“EL PAPEL DE LA ÉTICA EN LA
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Y LA EDUCACIÓN SUPERIOR”[1]
RESEÑA
Lic. Fernando Britos V.[2]
RESUMEN
Si el
tema que obra en el título de este libro no es asumido en forma decidida en el
ámbito universitario de nuestro país no podremos resolver los grandes desafíos
que nos plantea el desarrollo científico y la universalización de la educación
superior. Es innegable que se han producido importantes aportes a los problemas
éticos en el medio académico uruguayo y que muchos trabajan incansablemente
para difundir los principios de la ética aplicada, por definición
controversiales y complejos, en la docencia y la investigación de cada día. Sin
embargo falta un empuje institucional, multidisciplinario, multisectorial,
transparente e incluyente para que tantos esfuerzos fructifiquen. Debemos estar
agradecidos a la Academia Mexicana de Ciencias la que, al organizar en el 2003,
el simposio que dio origen a este libro nos marca el camino a seguir. No es un
manual, no es un texto sentencioso y preceptivo, no es un paracaídas
profesional o corporativo. Es una recopilación práctica y estimulante que nos
interroga, ¿qué hemos hecho?, ¿qué debemos hacer? Ahora nos toca mover.
INTRODUCCIÓN
Porqué de esta reseña -
Reseñar una obra colectiva importante, cuya primera edición data del año 2003 y
que no ha vuelto a publicarse desde hace ocho años, merece algunas
consideraciones previas. El Uruguay y especialmente la Universidad de la
República parecen necesitar una reflexión y una acción institucional sobre este
tema. En efecto, el papel de la ética es
esencial para la promoción eficaz de la investigación científica, para el
desarrollo de la educación superior y para la gestión del conocimiento.
Coyunturalmente
una pequeño nación latinoamericana transita una bonanza económica y desde hace
varios años trabaja con un proyecto de país en el que educación y creación
científica son pilares estratégicos fundamentales. La realidad exige una mirada
sin complacencias sobre algunos de nuestros presupuestos o sobre las desigualdades
y atrasos relativos que tenemos en estos campos en relación con los desafíos de
la época, con nuestras propias aspiraciones como país y con los avances que han
alcanzado las naciones hermanas, tanto próximas como lejanas, de América Latina
y del mundo.
Esta
reflexión sobre ética aplicada[3]
es el ingrediente clave para que los grandes esfuerzos que se vienen realizando
para el desarrollo científico, la socialización del conocimiento y el
perfeccionamiento de la Universidad de la República, adquieran sentido y
arraiguen en las nuevas generaciones.
Ética y gestión del conocimiento -
Por lo común, se piensa que los grandes
problemas en materia de educación y desarrollo se encuentran en la calidad y
resultados de la enseñanza primaria, secundaria y técnico-profesional. La
Universidad de la República - que sigue siendo la casi exclusiva generadora del
conocimiento científico, formadora de la gran mayoría de los profesionales y
técnicos del país y proveedora de buena parte de los cuadros especializados que
requiere el sector público y privado – para muchos parece estar al margen de
turbulencias y problemas, reales o supuestos, en su área.
Esta
falta de interés relativo se corresponde, aproximadamente, con el acceso de
gobiernos de izquierda, a partir del 2005. En la interna, en tanto, se promueve una Segunda Reforma Universitaria
cuyos frutos son de difícil evaluación y cuyo debate no ha trascendido el
entorno de la propia Universidad. Esto último no por falta de empeño de los
promotores sino más bien por la falta de interés de todos los partidos y
sectores políticos, sin excepción. En todo el espectro político no hay quien
“piense” la Universidad. Esta falta de deliberación, de interacción y aún de
cuestionamiento tiene, para el tema que ahora nos importa, dos consecuencias
perniciosas: por un lado encapsula la problemática distanciándola del juego de
la participación democrática y por otro lado, no permite la producción de
cambios reales en la gestión del conocimiento como tema fundamental para
cualquier sociedad.
Neogerencialismo y universidades - La
preocupación por la ética en la investigación científica y la educación
superior es – como veremos – la piedra angular de la gestión del conocimiento,
es decir de la producción, socialización y adecuación del conocimiento en su
sentido más amplio.
A
nivel mundial, en la segunda mitad del siglo pasado, la ofensiva del
neoliberalismo económico, produjo el auge del gerencialismo y el
neogerencialismo, modalidades de gestión basadas en la trasposición a la
gestión del conocimiento y al manejo de las universidades y de los proyectos
científicos de los principios de gestión de la empresa privada y especialmente
los de las grandes corporaciones.
De
este modo, se entronizó el eficientismo y el utilitarismo, la administración
por resultados, el individualismo y la competencia en sustitución de la
cooperación. Se promovió la maximización del rendimiento y la rentabilidad de
las inversiones a toda costa. La búsqueda de una excelencia abstracta y más o
menos inmediata, el sistema de “estrellas de la ciencia” a través de premios y
prestigio, etc. pasaron a ser las claves del éxito.
No
profundizaremos ahora sobre las características que el neogerencialismo adoptó
en el Uruguay pero no podemos soslayar la importancia que tuvo y que tiene en
materia de gestión del conocimiento. Baste señalar que la masificación de la
enseñanza terciaria y universitaria; el surgimiento de las universidades
privadas y confesionales - en los
últimos meses de la dictadura -; la mercantilización de la enseñanza terciaria
y superior; la proliferación de carreras
con muy baja sino inexistente inversión y sin el acompañamiento de
investigación básica y aplicada; la creación de Facultades con el propósito
instrumentalista de ofrecer títulos habilitantes; la aparición de posgrados de
calidad dudosa (en el marco de una proliferación imprescindible de la oferta);
la distorsión o inexistencia de verdaderas carreras (en docencia y en
investigación) en numerosas disciplinas, son en gran medida acompañantes cuando
no efectos del neogerencialismo aplicado a la gestión del conocimiento y la
educación superior.
Los
intentos enmarcados en las políticas neoliberales de quienes gobernaron el país
en los 20 años previos al 2005, se centraban, por ejemplo, en imponerle a la Universidad
de la República el cobro de matrícula. No prosperaron pero hicieron un ingreso
lateral y circunscripto con la imposición del mal llamado Fondo de Solidaridad
(una especie de impuesto a los títulos profesionales expedidos por la
Universidad de la República que opera como una gravosa matrícula retroactiva).
La ciencia aséptica y la cueva del
Minotauro weberiano – La influencia del neolberalismo sobre
la educación superior y la gestión del conocimiento no ha sido realmente
analizada ni debidamente criticada por la mayoría de los actores
universitarios, los legisladores o el Poder Ejecutivo. Esto ha permitido que
algunas concepciones generales se mantengan e incluso que sobrevivan en los
nuevos desarrollos.
Es lo
que Alvin Gouldner [4]
denominaba “una ciencia desprovista de valores”, pretendidamente neutral,
aséptica, que no toma partido. Esto es especialmente grave en las ciencias
sociales, humanas y de la salud y conduce a “la cueva del Minotauro” donde
docentes e investigadores se pierden y experimentan una amnesia que los abstrae
de las circunstancias históricas y sociales, de cualquier praxis concreta que
vaya más allá del mero funcionalismo, conductismo o cognitivismo.
En un
campo práctico típicamente universitario, el individualismo y la irresistible
presión de los sistemas de selección y promoción de los docentes e
investigadores agrava algunos viejos vicios, comunes en las universidades de
todo el mundo desde sus orígenes medioevales cuando campeaba el patrimonialismo
feudal.
Nos
referimos a la competencia perversa entre actores universitarios, al desarrollo
de curias de poder y camarillas, padrinazgos, complacencias cruzadas, a la
endogamia[5],
a la irresistible presión del “publica o
muere”, a la distorsión y perversión de la evaluación por pares[6],
a la utilización de los estudiantes (de grado, posgrado y posdoctorado) como
mano de obra benévola o como claques cortesanas por parte de catedráticos e
investigadores, a la creación de fondos opacos o “fundaciones” para el manejo
discrecional de rubros extrapresupuestales, a las acreditaciones profesionales
e institucionales acomodadas por razones políticas o de “intercambio de
favores”, al desvío de fondos públicos o contribuciones privadas para el
enaltecimiento personal de algunas estrellas o para la “fabricación” de premios
y galardones, al secretismo en cuanto a los procedimientos, a la falta de
solidaridad y desconsideración acerca de los sujetos que participan en las
investigaciones así como hacia los colaboradores, colegas e instituciones.
Finalmente,
en los últimos círculos se encuentran las formas dolosas del plagio, el robo
del trabajo intelectual, la falsificación de datos y la adulteración de
resultados y todas las formas de fraude, despojo y degradación[7]
a los que puede conducir la codicia, las ansias de fama y poder, la soberbia y
el descaecimiento moral de las personas,
fenómenos de los cuales, como se sabe, nadie está exento y mucho menos los
universitarios que, en cualquier sociedad, gozan de oportunidades debidas al
esfuerzo de la comunidad y por tanto están moralmente obligados a un compromiso
profundo e integral con ésta.
Los
desafíos éticos que se plantean no deben ser eludidos porque soslayarlos hace
mucho más trabajosos los intentos por desarrollar una verdadera carrera docente[8],
la promoción de la investigación científica y el desarrollo de los recursos
humanos que necesita la Universidad del siglo XXI.[9]
Competitividad económica y sobre todo
dignidad social - Entre nosotros, sin perjuicio de que muchos de
dichos males operan, en forma discreta o manifiesta, se agregan otros, propios
de nuestras características y de nuestra historia. Estos incluyen una
subvaloración salarial del trabajo universitario en general: la Universidad de
la República paga muy mal a sus docentes y funcionarios desde hace décadas. El
proceso de deterioro comparativo, en relación, con cualquier país
latinoamericano y especialmente con los del Cono Sur nos ubica en los últimos
lugares[10].
Los
salarios universitarios están por debajo de los que se pagan en la región y
entre las dependencias públicas, la Universidad de la República se ubica muy
por debajo del promedio nacional, únicamente precedida en esta tabla del
descenso por el Ministerio de Transporte y Obras Públicas y por el Ministerio
de Defensa[11].
Las universidades privadas en el Uruguay pagan salarios aún más bajos y someten
a sus docentes a condiciones excluyentes (por ejemplo exigiendo “exclusividad”
a algunos profesores y negociando individualmente las remuneraciones de cada
docente).
A
partir de tan magras remuneraciones es muy difícil conformar equipos docentes y
mantener investigadores. Esto se consigue a costa de grandes sacrificios que
realizan los docentes y funcionarios, especialmente los jóvenes, que deben
practicar el multiempleo y formas esterilizantes de trabajo a destajo, aunque
por detrás de las bajas remuneraciones y de la limitación de las oportunidades
(ausencia de verdaderas carreras en la Universidad) se advierte siempre la
sombra de la emigración forzada.
Las
bajas remuneraciones y sobre todo la falta de reconocimiento simbólico concreto
ha llevado al desarrollo de “complacencias cruzadas”. La más típica pero no la
única de estas complacencias fue formulada, en un arranque de “picardía
callejera” por el Dr. Luis Alberto Lacalle, que se refería a los servidores
públicos, cuando era Presidente de la República diciendo: ”ellos hacen como que
trabajan y yo hago como que les pago”.
La
penuria de las bajas remuneraciones y de las malas condiciones de trabajo
generan dilemas y problemas éticos porque los términos de intercambio suponen
concesiones inadmisibles para las dos partes. Por ejemplo, en muchos servicios
universitarios los docentes no registran asistencia ni presencia o lo hacen por
la mitad del tiempo que se les paga.
Sin
embargo, “la dignidad del docente universitario no está en ganar más haciendo
menos sino que, por el contrario, la dignidad se consigue con responsabilidad y
compromiso” (Carlos Moreno 2008)[12].
El
hacer la vista gorda como sistema se extiende como las manchas de petróleo en el
mar y contamina otros campos de la acción. El nivel de exigencias se deteriora
y el principio constitucional que establece que “el funcionario es para el
cargo y no el cargo para el funcionario” resulta vulnerado lo que conduce a
distintas formas de corrupción.
Los
mecanismos para “compensar” la mala paga suelen manejarse en forma arbitraria
por lo que adquieren la forma de privilegios. De este modo se vulnera la
carrera docente mediante el abuso en la creación de cargos de confianza, la
proliferación de interinatos (en desmedro de las designaciones en carácter
titular que aunque por periodos limitados suponen mayor estabilidad que precarizan el trabajo docente porque si
bien pueden ser renovados también pueden ser cesados sin expresión de causa en
lapsos breves.
Algunas
veces los sistemas de promoción docente están inficionados por el espíritu de curia o camarilla que
fomenta el conformismo con jerarcas todopoderosos en su nicho institucional y
erosiona la transparencia, la confianza y el espíritu crítico necesarios para
un fuerte desarrollo de equipos de docencia e investigación. En forma parecida,
las curias o camarillas son un obstáculo para la promoción de actividades
interdisciplinarias, multidisciplinarias
e interinstitucionales porque acentúan las relaciones verticales y los
enfeudamientos.
También
sufre por esta razón la eficacia de los organismos colectivos y de cogobierno
que pueden tender a ser manejados por
tecnócratas neogerenciales ajenos a las carreras funcionariales
(docentes y no docentes). Lo primero que
el neogerencialismo de estirpe neoliberal
se plantea es destruir, en forma más o menos solapada, la carrera
funcionarial insertando sus “cuadros tecnocráticos” en todos los procesos de
toma de decisiones.
Cooperación o competencia - Desde
el punto de vista de la psicodinámica del trabajo[13]
el efecto más pernicioso de la sustitución neoliberal de la cooperación por la
competencia en materia de organización, se refleja en la Universidad en
distorsiones de las relaciones entre estudiantes y docentes y entre docentes.
Naturalmente estas distorsiones muchas veces se han “naturalizado” o no tienen
gran notoriedad. Por ejemplo, la competitividad exacerbada produce un fenómeno
paradojal sobre la formación de grado y de posgrado.
Desde
el punto de vista institucional la Universidad de la República está trabajando
para mejorar en cantidad y calidad su oferta de estudios de posgrado, La
proliferación de diplomas, maestrías y especializaciones es relativamente
reciente en la mayoría de las Facultades. Dado que los ” verdaderos” doctorados
(equivalentes a los PhD anglosajones) son escasos existe una carencia de
docentes como para desarrollar esa formación.
Esto
refuerza, en algunos casos, la existencia de determinadas curias o nichos
académicos ocupados por quienes han tenido, con cuentagotas, la posibilidad de culminar un doctorado en el
extranjero. Quienes lo han hecho en los E.U.A., Francia, Gran Bretaña, Alemania
u otros europeos, tienen una baja tasa de retorno al país. Quienes se han
doctorado en Argentina o Brasil presentan una tasa más elevada y están
nutriendo los cuerpos docentes pero, en todo caso, incluyen su formación dentro
del margen de competitividad y “estatus
científico” que procuran mantener a brazo partido.
Algunas
Facultades desarrollan, de hecho, posgrados exclusivos para sus egresados lo
cual afecta seriamente la interdisciplinariedad y la transversalidad de la
formación universitaria. La nueva jerarquización de los títulos hace que
algunos de los docentes que han conseguido obtener su doctorado se dediquen,
sistemáticamente, a desvalorizar los estudios de grado y a presentarse como
“ejemplos” del camino a seguir.
Economía y prestigio -
Naturalmente en la política de promoción de posgrados existe un factor
económico notable. La mayoría de los mismos, en la universidad pública son
pagos, de modo que al tiempo que se
levanta una barrera para cursarlos (esterilización de la demanda) aumenta su
“prestigio”. De este modo, quienes han “llegado” a ser docentes de cursos de
posgrado no solamente desvalorizan los estudios de grado sino que están
efectuando una autopromoción con fines económicos.
Algo
similar sucede con los cursos de actualización o formación permanente dirigidos
a los egresados. En algunos servicios universitarios esta es una fuente
importante de proventos que no solo se recaudan entre los egresados que
concurren sino entre empresas privadas que patrocinan las actividades y pagan
generosamente por la publicidad que efectúan entre los profesionales. En la
gran mayoría de los casos el control y la contabilidad de estas actividades
escapa a los mecanismos regulares de la Universidad y a veces ni siquiera pasa
por algunas de las “fundaciones” que operan como fondos paralelos que eluden al
Tribunal de Cuentas de la República [14].
Actos y consecuencias – El
debilitamiento de las relaciones de cooperación y de las evaluaciones
colectivas (para jerarquizar las evaluaciones individuales) junto con el
incremento de la competencia, junto con las presiones difícilmente resistibles
del sistema de “estrellas” (docentes
estrella, científicos estrella) producen el medio apto para la proliferación de
infracciones a la ética, ya sea bajo la forma de deslices y errores, de faltas
y de delitos (discriminación, ocultamiento de información, zancadillas,
exageración de los méritos, inflación de los currículos, manipulación de
estudiantes y colegas, plagio, fraude, estafas, hurtos, etc.).
La
falta de una respuesta colectiva, institucional, no quiere decir que estos
problemas no sucedan en nuestro medio. Su identificación y análisis, la
consideración de los dilemas éticos concretos son fundamentales para prevenir
las infracciones a la ética, corregir los daños que produce, fortalecer la
formación de los estudiantes y egresados y restablecer la cooperación entre
investigadores y trabajadores científicos.[15]
La ética como práctica cívica
- Aunque las infracciones a la ética
sean hechos aislados o pueda existir una divergencia importante en cuanto a los
alcances de determinadas actitudes, es preciso señalar el atraso relativo que
existe en materia del análisis de los dilemas éticos en la investigación
científica y en la educación superior. La medicina, la psicología y algunas
otras profesiones cuentan con normas deontológicas bajo la forma de códigos de
ética. Asimismo la ética y especialmente la bioética, es decir la aplicada a
las ciencias de la salud, ha tenido cierta difusión, por cierto muy encomiable.
Sin embargo, muchos compartimos la idea de que los códigos de ética, el
conjunto de normas preceptivas, sirve para que las personas que se manejan
según valores lo sigan haciendo pero son limitados como herramientas formativas
y preventivas para quienes ingresan a la educación superior o se inician como
investigadores o para impedir la acción de quienes violan los principios éticos
[16].
La
institucionalización de la ética parece
requerir, en primer término, un relevamiento de las dimensiones del
problema, de la situación en que nos encontramos según la experiencia
internacional y nuestras necesidades en la materia. En segundo lugar parecería
que se impone el establecimiento de un ámbito de reflexión y de intercambio
apelando a la experiencia acumulada y la Universidad de la República tiene las
condiciones necesarias para impulsar la creación de este ámbito, a nivel
nacional e incorporando a todos los que se interesan en la temática.
Finalmente,
la institucionalización debe favorecer
una revitalización de la ética en todos los planos comprendidos aquellos
donde se refleja la banalización del mal y de la injusticia social. En suma, se
hace necesario integrar este esfuerzo en un marco de asunción de nuestras
diferencias, la superación de las desigualdades y el restablecimiento de la
comunicación a través del diálogo y la discusión. Esto es lo que Victoria Camps[17]
considera como un deber cívico y en este camino la obra que Aluja y Birke
coordinaron resulta una brújula eficaz.
EL CORAZÓN DE UNA OBRA COLECTIVA
El
Dr. Martín Aluja Schuneman Höfer, es un entomólogo mexicano (actualmente
Director del Instituto de Ecología del Conacyt (Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología de su país). Se doctoró en ecología del manejo de insectos y control
de plagas en la Universidad de Massachusetts y realizó estudios de posdoctorado
en Suiza. La Mgr. Andrea Birke es colaboradora del Dr. Aluja, se licenció en
Biología Terrestre en la Universidad de Veracruz y es Magister en Ciencias
(Neuroetología) (2006-2008).
Ambos
coordinaron esta obra patrocinada por la Academia Mexicana de Ciencias, cuyos
catorce capítulos fueron desarrollados por veinticinco autores, en 367 páginas.
Al principio – advierten los coordinadores en el prefacio - se plantearon crear una obra de consulta,
escrita mayormente en español, acerca de la situación actual de la integridad
científica y el papel de la ética en la investigación y la educación superior.
Les interesaba evaluar la situación en México pero rápidamente se dieron cuenta
que se trataba de un tema universal que no podía estar circunscripto a un solo
país.
Tres
de estos capítulos deben considerarse como el corazón de la obra: el primero se
titula Los aspectos éticos de la ciencia moderna. Su autor el Dr. Hugo Aréchiga
(1940-2003) fue el mentor de varios de los autores, referente en la materia y
una destacada personalidad científica y universitaria mexicana, prematuramente
fallecido antes de que la obra fuera publicada.
Aréchiga
advierte que “el conocimiento científico ha sido tradicionalmente un bien
público producto de la libre discusión de ideas, creado y difundido con
veracidad y orientado al beneficio comunitario”. En la sociedad basada en el
conocimiento la ciencia posee un valor estratégico en el desarrollo de los
países y adquiere un valor comercial lo que plantea desafíos formidables a la
estructura ética de la ciencia.
Según
el autor es imperativo para la comunidad científica la formulación y aplicación
de códigos de comportamiento ético cada vez más explícitos que deben ser
definidos de acuerdo con principios generales y con modalidades culturales
propias, deben contar con mecanismos para vigilar su cumplimiento y para
sancionar y prevenir las infracciones.
Paulette Dieterlen [18]
es autora del capítulo titulado “Preocupaciones sobre el papel de la ética en
la investigación científica y le educación superior en México. Una perspectiva
filosófica” (pp. 67-85). La Dra. Dieterlen desarrolla seis temas, a saber, la
tendencia a eliminar la ética del discurso científico que imperó en los siglos
XVIII y XIX; en segundo lugar como vuelven a encontrarse la ética y la ciencia
en el siglo XX; en tercer lugar considera dos corrientes de la ética “que más
se han acercado a los problemas de la ciencia”: el utilitarismo y el
deontologismo; en la cuarta parte se refiere a confusiones que suelen surgir al
abordar estos temas y una “mala actitud”; en quinto lugar expone un método
ético de equilibrio reflexivo (herramientas para que alumnos e investigadores
puedan abordar, desde el punto de vista ético, los problemas planteados) y, por
último, destaca que la enseñanza de la ética debe ir acompañada de la
conciencia de que “nuestras prácticas se dan en el contexto de una sociedad
sumamente desigual”.
El tercer capítulo corresponde a los coordinadores de la obra, Aluja y
Birke, y se titula precisamente “Panorama general sobre los principios éticos
aplicables a la investigación científica y la educación superior” (pp.87-143).
Este útil panorama fue elaborado a partir de una revisión de la literatura
científica sobre el tema, la información disponible por Internet (palabras
clave: Ética, Código de ética, Integridad
científica, Conducta éticamente inaceptable, Conducta éticamente cuestionable,
Conflicto de interés, Evaluación por pares, Curriculum vitae, Proceso de
publicación, Formación de recursos humanos, Carta de recomendación) y la
normativa y acciones de distintas organizaciones internacionales (United States
Office of Science and Technology Policy, United States National Science
Foundation, German Research Foundation y el United Kingdom Medical Research
Council, United States Public Health Service, el Danish Committee on Scientific
Dishonesty y otros) sobre la materia.
El capítulo incluye una clasificación y definiciones sobre las conductas
analizadas, acompañadas por casos concretos y la forma en que fueron
descubiertos, evaluados y sancionados así como la forma en que influyeron sobre
las acciones preventivas posteriores. Esta es una guía útil cuya reproducción
íntegra excedería los límites de cualquier reseña. Sin embargo resulta
imprescindible incluir los acápites de las conductas referidas y sus
principales referencias. Lo que sigue es una reproducción de lo tratado en el
capítulo tercero con algunas glosas aclaratorias.
Conductas
éticamente inaceptables (mala conducta científica) en el proceso de
publicación.
Fabricación de datos - (invención de datos, experimentos o trabajos
que no se efectuaron).
Falsificación de datos - ( alteración de los datos para que se
ajusten a las expectativas del investigador; los datos existen pero son
manipulados para arrojar el resultado que se desea).
Plagio - (apropiación de ideas, métodos o textos sin mencionar a los verdaderos
autores; tal vez la más común de las malas conductas aunque los medios
informáticos también proporcionan herramientas para descubrirlos) .
Conductas
éticamente cuestionables en el proceso de publicación.
Guardar indebidamente los datos crudos o información básica y provocar en
consecuencia que no se puedan llevar a cabo réplicas, corroboraciones o verificaciones - (los datos o información
básica debe ser guardada por un lapso considerable, tres años según los estadounidenses,
diez según los alemanes; el destruirlos u ocultarlos puede acarrear sanciones
por negligencia y desvirtuar los resultados).
Llevar a cabo análisis “post hoc” sin especificarlo claramente - (los ingleses lo definen como mala conducta
científica).
Selectividad en el uso de la información - (manipulación mediante la
cual se eliminan en forma inadvertida los datos o documentos que no “sirven”
para confirmar una hipótesis y se inflan los que la favorecen).
Citas bibliográficas incorrectas u omisión de citas relevantes -
(es obligación de los autores revisar a fondo los antecedentes de su asunto o
tema; la omisión en esta materia pretende hacer aparecer como nuevo u original
un asunto ya trabajado por otros; en general es una forma de plagio o apropiación
indebida porque muchas veces se copia bibliografías sin haber consultado las
obras directamente).
Negligencia - (en términos generales, se considera
negligente a quien no sigue los procedimientos correctos o no da cuenta de
ellos en forma adecuada o a quien incluye información equivocada aunque haya
incurrido en esas faltas por descuido, es decir sin mala intención. Para los
británicos la negligencia es mala conducta científica independientemente de la
intención del investigador).
Someter el artículo a más de una revista -
(es un procedimiento muy mal visto por los editores de revistas científicas
aunque esto no quiere decir que sean los árbitros; merece más debate sine ira
et studio).
Otras faltas éticas o conductas éticamente cuestionables relacionadas con
el proceso de publicación - (incluyen la publicación múltiple, conocida
internacionalmente como “salame”, que consiste en fragmentar un manuscrito en
pequeños trabajos que son presentados en forma independiente para “multiplicar”
la producción; la publicación duplicada que consiste en volver a publicar en
otra revista científica un artículo idéntico a uno publicado anteriormente; la
publicación inflada es un tipo de publicación salame; el autoplagio o
“refrito” suele producirse cuando los
autores reconocidos son invitados a escribir revisiones y repiten lo que
escribieron antes o se limitan a cambiar el título de un artículo anterior;
abuso del procedimiento de arbitraje se produce cuando un autor envía un
artículo que sabe mediocre a una revista arbitrada para beneficiarse así de uno
o dos juicios de alto nivel de modo que tomando en cuenta las críticas
recibidas, corrige las debilidades del artículo original y lo envía a otra
publicación; reportar un artículo como aceptado para publicación cuando dicha
aceptación no se ha producido; autoría injustificada: la autoría de un artículo
se justifica por el aporte intelectual y el trabajo realizado a lo largo del
proceso; Aluja y Birke advierten que “hoy en día se ha vuelto práctica común
incluir personas que no cumplen con esos requisitos”, se trata de lo que se
denomina ‘autoría regalada’ y en otros casos ‘altruísmo recíproco’ (en el caso
de la relación estudiante-mentor se sugiere que el estudiante figure como
primer autor “en caso de que esté dispuesto a aceptar la responsabilidad en
todas las etapas, o único , en caso de que el profesor no haya contribuido
sustancialmente al estudio en alguna de las etapas críticas”.
Faltas éticas
cometidas en el proceso de evaluación de artículos por editores y revisores.
Manejo de manuscritos recibidos para ser arbitrados - (los artículos recibidos
para ser publicados no pueden ser retenidos ni copiados; los revisores y
editores no deben utilizar los datos o información contenida en ellos que deben
ser considerados como propiedad intelectual del autor y la revisión debe
llevarse a cabo en lapsos breves; el editor y los árbitros tienen una
obligación de confidencialidad y estos últimos no deben aceptar manuscritos que
impliquen conflictos de interés porque los trabajos deben evaluarse en base a
sus méritos sin que intervengan criterios de índole personal o de competencia
entre los científicos.
Conflictos de
interés - Ejemplos de conflictos de interés que involucran a la institución, sus
directivos y al personal.
Figurar por ser directivo en todos los trabajos que se publiquen en la
institución o envíen a congresos, sin haber participado efectivamente en su
concepción y elaboración - (el caso puede ser considerado asimismo como
‘autoría injustificada’).
Obsequios y gratuidades - (es una conducta inaceptable que una
persona use su posición para obtener ganancias extraordinarias).
Compensaciones - (todas las retribuciones de cualquier tipo
que reciban los investigadores por una consultoría o ponencia que favorezca la
comercialización de un producto o servicio, siempre que no sea modesta, implica
un conflicto de intereses).
Nepotismo y corrupción - (es éticamente inaceptable la contratación
de familiares o de personas que terminan viviendo o trabajando en otro lugar).
Pago múltiple por el mismo trabajo - (por ejemplo cuando un investigador recibe
un salario por la institución en la que trabaja y otro por el organismo que
financia su proyecto).
Conflictos de
esfuerzo - Los conflictos de esfuerzo son aquellos donde la dedicación, el tiempo y el
esfuerzo aplicados a otras actividades colaterales interfieren en el buen
desempeño en un trabajo[19].
El conflicto de esfuerzo es una forma de conflicto de interés y representa una
presión constante ya que es parte de la cotidianeidad. El trabajador debe tomar
decisiones acerca de cuantas responsabilidades puede asumir sin detrimento de
una u otra y sin que la tensión le afecte en su salud o en la de quienes le
rodean. En los contratos y compromisos de trabajo es ético establecer la forma
en que se conjuga lo sustantivo con lo accesorio o extraordinario.
Cualquier sistema de trabajo debe respetar nuestros tiempos y cualquier
trabajador debe tener la responsabilidad de decir “no puedo, ya estoy
saturado”. Entre nosotros, los sistemas de acumulación de sueldos y las
ordenanzas relativas a las dedicaciones totales (DT) procuran evitar
irregularidades producto de los conflictos de esfuerzo pero es preciso señalar
que, por lo común, son insuficientes para impedir la saturación, especialmente
en cargos de responsabilidad académica o funcional.
Esto es así porque esas normas se refieren solamente al trabajo prescripto
y hacen hincapié en los aspectos mensurables. En cambio, no tienen en cuenta
otro aspecto indisociable del trabajo humano: el trabajo real, es decir aquel
que se resiste a la definición, el que requiere el compromiso, la creatividad y
la inteligencia práctica del trabajador para ser llevado a cabo y que no puede
ser contemplado por las normas. Si los trabajadores se limitan a cumplir el
trabajo prescripto hacen lo que se llama “trabajo a reglamento”, una respetable
medida de lucha que no debe confundirse con la práctica integral del trabajo
humano.
Conflictos de
conciencia - Los autores citan a Macrina (2000)[20]
al señalar que los conflictos de conciencia se dan cuando las creencias de un
docente, un funcionario o un investigador con respecto a un tema son
inflexibles, aparecen como cuestiones de principios, e influyen invariablemente
al emitir un juicio con respecto a un asunto sobre el que tiene que expedirse.
No existen acuerdos sobre este tipo de conflictos pero es innegable que se
manifiestan con tanta mayor intensidad cuando mayor es la responsabilidad en
cuanto a la toma de decisiones.
Ejemplos de
conflictos de interés que involucran a los estudiantes y personal académico
joven, en los que interviene la institución y los profesores
Creación de instituciones de educación superior o de investigación
persiguiendo intereses personales o políticos (coyunturales) – “En nuestro medio sigue siendo común – sostenían Aluja y Birke – la
creación de instituciones motivadas por intereses políticos de corto plazo y no
con el fin de mejorar el nivel de la oferta educativa o de investigación a la
sociedad”.
No contar con una política honesta de mejoramiento del nivel académico del
personal - (“En instituciones donde existe un rezago en materia de formación de
recursos humanos de alto nivel, se dan casos donde por presiones externas, se
motiva al personal a inscribirse en programas de posgrado. En nuestro concepto,
se incurre en una conducta éticamente cuestionable a nivel institucional, si se
otorgan permisos a personal que no tiene el potencial para transformarse en un
científico independiente. Es decir, si la persona involucrada será un técnico
con grado de doctor cuya carrera se estancará. Lo mismo se aplica en casos
donde se acepta que el personal se inscriba en programas de posgrado de ínfima
calidad con el fin de evitar que la persona involucrada fracase. Lo éticamente
correcto en estos casos es fomentar la honestidad intelectual e impedir que se
le otorguen grados superiores a personal sin vocación de científico o sin
capacidad para transformarse en un investigador independiente. En estos casos,
el camino a seguir, es el fomento de una sólida carrera de técnico”
(p.116,-117).
Manejar políticas de contratación de personal académico excluyentes que
impidan el ingreso de elementos de alto nivel - (endogamia que Aluja y
Birke señalan como frecuente en algunas universidades de provincia donde se
otorgan ventajas incomparables a los egresados de la casa).
Implementación de políticas que atenten contra la óptima formación de un
estudiante - (esto se hace patente en dos aspectos: en los programas de estudio y
en las políticas de titulación. Si esta última está estructurada según metas de
eficiencia terminal o de facilitarle el camino a un número limitado de asesores
y estudiantes, se estará incurriendo en una falta ética.
Creación de programas de posgrado sin contar con el suficiente personal docente
o la infraestructura mínima necesaria para garantizar la óptima formación del
estudiante - (“En parte fomentado por presiones gubernamentales o coyunturales
(modas) y en parte por intereses personales de individuos o grupos que quieren
hacer carrera, se crean programas de posgrado sin contar con el personal
docente o la infraestructura de apoyo necesaria. El efecto sobre el
estudiantado y sobre la sociedad en general suele ser nefasto ya que se
producen maestros o doctores en ciencias mal formados que pasarán a formar
parte de un círculo vicioso ya que ellas o ellos ingresarán a su vez a otras
instituciones de investigación o docentes donde se involucrarán en la
“formación” de recursos humanos” (p.117-118).
Nombrar directivos que no cuenten con el perfil adecuado para dirigir una
institución educativa o un programa de posgrado.
Manejar indebidamente los apoyos financieros (por ejemplo becas y
donaiones) que la institución recibe.
Manipular los procesos de selección de estudiantes en detrimento de la
calidad de los mismos - (“Este conflicto
de interés no es nuevo”).
Manipular la información real sobre el estatus de programas de posgrado - (“Eliminar información sobre estudiantes reprobados con el fin de no
perder becas o de permitirle al estudiante cambiarse de asesor…”).
El abuso de los apoyos financieros del erario público por parte del
estudiante durante sus estudios de posgrado
- (en lo fundamental por no dedicar
su tiempo exclusivamente a la formación de posgrado como lo requieren estas
becas).
Conflictos de
interés entre mentor (asesor, tutor) y estudiante
Los conflictos de interés entre profesores y estudiantes se tratan en
profundidad en los capítulos V, VI, VII y VIII de la obra. Ahora se mencionarán
como títulos los casos más graves: tener más becarios de los que se pueden
guiar y formar; “robo” de estudiantes; uso de estudiantes; favoritismo o
discriminación de estudiantes; publicar como primer autor los datos de un
alumno si el alumno expresa el deseo de ser primer autor.
Financiamiento
(público y privado) y conflictos de interés.La docencia de
calidad y la investigación son actividades muy costosas. Frecuentemente se
plantean problemas éticos para decidir la asignación de recursos entre temas
que son de interés social y aquellos, no necesariamente coincidentes, que le
interesan a la comunidad académica. “La falta de recursos y la presión por
publicar para acceder a los escasos recursos económicos han fomentado prácticas
poco éticas que van desde las ‘pequeñas desviaciones’ para solicitar más
presupuesto del que realmente se necesita hasta las imparcialidades, errores,
negligencia y el fraude” (p.121). Los autores se extienden en recomendaciones
para asegurar la objetividad de los procesos de evaluación por pares, entre
ellas no evaluar proyectos de su misma institución, eximirse de hacerlo en el
caso de colegas con quienes se compite o colabora, o con los cuales hay una
relación de amistad o enemistad. Asimismo los evaluadores deben aceptar que no
actuarán con dolo y que no se transformarán, en modo alguno, en obstáculo o
promotores interesados de los intereses de un colega.
Ejemplos de conductas inaceptables en relación con el manejo de
financiamientos: favoritismo en el
otorgamiento de financiamiento; proporcionar
datos imprecisos en el curriculum vitae con
respecto a la cantidad de dinero que se obtuvo por proyectos en colaboración
con otra institución; inflar el
presupuesto más allá de las necesidades del proyecto; cambiar constantemente de
línea de investigación para acceder a los recursos financieros de moda.
Formación de
recursos humanos. - Aluja y Birke señalan que
involucrarse en la formación de recursos humanos representa una alta
responsabilidad y un compromiso con valores éticos fundamentales. “La pregunta
fundamental que todo tutor o maestro debe hacerse a si mismo es la siguiente:
¿Tengo la vocación y cuento con la formación, experiencia y habilidad para
fungir como director de una tesis o profesor de una materia? Por ejemplo, ¿es
posible dirigir una tesis de doctorado sin haber dirigido antes varias tesis de
licenciatura? ¿Es ético dirigir una tesis sobre un tema que no se domina y que
obligará a la persona involucrada, en el mejor de los casos, a apoyarse en
colegas para sacar adelante al estudiante o en el peor, a dejarlo a la deriva y
obligarlo a buscar asesoría en otro lado?” (p. 124).
Estructuración
de un curriculum vitae. - Debido a que
los universitarios se mueven en un medio donde la confianza y la veracidad son
los únicos principios aceptables, la estructura de un CV es fundamental y la
presencia de inexactitudes, la información falsa o la percepción de un intento
de engañar pueden acarrear daños irreparables. Por esa razón, los autores
desarrollan una serie de recomendaciones que deben seguirse en la presentación
de un currículo para ajustarse a las exigencias éticas. Así tratan acerca de la
presentación de publicaciones; datos personales; formación profesional; cursos
y talleres de capacitación; premios. distinciones profesionales. membresía en
sociedades profesionales; actividades profesionales; experiencia en docencia y
formación de recursos humanos; conferencias por invitación; presentaciones no
invitadas en congresos; participación en talleres, congresos y simposios;
financiamiento a estancias de investigación y actividades científicas;
patentes.
Finalmente los autores analizan los problemas éticos que se presentan en la
elaboración de cartas de
recomendación, las solicitudes de becas (se refieren en lo esencial al
Sistema Nacional de Investigadores de México), a los estudios de impacto
ambiental y a los cursos de acreditación y aprobación.
TODAS LAS VOCES
El capítulo cuarto se titula “Ética en la investigación científica y la
educación superior. Situación en los Estados Unidos de América”. Es el único
escrito en inglés y su autor, Michael Kalichman, hace un recorrido panorámico
por el estado del arte en un país que se destaca por sus hallazgos científicos
pero también por la frecuencia y gravedad de las infracciones éticas y delitos.
Tal vez las partes más importantes de este aporte se encuentren en el examen
del papel de la formación académica para contrarrestar las conductas éticamente
inaceptables y en el enfoque prospectivo que realiza sobre el futuro de la
conducta científica responsable.
El capítulo quinto expone la perspectiva de una estudiante de licenciatura
a través de un cuestionario y encuesta. Es un aporte muy interesante de Arely
Castillo-Méndez y Leticia Garibay-Pardo porque pone de manifiesto las faltas
éticas de los docentes y autoridades, tales como la discriminación de género o
de clase social, el maltrato, las proposiciones inadecuadas, el desinterés de
los docentes y estudiantes por sus obligaciones académicas, la manipulación
personal, la mala preparación de la cátedra, la falta de reconocimiento en
colaboraciones o trabajos de investigación, la compra-venta de exámenes y
calificaciones, la escasa formación y actualización de algunos docentes así
como el poco interés en la formación de los alumnos. Las autoras también
investigaron las conductas inapropiadas de los estudiantes (copia de exámenes y
trabajos, aceptación de calificaciones no merecidas a cambio de complicidades,
falta de integridad para denunciar irregularidades, etc. La conclusión más significativa es que los
problemas se originan en el desconocimiento del concepto de ética y sus
alcances por parte de los estudiantes.
Una estructura similar tiene el capítulo sexto, donde Fernando Iván
Flores-Pérez expone la opinión de los estudiantes mexicanos de posgrado a
través de una encuesta. Un porcentaje próximo al 20% de los estudiantes de
especialidades, maestrías y doctorados opinaron que el comportamiento de su
tutor no era ético.
El capítulo séptimo lleva el sugestivo título de “El que no transa no
avanza”: la ciencia mexicana en el espejo”. César Domínguez Pérez-Tejada y
Rogelio Macías-Ordóñez analizaron la percepción que los científicos mexicanos
tienen del desempeño ético de sus colegas y si el haberse formado fuera de
México incide en esa percepción. Los resultados les indicaron que este último
aspecto no parece gravitante. En tanto, científicos que trabajan en dieciocho
instituciones de investigación por todo el país indican que la incidencia de
faltas éticas parece ser elevada. Loa autores no solamente discuten el valor
del instrumento empleado como estimador de la realidad sino que consideraron
mecanismos, de corto y largo plazo, para enfrentar el problema.
El capítulo octavo, producido por Carlos Montaña, se refiere a “El papel
del profesor y director de tesis en la trasmisión de valores éticos”. El ensayo
advierte que el crecimiento académico que deben promover los directores de
tesis y profesores en sus estudiantes debe incluir la trasmisión,
fundamentalmente a partir del ejemplo, de una conducta de apego estricto a las
normas éticas. Sin embargo, la trasmisión de tal conducta “debe formar parte de
una oferta global de calidad educativa a nivel institucional y por lo tanto,
puede verse entorpecida tanto por problemas de organización académica
institucional como por problemas de organización de los estudios de posgrado”
(p.245). En el texto se desmenuzan los distintos problemas desde los
institucionales a los de organización de los posgrados.
El capítulo noveno versa sobre “El papel y estructura de una comisión de
ética en una institución académica” y fue aportado por Mario Martínez García y
Tania Zenteno-Savín. A grandes rasgos advierten que no existe un modelo típico
de comisión de ética aunque la experiencia internacional recomienda algunas
características esenciales: independiente, multidisciplinaria, multisectorial y
pluralista.
El capítulo décimo apunta a “La ética en la investigación científica y en
la enseñanza con amimales vertebrados” (por Aline S. de Aluja). El décimo
primero desarrolla la perspectiva de la Comisión Nacional de Bioética de México
(por Fernando Cano Valle y José Luis Torres Cosme). El décimo segundo se titula
“Hacia un código ético para la investigación biomédica en México” (Raúl
Mancilla et al.). El décimo tercero, bajo el título “Ética e investigación: una
visión desde el sur de México” (Gerardo González et al.) pone sobre el tapete
los diferentes criterios que se manejan en torno a la bioprospección, a la
explotación de los recursos naturales, a la participación de las comunidades
indígenas y el desarrollo sustentable. En el último y brevísimo capítulo,
Alfonso Labqué, se refiere a las “Consideraciones éticas relacionadas con los
recursos fitogenéticos”.
El aparato erudito de la obra es adecuado por cuanto cada capítulo cuenta
con su bibliografía y presta especial cuidado a las obras y fuentes asequibles
por internet. Aunque estas están desactualizadas al cabo de ocho años
constituyen una buena base para una actualización y profundización sobre los
materiales más recientes así como para la ubicación de textos clásicos a través
de un buen repertorio de palabras clave. El índice general está bien
estructurado y el índice temático es un tanto escueto. La lectura es, en la
mayor parte de los casos asequible al gran público sin perder por ello la
acuidad propia de una obra de discusión y debate académico. Con la excepción de
artículos y desarrollos puntuales en México, Perú, España, Argentina y Brasil,
entre otros, todavía no se ha producido una obra similar, en cuanto a
practicidad y amplitud de miras, en español o portugués y en los últimos años.
[1] Aluja, Martín y Andrea Birke (coord..) (2004) El papel de la ética
en la investigación científica y la educación superior – 2da. Edición – FCE,
Academia Mexicana de Ciencias, México. ISBN 968-16-7271-2
[2]Licenciado en Psicología (Universidad de la República). Se interesa
en temas de ética y derechos humanos, psicopatología y psicodinámica del
trabajo.
[3] Wikipedia, citando a James Fieser (Internet Encyclopaedia of
Philosophy), la define como la parte de la ética que se dedica a estudiar los
problemas morales concretos y controversiales.
[4] Gouldner, Alvin (1969) “El mito de una sociología desprovista de
valores” En: Horowitz, Irving L. (1969) (comp.) Ls nueva sociología. Ensayos en
honor de C. Wright Mills (vol.1) Amorrortu, Buenos Aires.
[5] El término (inbreeding, inzucht, etc.) admite variantes en
distintos países. En España por ejemplo se aplica al hecho que los
nombramientos docentes recaen con fuerte preferencia entre docentes de la
universidad que expidió el título y también a la promoción de quienes integran
el mismo instituto, equipo, cátedra o taller, Entre nosotros por obvias razones
la segunda de estas acepciones es la pertinente.
[6] Cfr Roudinesco, Elizabeth (2005) El paciente, el terapeuta y el
Estado; Siglo XXI, Buenos Aires, pp.101,105. La autora hace una crítica
demoledora de lo que llama “la ideología del peritaje” que actúa mediante
sistemas o “máquinas de peritaje” que pretenden controlar “científicamente” la
trasmisión del saber. Roudinesco atribuye la invención de este sistema de
clasificación de competencias a un médico norteamericano, Eugene Garfield,
quien, en 1957, se propuso eliminar toda forma de afecto o subjetividad en los
criterios de selección de investigadores para “fabricar premios Nobel”.
[7] Schulz, Pablo C. e Issa Katime (2003) “Los fraudes científicos”.En:
Revista Iberoamericana de Polímeros,Vol.4
(2), abril de 2003,
[8] Cfr. Collazo, Mercedes (coord.) (2008) Debates teóricos,
metodológicos y políticos sobre la formación docente universitaria; Comisión
Sectorial de Enseñanza, Universidad de la República, Montevideo.
[9] Albacht, P. (2001) Educación superior comparada. El conocimiento,
la Universidad y el desarrollo. Cátedra UNESCO de historia y futuro de la
Universidad. Universidad de Palermo, Madrid. También Cfr. Escotet, M. (1993)
Universidad y devenir: Lugar Editorial, Buenos Aires y Becher, Tony (2001) Tribus y territorios
académicos; Ed. Gedisa, Barcelona.
[10] Moreno, Carlos (2008) Algunas consideraciones acerca de las
condiciones salariales de los docentes universitarios en América Latina
(internet) versión3 Knol 2008 ago22. Disponible en
http://knol.google.com/k/carlos-moreno/algunas-consideraciones-acerca-de-las/2ihmzwsor9416/2
[11] Cfr. Britos, F. (2012) El drama de los salarios en la Universidad de la República . En http://fernandobritosv.blogspot.com; 17 de marzo de 2012.
[12] OP. Cit. Nota 9.
[13] Cfr. Dejours, C. (2009) Sufrimiento y trabajo ¿Cómo pensar la
acción? (una conferencia de C. Dejours traducida del francés; en http://fernandobritosv.blogspot.com
, 20 de abril de 2012). Mientras que la psicopatología del trabajo se ocupa de
las enfermedades mentales producidas por el trabajo, la psicodinámica del
trabajo se ocupa de los procesos psíquicos que permiten encarar y superar el
sufrimiento generado por el trabajo. Y
“estatus científico”
[14] El típico argumento neogerencial para las “fundaciones” es el del
manejo ágil de los fondos, el resultado es siempre la pérdida de transparencia
aunque no necesariamente el dolo.
[15] Britos, F. (2012) Doctor Miller, bienvenido al club de los
infractores. En revista La Onda digital, N° 570, 17 de marzo de 2012.
[16] Un ejemplo de le ineficacia de los códigos de ética surge
claramente cuando se estudia la ucha de un grupo de destacados psicólogos
estadounidenses para conseguir que los señalamientos generales del código de
ética de la American Psychological Associaction se apliquen para impedir la
participación de sus miembros en las torturas y otras prácticas criminales
contra los prisioneros en las que están empeñados los Estados Unidos. Cfr.
Coalition for an Ethical Psychology: www.ethicalpsychology.org/
.
[17] Camps, Victoria (1988) Ética, retórica y política; Alianza
Universidad, Madrid. PP. 51 : “El significado ético de la acción viene dado no
por la decisión final, sino por la argumentación que pesa los pros y los
contras y justifica la elección hecha. Ahora bien, una ética que subraya la
importancia de la deliberación sobre la de la decisión no es una ética sin
respuesta sino una ética consciente de la provisionalidad y vulnerabilidad de
todas ellas y que, por tanto, necesita someterlas de continuo a la prueba de otras
razones y otras experiencias. Todo discurso es, ciertamente, un instrumento de
manipulación y de violencia. No obstante ese es un peligro que la ética ha de
asumir y no puede ocultar bajo unas formas de expresión inflexibles y solemnes
sino que ha de manifestarlo propiciando otras formas menos definitivas como la
discusión y el diálogo”.
[18] La Dra. Paulette Dieterlen Struck (n.1947) es doctora en filosof{ia
por la UNAM, Directora del Instituto de Investigaciones Filosóficas (integrante
del Sistema Nacional de Investigadores de México desde hace más de 20 años,
nivel III) e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias. Tiene vasta obra
édita sobre derechos humanos, justicia distributiva y pobreza, marxismo analítico, racionalidad y ciencias
sociales, entre otros temas de filosofía práctica.
[19] Los autores manejan la definición de Macrina, F.L. (2000)
Scientific Integrity: An Introductory Text with Cases; 2da ed.; ASM Press,
Washington D.C.
[20] Op. Cit en nota anterior.
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