 1985). En portugués es possible accede a un
importante artículo sobre este autor escrito por Paulo César Zambroni y Milton
Athayde (A contribuçao da abordagem clínica de Louis le Guillant para o
desenvolvimento da Psicología do Trabalho. En: Estudos e pesquisas en
psicología, UERJ, Río de Janeiro, Año 6. Nº1, primer semestre de 2006).
[4] Alain Wisner, Psychopathologie du travail (París, EME,1985), 102-104 y
A.Wisner “Diagnosis in Ergonomics or the Choice of Operating Models in Fields
Research”, Ergonomics 15 (6) (1972); 601-20. En el caso de
Wisner (fallecido en el 2004) existe traducción y varias ediciones de su obra
más conocida : “Ergonomía y trabajo” y numerosos artículos del mismo, en
español y en portugués, así como estudios críticos en esos idiomas.
[5] Alain Wisner, François Daniellou
y Christophe Dejours, “Uncertainity and Anxiety in Continuous Preocess
Industries”, Comunicación para el 5to UOEH International Symposium on
Automation and Robotics, en K.Noro (edit.), Occupational Health in Automation
and Robotics (londres/nueva York, Taylor & Francis, 1987), 39-51.
[6] Christophe Dejours, “Subjectivity, Work and
Action”, Critical Horizons 7 (2006); 45-62.
[7] Los autores incluyen una bibliografía de estas sociólogas (Hirata y Kergoat) aunque en francés. Recomendamos el siguiente libro en español: La división sexual del trabajo: permanencia y cambio :: Helena HIRATA, Danièle Kergoat, con la colaboración de Marie-Hélène Zylberberg-Hocquard. Traducción de Noemí Habicht y Alicia Rozas. Buenos Aires, Trabajo y Sociedad - Centro de Estudios de la Mujer de Chile - PIETTE/CONICET, 1997, 274 pags.
[8] Christophe Dejours y Florence Bègue, Suicide et travail: que faire?
(París, Presses Universitaires de France, 2009).
[9] Ver el estudio clásico llevado a cabo por dos psicólogos del trabajo
en el Instituto de Investigación Sociel (Munich), Fritz Böhle y Brigitte
Milkau, Vom Handrad zum Bildschirm: eine Untersuchung zur sinnlichen Erfahrung
im Arbeitprozess (Frankfurt/Nueva York; Campus Verlag, 1998).
[10] Marcel Detienne y Jean-Pierre Vernant, Cunning Intelligence in Greek
Culture and Society. Janet Lloyd (trans.)(Chicago, Univ.
of Chicago Press, 1991). Este libro (La astucia de la inteligencia) ha sido
traducido a varios idiomas aunque no al español.
[11] Sigmund Freud, “Triebe und Triebschicksale”
(1915) in Gesammelte Werke, vol.10
(Frankfurt;Fischer Verlag). Ver Dejours, Sexualité
et travail, PP.75-98.
[12] Maurice Merleau-Ponty, Phenomenology
of Perception, C.White (trans.)(London: Routledge,2001), en particular el
capítulo 5, “The Body as Sexual Being”. Hace más de medio
siglo que este clásico está publicado en español (Maurice Merleau-Ponty. Fenomenología
de la percepción. México, FCE, 1957. Primera edición en francés, 1945
Traducción de Emilio Uranga) y es posible obtener por internet el capítulo 5to..
[13] Michel Henry, Philosophie et phenomenologie du corps (París, P.U.F.,1997). Traducido al español: Michel Henry, Filosofía y fenomenología del
cuerpo; ensayo sobre la ontología de Maine de Biran. Edit. Sígueme, Salamanca,
2007. Puede descargarse gratuitamente la obra completa por internet.
[14] Hay ediciones en español de esta obra realizadas en España y en
Argentina. Recomendamos Trabajo y desgaste mental. Una contribución a la
psicopatología del trabajo. Ed. Humanitas, Buenos Aires.
[15] D.Kergoat, “Le rapport
social de sexe. De la reproduction des rapports sociaux à leur subversion”, Actuel Marx 30 (2001): 85-100.
Disponible en español: De la
relación social de sexo
al sujeto sexuado de D KERGOAT - 2003 - Biblioteca Virtual ...www.biblioteca.org.ar/libros/92280.pdf
[16] Véase C.Delphy, “Travail ménager ou travail domestique?”, en L’ennemi principal, vol.1 (París, Ed.
Syllepse, 1998),57-74; Dominique Fougeyrollas-Schwebel, “Travail domestique”, en Hirata et al., Dictionnaire du feminisme,
2n.1.
[17] Véase C.Delphy, “Travail ménager ou travail
domestique?”
[18] H.Hirata y D. Kergoat, “Rapports sociaux de
sexe et psychopathologie du travail”. En Christophe Dejours (ed.), Plaisir et souffrance dans le travail,
vol.2 (París, Ed. CNAM) 131-76.
[19] Pascale Molinier,”Care as Work: Interdependent Vulnerabilities and Discret Knowledge”. En Smith y Deranty, New Philosophies of Labour. En español: Arango Gaviria, Luz Gabriela; Pascale Molinier (Comps).El trabajo y la ética del cuidado. Colección La Carreta Social. La Carreta Editores; Escuela Estudios de Género, Universidad Nacional de Colombia, Medellín, 2011.
[20] Christophe Dejours, “Centralité du travail et théorie de la
sexualité”, Adolescence 14
(1996):9-29.
[21] H.Hirata, “Travail et affect. Les resorts de la servitude domestique.
Note de recherche”. Travailler 8
(2002): 11-26.
[22] Ver la referencia clásica: S.Freud, “Über die allgemeinste
Erniedrigung des Liebenlebens”, así como Jean Laplanche, “Le fourvoiement biologisant de la sexualité chez Freud” (París, Les
empécheurs de penser en rond, 1993), 70-71.
[23] Deóntica: relativa a los deberes y la ética.
[24] Bertrand Ogilvie, “Travail et ontologie de la résistance”, Théoriques 1 (2008), 25-46.
[25] Ver Dejours, Travail et
émancipation (París, Payot 2000). Sobre el vínculo entre “buena gente” y
“trabajo sucio” para lo que implícitamente piden a los demás que hagan,
notablemente en relación con los contextos políticos, ver la clásica reflexión
de E.Hughes, “Good People and Dirty Work”, Social
Problems 10 (1962): 3-11.
[26] Existen dos traducciones al español bajo el título Trabajo y
sufrimiento.
[27] Ver, Dejours, Travail et
émancipation (la edición original es del 2009 pero acaba de publicarse, en
español ,por Topía en Buenos Aires).
[28] Axel Honneth, “Work and Instrumental Action. On
the Normative Basis of Critical Theory”, en A. Honneth, The Fragmented World of the Social (Albans, NJ, State University of
New York Press, 1991), 46-49. Ver también Nicholas Smith, “Work and the
Struggle for Recognition”, European
Journal of Political Theory 8(2009), 46-60.
[29] Emmanuel Renault, “Reconnaisance et travail”, Travailler 18 (2007); 119-35, y E.Renault
“Psychanalyse et conception critique du travail, trois aproches francfortoises
(Marcuse, Habermas y Honneth)” Travailler
20 (2008): 61-75. Ver también Jean-Philippe Deranty, “Work and the Precarisation
of Existence”, European Journal of Social
Theory 11 (4)(2008); 443-65; y Deranty “What is Work? Key Insights from the
Psychodinamics of Work”, Thesis Eleven
98 (2009); 69-87.
[30] Ver Jean-Philippe Deranty, “Repressed
Materiality: Retrieving the Materialism in Axel Honneth’s Theory of
Recognition”, en J.P. Deranty et al.
Recognition, Work, Politics: New Directions in French Critical Theory
(Leiden-Boston, Brill, 2007), 137-64.
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