ESCÁNDALO EN LAS CÚPULAS
Coimas, sexo, fraudes académicos y otros delitos de
guante blanco
envuelven a los poderosos y exponen su degradación moral
Lic. Fernando Britos V.
En medio de una gran
crisis del capitalismo que estremece a los países más ricos del planeta, los
escándalos estallan a mayor velocidad de la que pueden ser reseñados en los
medios de comunicación. A veces cabe pensar que ciertos medios utilizan los
escándalos puntuales para evitar las visiones de conjunto y como sofisma de
distracción para encubrir la extensión de la degradación moral de los
dirigentes que pretenden dictar lecciones universales de comportamiento.
Esto es lo que sucede
en el caso del reelecto Barack Obama, sistemático incumplidor de las promesas
con las que ha alucinado a sus votantes y oscuro promotor de los asesinatos
selectivos mediante aviones no tripulados (los drones) que matan desde el
cielo, incluso a sus propios ciudadanos. Esto se refleja en el defenestramiento
del general Petraeus, el ex comandante en jefe en la guerra de Afganistán y
candidato para encabezar la CIA, como producto de sus estúpidos escarceos
amorosos, electrónicos, extramaritales y clandestinos.
Las festicholas e
insolentes perversiones de Berlusconi; los inagotables escándalos de pedofilia
en la Iglesia católica; la estolidez de los Borbones españoles, adobada por la
del monarca que entre elefantes y amantes se pega un escopetazo en el pie. Todo
parece un gran guiñol de personajes peligrosos porque, invariablemente, pretenden
dictar normas a todo el mundo (”¿por qué no te callas?”).
Los últimos hechos
desnudan más aún el cinismo y la corrupción de la derecha española. Domingo
Cavallo y la pandilla de Menem parecen haber sido más descarados pero no menos
corruptos que Mariano Rajoy y la cúpula del Partido Popular y sus coimas
institucionalizadas. Millones de euros en “sobresueldos”, durante años, y
negociados que de ser seriamente investigados harían temblar a socios lejanos.
Hace pocos días - en
un hecho ya analizado en La Onda Digital - se conoció la renuncia de Annette
Schavan, la Ministra de Economía de Alemania, personalidad del partido
democristiano de la todopoderosa Canciller Ángela Merkel, debido a que la
Universidad de Düsseldorf la había despojado de su título de doctora por el
fraude cometido, hace 30 años, cuando plagió su tesis de grado.
Por cierto, este
escándalo no es una novedad en los medios gobernantes de Alemania. En 1999, los
capos del derechista partido democristiano (CDU) Helmuth Kohl y Wolfgang
Schaübe, debieron abandonar la escena a causa del descubrimiento de una trama
de financiaciones ilegales (al estilo Rajoy) que paradójicamente abrió el
camino para su recambio por la impresentable Ángela Merkel. Para la Canciller,
que se caracteriza por rezongar a los gobernantes de los demás países para que
sigan sus recetas, apoyada en su papel de dueña de los “fondos de rescate”,
está situación ya es reiterada.
Hace exactamente dos
años perdió a quien se perfilaba como su heredero político, el joven y
mediático Ministro de Defensa alemán, Karl-Theodor zu Güttenberg, que fue
despojado de su título de doctor por haber plagiado la tesis con que lo obtuvo
en el año 2007. Vale la pena detenerse en este caso porque permite atisbar,
mejor que en el de Schavan, las razones que llevan a los alemanes ricos y
famosos a incurrir en fraudes que de ser descubiertos les resultan
catastróficos.
Para empezar,
Güttenberg pertenece a la nobleza germánica, es barón y está casado con una
condesa. Siguiendo la rancia tradición su nombre completo, que le fue conferido
al nacer en 1971 en su dominios de Franconia, es Karl-Theodor María Nikolaus Johann Jacob Philipp Franz Joseph
Sylvester, Freiherr (señor) von und zu Guttenberg. Su abuelo, abreviado,
Karl Theodor zu Guttenberg fue secretario de Estado en la Cancillería de la
República Federal Alemana en la década de los sesenta del siglo pasado. Su
padre es el director de orquesta Enoch zu Guttenberg y su madre, también de la
nobleza, es Christiane Henkell-von Ribbentrop. A los 29 años se casó con la
condesa Stephanie Gräfin (condesa) von Bismarck-Schönhausen, tataranieta del
Canciller de Hierro, el padre del Reich alemán unificado, Otto von Bismarck.
Tienen dos hijas.
Karl-Theodor fue miembro de las juventudes de
la Unión Social-Cristiana (CSU) en Baviera y hasta fines del 2008 fue jefe de
ese partido en su pueblo de Guttenberg. Desde el 2002 fue elegido como miembro
del parlamento federal alemán pero su meteórico ascenso comienza a fines del
2007 cuando fue elegido como presidente provincial de su partido en Alta Franconia
y miembro del Comité Ejecutivo de la CSU.
En noviembre del
2008, después del descalabro electoral que sufrió la derecha católica fue
nombrado Secretario General del partido. En ese mismo año se incorporó al ECFR
uno de los institutos que elaboran políticas internacionales de la derecha
alemana y europea. En febrero del 2009 fue nombrado Ministro de Economía y
Tecnología del gobierno federal (el más joven en la historia de la RFA) y a
fines de octubre del 2009 ocupó el Ministerio de Defensa alemán.
A todo esto,
Guttenberg había estudiado derecho y ciencias políticas en la Universidad de
Bayreuth y recibió su título de doctor en 2007 con una tesis sobre derecho
constitucional comparado entre Estados Unidos y la Unión Europea. Tres años
después, coincidiendo con su incontenible ascenso, Herr Doktor zu Guttenberg,
estaba siendo investigado a raíz de denuncias de especialistas que habían
descubierto numerosos plagios (es decir apropiación indebida de varios pasajes
de su tesis).
El 23 de febrero de
2011, la Universidad de Bayreuth dio a conocer que le había despojado del
doctorado debido a que el 94% de su tesis había sido plagiado. El joven
Ministro de Defensa había batido un nuevo record, nunca antes se había visto un
robo tan burdo y desvergonzado. Los expertos aseguran que el 6% del trabajo
probablemente escrito por el plagiario presentaba el estilo, ampuloso y
rebuscado, que caracterizaba sus declaraciones televisivas.
Otros plagiarios
descubiertos y despojados de sus títulos doctorales en Alemania fueron algo
menos descarados. Verónica Sass, una abogada descubierta en mayo del 2011, hija
del ex primer ministro bávaro Edmund Stoiber del mismo partido que Guttenberg
(CSU), plagió el 54% de su tesis. Silvana Koch-Mehrin una de las jóvenes
dirigentes en ascenso de otro partido de derecha (el Democrático Liberal, FDP)
plagió el 34% de su tesis. Su colega el eurodiputado del FDP, Jorgo
Chatzimarkakis, fue descubierto en julio de 2011 pero hasta donde se sabe no ha
renunciado a sus cargos. Tampoco dimitió el diputado del Parlamento alemán por
el FDP Bijan Djir-Sarai, cuyo plagio quedó al descubierto en julio del año
pasado. En este ranking fraudulento, los investigadores probaron que la
democristiana Annette Schavan había plagiado el 29% de su tesis.
Las razones por las
que se perpetran los fraudes académicos son complejas y no exclusivo producto
de la vanidad y la soberbia de quienes deben adornar su construida superioridad
con togas, títulos y entorchados. En Alemania y hasta en nuestro país el
prestigio de los doctorados genera un oscuro mercado de oferta de títulos de
posgrado y de todo tipo de fraudes más o menos desembozados, porque ser doctor,
en lo que sea, es un instrumento fundamental para abrirse paso en una carrera
política o empresarial.
“M’hijo el dotor” es,
como bien sabemos los uruguayos, una vieja aspiración de ascenso social y
reconocimiento bien asentada en el nomenclátor clásico de las profesiones
liberales. Todos los títulos universitarios de grado que en nuestro país se
denominan doctorados (casos típicos medicina y derecho) no son otra cosa que
licenciaturas que para transformarse en auténticos doctorados requieren varios
años de estudios de posgrado. Sin embargo, el prestigio del “Herr Doktor” o
“Frau Doktor” trasciende la intención de dedicarse a una actividad profesional
o científica y permite consolidar una aura de prestigio para acceder al poder.
Que en el Uruguay una
de las bases para una carrera política sea la pertenencia a la directiva o la
“propiedad” de un club de fútbol o de basquetbol no quita que los doctorados no
jueguen su papel. Los fraudes académicos son más graves que otros delitos que
sin embargo son perseguidos y condenados socialmente. Generalmente, los
plagiarios renuncian a sus cargos y salen de escena, a veces temporalmente. A
veces no siquiera renuncian y capean el temporal negando (lo hizo Guttenberg al
principio hasta que la presión, inclusive de diarios de derecha como el
Allgemeine Frankfurter Zeitung, lo obligó a dimitir). En general, quienes
cometen estos fraudes no sufren exacciones pecuniarias ni profesionales y
muchas veces siguen ejerciendo su actividad lucrativa por vías indirectas.
Otro elemento a tener
en cuenta es la lentitud y escasa diligencia que despliegan la mayoría de las
instituciones y especialmente la mayoría de las universidades cuando deben
investigar y sancionar los fraudes académicos. La regla general no expresada
parece ser la de evitar el escándalo público y por ende, muchas veces, se
dilatan las averiguaciones, se silencian las fallas y las irregularidades y se
hacen arreglos discretos que le permiten a los falsarios un retiro honorable y
un elegante mutis por el foro. En algunos casos, inclusive, se desarrolla la
técnica de “matar al mensajero” o de culpabilizar a las víctimas.
Sin necesidad de
contemplar el rostro abotagado de la Canciller alemana, los uruguayos siempre
tenemos oportunidad de comprobar como funcionan las instituciones en casos
delicados como son los denunciados escándalos de acoso sexual y de plagio en
nuestro país que, dicho sea de paso, también son formas ominosas de violencia:
¿cómo los investigan? ¿cómo los sancionan? ¿cómo los previenen? ¿cómo los
reparan?¿cómo les quitan importancia? ¿cómo los ocultan? ¿cómo los olvidan?
¿cómo se reiteran?
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