Coalición por una Psicología Ética
Derechos Humanos, Ética, Justicia Social
Agradecemos
su ayuda para difundirla. Como siempre también agradecemos su apoyo a
nuestros esfuerzos para proteger y fortalecer los fundamentos éticos de la
psicología profesional.
Roy Eidelson
Complicidad: psicología y abusos en la “Guerra
contra el Terror”
La tortura
ha estado presente nuevamente en las noticias nacionales esta primavera
cuando el Comité Especial del Senado sobre Inteligencia votó el mes pasado
para desclasificar secciones clave de su informe de 6.300 páginas sobre los
brutales programas de detención e interrogatorio desarrollados por la CIA con
posterioridad al 9/11.
Mientras
que los hallazgos ya trascendidos del informe senatorial deberían resultar
perturbadores para todos los estadounidenses, los psicólogos de nuestra
nación deberían sentirse especialmente preocupados por el siguiente: “Dos psicólogos contratados diseñaron las
técnicas mejoradas de interrogatorio de la CIA y fueron figuras centrales en
la aplicación del programa”. Estas
técnicas crueles, inhumanas, degradantes y a menudo torturadoras, abarcaron
desde las posturas dolorosamente tensionantes a la prolongada privación del
sueño, el confinamiento constreñido en pequeñas cajas y el submarino, todas
concebidas para debilitar al detenido y volverlo física y psicológicamente
incapaz.
Durante
casi una década han surgido repetidamente otros reportes, cuidadosamente
documentados, acerca del involucramiento de los psicólogos en los abusos y
tortura de prisioneros en lugares tales como Guantánamo, Bagram y los “sitios
negros de la CIA” pero el
comprehensivo informe del Senado, con base en una investigación que abarca
varios años, posiblemente proporcione la relación más detallada hasta el
momento acerca de la forma en que los psicólogos abandonaron la ética
fundamental de “no causar daño” y participaron en los horribles excesos de
“!a guerra contra el terror”.
En el
pasado, la American Psychological Association (APA) – la organización de
psicólogos más grande del mundo – ha
respondido a revelaciones similares con silencio, negaciones, perogrullescas inacciones y declaraciones
acerca de que la APA siempre ha sido incondicionalmente opuesta a la tortura. Sin
embargo, tales respuestas esconden una preocupante y rechazable verdad: los
programas de tortura de los Estados Unidos se arraigaron y crecieron en un
clima que se hizo más propicio debido al apoyo de la directiva de la APA a las estrategias de contra-terrorismo de
nuestro gobierno, a pesar de sus tácticas de tratar el asunto sin guantes
como un todo vale.
Como tanto
los integrantes del público como los psicólogos esperan más información del
informe del Senado, esta es una oportunidad para revisar la extensa evidencia
de la colaboración de la APA con las organizaciones de seguridad nacional en
el “lado oscuro” de las operaciones posteriores al 9/11. Esta lista parcial
destaca ejemplos clave.
- Inmediatamente después de los horribles ataques
del 11 de setiembre del 2001, la dirección de la APA estableció un
subcomité para fortalecer los vínculos con la CIA, el Departamento de
Defensa (DoD) y otras agencias de seguridad nacional, proveerlas de
experticia psicológica y informarse mejor de las necesidades de estas
organizaciones. De acuerdo con el secretario de este subcomité (quien
más adelante sería presidente de la APA) “la tarea más urgente” era
colocar a la psicología como un esencial recurso nacional para “dar el
mensaje que la ciencia psicológica tiene mucho para contribuir al
esfuerzo de combatir al terrorismo”. Al mismo tiempo, la Mesa Directiva
de la APA reclamó aumento de los rubros destinados a financiar la
investigación conductual y el equipo de la APA trabajó para “cultivar
las relaciones con las agencias… que podrían utilizar tales
investigaciones en contextos aplicados”.
En los meses (y años) subsiguientes, los dirigentes de la APA
fueron visitantes regulares de Capitol Hill (Parlamento) y de la Casa
Blanca de Bush. En el 2004, un boletín de la APA se jactaba de que “los
miembros de la APA están notablemente bien posicionados en la CIFA (la
agencia Actividad de Contrainteligencia de Campo del DoD) para aportar
experiencia operativa y de investigación que respalde las actividades de
contrainteligencia”.
- En diciembre del 2001un ex - presidente de la
APA convocó una reunión privada de psicólogos investigadores y
psicólogos de la comunidad de inteligencia, en su domicilio, para una
‘tormenta de ideas’ acerca de contraterrorismo y extremismo musulmán. Entre
los participantes estaba uno de los dos psicólogos contratados que poco
después diseñó el programa de torturas de la CIA. Durante la primavera
siguiente este mismo ex – presidente de la APA, aceptó una invitación de
la CIA para brindar una conferencia de tres horas sobre “indefensión
aprendida”, basada en su investigación experimental con perros, en la
escuela SERE (Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape) de la
Marina, en San Diego. Asistieron los dos psicólogos que desarrollaron
las “técnicas mejoradas de interrogatorio” de la CIA que incluían el
submarino y el confinamiento de los prisioneros en una jaula llamada “la
caja del perro”. Cuando este encuentro trascendió públicamente por vez
primera, la APA emitió una declaración caracterizando como
“completamente falsas” todas las acusaciones de colaboración de su ex –
presidente, en modo alguno, en asistir a los dos psicólogos contratados
por la CIA para desarrollar el programa de torturas. La APA no
suministró entonces evidencia alguna en apoyo de esta cobertura negativa.
- La APA en conjunto con la CIA planificó y
mantuvo talleres sobre interrogatorios, solamente asequibles por
invitación, destinados a académicos, personal de policía y miembros de
la comunidad militar y de inteligencia. Un taller que se llevó a cabo en
Julio de 2003 exploró “La Ciencia del Engaño: Integración de Teoría y
Práctica”. Un escenario del taller examinó asuntos de investigación
éticamente cuestionables que
apuntaban directamente al tratamiento de los detenidos, incluyendo “¿qué
agentes farmacológicos son conocidos por afectar la conducta aparente de
decir la verdad?”; “¿cuáles son
las sobrecargas sensoriales del mantenimiento de conductas engañosas?” y
“ ¿cómo podemos sobrecargar el sistema o doblegar los sentidos y ver
cómo afecta esto las conductas engañosas?” Nuevamente, en estos talleres
estaban presentes los dos psicólogos que diseñaron el programa de
torturas y la eficacia de las técnicas coercitivas figuró entre los
temas en discusión. La APA eliminó de su página Web los detalles acerca
de este taller.
- Un segundo taller APA/CIA, titulado “Engaño
interpersonal: integración de teoría y práctica” se llevó a cabo en
junio de 2004. Ese encuentro fue concebido “para forjar colaboraciones
entre el equipo profesional operativo que trabaja en la comunidad de
inteligencia y los científicos que desarrollan investigaciones sobre
engaño interpersonal”. Facilitado por un analista de políticas de la
RAND
y “generosamente financiado” por la CIA, el taller se enfocó en el
engaño interpersonal y los métodos efectivos para desarrollarlo. La APA
ha suministrado poca información adicional sobre este taller o sobre sus
participantes.
- Otro ex- presidente de la APA estaba en la Junta
Directiva de la firma privada a través de la cual la CIA contrató a los
dos psicólogos para que diseñaran e implementaran el programa de
“interrogatorios mejorados”. Este miembro de la APA también sirvió en
una junta de estándares profesionales de la CIA en la época en que fue
establecido el programa de “interrogatorios mejorados”. Según un
psicólogo militar del SERE, entrevistado por NPR, este mismo ex – presidente reclutó
psicólogos para las operaciones de la CIA en el 2001 y describió sus “órdenes” en esta forma: “ayudar a
América y usar nuestras habilidades como psicólogos en cualquier forma
posible”.
- A mediados del 2003, cuando la CIA y el DoD
estabn recurriendo a medidas extremas en el marco de la “Guerra contra
el terror” de la Administración Bush, la dirigencia de la APA aprobó
cambios clave en el Código de Ética de la Asociación. Aunque los
trabajos en algunas de esas modificaciones habían empezado antes de los
ataques del 9/11, los cambios alejaron el código de las claras
restricciones éticas para favorecer el seguidismo de las resoluciones
gubernamentales e institucionales. Estas revisiones permitieron que los
psicólogos apoyaran las duras y coercitivas operaciones en Guantánamo,
Bagram y en los “sitios negros” de la CIA. En particular, la revisión
del Estándar 1.02 abrió la puerta para que los psicólogos adoptaran la
“Defensa Nuremberg” arguyendo que no eran personalmente responsables al
seguir órdenes en actividades de interrogatorio abusivo. Un antiguo
secretario del Comité de Ética de la APA señaló que esta nueva versión
del 1.02 trasmitía claramente un cambio en los valores de la Asociación,
permitiendo a los psicólogos violar la ética fundamental en deferencia a
la autoridad legal del gobierno, incluyendo las órdenes militares.
- El Código de Ética APA modificado también
rebajó las exigencias para las prácticas de investigación aceptables. Bajo
el Estándar 8.05 revisado se ha vuelto aceptable para los psicólogos
eludir el consentimiento informado “en los casos permitidos por la ley o
las regulaciones federales o institucionales” (tales como investigación
para la CIA). En tanto, el Estándar 8.07 revisado extendió las
condiciones en las cuales los psicólogos podrían emplear el engaño al
desarrollar su investigación, en cuanto el sujeto no experimente “severa
angustia emocional” (una permisividad mucho mayor que la previamente existente:
“incomodidad o experiencias emocionales displacenteras”). Nuevamente, la
APA emprendió estas revisiones específicas aunque la “Guerra contra el
terror” trajo aparejadas complejas cuestiones y preocupaciones relativas
al apropiado papel de los psicólogos en las operaciones anti –
terroristas.
- En el 2005, a consecuencia de las discusiones
con miembros de la comunidad de inteligencia, la APA estableció una Fuerza
de Tareas sobre Ética Psicológica y Seguridad Nacional (PENS, sigla en
inglés) para ofrecer orientación política a los psicólogos. A pesar de
los inherentes conflictos de interés, seis integrantes de la Fuerza de Tareas
de nueve miembros están a sueldo de las fuerzas armadas o de las
agencias de inteligencia y varios de ellos integraban las cadenas de
mando vinculadas con abusos sobre los detenidos. Uno de estos miembros
de la Fuerza de Tareas era el psicólogo en jefe del Equipo de Consulta
en Ciencia Conductual (Behavioral Science Consultation Team o BSCT)
en Guantánamo durante un periodo de abusos condenado por el Comité
Internacional de la Cruz Roja. Otro de los miembros era el psicólogo
principal del SERE del ejército, responsable del entrenamiento y la
supervisión de todos los otros psicólogos de esa institución y de
consulta para todos los psicólogos del ejército involucrados en el apoyo
a los interrogatorios. El tercero de los miembros de la Fuerza de
Tareas, fue psicólogo militar del centro de detención en la Base Aérea
Bagram en Afganistán y después defendió las técnicas de tortura como no
muy diferentes de la psicoterapia en una entrevista radial. Un cuarto
desempeñó un puesto principal en el DoD como Director de Ciencia
Conductual para la Actividad de Campo en Contrainteligencia (CIFA, sigla
en inglés) y había sido psicólogo operativo en jefe en el Centro de
Contraterrorismo de la CIA, la división que contrató a los psicólogos
que implantaron los “interrogatorios mejorados”. Este miembro del PENS
estaba presente durante por lo menos un interrogatorio que llevaron a
cabo los dos psicólogos contratados en una de los “sitios negros” de la
CIA. Un quinto miembro, psicólogo en jefe del Servicio Naval de
Investigaciones Criminales (NCIS, sigla en inglés), había recomendado
previamente que las normas de ética profesional no deberían aplicarse al
trabajo de seguridad nacional; una denuncia de violaciones éticas había
sido presentad contra él por abusar de un prisionero (de un servicio de
los EUA). El sexto miembro fue consultor de la CIFA y la Fuerza de
Tareas de Investigación Criminal (CITF) del DoD.
- Durante la reunión del fin de semana de la
Fuerza de Tareas del PENS, el Presidente electo de la APA prohibió las
averiguaciones acerca de los informes sobre abusos a prisioneros y la
declaración oficial del DoD acerca de la contribución de los psicólogos
al mantenimiento de los interrogatorios y operaciones de detención en
condiciones “seguras, legales, éticas y efectivas” fue endosado sin
deliberación. Esta declaración sirvió para legitimar el papel de los
psicólogos y otros profesionales de la salud en estos interrogatorios.
Es consistente con las justificaciones legales de “las técnicas
mejoradas de interrogatorio” presentadas por la Oficina de Consejería Legal
del Departamento de Justicia de la Administración Bush (los “memos de las
torturas”).
Numerosas irregularidades documentadas tuvieron lugar durante esa
reunión del PENS: un alto funcionario de la Casa Blanca actuó como
conspicuo observador; el miembro del equipo de la APA que jugó un
importante papel en la conducción de la reunión estaba casada con un
psicólogo del BSCT de Guantánamo; el enlace de la Junta Directiva de la
APA (que es el actual Presidente electo de la Asociación) introdujo la
moción de confidencialidad de lo acordado; la APA se negó reiteradamente
a dar los nombres de los integrantes de la Fuerza de Tareas en respuesta
a los requerimientos de la prensa y de los miembros de la Asociación y
la Junta de la APA aprobó rápidamente el Informe PENS mediante una
votación de “emergencia” , eludiendo la intervención prescriptiva del
Consejo de Representantes que gobierna la Asociación.
En oportunidad del Informe 2005
del PENS, el Presidente electo de la APA argumentó a favor de que los psicólogos
contribuyeran al “encarcelamiento, debilitamiento y aún la muerte” de
sospechoso de perpetrar crímenes. También señaló que tenía “cero interés en
involucrar a la APA en los nebulosos, inocuos, contradictorios y ofuscantes
tratados que comprometen la ley internacional”. Un año más tarde, como
Presidente de la APA, fustigó públicamente
a quienes manifestaban preocupaciones acerca del involucramiento de
psicólogos en las torturas y abusos, describiéndolos como “comentaristas
oportunistas disfrazados de científicos”
e incorrectamente adujo que “no hay miembros de la APA que hayan
estado vinculados a conductas no profesionales” . También comparó la
naturaleza coercitiva de los interrogatorios de detenidos con las
evaluaciones para conceder la custodia de niños, la evaluación de la
competencia criminal o las evaluaciones independientes de las discapacidades.
- La APA no ha sancionado miembro alguno por
intervención en detenciones abusivas u operaciones de interrogatorio, a
pesar de las seguridades proferidas por el director de la Oficina de Ética
de la APA hace casi una década y de
cada Presidente de la Asociación desde el año 2006, en el sentido de
adoptar acciones claras y directas en respuesta a conductas no éticas.
El caso más prominente hasta la fecha, un informe del Senado de los EUA
del 2008 acerca del tratamiento a los detenidos, una pauta de
interrogatorio filtrada, un informe de investigación del Ejército,
memorandos previamente clasificados e informes recientes de El Proyecto
Constitución (The Constitution Project) y del Instituto de Medicina como
Profesión (Institute on Medicine as a Profession)
implican todos claramente a un miembro de la APA en el diseño y
participación en interrogatorios abusivos y torturas en Guantánamo. En
un caso bien documentado, un detenido fue sometido a 20 horas diarias de
interrogatorio durante casi dos meses, fue mantenido en aislamiento sin
contacto con otros presos; se le inyectaron fluidos a la fuerza hasta que
su miembros se hincharon; se le mantuvo encapuchado; fue desnudado y
forzado a permanecer de pie ante interrogadoras femeninas; fue sometido
a sentarse a horcajadas en un caballete por una mujer; forzado a
utilizar un sutién femenino y se le colocó una correa en la cabeza; fue
aterrorizado por perros y paseado con una correa como si fuera uno de
ellos y obligado a hacer acciones perrunas. A pesar de estas evidencias,
después de siete años de demoras, el Comité de Ética de la APA decidió
recientemente no aplicar medidas disciplinarias al integrante
perpetrador. De hecho, el caso nunca fue remitido al comité de ética en
pleno para su revisión y resolución. En la posterior justificación de
esta decisión, la APA presentó alegaciones sorprendentemente
inconsistentes en declaraciones de su Oficina Ética, su Junta Directiva
y su Departamento de Relaciones Públicas.
La
anterior no es una lista exhaustiva pero es más que suficiente para trasmitir
una incómoda realidad. Después de los ataques del 9/11, las APA en forma
trágica y repetida apoyo las operaciones éticamente fraudulentas de la CIA y
el DoD mientras proseguía la militarización de la psicología estadounidense.
Durante una época en que la psicología organizad en los EUA podría haberse
erguido firme y públicamente como bastión contra la tortura, el mal uso de la
psicología, ña degradación de la ética profesional y el abandono de los
principios universales de derechos humanos, la APA tomó un camino muy
diferente.
Cuando se
haga público el material adicional del Informe del Senado sobre la CIA, tendremos
una nueva oportunidad para investigar el programa de torturas de los EUA y
para exigir responsabilidades a sus perpetradores. En este contexto, la
complicidad – a través de actos de omisión y comisión – de varios sectores de
la sociedad civil, incluyendo el periodismo, la profesión legal y las
profesiones de la salud, todavía esperan por un examen más completo. Dado que
los psicólogos han sido figuras centrales en el abuso y la tortura de los
detenidos de “la guerra contra el terror”
de nuestro país y que la APA ha trabajado para garantizar la posición
de los psicólogos en papeles de detención e interrogatorio, el examen del
involucramiento de esta Asociación es un punto de partida apropiado para esta
labor crucial. Lo debido, desde hace mucho tiempo, es una evaluación honesta
y directa no solamente por las víctimas de la brutalidad sino por un público
confiable y también por los futuros psicólogos que están obligados a lidiar
con los hechos de sus predecesores.
Roy Eidelson
Trudy Bond
Stephen Soldz
Steven Reisner
Jean Maria Arrigo
Brad Olson
Mayo 12, 2014.
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