FIGURANTES PARA TONGOS SE NECESITAN
Lic. Fernando Britos V.
Figurantes y
tongos - En el
mundo del espectáculo los figurantes, extras, comparsas o partiquinos son personas sin categoría de actor que solo
aparecen de fondo y no pronuncian palabra. En la tradición teatral y operística
los figurantes forman la base de un conjunto de "meritorios",
generalmente mal pagados (si es que se les paga) y no reconocidos pero que
resultan indispensables para el montaje de una representación teatral. El
tongo, en tanto, sirve tradicionalmente para designar una trampa que se hace en
carreras o encuentros deportivos, en los que un competidor se deja ganar porque
se ha vendido a quienes “arreglaron” el resultado.
Sin
embargo, existe otra acepción de “tongo” que es la que ahora nos interesa: se
trata de una competencia o supuesta competencia que ha sido arreglada de
antemano pero donde el ganador o los ganadores deben aparecer surgiendo de una
puja limpia. Para esto, figurantes o comparsas son fundamentales. Sin ellos no se
puede montar el espectáculo donde la trampa resulta disimulada.
Existen dos tipos de figurantes o
comparsas funcionales a estos tongos: los que se prestan a sabiendas a jugar el
papel de extras, ya sea porque les reconocerán algún mérito en otra actividad o
la misma a futuro o bien porque son amigos del caballo o la yegua del comisario
y por eso se prestan al espectáculo, y los incautos que creen estar compitiendo
en una lid en donde serán estafados sin recibir nada a cambio. Estos últimos,
muchas veces, ni siquiera advierten (o no quieren advertir porque duele) que
han sido defraudados.
El arte del tongo y de la estafa
requiere, precisamente, que las víctimas y los espectadores no perciban el
truco y, en todo caso, si lo advierten conseguir que se resignen y no hagan
público su malestar. La resignación y el aguantarse en el molde puede ser el
resultado de una actitud conformista o de una intencionalidad también dolosa
(como en “el cuento del tío”) pero muchas veces proviene del temor porque en
todo tongo hay una parte ominosa y amenazante: quien denuncia o protesta, será
excluido y no podrá participar en el futuro y si lo que está en juego es muy
importante o sustancial podrá sufrir otras represalias.
Todos los sistemas de reclutamiento
y selección de personal tienen márgenes que permiten, o por lo menos que no
impiden, tongos y acomodos por lo que es sano estar prevenidos. En las
organizaciones e instituciones patrimonialistas, donde el poder se maneja en
forma más o menos omnímoda, los tongos pueden ser justificados pero no
necesitan del ocultamiento. El clientelismo y otras prácticas corruptas para
manejar el acceso al mundo del trabajo pueden ser disimulados pero también
necesitan cierto grado de público reconocimiento.
Figurantes
imprescindibles
- En cambio, en los sistemas presuntamente objetivos y bien reglamentados:
sistemas de concursos, llamados públicos, evaluación de méritos, pruebas,
presentación de proyectos y su defensa, en instituciones públicas, puede haber
lugar para el tongo pero tiende a estar cuidadosamente disimulado y ahí es
donde los figurantes o comparsas adquieren todo su valor para quienes quieren
manipular los resultados. La presencia de figurantes es capaz de legitimar a
priori una competencia arreglada.
Si
la candidata o candidato cuya contratación ya está pre decidida corre en
solitario aunque tenga los méritos y la idoneidad para desempeñar el cargo será
inevitable la sospecha de tongo aunque no lo haya. La competencia, como motivo
rector de cualquier sistema tecnocrático y gerencial requiere que haya
ganadores y perdedores pero para esto, si no hay perdedores no existe
competencia. Por otra parte, la competencia enaltece la oferta. Valorizar un
trabajo según estas teorías de mercado requiere que haya muchos competidores ansiosos
por desempeñarlo.
Entre
lo que los manipuladores del acceso al trabajo procuran evitar se encuentran
las competencias con muy pocos participantes o, lo que es peor, una carrera con
un solo pingo, porque en esas circunstancias la manipulación (si es que existe)
será más obvia. Asegurarse buena cantidad de figurantes es un objetivo que, a
veces, entra en contradicción con otro de los requisitos del tongo.
En
efecto, convocar para un trabajo en forma muy amplia y atractiva (requisitos
asequibles, buena remuneración, buenas condiciones de trabajo, buenas
perspectivas de futuro, etc.) atraerá muchos aspirantes y en los sistemas
gerenciales esto es manejable mediante la aplicación de pruebas psicolaborales
carentes de validez, entrevistas de selección y otros procedimientos que les
permitirán esterilizar la demanda. Sin embargo, las convocatorias muy amplias
llevan tiempo y trabajo y no son eficientes cuando lo que se procura es proveer
un trabajo especializado o acotado.
Si
quienes deciden han optado de antemano por alguien siempre pueden “vestir” el
llamado mediante unas bases o requisitos hipertrofiados y preparados a la
medida del ganador. Esto les asegurará que se presenten ingenuos figurantes muy
calificados que decoran el proceso o aspirantes francamente irresponsables que
serán fáciles de filtrar.
En
el ámbito público, como lo ha denunciado el Dr. Conrado Ramos, es práctica
corriente este tipo de llamados amañados para cargos presuntamente técnicos que
terminan recibiendo un tratamiento como si se tratase de cargos políticos de
particular confianza. Es decir, primero tengo el candidato, después diseño el
llamado y consigo los figurantes o le pido al elegido que los consiga entre sus
amistades. Finalmente evaluaciones y pruebas son de mero trámite porque todo
termina con la designación del acomodado.
Por
aquello de que las cosas no solamente deben ser buenas sino que además tienen
que parecer buenas, es inevitable que despierten sospechas ciertos llamados que
se hacen en campos típicamente multidisciplinarios pero donde se establecen
“perfiles” del cargo y requisitos en cuanto a titulación, experiencia,
publicaciones, etc. que notoriamente han sido diseñados sobre la base del curriculum vitae de una persona que,
seguramente, se encontrará entre los aspirantes y ocupará el primer lugar
cuando se conozcan los resultados de la evaluación tribunalicia. Este tipo de
fenómenos es común en las universidades y si se examina lo que se exige se ve,
en demasiados casos, que los requisitos para cargos de ingreso a la carrera
docente (generalmente reservados a estudiantes por su índole formativa) tienen
exigencias que harían temblar a más de un catedrático de gran experiencia.
El
carro del Chaná
- Los tongos pueden llegar a caer en la
esfera de lo doloso pero, por lo general, son faltas éticas cuya comprobación y
corrección carece de organismos a los que los denunciantes o las víctimas
puedan recurrir. Por eso proliferan tanto como la indiferencia ante su
comisión. De hecho los tongos se producen aunque no exista una relación directa
con la importancia de los cargos cuyo acceso se manipula. Sin embargo, aunque
lo que esté en juego sea modesto, mal remunerado o de prestigio incierto, el
tongo vulnera derechos, defrauda expectativas legítimas y entraña un perjuicio
a la sociedad, a través del descaecimiento de la ética y de la transparencia,
independientemente de la magnitud de la falta.
Hace unos meses, el Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca decidió que una pequeña cooperativa agropecuaria
ubicada en el departamento de San José, necesitaba un profesional antropólogo
para la dilucidación de un problema para el cual tal especialista parecía lo
más apropiado. Las familias cooperativistas sufrían la pérdida de los jóvenes
que abandonaban el campo y el envejecimiento natural de la fuerza de trabajo
empezaba a poner en cuestión el emprendimiento.
La
oferta era realmente exigüa: un par de jornadas mensuales en la cooperativa (se
exigía locomoción propia) y una remuneración bajísima pero aún así una media
docena de profesionales respondieron al llamado. Fueron citadas para una
entrevista (todas a la misma hora) en el local prestado por una cooperativa
lechera ubicada en la ciudad de San José. Todas llegaron puntualmente y para su
sorpresa fueron entrevistadas de a una en forma sucesiva de modo que el proceso
demandó toda la mañana (el desprecio por el tiempo ajeno es característico). Al
principio y mientras esperaban su turno, las aspirantes, todas antropólogas
jóvenes graduadas y algunas de ellas locatarias, pensaron que una de las
convocadas no había asistido pero después se dieron cuenta de que una señora
mayor había sido convocada una hora antes y se había retirado discretamente al
momento de la llegada de ellas.
Los
entrevistadores eran una especie de panel compuesto por el presidente de la
cooperativa y un acompañante más un par de estudiantes de agronomía y/o
veterinaria que parecían formar sus apoyos técnicos. A las entrevistadas no les
costó darse cuenta que se trataba de una instancia de mero trámite y no les resultó
sorprendente el correo electrónico que cada una recibió semanas después
agradeciendo la concurrencia, señalando que su perfil no coincidía con lo que
se necesitaba y anunciando que el trabajito había sido asignado a la señora
madrugadora.
Lo
llamativo del asunto, a pesar de la clara evidencia de que cinco profesionales
habían sido convocadas como figurantes o comparsas, era que la designada, una
antropóloga que ocupa un alto cargo (nada que ver con antropología) en una
minúscula pero adinerada universidad privada, tiene méritos que exceden
largamente los necesarios para ese desempeño. Es obvio que detrás de este
engaño hay algo más que una contratación insignificante.
Es
posible que los méritos de la contratada, obtenidos en el extranjero y que tal
vez hayan sido convenientemente magnificados, le hubieran bastado por si solos
para obtener el encargo pero ¿qué hace una profesional presuntamente
experimentada y que detenta un cargo presumiblemente de muy elevada
remuneración y exclusiva dedicación, presentándose a una modestísima asesoría?
Ni méritos ni ingresos justifican un tongo semejante. ¿Qué papel jugó la
cooperativa, qué papel el MGAP? ¿Qué puertas se le abrieron a la sedicente
experta internacional y se le cerraron a las profesionales jóvenes que hicieron
de comparsas para su nombramiento? ¿En qué altar o en qué intercambio se
sacrificó la ética? En los carnavales de antaño por lo menos se sabía la razón
por la que el carro del Chaná había sido declarado “fuera de concurso”.
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